Rodolfo Mederos

Hace pocas semanas interactuó con el guitarrista y folclorista Juan Falú en una presentación donde ambos atornillaron guitarra y bandoneón en, por ejemplo, Luna Tucumana, tema de Atahualpa Yupanqui, con resultado memorable en el Centro Cultural Torquato Tasso, ubicado en la emblemática zona de San Telmo en la capital argentina.

Está muy activo Rodolfo Mederos; permanece en Buenos Aires, componiendo, compartiendo, enseñando y presentándose para continuar su batalla cultural con el arma poderosa que es su bandoneón. Su trío lo complementan actualmente Armando De la Vega en la guitarra y Sergio Rivas en el contrabajo.

Cuando en junio de 2019  se hizo presente en el XIV Festival de Música de Cámara de La Habana, lo hizo precisamente en el formato de Trío y se mostró muy contento  por esa invitación que le hizo el maestro Frank Fernández y que le permitió alternar con su amigo Leo Brouwer. 

Para ese momento había podido cristalizar sólidamente en el tiempo su proyecto de estructurar y dar vida nuevamente a una Orquesta Típica de Tangos, de presentarse y de grabar con ella. Fue un sueño acunado, casi como una utopía, y lo logró con sus alumnos. Fue un titánico esfuerzo ese, que nos llevó a conversar nuevamente con él, esta vez en Buenos Aires.

Ya le conocíamos, desde cuando se presentó como invitado muy especial de Oscar D’ León en 2001 para el gran concierto por los 30 años de actividad artística profesional del sonero venezolano. Fue realmente memorable escuchar solo el bandoneón de Mederos y la voz de Oscar D’ León en el Teatro Teresa Carreño de Caracas. D’ León chasqueaba los dedos como tratando de llevar al son el tango. Inolvidable además cuando Oscar  al interpretar Nostalgias (Cadícamo y Cobián) quiso emborrachar su corazón, y no le salió la letra sino las lágrimas y Mederos acudió en su ayuda tocando en un momento realmente estremecedor.

En Buenos Aires Mederos se expresó como hablando para sí, en voz alta.

Habla Rodolfo Mederos

Rodolfo Mederos: Soy nacido en Buenos Aires el 25 de marzo de 1940. Salí a la vida y ya estaba en una radio escuchando tangos y tomando mate y además tengo el privilegio de que mi padre y mi madre eran laburantes, trabajadores. Tengo por fortuna venir de un hogar humilde que me permitió entender mi condición de clase, y eso no se aprende en las universidades ni en los libros. En todo caso ahí se completa una información. Ya a mis 15 años tocaba con orquestas, en cualquier barrio de la ciudad de Buenos Aires y del interior del país.

Para ese entonces su padre, ferrocarrilero, había sido trasladado desde Buenos Aires a la ciudad de Córdoba.

Había en cada barrio su club o su café donde funcionaban orquestas locales. Posteriormente, durante mucho tiempo no hubo orquestas, ni existieron escenarios, ni el público para bailar con una orquesta. La cultura de Buenos Aires tenía una fuerte identidad. Eso lo aprendí y lo que sigo haciendo es defender esa identidad de la porquería que nos rodea cotidianamente. Lo que intento reflejar y defender es lo que realmente somos, no lo que quieren que seamos. Esto es lo que está ocurriendo desde hace mucho tiempo en diversas partes. Latinoamérica es un ejemplo muy nuestro, pero ocurre en todo el mundo. Entonces las culturas regionales y las identidades quedan absolutamente atomizadas y pulverizadas. La pregunta es qué debemos hacer, cuándo debemos hacerlo y de qué manera, con qué herramientas debemos hacerlo. Cada pueblo tendrá que decidir al respecto.

Lil Rodríguez: ¿La música lo llevó al activismo social?

