Izzy Sanabria

Como se cuenta en el libro Cha-Cha-Cha: una época y un baile en Colección Gladys Palmera, el diseño de carátulas de música latina comenzó a forjar un estilo a mediados de los años 50. Es natural. Los formatos evolucionaban hacia un estándar, que fue el Long Play o LP, y sus doce pulgadas fueron lienzo perfecto para la creatividad.

Cada casa discográfica latina acogió en mayor medida alguno de los aspectos de esa creación: ilustración, fotografía, tipografía y color, siguiendo los preceptos que los grandes diseñadores habían aplicado en las discográficas dedicadas al jazz, a la canción, a la música melódica y al mundo anglosajón en general. Lo que RCA, Columbia o Capitol establecieron, fue adaptado al mundo latino por Fiesta, Tico o Musart; en ciertos casos con notable éxito. Se usaban muchas fotografías de agencia y se jugaba con estereotipos como la mujer en la playa como sinónimo de música tropical, o la pareja bailando como sinónimo de música latina alegre.

Pero a mediados de los años 60 apareció una revolución, la contracultura, una forma de marcar tendencias opuestas a las que ofrecía el orden establecido. El rechazo masivo a la Guerra de Vietnam colocó a una generación con el pelo largo frente al corte militar raso schuler, y a la barba y los trajes de colores frente a la uniformidad. Era la generación Beat, era el hipismo, era Peace & Love, era Woodstock, y era, sobre todo, la psicodelia.

Según el historiador de la East Bay y su máximo teórico, Theodore Roszak, la contracultura es una exploración del comportamiento concreto de la conciencia, y la experiencia psicodélica se nos muestra como uno entre otros métodos posibles de explorar esa exploración.

En un artículo reciente en Gladys Palmera, contamos como el promotor Bill Graham, antiguo bailarín de mambo en el Palladium, comenzó a programar conciertos en el club Fillmore Auditorium de San Francisco, promocionándolos con posters ilustrados por artistas locales. El primero en apuntarse a la idea fue Wes Wilson, quien incorporó la estética florida del Art Nouveau y la tipografía de Alfred Roller. Detrás suyo llegaron Bonnie MacLean, Rick Griffin, Stanley Mouse, Alton Kelley, Lee Conklin, Víctor Moscoso, Bob Fried y otros.

Todos usaban mucho color, bastante saturación, letras ornamentadas, simetría y ondulación, collage, distorsión, flores, arabescos, cenefas… Y todo aquello pasó de los posters a las carátulas de los discos. La revista Time denominó a este arte como Nouveau Frisco.

Atraído por semejante ola creativa y contracultural, Israel Sanabria, apodado Izzy, natural de Puerto Rico, pero establecido en Nueva York, comenzó a inclinar su obra hacia esa tendencia. Firmé proclamas antisistema, cuenta, me manifesté contra el orden establecido, fui a Woodstock con una hippie. Pero sobre todo, conocí a todos esos artistas underground.

Sanabria había comenzado haciendo carátulas influenciado por los cómics y haciendo lo que le encargaban productores como Al Santiago, dueño de Alegre Records. Pero pronto abrazó el surrealismo y al finalizar los años 60, cuando ya trabajaba para Fania Records, estaba “en la onda”. Conocí especialmente a Víctor Moscoso y él fue una influencia decisiva, confesó. Su otra influencia determinante fue Walter Vélez.

Walter Velez
Diseñador y revistas.
Izzy Sanabria
Director y equipo.

NOSOTROS DOS

Walter Vélez era neoyorquino, segunda generación de latinos nacidos y criados en el Spanish Harlem. Tras estudiar en la Escuela Superior de Arte y Diseño, donde conoció a Izzy, pasó a la School of Visual Arts, SVA, para estudiar Anatomía, Ilustración y Diseño Gráfico con Burne Hogarth, el ilustrador de Tarzán en los años 40, cuando aún era tira cómica de los diarios.

Vélez era un genio de la pintura. Era un artista entregado absolutamente a su obra. Cuando pinto, puedo sentir que me fusiono con el lienzo, dijo en alguna ocasión. También puedo sentir la fusión de mi conciencia a una superficie externa, a través del pincel, que se convierte en una extensión de mí. Las cerdas del pincel son como nervios expuestos en la textura del lienzo.

Izzy Sanabria cuenta cómo fue el comienzo de su sociedad: A comienzos de los años 70 me dijo Walter: -vamos a empezar una empresa de arte gráfico-, y ahí creamos la agencia WE2 Graphics. Entonces con Walter, que era maravilloso, más las ideas mías, ilustramos muchas cosas, incluso posters que yo ya estaba haciendo de tiempo atrás, y carátulas y eso.

