Emilita Dago, la de Cuba
Dueña de una voz encantadora y una picardía escénica sin igual, Emilita Dago marcó una época en la música tropical.
La llegada de Emilita Dago y su singular picardía e histrionismo al ambiente musical venezolano en los años 60, fue el vehículo propicio para reivindicar la presencia de la mujer como figura estelar en las orquestas de bailes venezolanas. La impronta dejada por la cubana, ha sido durante seis décadas el modelo a seguir por las intérpretes que han hecho carrera en las filas de las grandes orquestas de Venezuela.
TALENTO PRECOZ
Nacida en La Habana el 12 de noviembre de 1933, hija de inmigrantes españoles, inicia su carrera de forma precoz a los cuatro años de edad, interpretando zarzuelas en el programa La Corte Suprema del Arte, que para aquellos días comenzaba a trasmitirse por la radio CMQ. De allí en adelante, su presencia se haría habitual en los programas de concursos infantiles de las estaciones de radio de La Habana, obteniendo el primer premio en reiteradas oportunidades.
Durante sus años de niñez y adolescencia, su principal escenario serían los centros culturales españoles y las reuniones masónicas organizadas por las amistades de su padre, sin embargo, su carisma prontamente la hizo ser requerida para actuar en el cine, debutando en 1951 en la cinta Cuando las mujeres mandan, protagonizada por los comediantes cubanos Garrido y Piñeiro, y las actuaciones especiales de los mexicanos Germán Valdés Tin Tan y Marcelo Chávez, repitiendo la experiencia al año siguiente con en la película Misión al norte de Seúl.
A raíz de su participación cinematográfica, da el paso al mundo de la televisión donde alternó su faceta de actriz y cantante con el de animadora, iniciándose en este rol a instancias de Germán Pinelli, con quien animaría el recordado Show de las 12 en la CMQ TV. En la década de los años 50 tuvo la responsabilidad de animar otros espacios como Jueves de Partagás, Tensión en el Canal 6, Casino de la Alegría, Ellos y Alguien Más, Mi Emilia, Su Revista Española y Álbum Phillips, este último transmitido a las siete de la noche y que significó su consagración como figura de la televisión cubana.
Por aquellos días realiza sus primeras grabaciones con el respaldo de la orquesta de Gerardo Timor, rememorando las canciones españolas que interpretase en su adolescencia, y que gracias a Sara Montiel y la película El Último Cuplé habían tomado popularidad. Así mismo realiza la grabación de un disco de 78 rpm junto a la orquesta de Orestes Santos, interpretando un par de guarachas que daban clara señal del potencial que tenía para los ritmos caribeños, y que en los años siguientes tanto reconocimiento le darían fuera de su país.
UNA FELIZ CONFUSIÓN
Para febrero de 1960, Emilita llega a Caracas contratada para actuar en los carnavales de aquel año en el Club Casablanca, junto a la recién formada orquesta Los Solistas. Anteriormente había visitado la capital venezolana en tres oportunidades, por lo que su voz no era del todo desconocida para el público de aquel país.
Su contratación se daría en medio de una situación de confusión que el propio Renato Capriles, director de Los Melódicos, contaba con simpatía: A Emilita la traje por pura equivocación. Contraté a una cantante cubana de cuplés creyendo que era otra, cierta mulata buenísima, tal como me la había ofrecido por fotos el empresario Guillermo Arenas.
Sin embargo, el carisma y la fuerza desplegada en tarima por Emilita, llevaron a Capriles a tomar la decisión de integrarla al elenco de su orquesta Los Melódicos, hecho que cambiaría la vida de la cubana y la historia de la música caribeña en Venezuela.
LOS MELÓDICOS
Una vez culminado los carnavales de 1960, Emilita inició los ensayos con Los Melódicos, para entonces dirigida por el pianista Manuel Espinoza Mañito, estrenándose en tarima con la agrupación pocas semanas después. Su debut discográfico con la big band de Capriles, se da en la producción Germán, Chucho, Niro y Emilita con Los Melódicos, donde compartió créditos con los cantantes Chucho Labrador, Niro Keller y el panameño Germán Vergara. Este disco sería publicado por el sello Discomoda para el mes de noviembre de aquel año, siendo el tema El sucu sucu, de Eliseo Grenet, el primer éxito que colocaría en las radioemisoras locales, lo que llevó a la empresa disquera a publicar un nuevo disco de la orquesta para las fiestas navideñas titulado Viajando con Los Melódicos, donde la cubana impuso el merengue venezolano El catre.
