Una energía transformadora
La Delio Valdez nos cuenta cómo es funcionar como una orquesta autogestiva y cooperativa en el mundo de la cumbia argentina.
En la década de los años 90 en Argentina, el rock y la cumbia marcaron a fuego a toda una generación. Estos dos géneros musicales, en aquél entonces antagónicos, fueron la compañía emocional para un montón de personas que se refugiaron en sus letras y melodías y buscaron allí la contención que la situación política y económica del país no les daba. El rock izando la bandera contracultural y de protesta y la cumbia con el ritmo como estandarte para liberar los cuerpos oprimidos calaron hondo en cada hijo de los 90.
La Delio Valdez se formó en 2009, casi una década después del fin del siglo XX y de la eclosión neoliberal de 2001 en Argentina, pero algo de aquellos años quedó impregnado en sus integrantes cuando decidieron darle vida a esta orquesta de cumbia. Santiago Maldovan, clarinetista, compositor y uno de los miembros fundadores recuerda así esos inicios: Al comienzo la idea era formar una banda de reggae hasta que uno de los músicos me mostró los temas de la orquesta del colombiano Pedro Laza, en especial Navidad Negra. Cuando escuché eso “flasheé” porque era como que juntaba un montón de mundos: música bailable, caribeña, algo jamaiquino también, pero todo con un lenguaje más propio. Y todo eso nos resonaba porque la cumbia no dejaba de ser parte de nuestra identidad, de escucharla de jóvenes, de bailarla en el colegio.
Agrupados entonces en torno a la cumbia colombiana y su época gloriosa de orquestas de los años 50 y 60, un grupo de músicos argentinos provenientes del rock, el ska, el reggae y el jazz conformaron La Delio Valdez con una particularidad: se organizarían en forma de cooperativa autogestiva. Si bien ya había ejemplos de bandas independientes de los grandes sellos discográficos (con el caso de Los Redondos como emblema número uno), las cooperativas en el ambiente cultural argentino no eran ni son tan frecuentes. Eso se dio de forma natural, nunca tuvimos un director o un líder, siempre estuvimos preocupados porque todo sea parejo y justo. Conocíamos la experiencia de la orquesta de tango de Osvaldo Pugliese, pero la realidad es que nuestros mayores referentes a la hora de organizarnos como cooperativa provinieron de sectores no ligados a la música: principalmente las empresas recuperadas por los trabajadores luego de la crisis del 2001 como el caso de Zanón (emblemática fábrica recuperada en la provincia de Neuquén).
En el recorrido que va desde aquél comienzo en 2009 hasta este presente, La Delio Valdéz fue transitando diferentes caminos. Primero como un grupo dedicado íntegramente a versionar cumbias de orquestas colombianas –colando por allí algún tema propio pero en formato instrumental–, con un breve paso por el circuito de bailantas, luego con la creación de El Cumbión –su propia fiesta cultural–, hasta la llegada a los grandes teatros y estadios de Buenos Aires y giras por todo el país. Todo esto acompañado por un lento pero incesante crecimiento de público que se expandió más allá de la fronteras de la cumbia e integró a rockeros, urbanos, bailanteros, punkies y más. La industria también los reconoció en 2019 otorgándoles el Premio Gardel a Mejor Álbum de Grupo Tropical por Sonido Subtropical, su primer disco de composiciones propias.
Christian Alliana: El caso de ustedes es particular por distintas razones: son un grupo de cumbia pero no tocan en “bailantas”, escénicamente despliegan un show muy cuidado y de larga duración; el formato de cooperativa los hace tomar decisiones en forma democrática y además apoyan abiertamente causas sociales…
Santiago Moldován: En algún momento intentamos entrar en la movida de la bailanta pero nos fue muy difícil porque la lógica de un show de La Delio es de dos horas, donde van pasando diferentes climas y cantantes, no es algo de 25 minutos donde los temas van enganchados. Pero aun así, la bailanta no es un lugar que desvaloricemos porque ahí también convive el mundo de los coleccionistas y de la gente que ama la cumbia de verdad. Por otro lado, hay muchas de las convicciones personales que la banda nos da la posibilidad de expresar. Los primeros años fuimos a tocar a geriátricos, psiquiátricos y cárceles y fueron experiencias muy enriquecedoras porque al menos por un rato la cumbia tenía una energía transformadora. Mientras duraba el baile se disolvían las barreras, no había presos, ni pobres ni locos, era toda gente bailando y disfrutando junta.
CA: Al ser músicos provenientes de otros géneros, ¿cómo fueron adentrándose en la cumbia hasta hacerla propia?
SM: La verdad es que llevó mucho tiempo; el entrenamiento de tocar covers fue espectacular porque emular a los maestros del género hizo que incorporáramos algo de eso. Nuestra escuela fue escuchar los discos y tratar de que suene parecido aunque nunca lo lográbamos jaja. Pero es lógico porque somos de otra época y de otro país, hay algo de lo sincopado que es característico de los caribeños y que nunca lo vamos a tener. Pero en ese no poder emular lo otro, se armó una identidad propia.
En El tiempo y la Serenata, su nuevo disco editado este año, La Delio se despacha con diez canciones propias pero, sobre todo, abre el juego a nuevos matices como las distintas sonoridades que aportan los invitados como el Chango Spasiuk, reconocido acordeonista de chamamé, o Javier Ortega, rapero de la nueva camada (dos climas de quietud y movimiento, como dice Alan Queipo en el Mor-disco de Radio Gladys Palmera). El álbum, compuesto y producido en pleno aislamiento por la pandemia, trae consigo un toque de melancolía y tempos más lentos sin dejar de ser bailable. El disco fue un salvavidas emocional dice Moldovan y explica: al estar conformados como cooperativa necesitamos de los shows para sobrevivir por eso al comienzo de la pandemia fue todo muy complicado a nivel económico. Pero después fuimos gestionando otras cosas y le metimos mucha energía a hacer este disco junto al productor Mariano Fernández, quien nos ayuda porque el cooperativismo también hace que a veces tomar decisiones sea un proceso muy largo. Nosotros estamos atravesados por un montón de músicas distintas que tienen que ver con el rock, el pop, el reggae, el ska y los folclores que a la hora de componer una canción se filtran y lo piola es que en este material nos permitimos que aparezca todo eso. Y a su vez La Delio comienza a ser cada vez más Delio.
CA: En esa búsqueda de identidad propia, ¿cuánto se cuela de la identidad argentina de la cumbia?
SM: Nosotros seguimos el camino de la cumbia que en su origen era folclórica pero que se globalizó, y lo loco es que en cada país la sienten propia y cada uno generó su forma, su variante de tocarla, su estilo propio y nos fuimos nutriendo de todo eso. La identidad nuestra tiene que ver con el bombo a tierra, menos sincopada que la cumbia colombiana. También en Argentina hay distintas vertientes porque por ejemplo en la cumbia santafesina lo característico es la guitarra y en ese sentido se emparenta más con la cumbia peruana. Pero yo no puedo dejar de pensar en la movida tropical de los años 90 y la cumbia villera de después. Pienso en Gilda, Ráfaga, Yerba Brava, Pibes chorros. Generacionalmente es lo que nos marcó a todos.