25 años de Radio Gladys Palmera
En el Día Mundial de la Radio, Gladys Palmera celebra 25 años de existencia, radio pionera en su estilo y acciones, llevando a todos una música con nombre propio.
Cada año el 13 de febrero se celebra el Día Mundial de la Radio, una proclama de los Estados miembros de la UNESCO y adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Y la UNESCO lo anuncia así: “La radio, como tecnología, ciencia, medio de comunicación y sistema de programación de elementos de audio, hunde sus raíces en el siglo XIX… por lo que puede decirse sin temor a equivocarse que este medio de comunicación ya ha entrado en su segundo siglo. El tema del Día Mundial de la Radio en 2024 arroja luz sobre el notable pasado de la radio, su relevante presente y la promesa de un futuro dinámico”.
De manera que no hay mejor momento para celebrarlo que contarles que Radio Gladys Palmera cumple 25 años de existencia y que a lo largo de los siguientes meses estaremos celebrándolo. Hoy comenzamos contándoles la razón de su existencia.
Alejandra Fierro Eleta siempre lo ha dicho: “Yo fundé Radio Gladys Palmera porque había un vació en la programación radial española”. Y en efecto, salvo algunas experiencias de programas como el que tuvo el músico canario Caco Senante, no había una radio especializada en música latina. Alejandra, usando el nombre artístico con el que hacía el programa Sabrosura, fundó Radio Gladys Palmera, que ahora cumple un cuarto de siglo de existencia, siempre intentando difundir la mejor música posible.
Reproducimos a continuación una parte del capítulo donde se cuentan los inicios de Radio Gladys Palmera, primera radio de música latina de España hace 25 años, incluido en el libro Música con Nombre Propio, que se puede adquirir en nuestra tienda online. Y lo acompañamos con una pequeña muestra muestra de nuestra evolución gráfica con los trabajos de brillantes ilustradores que nos han acompañado: Txarly, Bwokaa, Daniella, Víctor y, por supuesto, Edi al frente de su equipo de La Luz Roja.
GRABANDO EN VHS
Alejandra tenía una casa en la calle Apel-les Mestres en Esplugues de Llobregat, población contigua a Barcelona. Para llegar allá había que ir por la Avenida Diagonal y subir por un escampado. La zona era residencial y bastante tranquila. Bueno, tranquila hasta que se empezó a llenar de equipos y movimiento. Un transmisor de radiodifusión FM, un procesador Orban, cables y conectores. Eso para la estación de El Carmelo, un barrio ubicado a 12 kilómetros de allí, al otro lado de Barcelona.
En cuanto a los equipos de radio, pues consolas, micrófonos, auriculares, monitores, trípodes, receptores, procesadores, reproductores de vinilos, CDs, DATs y mini-disc, teléfonos, interfaces, muebles a medida y cuartos insonorizados. Y esos cuartos eran el estudio, el comedor, la habitación de invitados, el trastero y el ático. Y rincón que no tuviera equipos, tenía discos, miles de CDs repartidos por toda la casa en estanterías de madera y una pared con vinilos de salsa de los años 80. La de Apel-les Maestres era una casa tomada por la radio y por la música.
Alejandra tenía una asistente, Elvira Hernández, que trataba de poner orden a aquel huracán; y un ayudante, Antonio Ramos, el clásico “chico para todo”. Pero no era suficiente. La casa tenía un problema logístico, desde luego, pero también un problema operativo. Alejandra necesitaba funcionar como una empresa, pero sobre todo como una radio. Necesitaba personal urgentemente. Y el primero en aparecer para ello fue Roberto Hernández Traba, “El chino”.
Roberto acababa de llegar de La Habana. Era joven y entusiasta, había trabajado en Radio Progreso y le encantaban los idiomas, así que al aterrizar en Barcelona se puso a aprender catalán. Tras dar a conocer su curriculum en clase, un amigo suyo chileno le dijo que una señora había puesto en marcha un proyecto de música latina que quizás a él le pudiese interesar. Así que llamó a Alejandra y se citó con ella en Apel-les Maestres. Contratado.
Lo primero que hizo fue organizar los discos. Había mucha música allí, pero imposible de localizar de forma rápida. De modo que comenzó a utilizar pegatinas de colores en los lomos de los CDs y que permitían diferenciar el son cubano de la salsa, el bolero de la nueva trova o el jazz latino del folclor. No fue su única tarea. “Era difícil, confiesa Roberto, porque no había nada organizado. Me encantaba el reto, pero me asustaba cuando tenia que sentarme en el estudio y veía todos esos equipos y esos botones. Y encima, estaba la programación”.
14 horas de música son muchas horas de canciones; un gigantesco espacio que llenar. De modo que había que empezar a grabar y grabar horas de música, porque el único programa como tal que tenía la radio era Sabrosura, el sello de identidad de Alejandra. Fue entonces que se presentó un problema complicado: ¿en qué formato grabar para que se emitiese por bastante tiempo? Desechados todos los sistemas, o bien por fiabilidad o bien por capacidad, decidieron hacer una locura, grabar en VHS. Pues si, el viejo sistema de vídeo casero le garantizaba a Radio Gladys Palmera dos horas continuas de música y eso era vital para las emisiones de prueba, que iniciaban a las 12 de la noche y terminaban a las 2 de la tarde.
