Me gusta fusionar, fusionar y fusionar
Una charla con la artista cubana Aymée Nuviola a propósito de su más reciente obra, Havana Nocturne, una mirada al pasado brillante de la música.
La versátil y generosa Aymée Nuviola, aureolada por un Grammy y dos Grammy latinos, siempre tiene actualidad. Cerró el año 2022 cantando con Melendi, y empezó 2023 colaborando con Sammy Figueroa. La semana pasada oficiaba como reina del Carnaval de Miami. Da conciertos para organizaciones benéficas. Y nos regaló una hora de su tiempo para hablarnos de su nuevo álbum Havana Nocturne, un viaje emocionante hacia las noches habaneras de finales de los años 50, en las que se escuchaba un nuevo tipo de canciones influenciadas por el jazz estadounidense.
Tommy Meini: En tu último disco Havana Nocturne cantas a los compositores José Antonio Méndez, César Portillo de la Luz, Ángel Díaz, Marta Valdés, Niño Rivera… ¿Es un álbum dedicado al filin?
Aymée Nuviola: Es más bien un disco dedicado a las noches de La Habana. Lo que pasa es que las noches de esa época en la que me estoy remontando, finales de los años 50 y principios de los 60, estaban plasmadas de música filin, una interpretación del bolero llevado al jazz o con influencia del jazz. Este movimiento se estaba desarrollando en el Callejón de Hamel, en casa de uno de sus compositores, Ángel Díaz. Pero en el disco también hay temas que no hacen parte del filin y ni siquiera son cubanas, como Obsesión, que es puertorriqueña, y Perfidia, mexicana. Son de todos los latinos. Estaban ahí en la noche habanera, se disfrutaban, los intérpretes cubanos de la época las hicieron de ellos con sus versiones. Vete de mí, por ejemplo, era un tango argentino y se hizo bolero. Todo esto, este periodo de fusión, es lo que está en el disco.
TM: De alguna manera tú eres fruto del filin también. Cuéntanos.
AN: Sí, mis padres se conocieron en casa de Moraima Secada, una de las grandes intérpretes de la canción cubana. Ella esta ligada a este movimiento, como lo eran Elena Burke y Omara Portuondo. En su casa se reunían muchas personas, cantantes aficionados como mi padre. Estaba estudiando ingeniera de mecánica industrial, pero iba allí para descargar y encontró a mi mamá. Ella cantaba y hacía voces, pero no tenía la vocación; eso sí tocaba eminentemente bien el piano clásico. Me imagino que ellos hacían sus dúos en su momento. En todo caso luego se casaron y nacimos tres hermanos.
TM: ¿Havana Nocturne tiene también mucho de jazz?
AN: Nosotros no estábamos pensando en hacer solamente un álbum de filin, sino hacer un álbum de jazz, de latin jazz. Por eso escogimos músicos que vienen del jazz, como Kemuel Roig que es el arreglista y director musical. Ha tocado con Al Di Meola, con Arturo Sandoval y con otros grandes jazzistas. Trabaja bastante con el batería del disco, Hilario Bell, músico de jazz y de música popular tropical. En el álbum está también el bajista Lowell Ringel, americano que ha cogido con Kemuel e Hilario el bagaje afro-latino. Y para no perder el glamour y la esencia, tenemos también a José “Majito” Aguilera en la percusión, un venezolano que, como Hilario, hace parte de mi banda habitual. Y luego, se incorporó al cuarteto inicial el guitarrista argentino Julián Ávila, que hace apariciones maravillosas en el disco. Igual mi forma de cantar es un mix del jazz con el filin.
TM: El disco está grabado en vivo, en la tradición de las descargas cubanas de los años 50.
aAN: Desde el principio teníamos claro que el disco se iba a grabar en Criteria, que es el estudio de la excelencia aquí en Miami y uno de los más prestigiosos a nivel mundial por sus calidades acústicas pero también por su espacio. Pudimos así poner un piano Steinway de concierto de 9 pies y contar con el prestigioso ingeniero de sonido Carlos Álvarez. Fue él quien nos propuso hacer la grabación de manera analógica, con todos juntos en el estudio. Los pro era que íbamos a tener un sonido muy profundo, muy cálido, diferente de lo digital. Y los contra, que iba a ser una grabación cuyos defectos serían difíciles de corregir. Al final aceptamos el reto y tuvimos que tocar como si fuera un concierto, dejando esa confianza que uno tiene cuando graba por pista. Ensayamos fuera del estudio y luego también en el estudio antes de grabar la toma final. Y a veces pasaba que la toma del ensayo era mejor que la posterior. Pero al final quedamos muy contentos con eso porque se siente la adrenalina, esa “organicidad” única del momento en que estás tocando con otros.
TM: La portada es la antítesis de la de tu álbum El Regreso a La Habana, con una tipografía moderna, tipo neón. Ahora se trata de una portada más vintage. ¿De quién fue la idea?
AN: El concepto completo del disco es de Paulo Simeón, mi esposo y productor. En cuanto a la fotografía, muy bonita, es de Mago, y proviene de una sesión que tenía como propósitos este álbum y otro que todavía no hemos terminado. En la que escogimos, busqué esta pose de lado, jugando con las manos e intentando transmitir esta sensación de emoción contenida. Y luego la idea de poner esa mariposa en mi cabello, nuestra flor nacional cubana, la hablamos entre mi esposo y yo. La portada también está en parte dibujada para recrear esta idea de la nostalgia, de La Habana de antes.
TM: La flor hace pensar en Billie Holiday, y a final es como un puente entre la música cubana y el jazz.
