En la cada vez (por desgracia) más nutrida diáspora venezolana, La Chica ocupa un lugar poco habitual. Nacida como Sophie Fustec en París, hija de un francés y una venezolana, siendo muy joven sintió la necesidad de explorar sus orígenes y unir esos dos universos. Desde el final de la adolescencia y hasta los 25 ó 26 años pasaba seis meses en Venezuela y otros seis en Francia, explica. Después vino la crisis humanitaria que ha obligado a tantos artistas a exiliarse, o en su caso, a no volver a su país desde 2016.

Su obra contiene esa corriente de sangres diversas y una mirada que conecta con el lado salvaje de la naturaleza y lo espiritual. Tras debutar con el EP Oasis en 2017, dedicar a su país puros alegatos de rabia (y esperanza por el cambio) como el himno Venezuela y convertirse en 2019 en una de las grandes esperanzas de la nueva música latina con el álbum Cambio, antes de terminar este 2020 publica La Loba (Zamora Label / Twenty One).

Es un trabajo poderoso e íntimo donde supura el dolor por la muerte de su hermano y sus ideas de empoderamiento feminista. En estas canciones donde la tradición latinoamericana se mezcla con las nuevas tendencias de la música contemporánea hay ecos de la fiereza de la rapera española Mala Rodríguez pero también del misticismo de la colombiana Lido Pimienta y la mirada cosmopolita de las franco-cubanas Ibeyi.

José Fajardo: ¿Cuál fue la chispa que prendió este disco?

La Chica: Cuando me di cuenta del estado del mundo. 2020 fue una carta postal sobre el desastre donde vivimos, lleno de violencia, gobiernos abusadores, discriminación… Tuve ganas de apaciguar un poco las cosas y nació la idea de grabar un álbum con puro piano. Quería desarrollar temas que tenía en la mente desde hace rato: el feminismo, la geometría sagrada, el simbolismo… Estaba en ese proyecto cuando murió mi hermano en un accidente.

JF: Vaya, ya lo siento.

LC: Dejé todo de lado, en tiempos de Covid cualquier gestión parece imposible si tiene que ver con la administración, es una pesadilla. Él falleció en México, tuvimos que viajar hasta allá para recuperar las cenizas y volver de nuevo a Francia. Al fin lo logramos. Cuando salí de esa energía de celebración de la muerte y del cambio que ha emprendido mi hermano hacia otra dimensión, me pegó bien fuerte su ausencia física. Me interesa mucho la física cuántica, creo en las diferentes líneas de tiempo. Fue conversando poco después con algunos amigos que me decían: ‘¿Por qué no hablas sobre todo ello en el disco?’.

JF: Tuvo que ser duro.

LC: Fue muy difícil, sentía que no tenía energía para hacerlo. Pero poco a poco la recuperé, y me daba cuenta de la importancia de sacar este proyecto adelante. Pasé por mil emociones diferentes: ira, una tristeza infinita, pero también mucho amor y comprensión por las cosas. En esa etapa del duelo estás muy consciente, te sientes flotando pero conectada con tus emociones, todo resuena muy fuerte. Lo que salió de ese amor y dolor es este disco tan íntimo y sincero que capta las emociones más brutas. No quise arreglar las cosas, las dejé tal cual salieron.

JF: Hay algo muy poderoso en estas canciones, una fuerza que va estrechamente unida a tu condición de mujer.

LC: En esa perspectiva también tiene mucho que ver mi hermano, fíjate qué curioso. Fue la primera persona que me habló sobre el feminismo. Me dijo: ‘Tú eres feminista pero aún no lo sabes, tienes que investigar porque es algo que va a ser importante en tu vida’. Teníamos conversaciones profundas sobre el feminismo moderno, no el de los años 60, sino uno más abierto y grande donde no sólo cabe la mujer blanca europea, sino todas las mujeres. La escritora estadounidense Clarissa Pinkola Estés habla en su libro Run With The Wolves: Myths And Stories Of The Wild Woman Archetype (1989) sobre mujeres que corren con los lobos: es la leyenda de una mujer loba, a la que la sociedad margina y acusa de ser una bruja porque no logra comprenderla y eso genera miedo.

JF: Ella es la loba que inspiró tu disco.

LC: Es una mujer que tiene el poder de dar vida a partir de lo muerte, recoge los huesos y vuelve a revivirlos a través de un canto sagrado. Yo quería hacer lo mismo: dirigirme con mis canciones a todas esas mujeres que fueron quebradas por un marido o por las relaciones de desigualdad impuestas por esta sociedad machista. Me gustó esa idea que en esta vida morimos y renacemos varias veces, tenemos que conectarnos con nuestro lado más salvaje. Somos poderosas, debemos ayudarnos en este proceso de sanarnos. El disco es un canto de energía.

JF: ¿Cómo sientes que eres percibida ya no sólo por la crítica, sino por el público en Europa, como mujer latina que hace música?

LC: Existe un cliché sobre lo latino. Durante un tiempo la imagen que llegaba a Europa sobre la música latina fue la salsa, después la caribeña, ahora es el reggaetón. Es muy simplificador, aún existe una óptica colonialista, como decir que te encanta la cultura árabe porque te gusta comer cuscús. En Francia, por ejemplo, tienen una necesidad de comprender primero algo para saber si les gusta o no, de ahí viene esa obsesión con definirlo todo antes de intentar disfrutarlo. Por suerte, todo esto está cambiando poco a poco.

