Nico Sorin

Quizás cuando Horacio Ferrer escribió los versos de Balada para un Loco y hablaba de un acróbata demente, imaginó a un personaje parecido a Nico Sorín, equilibrista y saltarín que esquiva todo aquello que busque amarrarlo al confort de algún género musical. La falta de comodidad te mueve, y cuando me muevo me da pánico. Pero también es atractivo. Sino todo seria fácil y estaríamos en el problema de la comodidad.

Sorín es un músico que de algún modo se ve seducido por el hecho de habitar en un lugar que al mismo tiempo no es ningún lugar. Su renuncia al género se produce casi de manera antropológica, reflexiona. Trabaja en múltiples proyectos en simultáneo desde la incomodidad de su estudio, donde hace un calor que te asfixias, y en invierno un frío tremendo, pero ya a sus 43 años Sorín sabe bien que necesita esas temperaturas abruptas, aquel estado de incomodidad para concentrarse. Hay algo de pasarla mal…litros y litros de café, ceniceros llenos, sin comer, hay algo así en mi modus operandi, lo cual es una cagada, pero bueno… a mí lo de la copa de vino, la luna, las estrellas, me sirve para disfrutar de la vida pero no para componer.

Como un trovador de sonidos cuyo único propósito fuera relatar su música, nos confiesa que una vez que finaliza cada obra ya no le interesa re-escucharla: Quiero terminar eso que tenía que contar para pasar a otra cosa. Dentro de ese movimiento permanente Sorín va incorporando nuevos universos sonoros a su obra.

No me llevo bien con los géneros, más bien me importa lo que cada genero puede aportarme. Lo que forjan los grandes músicos es el estilo, así como las personas tienen su forma de hablar o de caminar. El género pasa de moda, en cambio el estilo es atemporal. Yo espero estar a los 75, 80 años haciendo música (si es que llego). Me interesan esos artistas que le ganan al tiempo, a los géneros, que son únicos. Esos son mis héroes.

Consecuente con su búsqueda, Sorín ha instaurado en todos sus proyectos un sonido que le es propio. Más que reconocer una pieza de jazz, heavy metal o tango y preguntarse si ese que suena es Nico Sorín, los comentarios sobre su música se parecerían más a: Escucha, es Nico Sorín. ¿Estará tocando jazz, heavy metal o tango?.

He hecho estilos muy diferentes, a veces el problema es ese quizás, moverme tanto. Aunque no podría verlo de otra forma, no podría dedicarme cuatro años a una sola cosa. Porque vivo la música de esa manera, de una sola. O dos, que son la música que quiero hacer y la que no, detalla Sorín.

Para establecer un breve repaso de su recorrido, el músico argentino Nico Sorín comenzó su carrera musical cuando se fue a estudiar al Berklee College of Music, a los 17 años. Una vez finalizados sus estudios, trabajó produciendo para artistas como Miguel Bosé, Victor Manuel, Shakira, Alejandro Sanz, Juanes; y desde la faceta clásica ha dirigido a orquestas de prestigio como la London Session Orchestra, la Orquesta Sinfónica de México y la Henry Mancini Orchestra. En 2007, diez años después de este vertiginoso inicio, regresó a una Argentina totalmente distinta a la que conoció.

Volver fue como encontrarme con mi país como primera vez. Hay muchas cosas que me gustan, como el nivel (musical) que hay. Después de haber vivido muchos años en Nueva York o en España, siento que Argentina tiene una categoría de músicos, de propuestas y de talentos que no tiene nada que envidiarle a otras ciudades del mundo. Sobre todo las propuestas, las cabezas de esos músicos…

Desde su retorno surfeó diversos proyectos, tales como Sorin Octeto, Octafonic, Pájaro de Fuego (con Pipi Piazzolla), Fernández 4; y desde la dirección orquestal se embarcó en una ambiciosa obra clásica llamada Sinfonía Antártica, la cual compuso desde la base militar de Marambio. Una obra que le llevó dos viajes al continente blanco y el riesgo de perder un brazo por parálisis del serrato mayor tras levantar una caja de víveres a -30ºC. Superada la desventura la Sinfonía fue presentada en diciembre de 2019, en el CCK.

Pasada la confinación de la pandemia, a fines de 2021 fue convocado para homenajear al Octeto Electrónico de Astor Piazzolla en Buenos Aires. Sorín se encargó de los arreglos y de la dirección de una distinguida selección de músicos: Nana Arguen, en guitarra; Santiago Vázquez, en percusión; Franco Fontanarrosa, en bajo; Rodrigo Gómez, en batería; Noelia Sinkunas, en piano; Marcos Cabezaz, en marimba y percusión; y Nicolás Enrich, en bandoneón.

Yo creo que Piazzolla en la época del octeto usaba el tango como excusa. De hecho ha tenido bastante problemas con la palabra “tango”. Es una cuestión de nomenclatura, porque yo no considero la música de Piazzolla como tango, veo un artista único, universal, como podría ser Debussy, Bartok, Stravinsky. A mi me pasa un poco lo mismo, no es que vengo de un lado o del otro, tomo prestado de distintos lugares. En mi auto tengo un disco de Stravinsky y uno de Lagwagon, de punk.

