Esta noche Celia Cruz llama a los Orishas
Celia era católica, pero sabía muy bien que cualquier canto vale la pena, y que el pueblo agradecería alguna vez escuchar esas invocaciones grabadas en su voz.
Tiene 19 años y debutará esta noche, con espacio propio, en la Emisora Mil Diez, en sus estudios de la calle Reina 314.
Se llama Úrsula Hilaria Celia Caridad Cruz Alfonso, nacida en el barrio de Santos Suárez, hija del fogonero de los ferrocarriles Simón Cruz y de Catalina Alfonso Ramos, ama de casa, pero la eternidad la conocerá simplemente como Celia Cruz, y le añadirán otros calificativos, como “La guarachera de Cuba” o “La reina de la salsa”.
Su nombre apareció en un anuncio de “Noticias de hoy”, el 18 de enero de 1945. “Mil Diez presenta cada noche a las 10.15 pm el programa “Momento Afro-Cubano” con la actuación de la siempre aplaudida Celia Cruz, notable intérprete de nuestros motivos negros. Cantos afros en la voz y estilo pimentoso de la más destacada figura de este género en la Radio Nacional”. *
Más allá de la sutil discriminación de sugerir, que por su raza y color Celia cantaba ese tipo de música, el diario comete también otros errores, porque no era Celia la única. Merceditas Valdés y Candita Batista también lo hicieron en la radio, atreviéndose a rescatar y popularizar cantos orishas, con el riesgo de escandalizar a la pacata sociedad, que veía en la religión yoruba un atraso y una amenaza.
Ya le recé a Changó, / ya le imploré a Oyá.
También pedí clemencia a Olofí / y hoy le canto a Yemayá.
Mi Ochún, / Caridad del Cobre, /Yemayá, mi guía espiritual.
Virgencita, yo que soy tan pobre,
solo clamo por la tranquilidad…
Celia era católica, pero sabía muy bien que cualquier canto vale la pena, y que el pueblo agradecería alguna vez escuchar esas invocaciones grabadas en su voz. Lo hizo en esta emisora del Partido Socialista Popular, antigua Radio Lavín, acompañada por la orquesta de la planta, con músicos de reconocido prestigio, llegando hasta 30 ejecutantes, que dirigía otro grande, el maestro Enrique González Mántici.
Ella misma se encargó, muchos años después, de aclarar ese aspecto con estas palabras que cita en su libro sobre su etapa en Cuba la musicóloga Rosa Marquetti: “Mucha gente que no me conoce bien piensa que yo soy santera. Me ven cubana y negra, y por eso están seguros de que lo soy”.









Su padre quería que fuese maestra, pero Celia buscaba expresar su arte. Quería cantar y soltar toda la música que le recorría el cuerpo, y no perdía oportunidad de hacerlo, aunque sus primeras grabaciones fonográficas, que han quedado como honda huella en nuestra cultura, las hizo en la disquera Panart en 1944, donde dejó dos cantos afros en acetato de 78 revoluciones: Changó y Babalú Ayé.
Por eso esta noche de enero, Celia Cruz se ciñe al tema de su programa, el primer espacio personal que tuvo a su nombre:
De mi familia, de mis amigos / solo clamo por la tranquilidad.
Canté a la Caridad, / le canto a Yemayá.
Pedí clemencia a Olofí, / y ahora le imploro a Oyá.
Se abren los micrófonos, y la calle Reina, o de la Reina, se enciende hasta el cielo, donde posiblemente también habiten los orishas, que brillan en la tierra y en los cuerpos que pasan, cuidando sus destinos, ahora más, cuando la voz de Celia los invoca.




Este es su tributo, su manera total de complacer a su padre en el magisterio: abriendo los caminos del conocimiento, aunque ella misma no crea, pero respeta. “Yo respeto todas las creencias y todas las religiones, incluso la santería, pero no la sigo”, dirá muchísimos años más tarde, cuando ya haya recorrido miles de otras calles en el mundo, “Tampoco niego que sé algo de ella. ¿Qué cubano hay que no sepa de la santería?”.
Yemaya e olodo awoyo Yemayá. / Yemaya e olodo awoyo Yemayá.
Eh, Yemayá e olodo awoyo Yemayá.
Yemaya e olodo awoyo Yemayá.
Ella dejará su huella también en esta zona de la cultura cubana, todavía en ese entonces considerada tabú, pero su arte es más total y abarcador. El son cubano le recorre la piel. Muchos olvidan que Celia Cruz fue numerosa y torrencial. No quedan, lamentablemente, grabaciones de este hecho, pero el 13 de diciembre de 1947 va a cantar, con solo 22 años, el solo de La Esclava, en el Teatro Martí, cuando la Compañía Lírica Cubana llevó allí la zarzuela Cecilia Valdés, con la dirección de su autor, Gonzalo Roig.
Y cantará otras cosas que no invocan a los santos africanos, pero que pasan volando rasantes sobre ellos y su magia:
Palo Mayimbe, me llеvan pa’ la loma.
Eh, me llevan pa’ la loma, eh, me llevan pa’ la loma.
Palo Mayimbe, me llevan pa’ la loma.
Esta noche es casi el inicio de su largo recorrido, aquí, en esta emisora fundada el 1ro abril de 1943 por el Partido Unión Revolucionaria Comunista, que gracias a la contribución del pueblo compró Radio Lavín, cuya frecuencia 1010 kilociclos le dio originó el nombre con el que la gente conoció la emisora, porque se llamaba realmente Radio Popular Onda Colectiva.









Y aunque le haya cantado, con el corazón vibrante, a los orishas. Aunque lleve en su sangre, como muchísimos cubanos, la vibración yoruba, Celia Cruz no deja de recrear el retumbante sonido de la isla con su humor. Ese humor que la hizo grande y eterna, y que hace sonar su risa desde los otros mundos cuando canta:
Songo le dio a Borondongo. / Borondongo le dio a Bernabé,
Bernabé le pegó a Muchilanga le echó a Burundanga / les hinchan los pies, Monina.
Playlist








