Gladys en portadas: bikinis
A mediado de los años sesenta, el bikini se puso de moda en las carátulas de discos de música tropical.
Dos años después, en 1962, Ursula Andress volvió a poner de moda el bikini en una famosa escena suya saliendo del mar en el filme Dr. No de la saga de James Bond. Cuando Rachel Welch posó con un bikini de cuero en la película de 1966 One Million Years B.C., la prenda se convertiría en símbolo de la liberación femenina y en un reclamo permanente en posters, anuncios publicitarios y carátulas de discos.
La música latina (la música del Caribe sobre todo), por aquello del calor y el trópico, convirtió al bikini en moda de carátulas desde diciembre de 1965. Fue cuando a Hugo Molina, fotógrafo estrella de Discos Fuentes en Medellín, se le ocurrió hacer una sesión fotográfica con una modelo en bikini rodeada por pequeños cañones de juguete.
La razón es que el cañón era el símbolo de una serie de recopilatorios de Fuentes titulada 14 Cañonazos Bailables. La serie había empezado en 1960 y se había convertido en el producto más vendedor de la compañía. Para sus carátulas primero usaron los cañones del Castillo de San Felipe en Cartagena de Indias, tierra natal del fundador de la empresa, Antonio Fuentes. Pero a Molina le parecía repetitivo, así que optó por la idea de la modelo.
Sin embargo, no fue sencillo. “Como si fuera pecado salir”, ninguna modelo colombiana aceptó posar para el álbum en cuestión, y él tuvo que contratar a una modelo estadounidense. Con un fondo amarillo, el volumen 6 de los 14 Cañonazos Bailables revolucionó el mercado del vinilo en Colombia y en poco tiempo, el de América Latina.
El mismo Molina marcaría una tendencia para la compañía, pues la modelo en cuestión también posaría para una posterior carátula de la orquesta Los Diplomáticos. Curiosamente, ese fue, de alguna manera, el fin de su relación con Discos Fuentes, pues los dueños optaron por comprar a partir de entonces fotos de modelos internacionales a agencias de publicidad. La dirección artística pasó a manos de la hija del fundador, Rosario Fuentes Estrada, y Hugo Molina renunció.
Se dice que en su decisión no hubo ningún resquemor. Sencillamente volvió a ejercer su profesión de piloto comercial (en Fuentes lo conocían como Capitán Molina), en la aerolínea SAM y viviendo mil aventuras (entre ellas un secuestro a manos de ex jugadores de fútbol) y falleciendo, miren como es la vida, en un accidente aéreo.
Los bikinis en carátula siguieron su curso, inscribiéndose en la cultura popular del verano, las vacaciones, la playa, los desfiles de moda y los reinados de belleza; pero también en la iconografía machista de los talleres mecánicos y en el imaginario popular de la mujer provocadora y sexy.
El ejemplo de Fuentes se extendió a otras casas discográficas vecinas como Discos Victoria y su filial Carnaval. Sonolux desplegó sus redes en filiales como Diana en Colombia y Reina en Venezuela. Al fin y al cabo estos eran los países donde los reinados de belleza estaban más extendidos. Según la BBC, Colombia ha llegado a tener 3.794 reinados en un solo año, y en Venezuela se acuñó una frase que hizo época: “Las reinas de belleza son el segundo producto de exportación venezolano después del petróleo”.
La revista Cromos fundada en Bogotá en 1929, le dio al reinado colombiano un especial interés, y sus fotógrafos como Fabio Serrano establecieron una línea de números especiales de la publicación dedicados al certamen. Así nacieron tendencias de reinas en bikini, que serían adaptadas a las carátulas de discos con sus mismas poses y escenarios. Cabe anotar que el Concurso Nacional de Belleza nació en Cartagena de Indias el mismo año que Discos Fuentes, 1934.
En fin, que en Colombia se apuntaron Philips y Polydor a la moda del bikini con producciones de Eduardo Cabas y fotografías de Nereo López. Y en Venezuela lo hicieron Discomoda y Fonodisco con Rodrigo Soto Restrepo, músico y dibujante publicitario, como fotógrafo y director artístico.
También se apuntó el sello peruano Virrey con varias carátulas de Manolo Fernández, Bobby Small, Chino Scotty o simplemente recopilatorios. Kubaney, Kristal y Corona en Miami hicieron lo mismo, pero como estos sellos solían reeditar viejos clásicos cubanos, estos aparecieron con nuevas carátulas y chicas en bikini. Caso de René Álvarez y su Conjunto, Cachao y su Típica o Charles Wilson and Organ.
Algo similar hizo el sello Discuba en Hialeah con un álbum de Felipe Dulzaides. Y el sello Oasis de México hizo algo recurrente con el álbum Ritmo Sabroso de Fayo Cabrera: cambió la carátula original del sello Musart en la que estaba una chica con traje enterizo rojo, por otra con bikini azul.
De todas formas, fueron los recopilatorios los que más recurrieron a esta tendencia gráfica. Eso si, hubo artistas que las tuvieron reiteradamente, caso de Aníbal Velásquez, Nelson y sus Estrellas o Víctor Santos y su Conjunto Rítmico.
Llegados los años 70 y cuando el bikini ya era una prenda de uso común, todo lo que dijera playa o belleza en el título del álbum valía para poner chicas en carátula. Y tras el bikini se puso de moda el monokini (pieza baja y torso desnudo), con el busto generalmente ocultado por objetos varios, por la tipografía o con la modelo de espaldas. Fue en el tiempo en que el destape llegó a la música.
Los 14 Cañonazos volverían a la palestra en 1980 cuando en el Volumen 20 de la serie apareció una modelo desnuda en una silla colgante de mimbre. Pero ya eran otros tiempos.