RM: Mi militancia está en mi acción cotidiana con la música. Recuerda que Argentina atravesó una época muy cruel de dictadura militar en los años 75, 76 y esto no fue gratuito. Ese periodo no solo dejó 30.000 desaparecidos: Dejó una cultura desaparecida. En ese momento el tango, que era la música que nos permitía la identidad, por lo menos en la ciudad de Buenos Aires  pasó a ser música de viejos, música anticuada, despreciable y se dieron expresiones ajenas a nuestra sensibilidad, generalmente de origen anglosajón. Qué curioso, no es que fuimos colonizados por el flamenco; fuimos colonizados por culturas anglosajonas que son las que siguen apoderándose de los regionalismos como mecanismo ideológico de apoderarse de las otras cosas, de los recursos, por ejemplo. Fui haciendo conciencia y me propuse organizar, para recuperar con la Orquesta Típica de Tango las formas colectivas del tango que funcionaron hasta los años 50. Es que es un tema de identidad.

Mederos no sólo logró su objetivo sino que siguió moldeando los formatos de octetos y tríos, dúos e, inclusive sin proponérselo, él como solista.

Mi trinchera es el bandoneón y me sentí bien con la Orquesta Típica que pude fundar. Una orquesta de 13 músicos. Se trataba de defender lo que hay que defender, que es a nosotros mismos, a nuestra memoria y a nuestra identidad.

LR: Decía el maestro mexicano Carlos Chávez: tan malo es vivir de economías prestadas como de culturas prestadas. ¿Vive Argentina de una cultura prestada?

RM: Cuando uno no sabe de dónde es y no recuerda su historia, se entrega. ¿Por qué tenemos que someternos a formas que están de moda y después querer explicar que como son de protesta son válidas? La protesta es válida pero en esta estética no, no nos corresponde. No puedo hacer protesta a través de un blues y por supuesto que el blues es una forma de protesta de los negros algodoneros cuando estaban sometidos en el esclavismo. Seguro, y es una música que yo reivindico, pero no es mi música y cada pueblo debe de tener la suya y descubrirla, y si no, crearla pero no imitar porque aunque sea de protesta para nosotros sería imitativa y en ese caso sigue siendo sometida también. ¿Qué hacer? Esto que hablo contigo lo hablo en todas partes porque creo que hay que seguir trabajando para ésto y soy útil en ésto que hago. 

Diálogo de generaciones

RM: Los músicos jóvenes se encuentran frente a un terrible problema que es la discontinuidad de la transmisión de la cultura. La cadena se ha roto. Faltan eslabones. Entonces ¿Cómo hacen los músicos jóvenes para transmitir lo que nosotros recibíamos directamente, que recibíamos de nuestra generación anterior y traspasábamos? Ellos miran hacia atrás y no miran a nadie porque los músicos han muerto. Lo que tienen que hacer es un trabajo in vitro. Escuchan discos que durante años tampoco existieron. Ahora esos discos se han puesto de moda porque pareciera que el tango se puso de moda, lo cual no deja de ser un inconveniente porque lo que se pone de moda luego se pone en liquidación.

 La franja de gente joven que sospecha que hay una historia que quiere descubrir, la tiene que descubrir. No la hereda naturalmente. Está muy bien que uno pueda acrecentar su información y es muy enriquecedor que un músico escuche la mayor cantidad de música buena en el mundo, igual que hablar muchas lenguas y leer muchos libros, pero eso tiene que estar al servicio de la propia naturaleza. Uno no puede pretender de manera casi suicida ser como los otros. Uno debe ser como uno. Lo contrario sería un suicidio musical. Yo lo llamo esterilidad.

LR: ¿Cómo se lleva usted con el aplauso?

