Felipe Pirela

A la distancia de los acontecimientos, 1971 es un punto de inflexión en la vida de Felipe Pirela. Por aquel entonces se encontraba casi sin trabajo, había regresado a Venezuela en agosto del año anterior, pero las cosas no habían salido como esperaba.

El contrato con Venevisión, que fue la principal razón de su regreso, le fue cancelado cuando no se  presentó a un programa. Según Pirela, había tomado esa decisión por estar cansado del irrespeto de los productores del canal quienes lo citaban a ensayos y luego no lo pautaban. 

El programa donde tuvo una mejor acogida fue El Show del Pueblo, con la orquesta de Billo Frómeta. Reanudar su relación con Billo hizo que surgiera la idea de volver a incorporarse de forma permanente a la orquesta. 

Ante la caída en la venta de sus discos en el país y el poco interés de los empresarios por contratarlo, esta parecía la mejor opción en el horizonte. Habría de desandar el camino que dejo atrás hacía ocho años, pero no estaba seguro de poder adaptarse nuevamente a la disciplina de la orquesta y a la agotadora rutina de los bailes. 

Eran tiempos de mucha incertidumbre, no podía abandonar el país hasta finiquitar el litigio de su divorcio, pero quedarse en esas condiciones era un verdadero sacrificio. Vivía en diferentes lugares: en la casa de una hermana, otras veces con sus padres, en hoteles o en una parcela en la carretera vieja Caracas-La Guaira, donde se refugiaba buscando un poco de paz espiritual. 

El destino le había tendido una celada y tomó una mala decisión al regresar a Venezuela. Sin embargo, para las personas que lo conocían desde que usaba pantalones cortos y eran espectadores del desastre en que se había convertido su vida, esta tormenta era solo la punta del iceberg, la consecuencia de una cadena de errores cuya historia se remonta a los lejanos días de su infancia.

Maracaibo

El bolerista nació en el estado Zulia, Maracaibo, un 4 de septiembre de 1941. Sus padres, Lucia y Felipe Antonio, se separaron un tiempo después de que vinera al mundo y la crianza quedo a cargo de la madre, quién tuvo que trabajar para sostener a sus ocho hijos. “Pipito” como le llamaban sus hermanos, era el menor de todos y recibió un trato especial en la familia. Sin castigos, muchos mimos y pocas obligaciones, desde niño, dio muestras de tener un talento especial para cantar.

Sin haber cumplido los diez años, debutó en la radio local en un programa de aficionados, luego de adolescente cantó en bares y pequeños clubes con un grupo formado por un acordeonista llamado Luis Ávila. Su mayor influencia musical en ese tiempo era Alfredo Sadel, la máxima figura venezolana en el espectáculo internacional, luego, se sentiría atraído por el estilo renovador del chileno Lucho Gatica.

Felipe Pirela
Felipe Pirela en Radio Occidente

En los primeros meses de 1958 tuvo su primer encuentro con la notoriedad al ganar un concurso en la recién inaugurada televisora regional Ondas del Lago, Canal 13. El espacio se llamaba La Puerta de la Fama, e interpretó el bolero Mi complejo, del director de la orquesta de planta de la estación, Juanito Arteta, quien se convirtió en su maestro hasta que decidió viajar a Caracas a probar suerte.

Entre junio y noviembre de 1959, estuvo en Caracas intentando abrirse camino en el competitivo medio artístico de la ciudad. Participó en algunos programas en Radio Caracas Radio con el conjunto Los Modernos de la cantante Lennys del Rio. También se presentó en el Coney Island y en el local nocturno de El Indio Araucano, aunque este nunca le pago sus actuaciones. 

Un poco desanimado regresa a Maracaibo a trabajar en el Canal 13 y quiso la suerte o su fe que el dueño de la orquesta Los Peniques, Jorge Bertrán, presenciara su actuación en la televisión el 18 de noviembre. Con Los Peniques grabó sus dos primeros boleros, Entre copa y copa y No sufras corazón, de Carlos Guerra. Pero no pasaría nada, Beltrán no era músico ni productor, si no empresario y no supo sacar provecho del talento de Pirela.

Justo cuando pensaba regresar a su pueblo, sintiendo truncadas sus expectativas de triunfo, aparece Billo Frómeta en su historia. Billo estaba luchando para que le fuera levantado el veto sindical que le impedía establecer nuevamente su orquesta en Venezuela y todo parecía indicar que lo conseguiría. En el proceso de reunir el personal para esta empresa, muchas fueron las voces que le recomendaron a Felipe Pirela como bolerista.

Frómeta contacto a Pirela y lo citó de inmediato a una prueba en su propia casa. A pesar de sus nervios, demostró que era el indicado y consiguió que lo contrataran. En esta oportunidad todo sería diferente, el maestro le dedicó horas de duro trabajo a su preparación.