Los posters fueron su carta de presentación porque inundaron con ellos toda la ciudad. Los hicieron en dos tamaños: el tradicional de 70 x 50 centímetros y letter o tamaño carta de 21 x 27. Y en ellos reflejaron todo lo que sentían desde su infancia hasta esa postura rebelde; desde la ilustración tipo cómic hasta la psicodelia expresada en una tipografía muy colorida y florida. Lo otro fue la revista.

AQUELLA LATIN NU-YOL

En 1967 el periodista Peter Rios fundó la revista Latin New York, convirtiéndose en el primer medio de comunicación escrito que reflejaba la música latina de forma habitual. Ya existía, por supuesto, el diario La Prensa, pero era generalista; y ya se publicaban gacetillas que circulaban entre tiendas de discos con ofertas de productos y alguna información de farándula. Estas gacetillas seguían el esquema de los cancioneros mexicanos, que llegaban importados a la ciudad de los rascacielos.

La idea de Rios era tener una revista escrita en inglés para la comunidad latina y por eso quería reunir a un grupo de escritores independientes no remunerados, artistas, activistas comunitarios y líderes de opinión que pudieran reflejar allí sus pensamientos. Para eso le pidió ayuda al agente de músicos Richie Bonilla, quien lo relacionó con Ralph Mercado, dueño del club 3&1 y uno de los personajes mejor conectados en el mundillo. Pero aún así la revista no tuvo continuidad y un año después tuvo que cerrar ante la falta de financiación.

Fue entonces que Izzy Sanabria apareció en escena para comprarle a Rios los derechos de la publicación.

Yo llegué a Estados Unidos en los años 40, recuerda Izzy… pero yo me di cuenta que no teníamos una voz. El español nuestro no era tan bueno como para la televisión, la radio o para escribir en los periódicos. Entonces éramos una generación sin voz. Era una generación de latinos que tenía ya su dinero en su bolsillo, tenían mejor trabajo que los de la primera generación y hablaban en inglés y en español, y estaban más y más educados. Esa fue la intención. Y WE2 Graphics le dio el estilo.

Ese estilo tenía nombre, Deluxe, que era un concepto abstracto de excelencia editorial y al mismo tiempo una mirada distinta respecto a las otras revistas del mercado. Para Tony Pérez, colaborador de Latin NY, el concepto Deluxe estaba destinado a definir algo que generalmente era de mal gusto pero muy bien ejecutado. Por ejemplo, se consideraría la película actual Dune, que gastó 50 millones de dólares, tecnología de punta y un tremendo esfuerzo de talento para crear una película confusa… De lujo.

Para permitir ese brillo propio en su redacción, Sanabria y Vélez dieron mucha libertad creativa y dejaron que los fotógrafos como Jimmy Arauz mostraran el lado no convencional de los conciertos. Y es que era la música, en particular la salsa, el plato fuerte de los artículos, aunque no se tratara de un medio 100% musical. Latin NY reflejaba el estilo de vida de los latinos. Había poesía, había humor, cómic, gastronomía, política, moda, deporte y cine.

Era como una combinación de LIFE, Down Beat y Cosmopolitan. Muy moderna, muy Deluxe. Y por eso, quizás, aparecieron las críticas, sobre todo de los latinos de primera generación que se sentían menos identificados con aquel estilo de vida, salvo por los artículos del crítico Max Salazar.

Nosotros respetábamos el pasado, dice Izzy. Pero había cosas que necesitaban un cambio. Las carátulas de los álbumes fueron creadas por los impresores de las cubiertas. Parecía que lo hacían con los ojos cerrados. Los carteles de baile los hicieron los mismos tipos que imprimían carteles de boxeo. Eran horribles y los encontré ofensivos. Dejé un trabajo como director de arte en una agencia de publicidad estadounidense para dedicarme a mejorar la imagen de los latinos.

Es verdad. El latino hasta entonces era visto simple y llanamente como un emigrante, alguien que no entiende la cultura local y que jamás se va a adaptar. Pero la generación de Sanabria y Vélez vivía ya como americana, estudiaba en colegios de allí y compartía los mismos gustos del americano, del afroamericano y de otros hijos de emigrantes. Por eso Latin NY hablaba de Watergate, de Jackeline Onassis y de música disco.

Walter estaba más americanizado que yo, cuenta Sanabria. El fue una gran influencia y fue quien me introdujo a los Beatles y otra clase de música no latina a través de los años.

Mi partner Izzy Sanabria fue un pionero del cambio, decía Vélez. Izzy trajo arte a la escena latina del baile con sus carteles promocionales hechos a mano. Y pensamos que ese cambio debía exponerse en la revista con arte, con sátira y con humor, como lo habían hecho Víctor Moscoso o Robert Crumb. Pero Vélez, a la par de satisfecho, no se estaba sintiendo tan a gusto con el resultado como Sanabria.

