La Lupe

1. La reina y el día de su conversión

En la década de los 80 La Lupe necesitaba dinero. Fue por eso que se le ocurrió acudir a los medios de comunicación para contar la vida precaria que había estado llevando y lo mucho que precisaba de ayuda. Decidió tragarse su orgullo. De todos modos hace mucho tiempo que La reina de la canción latina ya no tenía corona. Le era difícil recordar que en una época no muy lejana había sido una mujer que poseía a manos llenas fama y dinero. Lo había perdido todo, también la vergüenza.

Por eso cuando fue convocada para un homenaje en su honor no le quedó más remedio que aceptar. Creyó que su público, que tantas veces la había apoyado, podría ser el puente que necesitaría cruzar para acabar con su mala racha. Una temporada triste que ya duraba demasiado. En esos años la desgracia tocó a su puerta en reiteradas ocasiones: había perdido su vivienda a causa de un incendio, convivió con personas de los más bajos extractos en un refugio, vivía de la asistencia social. Hambre, dolor y soledad eran una constante en la existencia de quién había sido un ídolo.

Eran mediados de los años 80 y la cantante que se encontraba enferma había permanecido alejada de los escenarios. De hecho, no tenía ganas de volver a ellos. Las únicas razones por las que había aceptado participar de aquel evento eran, en primer lugar, conseguir dinero para cubrir sus necesidades básicas y en segundo, su deseo de recaudar una buena cantidad que le permitiera operarse. Había sufrido una caída que le destrozó la columna y una mala operación la había dejado prácticamente inválida. No soportaba los dolores, no podía trabajar, estaba cansada de padecer una existencia que desde hace años se había convertido en un verdadero infierno. Tenía todas sus esperanzas centradas en un evento que se llevaría a cabo en el Club Broadway de Nueva York.

El día del homenaje comenzó mal. Esa mañana La Yiyiyi que se había desacostumbrado a la vida en el escenario, tuvo que salir a adquirir una faja para poder utilizar un vestido largo dorado que le habían comprando los organizadores del evento. Salió en silla de ruedas sin contar con que tendría la mala suerte de caerse, lo que le ocasionó, además de su ya acostumbrado dolor en la columna, la hinchazón de uno de sus pies y el tobillo.

Con ese nuevo dolor tuvo que vestirse y calzarse los zapatos, ocasionándose unos niveles de incomodidad casi insoportables.

Cuando llegó el momento de asistir al homenaje vio estacionarse frente a su sencillo apartamento (que le había sido adjudicado gracias a programas sociales) una limosina para trasladarse. Paradójicamente, ella que no tenía para cubrir las necesidades más básicas llegaría al evento como una reina. Se sintió como una farsante; no obstante, continuó con la rutina tal y como estaba previsto.

En el Club Broadway la esperaba su público, aproximadamente diez mil personas que la recibieron con gritos y aplausos que lejos de reconfortarla le ocasionaron ansiedad: ¡Qué mentira! ¡Qué vanidad! Yo muriendo del dolor de la columna vertebral y la gente gritando por la reina, contó años después.

Tratando de complacer al público, pero paralizada por el dolor, a pesar de las ocho pastillas de Tylenol con condeína que se había tomado, se concentró lo mejor posible para cumplir con sus exigencias.

Arrastrándose en el escenario cantó, lo hizo con el alma, ya que el cuerpo no le respondía, pero a diferencia de otros tiempos en que solía quitarse las prendas, gemir, moverse y llenar la tarima con su energía, no disfrutó su presentación. Más allá del padecimiento físico, escuchó una voz que la alertó sobre la realidad de su situación. Una voz que le habló directamente sobre el verdadero sentido de su sufrimiento.

Entonces entendió que la vida que hasta ese momento había llevado no representaba ya nada para ella. En medio de los gritos del público, sus aplausos y reverencias tomó una decisión que marcaría el resto de su existencia: seguir el camino de la fe. Abandonar el mundo del entretenimiento para no volver jamás.

Desafortunadamente murió pocos años después. Aunque logró operarse, grabar algunos discos con temas religiosos y predicar por el mundo su nueva pasión, no pudo disfrutar mucho de ella ni de su recuperada dicha. En 1992 dejó este mundo con la convicción de haber descubierto a última hora el verdadero camino para encontrar la tranquilidad que buscó infructuosamente durante toda su vida.