JF: ¿En qué sentido?

LC: Siento que en Europa cada vez existe un mayor interés y conocimiento por la cultura latinoamericana. Y las cosas van a seguir cambiando. Ahorita, al menos antes de la pandemia, la gente cada vez viaja más y está dispuesta a vivir experiencias diferentes, a comprender otras culturas y tradiciones. Las redes sociales han ayudado a ese cambio de conectarnos.

JF: ¿Por qué decidiste cantar en español?

LC: En el momento de componer no piensas, te dejas llevar por la intuición. Y el español para mí es lo que me sale de forma más natural al cantar; me gustan los sonidos que suenan, el francés es mucho más cerrado, me cuesta mucho hacerlo sonar, quizá cuando descubra cómo hacerlo, lo usaré. También a veces canto en inglés porque escucho mucha música en ese idioma, y me sale así.

JF: ¿Cómo ha sido crecer entre dos mundos tan distintos, Venezuela y Francia?

LC: Es una esquizofrenia cultural, asimilé mucho de cada lado y terminé siendo esa mezcla híbrida y muy rara de varias culturas. Al fin he aprendido a aceptarme pero durante muchos años necesitaba pertenecer a un grupo de gente, me frustraba porque no podía: no era venezolana ni francesa. A través de esa búsqueda de mi propia identidad logré entender qué es lo que quería expresar en mi proyecto como La Chica.

JF: Hace más de cuatro años que no regresas a Venezuela.

LC: Ya pasó tanto tiempo, es verdad. La crisis allá es tan catastrófica que no he podido volver. La mayoría de la gente de mi familia huyó, unos a Colombia, otros al sur de Estados Unidos, a Perú, Argentina, Chile y también a Europa. En México, donde vivía mi hermano, hay una gran comunidad de músicos venezolanos. Desafortunadamente la situación en Venezuela no cambia, sigue la violencia… Pero la gente se mantiene en pie, ¿sabes? Eso nos da esperanza, ojalá suceda algo que pueda destrabar la situación. Yo no tengo la solución, todo lo que puedo hacer es mandar energía y amor con mis canciones, porque la música tiene ese poder de sanar.

JF: Tus orígenes son importantes en tu música, es esa diversidad lo que hace tan original tu propuesta.

LC: Cuando empecé a componer canciones en 2015 me salió esa mezcla de influencias en mi vida, de culturas, sonidos, texturas… un gran todo con el cual podía identificarme. Ahora soy capaz de analizarlo, pero en ese momento simplemente salió de forma intuitiva. Con el paso de los años he seguido en esa búsqueda de sonidos para representarme, cuanto más he ido avanzando más comprendo quién soy yo. En 2019 giré bastante gracias a mi disco Cambio, para mí el directo es lo más importante, siento que el escenario es mi casa. Había tocado mucho por Europa y México, iba a empezar a ir a Estados Unidos cuando llegó la pandemia y todo se apagó. Luego llegó el confinamiento, el gran stop, que en cierto modo fue interesante porque me permitió centrarme de nuevo en la composición.

JF: ¿Qué es lo que te interesa al hacer música?

LC: Antes de crear el proyecto de La Chica ya acompañaba a artistas como pianista y teclista, girando por el mundo entero. Ahí desarrollé mi amor por el escenario. Mis papás no son músicos, pero sí melómanos. Empecé pronto a tocar el violín porque mi mamá decía que me iba a desarrollar el oído, pero mi primer amor fue el piano. La primera vez que toqué una pieza de Claude Debussy sentí que el instrumento me estaba abrazando, fue una experiencia increíble que me cambió la vida.

JF: ¿Qué sueños tienes para 2021?

LC: Quiero volver a girar, dar conciertos, ver el mundo, viajar y compartir las energías de mi música.

Desde la voz de la emancipación de Nina Simone y las melodías pop inmortales de The Beatles hasta el soul moderno y global con sabor latino de Kali Uchis, La Chica desvela en esta playlist exclusiva para Gladys Palmera cuál es la música que le inspira.

Escucha lo nuevo de La Chica

Playlist

1. La Chica Presents
00:00:11
2. Nina Simone – My man’s Gone Now
00:00:38
3. James Blake – Don’t Miss It
00:04:44
4. Nick Hakim – Roller Skates
00:09:34
5. Kali Uchis – Sycamore Tree
00:13:29
6. Douglas Dare – I Am Free
00:15:17
7. Chilly Gonzales – Overlight
00:20:50
8. Camille Saint-Saëns, Marian Lapsansky – Carnival of the Animals
00:24:06
9. The Beatles – Because
00:27:05
10. FORM- Came Out Here
00:29:48
11. Tune-Yards – Powa
00:31:51
12. Radiohead – 15 Step
00:36:42
13. HSRS – Baka
00:40:29
14. Leikeli47 – Bad Gyal Flex
00:45:30
15. Gabriel Romero – La Subienda
00:48:16
16. Willie Colón, Celia Cruz – Berimbau
00:52:47
17. Rubén Blades, Willie Colón – Tiburón
00:57:54
18. Simón Díaz – Tonada de Luna Llena
01:04:30

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