Corría el mes de febrero de 1999 cuando Alejandra y su entusiasmo dieron inicio a esas emisiones de prueba que consistían en poner música continua para modular las señales de audio estereofónicas en FM. Y el primer día que lo hicieron llegó la policía dispuesta a precintar el lugar porque Radio Gladys Palmera se escuchaba en un dial propiedad de la Cadena Cope.
“Llegaron a los cinco minutos, recuerda ella. Cierre de radio, cierre de todo… Yo llamé a la Generalitat y les digo: -es que ha sido un error. Hemos metido mal la frecuencia-. ¡Buenooo!”.
Secuestrar una señal de radio era un delito perseguido por la ley desde 1977. Se asociaba a actos terroristas y de allí la celeridad con que acudió la policía. Era evidente que Gladys Palmera estaba calibrando la emisión, pero los antecedentes de Pica no ayudaban. Sin embargo, el asunto no pasó a mayores y los experimentos continuaron.
Internamente había otra interferencia, pero esta era causada por el servicio telefónico integrado. Los programas que tenía pensado Alejandra debían utilizar la línea telefónica, pero como la calidad de audio de una llamada es inferior a la del estudio, se utiliza la red digital RDSI. De esta forma se equilibra la deficiencia y se mantienen las comunicaciones exteriores durante largos periodos de tiempo. En resumen, un mundo por construir, pero al mismo tiempo la forja de un carácter innovador, lo cual ha caracterizado a Gladys Palmera desde entonces.
Alex García Amat estaba terminando sus estudios de comunicación en la Universitat Ramon Llul, y tenía unas ganas tremendas de hacer prácticas en algo diferente a lo tradicional. Además era músico y estaba entusiasmado con todo aquel mundo. Cuando vio en el diario de ofertas de trabajo Primera Ma que una nueva radio buscaba técnico de sonido, se apuntó en seguida. Alex y Alejandra se cayeron bien desde el primer minuto, y por muchos inconvenientes que él puso a una relación habitual por sus estudios, a ella todo lo que decía le parecía fenomenal. Contratado.
“Cada día se construía allí algo, recuerda Alex. Un proyecto, un equipo, un enlace, un contrato, un programa. Lo digital apenas estaba evolucionando, internet era ciencia ficción, los modems eran de aquellos que sonaban ¡gggg!, pero siempre hubo innovación. Desde entonces hubo emisión en streaming, desde el primer día hubo web. Radio Gladys Palmera era revolucionaria y de vanguardia”.
La explicación de Alex nos conduce a una Alejandra Fierro inconforme constante. Una persona que siempre quiso dar un paso más allá. El slogan de la radio era “El sonido latino de Barcelona”, pero desde luego había una voluntad internacional. Y esta se empezó a construir con una parrilla de programación que abarcaba todo el enorme universo latinoamericano.
“En mis inicios en la radio era evidente que aún no había una gran audiencia en España para esta música, confiesa Alejandra, pero tampoco había mucha gente que pudiese difundirla, y era todo un reto. España había tenido, por supuesto, una relación muy estrecha con el bolero en los años 50, pero eran otros tiempos. Cuando fundé Radio Gladys Palmera esa audiencia ya había aumentado, se percibía en el ambiente, y una de las razones para crear esta radio fue que no había otra dedicada a difundir la enorme variedad de la música latinoamericana. Recuerdo que la primera parrilla de programación que hice tenía un programa para cada ritmo, y un especialista para que hablara de cada ritmo. Muchos de esos especialistas eran latinos, porque precisamente la audiencia había aumentado debido al aumento de emigrantes latinoamericanos”.
Hoy en 2024, tras cientos de aventuras que el capítulo de este libro narra, Radio Gladys Palmera ostenta un Premio Ondas a la Mejor Plataforma Radiofónica en Internet, tiene un Lovie Awards por la excelencia en el campo de la cultura, la tecnología y los negocios. Alejandra forma parte del Top 100 de Mujeres Líderes en España y la Latin Alternative Music Conference (LAMC) la ha distinguido como una de las mujeres líderes en la música y cultura latina.
Gladys Palmera está unida por una serie de proyectos que se difunden a través de tres páginas webs, de una serie de redes sociales, entre las que se distingue su canal de YouTube con más de 142.000 suscriptores; y emite música especializada a través de cinco canales gratuitos donde las 24 horas del día puedes escuchar los sonidos que más te gustan.
Y está la colección de música afrolatina más grande y más importante del mundo, un archivo que alberga miles de vinilos de todos los formatos, cintas, vídeos, libros, revistas, cancioneros, partituras, fotografías y una selección exquisita de carteles de cine musical de los años 50. Y por si fuera poco tiene una sala especialmente dedicada al archivo de artes originales del editor, ilustrador y diseñador Izzy Sanabria, autor de las carátulas míticas de la salsa en los años 70.
El trabajo de Alejandra Fierro Eleta “Gladys Palmera” se completa con La Escuelita del Ritmo, punto esencial de la Fundación Gladys Palmera, y que lleva a cabo una obra social cada vez más amplia en la población de Portobelo, en Panamá. 25 años más tarde Gladys Palmera es más que una radio.