Boleros para Frankenstein
Volvemos al Corral de la Morería de la mano de Boris Karloff.
El planeta ha saltado en pedazos. La pandemia nos ha cortado la vida a cachos. Estamos rotos buscando maneras de recomponernos. Tratamos de cosernos la existencia sin que nos importen mucho las cicatrices y aprendemos de otros que antes se sintieron igual.
La Novia de Frankestein fue una de las grandes películas de 1935 (Bride of Frankestein, James Whale). El monstruo reaparece entre las ruinas del incendio. Las gentes del pueblo no entienden que es un alma solitaria y sensible incapaz de medir su fuerza.
Estamos fabricados a cachos, a veces somos parte de la gente que queremos por ser como son y que apreciamos por que piensan así. A ratos, nuestros propios pedazos están en desacuerdo. Nadie es perfecto.
Boris Karloff es uno de mis actores favoritos por su trabajo en Frankestein y porque cuando estuvo en Madrid fue a escuchar flamenco a El Corral de la Morería. Imaginen los jaleos:
–¡Eres un mostruo, Boris Karloff!
–¡Ojú!
SINATRA EN EL CORRAL
El Corral de la Morería de Madrid ha reabierto su puertas un día a la semana (los sábados) para celebrar su 65 aniversario con aforo reducido y un espectáculo representado por Eduardo Guerrero.
Una noche Ava Gardner discutía acaloradamente en la barra del Corral con su acompañante, un tipo pequeño de mirada y maneras desafiantes. La trifulca finalizó cuando el hombre tomó su abrigo y se marchó enfurecido. La sombra de Frank Sinatra es alargada, sobre todo a la hora de perseguir al amor de su vida: Ava Gardner. Otra noche uno de los cantaores del cuadro le cantó a Sinatra el Strangers in the Night en versión rumbero-flamenca. El mérito estaba en la traducción.
–¿En qué idioma canta?
–En inglés.
–¿Pero usted sabe inglés?
–Ni una sola palabra.
Durante años Sinatra se convirtió en un referente para los flamencos de la misma manera que lo fue para los renovadores de la bossa nova en Brasil. Hace unos años una multinacional con posibles, solicitó mis servicios a través de una compañía del valle del Silicón. Me hicieron firmar un acuerdo de confidencialidad y mi primera selección de canciones provocó el desacuerdo.
–No puede mezclar flamenco con Frank Sinatra, me dijo el subalterno de turno.
–Ava Gardner lo hacía todas las noches que podía, repliqué. No volví a trabajar con ellos.
EL TRANCE DE JORGE PARDO
Hemos aprendido a disfrutar del flamenco en parte gracias al interés de “los otros” (viajeros, guiris o turistas) por un arte relegado y casi desconocido en España. La primera vez que fuí al Corral de la Morería fue de la mano de Jorge Pardo que andaba celebrando que los franceses le habían nombrado “músico de jazz del año”. Después de tanto tiempo Jorge es faro y es linterna, nos muestra los caminos y los senderos, la aventura de vivir la música día a día. Esta semana se presenta en cines el documental Trance que recoge su intensa vida musical durante tres años.