Dentro de la diversidad de Sorín podemos decir que aquello que funciona como elemento de enlace a lo largo de todos sus proyectos es el rock. Pero el rock como actitud, aclara. De repente escuchas a Toscanini dirigir a Verdiy también es rock. Lo que me interesa a mí es aplicar esa actitud rockera o más aguerrida, con brío, porque aquello es lo que me lleva a hacer música. Hay un nerviosismo, la música que me gusta es la que tiene un nervio, donde algo está a punto de suceder, acá no estoy a salvo, hay un peligro…

Pasando la mayor parte de su día trabajando con el sonido, quizás abrumado por el contacto permanente con sus proyectos musicales, Sorín nos cuenta que hace años que ya no escucha música. Creo que ya escuché un montón. Necesito el silencio, empezar a escucharme a mí antes de escuchar a otros. Ya hice el momento de scouting.

Una vez le preguntaron a Luis Alberto Spinetta qué hacía cuando no hacía música, y respondió lo siguiente: Hago pan, hago pizza, preparo una comida tailandesa o mexicana… me encanta cocinar, gran desenchufe. Hay que hacer pan y hay que hacer canciones. Porque si viviera todo el tiempo haciendo poesía, música, me consumiría.

Quizás guiado bajo el mismo signo que Luis Alberto, Sorín encuentra también en la cocina un balance para la creatividad sonora: son experiencias que a la hora de componer o de crear son muy similares. Textura, dinámicas, volumen. Un día voy a tratar de hacer un recital en donde el reverb sea el ajo, masterizarlo ponerle aceite… son como distintos plugins que vas usando. Curiosamente disfruto de la misma música que la comida que me gusta: agridulce. Hay un estilo en cómo uno escucha y cómo uno come. Aún veo muy difícil la manera de congeniarlos en un show, la verdad. Pero sin duda juegan con las mismas sensaciones. Hay una sinestesia.

¿Ser músico te hace mejor cocinero o al revés? Pregunto curioso, quizás buscando alguna una receta.

No creo que le haga mal a tu música comer bien, o cocinar bien. No conozco a nadie que cocine bien y haya empeorado su nivel musical, bromea. Da Vinci tenia libros de cocina y hacía helicópteros. Va con la curiosidad y las sensaciones, ya sean auditivas o de cualquier tipo. Y además comes rico.

Lo último que podemos escuchar de Sorín viene en formato de solo set. El trabajo se denomina precisamente Solo No1, un viaje de tres tracks que incluye un subliminal homenaje al fallecido Ennio Morricone (otro de sus artistas admirados). Explicando su forma de componer, Sorín relata que siempre hay un leitmotif que contiene una foto musical. Siempre hay algo visual, de temperatura o de color. Creo mucho en los accidentes, trato de buscar las formas más puras, de no meter la cabeza y ser lo mas intuitivo posible siempre. Uno tiene que encontrar la sinceridad de lo que quiere hacer, no caer en la trampa. Es una profesión con muchas inseguridades, una responsabilidad muy grande en algo que es lúdico, son juegos. Mantenerse en las vías de lo que disfrutas y que se te prenda la lamparilla cuando hay algo que no te gusta hacer me parece muy importante. Me pasó con Piazzolla. No quería tocar a Piazzolla porque pensaba que de tango no sabía nada y finalmente fue un acierto. Creo que las cosas van sucediendo y hay que prestarles atención, y es completamente válido equivocarse.

Esta playlist combina aquellos temas que marcaron puntos determinados de la vida de Nico Sorín, tanto desde su propia interpretación como desde el gusto por la música en general. Sorín protagonista, Sorín acompañante, Sorín aficionado. Parecen músicas disímiles, pero escuchado todo en su conjunto es como la respuesta al planteamiento del rock como actitud, lo que va más allá de la música. Por eso están presentes bandas sonoras de Ennio Morricone, boleros del trío Los Panchos o el latin jazz de Michel Camilo. Una forma de entender el mundo.

Playlist

1. Sorin Octeto - St. Argentaine
00:00:49
2. Fernández 4 feat Emmanuel Horvilleur - Aterrizar
00:04:15
3. Radiohead - Everything In Its Right Place
00:07:11
4. Eydie Gorme y Los Panchos - Sabor a Mi
00:11:15
5. Fernández 4 feat Ca7riel - Moviedaze
00:13:59
6. Nico Sorín - When the Show is Over
00:17:35
7. Michel Camilo - Caribe
00:21:46
8. Octafonic & Nico Sorin - Love
00:29:41
9. Ennio Morricone - The Ecstasy of Gold (The Good, the Bad and the Ugly)
00:33:07
10. La Fuerza Mayor feat. Nico Sorín - La Llamada
00:36:25

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