Ya para los carnavales de 1961, Emilita cumplía su primer año cantando con la banda venezolana, la cual acababa de incluir por segunda vez en su elenco a Víctor Piñero, publicando para entonces el disco Carnaval con Los Melódicos. Este fue el tercer larga duración de la orquesta donde intervenía Emilita, quien nuevamente colocó varios temas entre los más populares de la temporada, entre ellos El partido y El norte es una quimera.
El siguiente disco grabado por la agrupación en 1961 se tituló Fin de semana con Los Melódicos, logrando la vedette verdaderas recreaciones de la guaracha Canuto, de Miguel Matamoros y la rumba Nada de Rafael Hernández. En vista de los altos niveles de popularidad alcanzados por la cubana, la empresa Discomoda y Renato Capriles decidieron grabarle un disco en solitario con el respaldo de la orquesta, donde el merengue Por un maní se convirtió en una de sus canciones icónicas, gracias al sensual movimiento de ojos que realizaba al entonar el pícaro estribillo de la canción compuesta por Francisco Simó Damirón.
La segunda mitad del año 1962 sería para Emilita el momento definitivo para su consagración. Aparecieron en el mercado los discos 12 hits con Los Melódicos y La vida es chiquita, convirtiéndose el tema homónimo que daba título al disco, en uno de los emblemas de su carrera. De igual manera, retomó su rol de animadora junto al locutor Marco Antonio Lacavalerie en el programa de televisión Compre la Orquesta, transmitido por Venevisión los días viernes en horario estelar, mientras que, para finalizar el año, se publicó el disco de Billo Frómeta con la composición Emilita la de Cuba, dedicada a la vedette, e interpretada a tres voces por Cheo García, Felipe Pirela y Joe Urdaneta.
En 1963 Emilita inició su último año junto a la agrupación de Capriles, publicando en abril su versión del tema de Mon Rivera, Que gente averiguá, del cual hizo una nueva creación, desbordando gracia y picardía. El mismo éxito se repetiría con su siguiente grabación, El veneno de los hombres, publicada en el mes de octubre, para dos meses después despedirse de la orquesta con el disco Bailables fabulosos, dejando el record de diez discos grabados en tan solo tres años.
NUEVOS SENDEROS: EL COMBO GIGANTE
Las razones que propiciaron la salida de Emilita Dago de la orquesta Los Melódicos son hasta ahora desconocidas. Sin embargo, queda claro que continuó una relación cercana con Renato Capriles y con la orquesta, ya que por lo menos hasta 1966 siguió en la conducción del programa Compre la orquesta.
Una vez libre de la apretada agenda de compromisos que demandaba ser parte de una orquesta, Emilita retomó su faceta de actriz de comedias con el espacio Emilita busca novio, transmitido los días miércoles a las 8:30 de la noche por Venevisión, canal con el que mantenía un contrato de exclusividad. No obstante, la exigencia del público por sus discos llevó al sello Discomoda y a Renato Capriles a grabarle un nuevo material, siendo el segundo en solitario junto a Los Melódicos, convirtiendo en un hit de finales de 1964 el porro La hamaca, de Estercita Forero y Cuidame lo mío, pambiche de Toñín Romero, tema que aún la orquesta mantiene en su repertorio.
En visto de la alta demanda del citado disco, Capriles hombre de buen olfato para los negocios, organizó en 1965 la agrupación El Combo Gigante de Emilita Dago, conformado entre otros por Perucho Navarro y Víctor Piñero en la parte vocal, el trompetista Héctor Poleo en los arreglos, mientras que la dirección recayó en Antonio Vasallo, haciendo su debut para finales de ese mismo año en un baile en el terminal de pasajeros de La Guaira.