El premio sería  tan grande como el esfuerzo; entre junio y diciembre de 1960 se convirtió en el cantante joven más importante del país. Fue un fenómeno que Billo no pudo prever. Cada disco grabado era un suceso, la agenda de bailes superaba las veinte fechas mensuales. En tres años Felipe contabilizó mil presentaciones fuera del trabajo en radio y televisión. No había descanso y pronto se trazó una nueva meta: ser solista.

Un camino propio

En junio de 1963 cuando ya era un hecho que Pirela dejaría a Billo, salió al mercado el último LP con la orquesta, Mosaico 10. En el álbum están  incluidos los temas que le abrirían el camino en su próximo rol independiente: El malquerido (Soriano & Goncálvez) y Sombras nada más (Contursi & Lomuto). El éxito fue tan contundente que propició la versión de Javier Solís, con quién Felipe compartió amistad y respeto artístico a lo largo de su carrera. 

A Billo le dolió la despedida, pero no había rencor. Por el contrario se quitó un peso de encima; la vida privada de su cantante se cruzaba a menudo con el trabajo en la orquesta. La madre de Felipe si que sufrió por la decisión de su hijo, pues perdería el control que ejercía sobre él. Había sido una labor titánica para la familia e incluso para el mismo Billo evitar que la homosexualidad de Pirela se hiciera de conocimiento público. 

Pirela tenía entonces  22 años y necesitaba tener libertad y capitalizar su creciente popularidad. El empresario José Pagé, dueño de la casa discográfica Velvet, le ofreció un contrato que le aseguraba grabar dos discos al año, regalías y road manager en las giras internacionales.

De inmediato viajó a México a grabar con Chucho Rodríguez y un equipo de arreglistas que serían los responsables de su nuevo sonido. El disco,Un solo camino: México, se agotó en las primeras semanas, la compañía no tenía la capacidad para enfrentar los pedidos.

Los primeros días de enero de 1964 salió de gira a Colombia por cuatro semanas. Su exitoso debut fue en Caracol Radio. Luego la suerte lo acompañó a los principales clubes y teatros de Bogotá, Medellín, Barranquilla y Cali. La aceptación del público hizo que la gira se prorrogara seis meses.

En ese tiempo adquirió el dominio y la seguridad que necesitaba para enfrentarse al público sin el respaldo de la Billo’s. Su timidez tuvo que ceder ante la necesidad de valerse por sí mismo en espectáculos multitudinarios, compartiendo escena con los intérpretes más importantes de su tiempo.

En mayo grabó, en medio de la gira, un viejo tema del mexicano Manuel Acuña titulado Únicamente tú. La grabación estuvo llena de contratiempos, Guillermo González, el arreglista, no pudo encontrar a los músicos que deseaba para la sesión, de modo que tuvo que conformarse con un personal que a su juicio no era el indicado. Pero a pesar de los errores que se escuchan, el bolero se convirtió en un éxito inmediato.

Los chicos de Panamá

En la fiesta de recepción de su regreso al país, conoció a la señorita Mariela Montiel y se hicieron novios. Todo ocurrió en un abrir y cerrar de ojos, y antes de los dos meses ya estaban casados. Quienes lo conocían de cerca no entendían que estaba pasando, pero le siguieron la corriente y a regañadientes aceptaron el matrimonio, que fue uno de los mayores acontecimientos de la farándula venezolana. 

Su segunda gira del año fue también un viaje de luna de miel. En septiembre partió a Puerto Rico donde obtuvo un triunfo tan contundente como el obtenido en Colombia. La buena estrella lo siguió por los teatros de Nueva York y en su debut en México, donde grabó otro disco: Entre tu amor y mi amor. En la foto de la portada Pirela aparece en una pose de novela junto a su esposa. Su vida parecía perfecta, más aún con el nacimiento de su primera hija en junio de 1965. No obstante, puertas adentro, todo era un desastre y no pasaría mucho tiempo para que un escándalo tan rotundo como su éxito de cantante, se hiciera de conocimiento público. 

Felipe batió el récord del millón de copias vendidas en junio de 1966 con el álbum Cuando vivas conmigo, convirtiéndose en el primer cantante venezolano en llegar a esa cifra. En los meses que precedieron a este acontecimiento había recibido en plena tarima del teatro Puerto Rico de Nueva York, un disco de oro de manos de Blanca Rosa Gil, otra estrella de la compañía. Cuando ocurrió el suceso que cambiaria su destino, acababa de obtener sendos triunfos en Costa Rica y Panamá. 

Cuando volvió a Venezuela el 25 de junio, encontró que su esposa quería divorciarse. En dos años de convivencia se había acumulado un sinfín de rencores y tensiones, producto de la vida no tan secreta del bolerista. Para colmo, había invitado a viajar con él a Caracas a dos jóvenes panameños que según dijo trabajaban en la Televisora Nacional y pretendía alojarlos en su casa. 