AN: Lógicamente. Y es que esa época marcó toda la cercanía que tiene Cuba con Estados Unidos. Siempre ha habido una influencia y una afluencia de ambos lados. Los cubanos se iban de fin de semana a New Orleans, tocaban con los jazzistas, y los americanos iban al Tropicana, como Nat King Cole, y descargaban en clubes habaneros. Hubo un intercambio de géneros, de ritmos y de conceptos. Por eso hay tantas influencias del jazz en nuestra música y en nuestra cancionística. El rock también ha sido una influencia en la timba cubana, en el tratamiento de los metales, por ejemplo, y en los cierres de la batería. Incluso la batería, proviene de Estados Unidos.
TM: En la balada-timba Quédate tocas una temática muy actual que es la libertad, la independencia de la mujer…
AN: Si tú supieras, esta canción la hice hace muchos años cuando no estaba de moda el “empowerment” de la mujer. Es más bien una canción de mi juventud. Generalmente en mis canciones no plasmo cosas totalmente de mi vida, sino que hago una mezcla de cosas a partir de conversaciones que escucho de amistades. Y este tema no es una excepción. Está inspirado en una amiga mía que había tenido una relación muy larga, y ya en la madurez, con sus hijos grandes, se separó y empezó a analizar su vida y a pensar que había vivido un poco en una mentira. Luego a la canción le añadí algo de fantasía, de ficción. Por ejemplo, la frase “Si te he visto no me acuerdo”, por supuesto que mi amiga no se lo dijo a su ex-esposo. Esta canción la canté primero en público, teniéndola inacabada durante muchos años, y luego la grabé por primera vez dos años después, en 2013, para el álbum En la Intimidad, compuesto por canciones mías. Y quería rescatarla para Havana Nocturne, porque es una canción de mi juventud, cuando vivía en La Habana todavía.
TM: ¿Y qué escuchabas en tu juventud?
AN: En mi casa se oía todo tipo de música, clásica y popular. En la radio, se escuchaba Beny Moré y Omara Portuondo, entre muchos otros. También tenía un primo vecino nuestro, que escuchaba grupos de rock como Deep Purple, Led Zeppelin, Chicago o los Rolling Stones, y esa música nos llegaba por carambola. Pero cuando yo empecé en la escuela de arte y tuve la posibilidad de elegir mi propia música, me dirigí mucho hacia la música brasilera. Y me sigue gustando. Es una fuente de inspiración muy grande por la música norteamericana y cubana. Al final, Estados Unidos, Brasil y Cuba son quizás los tres países que más han aportado a la música universal. Y es un orgullo como cubano de estar al lado de estos dos monstruos de países.
TM: Te has convertido, humildemente, en una diva del jazz latino. ¿Es tu gran logro, haber conquistado ese escenario?
AN: Creo que sí. Me ha servido mi formación académica como pianista clásica, y como persona que sigue en esta constante búsqueda de superación, de intentar abrir el espectro y llegar cada vez a niveles más altos. Estoy consciente de que no todo el mundo lo puede hacer, ni tampoco de que ya lo logré totalmente. Estoy muy enfocado en eso y me gusta ese camino intimista, sin perder mi capacidad para mover un público, para ponerlo a gozar. Pero me gusta disfrutar la música un paso más allá. En mis conciertos, siempre he cantado latin jazz, como un paréntesis, arriesgándome también. Y lo que quiero hacer ahora es ampliar un poco ese momento. Hacerlo como Aymée, porque lo he hecho hasta ahora, pero gracias a la invitación y al proyecto que me ha hecho el maestro Gonzalo Rubalcaba, lo cual me ha llevado en muchas salas y festivales de Europa y Japón que estaban fuera de mi ámbito musical. Tampoco quiero dejar de lado el trabajo que he ido haciendo desde más de 20 años. Pero esto es también regresar, porque cuando yo empecé mi carrera con mi hermana como voz segunda y piano del Dúo Nuviola nosotras cantábamos canciones, no música popular bailable. Y la propuesta es un poco continuar esto, modernizarlo, avanzar.
TM: Recibiste Grammys como artista “tropical”. ¿No es un poco reductora esta etiqueta?
AN: La gente piensa que hacer música tropical es una música de menor categoría, pero está muy equivocada. Cuando te ganas ese Grammy estás enmarcado en una categoría que puede parecer reductora, cierto, pero no es siempre música latina o bailable. La complejidad de la música tropical va más allá de los límites que lo que muchas personas creen. Tiene una cantidad intrínseca de ritmos, de géneros, de influencias, de fusión, de tendencias, de culturas. Y en esta categoría estás compitiendo con artistas de gran prestigio. No es tan fácil como parece.
TM: Cantaste con una infinidad de artistas: Omara Portuondo, Chucho Valdés, Gonzalo Rubalcaba, Los Muñequitos de Matanzas, Melendi… ¿Con quién no has podido de momento y soñarías hacerlo?
AN: Son muchos, yo admiro a muchos artistas. Pero me gustaría hacer un featuring con el colombiano Carlos Vives, que admiro muchísimo. Soy muy fan de la música colombiana. El vallenato tiene un ritmo especial, y a mí lo que me gusta es fusionar la música. Sé que la combinación de vallenato con algo cubano puede ser una explosión. Con Juan Luis Guerratambién, o Willie Chirino. Y con cubanos, de la nueva generación. Me gusta el hecho de poder usar nuestro talento, que esté dentro o fuera de la isla. Lo que me gusta a esta altura de mi carrera es fusionar, fusionar, fusionar.