Fernando Albuerne ha sido contratado en Radio Suaritos
La risa y los latidos del corazón alternaban cuando le llegaba el turno a aquel joven pulcro, bien peinado, con fino bigote y sonrisa franca, capaz de cantar éxitos internacionales del momento.
Nadie había escuchado hasta el día de hoy, en esta emisora, una voz tan hermosa. A las damas les comenzaron a temblar las rodillas cuando un hombre llamado Fernando Albuerne Garcell, nacido en Sagua de Tánamo, allá en la lejana provincia de Oriente, comenzó a cantar un bolero.
Era el año 1941 y entró a la emisora Radio Suaritos con la única idea de preguntar cuánto dinero le iba a costar grabar un disco. Entonces mostró lo que tenía, y era un tesoro lo que llevaba en la garganta, así que Laureano Suárez lo contrató de inmediato como artista exclusivo y decidió pagarle tres pesos por programa. Entonces la audiencia creció. Entre los chistes publicitarios tan ingeniosos con los que se atrevía Laureano, los oyentes aprendieron a estremecerse escuchando cosas que serían para toda una vida:
Toda una vida estaría contigo, / no me importa en qué forma,
ni cómo, ni dónde, pero junto a ti.
Toda una vida te estaría mimando, / te estaría cuidando /
como cuido mi vida / que la vivo por ti.
En menos de cuatro años, ya para 1945, Fernando estará ganando una fortuna: 1.000 pesos mensuales. Había nacido el 28 de octubre de 1920 en Marieta, barrio de Zabala, Sagua de Tánamo, Holguín. Lo más curioso es que no necesitaba el trabajo de cantante. Lo hacía por puro entusiasmo, por vocación, porque la música corría por sus venas. Mucha gente que le conoció de joven afirma que, en su época de estudiante en la Universidad de La Habana, o ya recién graduado de Ingeniero Agrónomo, “andaba en un camión repartiendo los jabones fabricados en la fábrica de su padre “Jabón Albuerne” y llamaba la atención porque todo el tiempo estaba cantando”.




















Fue un hallazgo feliz para “Radio Cadena Suaritos”, creada por Laureano Suárez, un cubano con acento español, y estaba situada en la calle 25 No.1115 entre 6 y 8, en el barrio de El Vedado. Ya la emisora había llamado la atención por su originalidad. Solo allí se podían escuchar cosas como estas: “No es lo mismo la cómoda de tu hermana, que acomódame a tu hermana”. O “No es lo mismo quita la bella rosa, que Rosa la bellaquita”.
De ese modo, Fernando Albuerne empezó con buen pie en un sitio atractivo, con una audiencia capaz de llorar con los temas de amor y de reír con aquellos descabellados y atrevidos anuncios inventados por Laureano, que desafiaba a la censura de esta manera:
“Señorita: si su mamá se mete el dedo, y su hermana también…No haga usted lo mismo, use palillos para dientes El pingüino”.
O este otro: “Señora: si cuando levanta la pierna se le ve el agujero… Compre medias Marlene, las únicas que no se rompen ni se van fácilmente”.
La risa y los latidos del corazón alternaban cuando le llegaba el turno a aquel joven pulcro, bien peinado, con fino bigote y sonrisa franca, capaz de cantar éxitos internacionales del momento como este que mi madre amanecía siempre escuchando en un disco:
Questa piccolissima serenata / con un fìl di voce si può cantar
Ogni innamorato all’innamorata, / la sussurrerà, la sussurrerà.




Pero esta noche de noviembre debutará Fernando Albuerne en la emisora que será suya hasta 1954 y arrasará en los escenarios nacionales e internacionales y en su programa, cantando temas que nadie olvidará nunca, como este, con el que los hijos siguen celebrando a sus madres, muertas o vivas:
Madrecita del alma querida,
en mi pecho yo llevo una flor,
no te importe el color que ella tenga,
porque al fin tú eres madre una flor.
Esta noche cantará otra cosa. Algo romántico. Un bolero titulado Ven amor, de la autoría de un amigo y compañero de trabajo, acompañado por la orquesta del pianista Santos Menéndez. Pero a partir de hoy entrará y saldrá como Pedro por su casa, porque ya Radio Cadena Suaritos es su hogar.
Y en esta casa estrenará otras maravillas que uno creerá tener por siempre en la memoria, dichas en su voz de eterno enamorado, como este otro bolero de Osvaldo Farrés, con el que nadie sabe a cuántas muchachas enamoró:
Oye la confesión, de mi secreto, /
nace de un corazón, / que está desierto,
con tres palabras, te diré, todas mis cosas,
cosas del corazón, que son preciosas…
Ahí sonreirá y bajará los ojos cuando esté cantando en 1956 en el Canal 4 de la televisión cubana, junto a Lecuona y Esther Borja. O allá en Venezuela, que se convertirá casi en su segunda tierra, y sin perder fuelle seguirá estremeciendo con su magia:
Dame tus manos ven, toma las mías, /
que te voy a confiar, las ansias mías.
Son tres palabras, solamente mis angustias, /
y esas palabras son, como me gustas.
En 1952 le harán un gran homenaje en su pueblo natal, y el Ayuntamiento del municipio lo nombrará “Hijo Predilecto de Sagua de Tánamo”. Y le regalarán, además del corazón de sus coterráneos, la Llave del Pueblo. Allá se irá con otro descubrimiento de Radio Suaritos, el dúo de Celina y Reutilio. Y nadie borrará aquel día, aunque pasen los siglos.
Nadie sabe aquí esta noche la carrera triunfal que le espera a Fernando Albuerne. Giras y discos, hasta que en 1960 se marche a Caracas, para vivir un largo tiempo y grabar 12 joyas. Luego saltará a los Estados Unidos y residirá en Tampa y en Miami. Allí, en Kendal, en el South West, morirá el 8 Julio de 2000 a los 79 años a consecuencia del Parkinson, y se llevará su sonrisa. Pero quedarán, en las primeras sombras, su voz y el amor a todas las madres, cantando, como en un susurro:
Aunque amores yo tenga en la vida, / que me llenen de felicidad,
como el tuyo jamás, madre mía, / como el tuyo no habré de encontrar.
Playlist







