Dicen que el tipo de tambor que dio origen a la conga nació en África Central, pero que su forma abarrilada provino de los barriles que llegaron en los mismos barcos que llevaron los esclavos africanos al Caribe. Las primeras congas se hacían con base de madera y un parche tensado de cuero de chivo. Se lo tensaba con calor y se lo clavaba a la madera. Cuando se usaba para marchas de conga (ritmo originado a partir de su nombre), se colgaba al cuello. Luego en los conjuntos de son se colocaba de pie sobre el piso y se tocaba con ambas manos.

Las congas son básicamente dos: el quinto, que es el repicador, pues tiene un sonido agudo, y la Tumbadora, que sirve de acompañante y cuyo tamaño es un poco mayor. De su marcación o primer golpe, depende toda orquestación moderna, aunque sus primeros intérpretes sólo usaban una conga. Hoy usan varias a fin de producir una variedad más grande de sonidos. Su inclusión dentro de las orquestas modernas surgió por iniciativa de Arsenio Rodríguez, y las diferentes variaciones por sugerencias de intérpretes brillantes: Carlos Vidal-Bolado, Chano Pozo, Mongo Santamaría, Cándido Camero, Patato Valdés, Francisco Aguabella, Sabú Martínez o Tata Guiness, entre otros.

Estos son los primeros fabricantes de congas, donde podemos encontrar luthiers geniales y experimentadores brillantes de los efectos del sonido acústico.

CANDIDO REQUENA

El pionero de los constructores de congas (también de bongoes) en el Siglo XX fue Cándido Requena. Se sabe poco de su vida, sólo que había sido bongocero de la orquesta Casino De La Playa en los años 30, antes de empezar a fabricar congas y bongos en su taller de ebanistería. Para las congas usaba cedro y a veces roble de diez pulgadas y que provenían de barriles de vino ya curados. Tras barnizar, los anillaba hasta cinco veces con cintas de metal. Sus congas eran delgadas, más parecidas a un quinto que a una tumbadora, pero el poco peso hizo que se volvieran muy populares y se vendieran mucho en la famosa Casa Solis de La Habana a casi 40 pesos el tambor (años 50). Requena fue quien comercializó el sistema ajustable del parche de cuero mediante tornillos. Se dice que la idea fue de Carlos Patato Valdés (con quien compartía rumbas en el sector de Los Sitios), pero también se dice que fue de un bongocero llamado Severino, quien habría experimentado con el sistema en los tambores batá.

GONZALO VERGARA

Gonzalo Vergara perfeccionó lo hecho por Cándido Requena, no en su técnica, pero si en el uso de materiales. Suyas fueron las congas más resistentes y de perfecto sonido. Por eso las usaron todos los percusionistas de la generación dorada que siguió a Chano Pozo. Incluso pasaron de mano en mano, como las que heredó Mongo Santamaría a Ray Barretto y este a Willie Salcedo. ¿La razón? La Revolución Cubana. Las congas de Vergara dejaron de comercializarse en Estados Unidos y los músicos se las prestaban o vendían. Las congas de Vergara tenían mayor grosor, los anillos metálicos estaban atornillados y las sujeciones estaban soldadas. Cuentan que tuvo varios imitadores en Queens, pero que las originales eran llevadas por contrabando desde Cuba por el dueño de la panadería La Cubana. Dice un especialista que si los 50 fueron de Requena, los 60 fueron de Vergara, y dice la leyenda que su sistema de ensamblaje fue perfecto. Que no hay congas que suenen mejor.

