La vuelta de Flamenco On Fire
El Flamenco On Fire de Pamplona vuelve a demostrar que el flamenco está vivo.
Ir a un festival a estas alturas de la pandemia es un ejercicio de heroísmo en defensa de la cultura popular. La séptima edición del Flamenco On Fire se ha dedicado al maestro Sabicas que creció en la calle de la Mañueta de Pamplona y vivió los años del gloria junto a Carmen Amaya en Estados Unidos. Sabicas fue el inventor de la guitarra (flamenca) de concierto durante su larga estancia en Nueva York. El que trasladó esa idea a España no fue otro que Víctor Monge Serranito que decidió abandonar los trabajos en los tablaos para concentrarse en la guitarra de concierto. Luego llegarán Paco de Lucía y Manolo Sanlúcar y formarán el triunvirato de guitarras que transformó el flamenco, la guitarra y todo.
Por asuntos del destino (y de la RENFE) viajo al lado de Víctor Monge Serranito a Pamplona (junto a su segundo guitarrista Javier Conde y María Larroca). Le cuento que coincidimos en Miami cuando su disco Sueños de Ida y Vuelta, que fue nominado a los Latin Grammy. Estaba sin discográfica y lo saqué con la SGAE y resulta que en el CD no aparecen los autores de las canciones.
Decir que el mundo de la música española ha despreciado a guitarristas, guitarreros y tocaores es quedarse corto. Tenemos toneladas de primeras figuras que apenas se asoman a las salas de conciertos. El caso de Serranito es paradigmático, sigue en activo mientras lloramos la retirada de Manolo Sanlúcar y las ausencias de Paco de Lucía o Sabicas. Embarcando hacia el hotel se produce el encuentro entre Antonia Jiménez y Serranito. Antonia forma parte de la élite de los grandes guitarristas/tocaores con muchas cosas que decir aunque parece que no tiene prisa por grabar. El encuentro entre dos grandes de la guitarra deja en el aire una palabra: ¡MAESTRO!
Me encuentro con Fermín Muguruza en el concierto de Farruquito, le saludo (ambos vamos embozados). Me reconoce (algo insólito tratándose de una estrella del rock hacia un periodista al que no ha visto en cinco años tras el estreno del espectáculo con Albert Pla y Refree).
–Te acabo de ver en el documental de Mario Pacheco, me dice. Luego me cuentan que también estaba el tío más flamenco de Pamplona: Enrique Villarreal, pero no nos vimos.
FARRUQUITO Y REMEDIOS AMAYA
Farruquito tiene aspecto de ilustración de un poeta del romanticismo, de libro antiguo de bachillerato del siglo pasado. Pero en lugar de entonar “por cien cañones por banda”… y eso, se calza las botas de tacones lejanos con la idea de propiciar un ambiente íntimo, lo que en tiempos de la MTV se llamaba desenchufado y que en el flamenco no funciona para nada. Como dijo el poeta (del jazz) Duke Ellington: No merece la pena si no estás on fire.
Así que se trajo una bailaora joven, Marina Valiente, otro bailaor en la percusión, Polito, tres cantaores de fuste, y a Maria Vizárraga en el cante y en la cosa de hacer escenario. Comentó que al guitarrista Ñoño lo embarcó en el último momento (un valiente) y para guinda se trajo a otro icono, la gran Remedios Amaya. Me contaron que Remedios estuvo “regulin” en el balcón del Ayuntamiento. De eso no puedo decir nada. Remedios puede cantar en muchas circunstancias (desde un chiringuito a Eurovisión) pero para que cante a gusto nada mejor que estar al lado de un artista grande como Farruquito o como en su última grabación producida por Fernando Vacas, Rompiendo el Silencio.
Remedios nos puso a tono cuando en su primer arranque nos cedió el coro y la nostalgia de besos y abrazos Tus Labios Pa Mí, Tú, Turay, una canción que sirvió para que arrancara con fuerza el trap gitano de Moncho Chavea. La combinación entre Farruquito y Remedios lo condiciona todo y eso elimina por completo la sensación que teníamos con Farruquito y familia: que toda la concepción de los espectáculos conduce al éxtasis de la bulería que la familia ejecuta de forma portentosa. Aquí es donde Farruquito está ensanchando el molde sin romper el jarrón. En Pamplona bailó como si no fuera nieto de Farruco. Mejor dicho, el nieto de Farruco bailó como si fuera nieto de Fred Astaire y Michael Jackson ¡a la vez! Y bailó para Remedios Amaya que viene a ser lo mismo, o mejor, que bailar para Aretha Franklin.