RM: Las sensaciones personales en mi caso están siempre referidas a lo social. Es cierto que cada uno tiene sensaciones personales pero la personalización de las sensaciones tiene que ver con lo social. Si alguien se sensibiliza con lo que hago se sensibiliza por una música que es noble y representa a un pueblo. Los aplausos no son para mí. Son para la historia. Cuando yo subo a un escenario no subo yo. sube la historia que yo tengo detrás, esa mochila que viene cargada de los Pugliese, los Troilo, los Salgán, de todo eso. Los aplausos pasan por mí, pero son para la historia, porque de esa historia vengo yo. Y en definitiva ¿qué es hacer música? ¿que las mujeres lo miren a uno? ¿conseguir aplausos? Eso está muy bien y no es que me disguste, pero no es el objetivo. Cuando ocurre es maravilloso porque no voy a ser tan tonto como para hacer creer que no me interesa que me aplaudan, ganar plata o que me mire alguna chica. Esas frivolidades interesan porque además vivo de ésto, pero mi objetivo no es ese. Cuando escribo las notas que escribo no lo hago pensando en eso, precisamente. 

LR: ¿Y ese vanguardismo que ahora cuestiona, pero del que fue parte?

RM: Cuando el tango pareció desaparecer de la escena, años 60 y empezó el deterioro, la figura de Astor Piazzolla apareció como posibilidad de supervivencia en la forma que llamamos vanguardista. Aquello de montar el pie en una silla, de no usar traje formal, y hasta la guitarra eléctrica en su quinteto fue enceguecedor. Cómo sería, que hasta la figura de Osvaldo Pugliese me parecía vieja, en traje y con corbata… Éramos los genios que escribíamos en soledad y nos presentábamos en teatros lujosos, y se eliminó el baile porque parecía de menor calidad. Fue una postura mezquina y de cenáculo, y esto no fue bueno porque se le quitó al tango la posibilidad de la convivencia con el ámbito social. Luego comprendería que quien tenía razón era Pugliese. Me costó mucho entender que una música es buena no porque tenga mucho, sino porque precisa poco. 

Yo retomé la orquesta para hacer música que la gente pudiera bailar. Si no, estaría equivocado y haciendo mal las cosas. La gente bailaba con el tango. Mi desafío era lograr música de la mas alta calidad pero no para los pequeños círculos y teatros de lujo sino para las pistas de baile donde la gente pudiera bailar como ocurría con las grandes orquestas que todavía recordamos como Pugliese, Troilo, Salgán, que nadie va a dudar de la calidad musical que tenían y sin embargo la gente bailaba con ellas. 

LR: ¿Y el bandoneón?

RM: Es mi amigo. Es como yo mismo dentro de un fuelle, no sé cómo decirlo. Es como una parte mía. Es arte, y con el arte no hay que calmar. El arte debe producir cierta incertidumbre. Uno debe quedar distinto después de haberse enfrentado a un hecho artístico. Si quedó igual, si el arte fue meramente distractivo, una cosmética de la cotidianidad, no sirve. El arte debe, por lo menos, generar preguntas, no dar respuestas.

Ya lo dijo en su momento: "soy un defensor de la vieja guardia". Y se refería, como no, a la generación de los grandes creadores, de los que dieron el primer paso en la configuración del tango como género que aúna diferentes expresiones de la cultura porteña. De esas influencias viene esta playlist interpretada por él mismo en diferentes grabaciones y con diferentes acompañantes. Mederos en estado puro haciendo lo que más quiere, aunque bueno es decirlo también: sus influencias van más allá del tango y transitan un mundo que pasa por Johan Sebastian Bach, Atahualpa Yupanqui o Emerson, Lake & Palmer.

Playlist

1. Rodolfo Mederos - El choclo
00:00:15
2. Daniel Baremboin, Rodolfo Mederos, Héctor Console - El día que me quieras
00:03:07
3. Rodolfo Mederos - Cuesta abajo
00:07:00
4. Daniel Baremboin, Rodolfo Mederos, Héctor Console - Don Agustin Bardi
00:11:39
5. Rodolfo Mederos - Milonguero triste
00:14:44
6. Rodolfo Mederos - Volver
00:17:44
7. Daniel Baremboin, Rodolfo Mederos, Héctor Console - Verano porteño
00:22:42
8. Rodolfo Mederos - Sur
00:27:57
9. Rodolfo Mederos - Romance de barrio
00:30:13
10. Daniel Baremboin, Rodolfo Mederos, Héctor Console - Mi Buenos Aires querido
00:34:05

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