Su propuesta es ajena a las modas: fusiona la herencia del funk desde una perspectiva contemporánea impregnada del inconfundible sabor de Cuba. El bullicio de La Habana y la jerga local se mezclan con un tremendo sentido rítmico y toneladas de vacile y espíritu rumbero. Frente a la compleja actualidad política y social de su país, Erick Iglesias responde con inapelables descargas para bailar y gozar. Su música no es política, sino más bien hedonista y liberadora.
No esconde sus referentes, más bien se enorgullece de ellos. En ‘Funk Aspirin’ aparece George Clinton, a sus 80 años, icono inmortal por su trabajo en las bandas seminales de p-funk Funkadelic y Parliament. También abraza la cultura afro cuya huella se extiende por toda América, desde la leyenda cubana Chucho Valdés hasta el jamaicano Stylo G, los colombianos ChocQuibTown o los estadounidenses Lupe Fiasco y CeeLo Green.
Ahí sí hay un mensaje potente que va implícito desde su propio nombre (los cimarrones eran los esclavos negros que se rebelaron para ser libres): la reivindicación de la cultura afro. Esa apertura de miras y la búsqueda de una identidad propia quedan reflejadas en la riquísima marea de géneros musicales que el artista navega: hay mucho funk pero también hip hop, dancehall, afrobeat, soul… y hasta jazz y mambo.
Una prodigiosa trituradora de ritmos ideal para el directo; según vayan abriendo las salas de conciertos en todo el planeta Cimafunk va a convertirse en un referente de su época.
Sus próximos conciertos serán en noviembre; 11 Barcelona, 12 Las Palmas y 14 Madrid.
José Fajardo.
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