ALTAS Y BAJAS
Mientras que la agrupación con su nombre iniciaba su peregrinar en el ambiente musical venezolano, en la parte personal Emilita se embarcó en una tormentosa relación amorosa con el fisicoculturista chileno Manuel Vargas, conocido en la lucha libre como Mister Chile, contrayendo matrimonio en 1966. Por ello en octubre de aquel año la cubana abandonó El Combo Gigante y sus actuaciones en la televisión venezolana, para retirarse y residenciarse junto a su esposo en Chile. Sin embargo, la unión terminaría por disolverse pocos meses después, regresando a Caracas a principios de 1968 con la intención de retomar su carrera.
El escaso año y medio que Emilita se mantuvo retirada del mundo musical, coincidió con la explosión de la fiebre del rock y la salsa en Venezuela, viendo mermadas sus actuaciones las orquestas de música bailable ya consolidadas. No obstante, la cubana decide lanzarse de nuevo al ruedo en septiembre de 1968, esta vez en solitario, grabando la producción Vuelve Emilita, bajo la dirección de Sergio Elguin, contentiva de melodías pegajosos como La regadera y Las elecciones, temas que no contaron con la aceptación esperada por parte del público, llevándola de nuevo al retiro, residenciándose en New York por más de una década.
UNA VOZ SIN NACIONALIDAD
Durante sus años en New York, Emilita inició una vida alejada del bullicio de los escenarios, dedicándose a varios oficios como el de mesera y vendedora en una tienda de discos. Sobre un posible regreso a la música llegó a manifestar en una entrevista: He encontrado otros valores en la espiritualidad, prefiero quedarme en el baúl de los recuerdos.
No obstante, en 1978 Renato Capriles aprovechó un viaje a la “Gran Manzana” junto a su orquesta, para reunirse con su antigua cantante. Llevaba consigo la intención de contratarla para la celebración de los 20 años de la agrupación, hecho que entusiasmó a la cubana. Sin embargo, su situación migratoria no permitió concretar su regreso. Mi nacionalidad venezolana caducó a los cinco años de estar yo aquí y me encontré con el compromiso de no tener nacionalidad. Pero yo no puedo ser cósmica o extraterrestre… En alguna parte nací yo, y esa parte es Cuba, pero no tengo los papeles, ni siquiera transitorios para salir del país. Declararía a un periodista venezolano que presenció el momento del ofrecimiento de Capriles.
Dos años después Emilita logró resolver su situación migratoria y regresó a Caracas, haciendo una breve pasantía en 1980 en la orquesta La Grande, perteneciente a la organización Renato Capriles, hecho que pasó desapercibido ante sus seguidores. Con igual suerte correría el que sería su último disco, titulado La chispa de Emilita, grabado en 1982, en el que contó con el respaldo de una banda conformada por músicos en su mayoría provenientes de la Dimensión Latina. En esta producción se reencontró con su compatriota y antiguo compañero Manolo Monterrey en el jocoso tema El casijiñoso. No obstante, el frío recibimiento que tuvo el material la llevó a retirarse del mundo musical de manera definitiva.
Durante las décadas de los años 80 y 90, Emilita alternaría su residencia entre Miami y Caracas, regresando a esta última a mediados de los años 90, para trabajar en el remake del seriado de comedia Casos y cosas de casa, transmitido por Venezolana de Televisión, junto al joven actor Daniel Jiménez y la actriz de origen cubano Tatiana Capote. Su última aparición en la televisión venezolana sucedió a finales de la misma década en el espacio Club Los Melódicos, donde para beneplácito de sus seguidores, interpretó varios de sus grandes éxitos con la agrupación.
En la actualidad Emilita está residenciada en la ciudad de Miami, alejada del mundo artístico. Recientemente escribió sus memorias, Entre tambores y castañuelas y recibió las llaves de la ciudad de Miami y la Orden al Mérito Oswaldo Farrés, en reconocimiento a su aporte a la exaltación del gentilicio cubano en el mundo.
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En esta magnífica reseña se indica que en el primer LP grabado por Emilita Dago con Los Melódicos (Viajando con Los Melódicos, DISCOMODA DCM-222) compartió honores con el Panameño Germán Vergara, lo cual -de acuerdo- al ejemplar que estoy digitalizando al momento de escribir el presente comentario- no es cierto.
Para despejar la duda, consultaré a la casa disquera sobre si mi ejemplar es una reimpresión editada.
Finalmente, ofrezco disculpas por la irreverencia.