MARIANO BOBADILLA

Mariano Bobadilla era natural de Guadalajara y fue el primer gran fabricante no cubano que tuvo fama en Estados Unidos. Se inició como trompetista de bandas chicanas y fue ganando reputación como mecánico de instrumentos de viento. En 1954 creó la firma Gon Bops (era su apodo) en las instalaciones que antes eran una ebanistería de su padre en Los Ángeles. Aunque sus fuentes de inspiración fueron Requena y Vergara, Bobadilla dotó sus congas de características propias como la altura de la anilla que asegura el parche. El la puso más baja para proteger las manos de los congueros. Hizo seis modelos de congas, siempre con madera seleccionada por él mismo y con los remaches fijados a mano. Durante la época de la pachanga y el boogaloo, las congas Gon Bops fueron las más solicitadas por los músicos, especialmente de la Costa Oeste y de México. El Festival de Woodstock sería el detonante de su prestigio al dotar de congas a medio centenar de artistas.

JUNIOR TIRADO

Natalio Junior Tirado era carpintero, de familia de carpinteros. Vivía en Brooklyn y trabajaba, además, como administrador de un edificio en Havemeyer Street, en cuyo baseman tenía su taller. Aficionado a la música afrocubana, era amigo de Arsenio Rodríguez, quien promocionaba sus congas y bongoes en los conciertos que daba. Las congas de Tirado se caracterizaban por ser anchas arriba y angostas abajo, por sus cuatro anillas, por el ancho de los agarres de los tornillos, pero sobre todo por el pulido de la madera. En eso no tenía competencia. Su tienda, también ubicada en El Barrio de Williamsburg, abasteció a grandes estrellas alternativas de la salsa, como la gente del Grupo Folclórico y Experimental Nuevayorquino, y a los rumberos del Central Park. Tras su muerte, varios fabricantes siguieron sus patrones, incluyendo a su hijo Natalio Tirado Ruiz.

FRANK MEZA

No fue un hombre de grandes producciones, pero sus diseños hicieron época. Su marca se llamaba Echo Tone y la fundó en 1957 en Nueva York. Como no tenía un gran taller, ni personal a su servicio, Frank Meza optó por fabricar por encargo. Así se ganó el cariño de percusionistas como Cándido Camero, Willie Bobo, Frankie Malabé o Johnny Zamot. La fama le llegaría gracias a la reconocida tienda de instrumentos Manny’s en Manhattan, a la que acudían a comprar las estrellas del rock y del jazz. Sus congas eran delgadas como un quinto, pero con una característica especial: una cenefa que bordeaba la parte superior, de manera que el sistema de ajustes no estaba cerca de la madera. Echo Tone también tuvo fama por el lacado que brillaba en el escenario y por los soportes metálicos de tornillos, los únicos ovalados que existían. Frank Meza cerró Echo Tone en 1971 al no poder competir con los fabricantes más industrializados.

MARTIN COHEN

Martin Cohen partió en dos la historia de las congas y de los instrumentos de percusión. Cohen era estudiante de ingeniería mecánica cuando visitó por primera vez el nightclub Birdland en Manhattan. Allí surgió su amor por la música de Machito, George Shearing y Cal Tjader. Poco tiempo después trasladó sus conocimientos a la música con diseños hergonómicos inspirados en músicos como José Mangual. Le debo mucho a él por la inspiración que me dio al observarlo dominar su instrumento, declararía más tarde. Amante de la fotografía, cubrió muchos conciertos en el mítico Palladium y se puso a experimentar. Comenzó haciendo bongoes, luego trabajó instrumentos de percusión menor (claves, campanas, güiros y maracas), y más tarde congas. En 1964 fundó la compañía Latin Percussion, LP, que vendría siendo para los luthier lo que Fania Records fue para la música: la número uno. Con sus diferentes líneas de instrumentos étnicos y sus series dedicadas, le dio a la música latina un estatus mundial de primer nivel. Su mano derecha ha sido Ray Enhoffer.

Lo que hicieron estos pioneros fue definir las líneas de acción de los instrumentos de percusión en el presente y en el futuro inmediato. Hoy en día abundan las fábricas y las tiendas, aunque en la era tecnológica los desafíos de la industria son diferentes. Los herederos directos fueron Afrosound, Arce Percusión, DW, El Piernas, Meinl, Moperc, Remo, Sonoc y Toca, entre muchos otros.

Deja tu comentario