Ciertos latinos continuamente nos criticaban por ser demasiado caricaturescos y que caíamos en el cliché. Que no éramos lo suficientemente sofisticados y que nuestro estilo creaba una imagen negativa e inmadura de los latinos… Y aunque no estaba de acuerdo, finalmente cedí porque respetaba sus opiniones y porque me hizo creer que podría inducir una mayor participación de empresarios e intelectuales latinos. Hoy, creo firmemente que debí haber seguido mis propios instintos como artista y editor, y no escuchar a tipos políticos que generalmente son demasiado conservadores.

Y en efecto, cuando la revista, que había empezado en papel periódico y en tamaño tabloide, pasó a un formato normal, elevando paulatinamente la calidad del papel, Walter Vélez dijo adiós a la sociedad. Es que yo estaba tan envuelto dentro de la música latina que me había hecho célebre, había empezado la revista y tenía un show de televisión, y cada vez más y más fama; y esa no era la dirección que él quería seguir, confiesa Izzy.

Por supuesto, Latin NY continuó y la fiebre por la salsa ayudó mucho a su venta. Y fue algo recíproco, porque la Fania All Stars y los artistas de los sellos discográficos como Salsoul, TR o Coco tuvieron allí su mejor medio para darse a conocer.

Tras Vélez cobró más importancia en el medio un artista fenomenal, Jorge Vargas, dibujante hiper-realista e inigualable a la hora de hacer retratos con lápiz. Con Vargas y Sanabria como nueva pareja de creativos, una generación de ilustradores pasó por por las páginas Latin NY: Pedro Aponte, Armando Baez, Willie Espada, Richard Leonard, Chavela Ramirez, Alan Rodriguez, José Rosario, Wilfredo Surita, Richie Vazquez, Von Briel y Joe Wippler.

De modo que el abanico artístico ya no sólo eran las carátulas de discos, sino los posters, los Flyers, las camisetas, las chaquetas, las gorras y la revista. Lo latino había adquirido una mayor visibilidad. Y eso se vio reflejado en la obra de nuevos artistas y diseñadores que sintieron ese influjo como Esmeralda Dering, Leonardo Disla, David Fisher, Ricardo Gaskins, Michael Gilbert, Ron Levine, Gabriel Molano o Jean-Marie Troillard.

Latin NY dejó de funcionar en mayo de 1985. Nueva York ya vivía de otra manera, al igual que los latinos en Estados Unidos. Walter Vélez dejó las carátulas de discos para especializarse en portadas de libros de ciencia ficción. Llegó a ser tan popular gracias a series como Thieves World, Myth, Goosebumps o Star Wars, que sigue siendo un autor de culto.

Izzy Sanabria dejó Nueva York, pero siguió trabajando en diseño gráfico. Tras muchas conversaciones, su archivo, que recoge todo lo aquella propuesta artística le hizo al mundo, fue adquirido por Gladys Palmera y se encuentra en una sala especial mientras es documentado y digitalizado. Muy pronto se podrá ver en esta página web en la sección de suscriptores.

No hay nada distinto y diferente en esta selección musical. Tan sólo es el reflejo de unos años en que el rostro del latino en Estados Unidos tomaba más fuerza gracias a actores como Raúl Julia, a series como Chico and the Man, a editores como Izzy Sanabria o a músicos como Louie Ramírez. Esa es la época que reflejó Latin NY Magazine y en donde participó una generación brillante de artistas gráficos, quienes le dieron un color y una estética especial al mundo hispano o latino o nuyorican o chicano o del barrio. Era la visión del mundo que tenían los latinos, sus herencias folclóricas mezcladas con sus nuevas influencias pop. Un mundo más allá de sus orígenes. 

Playlist

1. The Latin Blues Band - (I'll Be A) Happy Man
00:00:13
2. Larry Harlow - Freak Off
00:03:43
3. The Bennito Sextet - Psychedelic Meditation
00:07:02
4. Santana Band - Black Magic Woman, Gypsy Queen
00:12:43
5. Izzy Sanabria - Promo Casino 14 - Nov., 12 1971
00:18:03
6. Frankie Dante y Orquesta Flamboyán - Ay Que Felicidad
00:19:19
7. La Fantástica - M & M
00:22:44
8. José Feliciano - Chico and the Man (Opening TV Show)
00:26:55
9. Orquesta Yambú - Don't Blow Your Cool
00:28:04
10. La Crema de Nueva York - The Cisco Kid
00:31:37
11. Deodato - Baubles, Bangles & Beads
00:35:39
12. Louie Ramírez - Latin New York
00:40:50
13. Bobby Rodríguez y La Compañía - Negra Sabrosura
00:45:02
14. The Bad Street Boys - Cheek to Cheek
00:50:23
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