Yo quiero jugar siempre
Se celebra en Pamplona y Tudela una nueva edición del Flamenco On Fire.
Para que la cultura no sea engullida por la quinta ola.
No tengo ningún dios. Si lo tuviera, le pediría que no me deje llegar a la muerte: no todavía…
En Montevideo hay un niño que explica:
-Yo no quiero morirme nunca, porque yo quiero jugar siempre.
(Eduardo Galeano. Las Huellas Digitales. El Libro de los Abrazos)
Rycardo Moreno tiene disco seminuevo, En Vivo + Mi Esencia. El anterior (Mi Esencia) lo tuvo que retirar a instancias de los abogados de los herederos de Joaquín Rodrigo, a los que no les gustó su acercamiento al Concierto de Aranjuez.
Es curioso eso de no poder interpretar la obra de otro sin que te concedan el permiso pertinente. Ahora mismo me imagino a un ciudadano de Aranjuez al que le irrita la cursilería con la que la Rodrigo realizó su obra. ¿Tendría derecho a una reparación? ¿Podría hacer tachar el nombre de su villa en todas las partituras?
-Usted exagera, esa es una opinión, puede que no le guste la obra, pero ya ve hasta Miles Davis hizo su versión, y además Aranjuez ha salido ganando por la repercusión en todo el mundo.
Ya ven es una cuestión de opiniones.
Vayamos a los hechos. Avisan los expertos que tenemos la quinta ola encima en la Comunidad Europea y que, aunque la mitad de la población esté vacunada, puede ser infectada y transmitir el virus a su entorno. La buena noticia es que si estamos vacunados es más difícil morirse.
Para que la cultura siga siendo segura vamos a tener que ser más responsables que nunca. ¿Más? Resulta imposible reseñar los festivales que han regresado este verano y el esfuerzo que están realizando los organizadores para ofrecer entornos seguros a los conciertos.
Flamenco On Fire
Una de las claves del asentamiento del festival navarro ha sido la profesionalidad a la hora de conjugar una programación en la que conviven todas las tendencias del flamenco sin exclusiones. Algo que ya había sucedido en festivales flamencos celebrados en Europa, Asia y América, donde recibieron con los brazos abiertos a nuestros grandes de la danza. En eso nos llevan un par de décadas de ventaja.
La otra clave del Flamenco On Fire ha sido el descubrimiento de un público que ha sabido entender el flamenco como algo cercano a la cultura local. Ahí no sabemos qué ha funcionado mejor si el recuerdo de Sabicas o el de Hemingway.
En todo caso, es previsible que sean los aficionados locales los que llenen las múltiples actividades gratuitas restringidas en número por las medidas anticovid-19.
El año que vuelvan los “Sanfermines” volveremos a juntarnos en las plazas hombro con hombro para escuchar flamenco. Hasta entonces hay múltiples posibilidades de gozar un festival con la seguridad que requieren las circunstancias.
Buika y Manuel Liñán
El espectáculo ¡Viva!, de Manuel Liñán, es una píldora de felicidad instantánea para todos los públicos excepto a los espectadores que tengan alergia al flamenco, al compás, al arte, a que los hombres se vistan de mujeres para dar lo mejor de sí mismas. En resumen no vaya a verlo si lo que le molesta es ver como se derrama un torrente de alegría desde el escenario. La primera vez que vi una coreografía de Manuel Liñán fue en el New York City Center en una gala del festival flamenco de la ciudad. Me asombró el minimalismo y la eficacia de movimientos entre músicos, bailarines, cantaoras y bailaores. En ¡Viva! vemos todos eso y mucho más.
La primera vez que ví a Buika fue en el Suristán y cantaba una canción de Nina Simone, y también cantaba las suyas, especialmente una que es universal: Jodida pero Contenta.
Desde entonces Buika me tiene encajado en una montaña rusa en la que hay momentos en los que parece que vas a estrellarte, a salir volando, o a vomitar lo que llevas en las entrañas. Tienes que saber que si entras en su mundo nada va a ser igual. He visto amigos que se han peleado a la salida de un concierto por que a uno Buika le ha sentado bien y al otro fatal. No hay muchos artistas de ese calibre.