2. La reina y su corona de fuego

El Bronx, Nueva York, 1992. Cae la noche y comienzan a llegar los asistentes a un servicio funerario. Una multitud desfila frente a un ataúd. Algunos son perfectos desconocidos. Otros forman parte de la historia de la música popular latinoamericana. Un predicador habla de la vida eterna cuando vemos a Tito Puente acercarse al féretro. Pronto descubrimos a su ocupante.

Con esta escena comienza La Lupe: Queen of Latin Soul, el documental de Ela Troyano sobre la interprete cubana. El audiovisual es una minuciosa y sustentada retrospectiva sobre la carrera artística de La Yiyiyi, también conocida como La Reina de la Canción Latina.

La Lupe es un icono de la música. Fue un terremoto en el escenario. Una mariposa frenética y llena de vida que perdió el rumbo en algunos periodos de su vida.

En 1988 cuando el director español Pedro Almodóvar utilizaba su interpretación del tema compuesto por Tite Curet, Puro Teatro en una de sus cintas más celebres (Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios) La Lupe vivía sus últimos años de un modo discreto. Estaba alejada de los escenarios y entregada por completo a su nueva pasión: la fe religiosa.

Ela Troyano propone un viaje por el universo que construyó la cantante desde su nacimiento hasta el día de su muerte.

A pesar de su primera escena que busca generar impacto, una palabra define a este audiovisual: moderación. El relato sobre la intérprete cubana está muy cerca de la objetividad, no posee estridencias, no busca conmover a través del escándalo o la sordidez de una existencia que tuvo de todo: gloria, caída, alegría, tristeza, pesadillas y sueños.

Por el contrario, La Lupe: Queen of Latin Soul usa la mesura para hablar de una mujer que fue precisamente todo lo contrario.

Los mejores documentales biográficos logran mostrar a los personajes sin tomar partido. Son capaces de guardar una mirada distante que busca ir más allá de lo evidente. Tienen una visión que abarca sus diferentes facetas sin necesitar de lugares comunes.

Este es el caso de esta obra cuyo mérito es mayor, ya que La Lupe es en sí misma un signo de admiración, pudo haber sido fácil contar su existencia recurriendo a obviedades y sin embargo no lo hace.

La perspectiva de La Lupe: Queen of Latin Soul nos reencuentra con la mujer y el personaje, con la intérprete aguerrida de boleros y la muchacha que salió de Cuba buscando un sueño que eventualmente se convirtió en pesadilla.

La Lupe fue una hipérbole, una llama encendida, un fenómeno de la naturaleza que vivió bajo sus propias reglas para bien y para mal. Esto queda muy claro en el documental que es una exploración sobre los matices de su existencia.

El retrato que se hace sobre la intérprete de La Tirana, Que Te Pedí o Adiós, refleja su efervescencia, su pasión y también su desmesura. Ese elemento que la hizo destacar en el panorama de la música, pero también perderse en diversos conflictos.

Desde el inicio La Lupe: Queen of Latin Soul nos presenta un testimonio descriptivo sobre los orígenes de la cantante. Nos sitúa históricamente en los primeros años de su existencia y las circunstancias en las que creció.

Su origen familiar, la Cuba de los años 50, la situación política, social y cultural de la época nos permite entender sus comienzos y las bases en las que cimentó su carrera y personalidad para interpretar.

Con entrevistas de especialistas y personajes que formaron parte de esa historia, como la cantante Olga Guillot o el conguero Mongo Santamaría, el documental explica el entorno que vio brillar a Lupe Victoria Yoli Raymond antes de convertirse en La Yiyiyi.

La mirada de Troyano va descubriendo pasajes de la vida de La Lupe sin juzgarlas ni justificarlas. Además el tono de la narración es contundente sin pretender ser dramático, ya que el humor no queda relegado del audiovisual.

La Lupe: Queen of Latin Soul deja ver grabaciones originales, fotografías, entrevistas y presentaciones de la cantante. Asistimos a su carácter especial a la hora de interpretar y a su desenvolvimiento frente al público.

El documental es un testimonio sobre un alma libre que sufrió diversas transformaciones durante sus 52 años de existencia. Una reina sin corona que supo dejar una huella indeleble que no podrá borrarse en esta ni en las décadas que están por venir.

Deja tu comentario