Esa fue la gota que derramó el vaso, Mariela y su madre, Aminta Prieto, armaron el peor escándalo que se haya visto en el negocio del  espectáculo venezolano y desacreditaron a Pirela durante meses, contando toda clase de historias sobre su vida privada. Al comienzo Pirela le restó importancia al efecto que la situación podría tener en su popularidad, pero con los años la semilla de la duda sobre su sexualidad daría al traste con su carrera artística.

Viaje sin retorno

Entre 1967 y 1968 las giras a Estados Unidos, Puerto Rico, México y República Dominicana se multiplicarían y sus canciones continuarían siendo el plato fuerte de la radiodifusión latinoamericana. 

Con el LP Interpreta a Manzanero, los ejecutivos de Velvet apostaron a una transformación de su estilo. Si querían continuar vendiendo discos, su cantante debía mostrar capacidad de adaptación a los cambios en los gustos del mercado. Marco Antonio Muñiz y Roberto Ledezma, con quienes compartía el ranking de los mayores vendedores de discos, ya habían grabado baladas. Faltaba ver si Pirela podía surfear la ola y tener éxito dentro de otro género.

En mayo de 1968 vivió otra situación límite que tendría consecuencias en su futuro inmediato. Estando de visita en Santo Domingo, fue acusado de atropellar a un transeúnte. Velvet se encargó de los gastos del juicio y de todo el desastre económico que acarreó aquella situación, en la cual permaneció teniendo la ciudad por cárcel casi tres meses. 

Mientras tanto, en Venezuela, el canal CVTV le exigía cumplir con su contrato de exclusividad apenas lo dejaran en libertad. En esos años era extraño verlo actuar en el país. Constantemente los productores del canal le reclamaban estar disponible para incorporarse a la parrilla. A su llegada a Caracas los abogados de su esposa reactivaron el litigio, que ahora tomaba otro matiz y era demandado por pensión de alimentos, por lo cual se le prohibió salir del país.

En julio de 1969, después de meses en juzgados y sin poder llegar a un arreglo, burló la prohibición y huyó de incógnito a Puerto Rico. Luego de un año, pese al éxito y la tranquilidad, sentía el peso de mantenerse alejado de su familia, así que cuando Venevisión quiso contratarlo, no lo pensó dos veces. Las primeras semanas contó nuevamente con el favor del público y creyó que podría resolver sus problemas legales, pero ese optimismo se disipó cuando otra vez le prohibieron salir de Venezuela.

Felipe Pirela en 1970

Apenas firmó su sentencia de divorcio en junio de 1971, volvió a escaparse de la justicia y se marchó nuevamente a Puerto Rico. Esta vez las heridas y el resentimiento eran mayores. No volvería a ser el mismo de antes.

En los meses que precedieron su muerte, estaba trabajando en un nuevo proyecto discográfico con un formato orquestal diferente al acostumbrado. Velvet escogió a Javier Vásquez, Ray Santos y Jorge Millet como arreglistas de la sesión de grabación que se llevaría a cabo el 15 de junio de 1972. La producción y el repertorio estuvieron muy bien cuidados; querían relanzar la carrera de Pirela y darle un aire cercano al nuevo movimiento de música latina liderado por Fania.

Pirela tenía grandes expectativas con este disco; se había superado respecto al anterior, y las canciones y la orquestación le permitían un mayor lirismo. Había una gira prevista por Nueva York y Dominicana. Era cuestión de días para iniciar una nueva etapa en su carrera, pero los fantasmas de su vida fuera del escenario no lo dejarían cumplir sus sueños y la mañana del domingo 2 de julio encontró la muerte a manos de un convicto apodado Luis Portabales

Playlist

1. Felipe Pirela - Entre copa y copa
00:00:15
2. Felipe Pirela - Para que recordar
00:03:19
3. Felipe Pirela - Sintiéndote mía
00:06:31
4. Felipe Pirela - Mi amor ante todo
00:09:31
5. Felipe Pirela - Vieja carta
00:12:26
6. Felipe Pirela – Nada
00:15:02
7. Felipe Pirela – Voy
00:17:07
8. Felipe Pirela - Sombras nada más
00:19:37
9. Felipe Pirela - Mosaico 4
00:22:13
10. Felipe Pirela - Dios sabe lo que hace
00:25:32
11. Felipe Pirela - Dos vidas
00:27:44
12. Felipe Pirela – Tonto
00:29:59
13. Felipe Pirela - El anillo
00:33:01
14. Felipe Pirela - De todo soy capaz
00:35:03
15. Felipe Pirela – Novela
00:37:44
16. Felipe Pirela - Sombra que besa
00:39:58

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