DESDE EL BALCÓN
Uno de los rasgos del Flamenco on Fire son las mañanas de concierto desde el balcón del chupinazo. El mismo bar en el que me quedé encerrado hace dos años ahora luce abierto y vacío. Te lo tengo que poner para llevar, me dicen mientras llena un vaso de plástico. Toca Pepe Habichuela y está Kiki Morente al cante, apenas somos trescientos espectadores sentados de dos en dos, pero el flamenco en la intimidad es aún más eficaz que junto a las masas. Canta Kiki una granaina que en las manos del Habichuela me suena a los Doors (su guitarrista aprendió de Sabicas), pero lo más impactante es el rigor con el que el pequeño de los Morente sigue los pasos de su padre sin dejarse llevar por su instinto gamberro. Canta a los clásicos como un buen aficionado, que es algo de lo que presumía Enrique Morente.
De camino a la Plazuela de al lado de la catedral, entro en un bar vacío para que me rellenen el vaso. No, no puedo. Hay campaña contra el botellón. En unos metros ha cambiado la ley, en ambos casos tiene lógica. En otro local se muestran inflexibles: Hasta que no os pongáis la mascarilla no os pongo las patatas.
Serranito está nervioso en su primer concierto en el Civivox, Se cambió la ecualización desde la prueba de sonido, me dice el guitarrista Javier Conde. Pero nos hemos sacado la espina en el balcón del Ayuntamiento. Serranito acaba de anunciar la gira de su despedida. Su biógrafo José Manuel Gamboa contabilizó 60 años de arte, pero ha descontado los años de aprendizaje ya que Víctor Monge comenzó muy chico a tocar profesionalmente.
El teatro Gayarre es uno de esos lugares que marcan las edades de una ciudad. Ahí se presentó el cuarteto Veinte Veinte con el gran contrabajista de Pamplona Javier Colina junto a Josemi Carmona, Antonio Serrano y Borja Barrueta, que triunfan por goleada. El concierto es un derroche de belleza y talento de unos músicos en estado de gracia.
A la salida la lluvia arruina la jornada en el escenario de la ciudadela, mientras, Pitingo realizaba su espectáculo en el gran escenario del Baluarte. A pesar de la reducción de los aforos la organización cifra en 7.500 los asistentes al festival a lo largo de sus cinco jornadas, en las que se ha podido disfrutar de 30 conciertos, repartidos en 11 escenarios y en los que han participado más de 130 artistas. Además de los mencionados, Miguel Poveda, Vicente Amigo, Chano Domínguez con la Sinfónica de Navarra, Labudú o Los Chichos.
Mi sensación personal es que ha merecido la pena el esfuerzo de hacer un festival en estas circunstancias. Lo fácil hubiera sido dejarlo para otro año, pero para un arte en movimiento como el flamenco hubiera significado la muerte. La pandemia ha aislado el flamenco de su principal nutriente económico y anímico con el cierre de los tablados y las fronteras que han impedido las giras y los festivales internacionales.
(Enrique Morente por el Chaqueta)
"Oh Señor, no dejes que lancen esa bomba atómica sobre mí"
(Charles Mingus, piano y voz; Doug Watkins contrabajo; Dannie Richmond, batería; Rasahan Roland Kirk, saxo, flauta, sirena; Booker Ervin, saxo tenor; Jimmy Knepper, trombón).
"Señor, librame de los muertos verticales"
(Alba Molina cantando por su padre Manuel Molina).
"Voy a comprar unas morcillas en Briviesca"
(Javier Colina en la plaza del chupinazo de Pamplona, un día después de triunfar en su tierra).
En estos tiempos inciertos tenemos la tentación de quedarnos a esperar el porvenir. Unos como Charlie Mingus imploran al cielo para que nos les caiga una bomba atómica en el cogote, otros como Manuel Molina ruegan que les libren de los zombis. Jimmy Reed pregunta en su blues ¿qué quieres que haga?
"Que todo me lo gasto en vino, por ahí dice la gente, como si me regalaran el coñac y el aguardiente", proclama Mujerklórica. Vuelve Mingus con otro blues de alto voltaje no apto para pusilánimes. Septiembre es una de las grandes canciones tempranas de Los Enemigos. En aquella época Josele Santiago encabezaba las listas de los mejores guitarristas de rock. "Estaba acojonado por si me pedían que hiciera un dueto con Paco de Lucía", comentaba años después.
Ethan Sultry es un renovador por el lado del flamenco y del blues. Remedios Amaya canta los tangos de la Repompa acompañado por un arpa en una producción de Fernando Vacas. Luis Gortari presentó a Javier Colina como "un Mingus de Pamplona". Ambos son figuras gigantescas con una manera de ser completamente opuesta. Colina es un conciliador de músicas, Mingus se pegaba con ellas.
Javier Colina grabó con Ketama, José Soto, Toumani Diabaté, Keletegui y Basekou Kouyate en el legendario Shongai 2, uno de los primeros encuentros con Josemi Carmona con el que ahora tiene el proyecto Veinte Veinte junto a Borja Barrueta y Antonio Serrano. Serranito grabó en 2003 el disco Sueños de Ida y Vuelta, y Paco de Lucía rindió homenaje a Sabicas con la taranta Tío Sabas.