¡Miénteme, dime que me has estado esperando!
Tres Golpes, de Perrate, es un disco de ciencia ficción donde confluyen negros y gitanos cuando construyeron un cante que aún no era flamenco.
Tres Golpes es, probablemente, el disco más importante del siglo XXI realizado por una dinastía que incluye a sus ancestros, a su padre Perrate de Utrera, a su tía La Perrata, a su abuelo Manuel Torre (s) y una extensa familia de artistas que incluye a La Serneta, a El Lebrijano (y los Peña), a los Agujetas y a Maui (y a Bambino).
Tres Golpes es, también, un disco en el que confluyen la vanguardia y Tom Waits.
Iremos descubriendo este álbum poco a poco, porque Tres Golpes es un disco que requiere el cuidado de un arqueólogo cuando desentierra una joya del pasado.
Tomás de Perrate ha experimentado en cuerpo y alma el cante de su familia. Y tenemos el momento en que Tomás siendo un niño de ocho años aparece detrás de su padre en uno de esos capítulos inenarrables de Rito y Geografía del Cante. Comprobarán que el niño TOMÁS, a ratos, bosteza. Es como un espejo en que mirarnos porque a ratos nos pasa a nosotros ya adultos. Bostezamos y no sabemos por qué. Miramos el video y nos parece increíble cuando escuchamos a Perrate y a Diego del Gastor. Imponentes a la hora de mantener el ascua encendida.
La primera vez que vi a Tomás de Perrate fue en el 2007 en el festival Actual de Logroño; acababa de hacer Perraterías con Ricardo Pachón, en el grupo estaba un jovencísimo guitarrista eléctrico llamado Rycardo Moreno. Aquel concierto me dejó la sensación que estaba en el camino, que había cosas que sonaban a Pata Negra y había otras que apenas comprendía.
Poco más tarde me perdí su charla-concierto una mañana en el Festival Etnosur de Alcalá la Real, cuando llegué estaba abarrotado, así que me fui a desayunar. Poco más tarde, en 2011 apareció Infundio, un disco “abracadabrante” en el que comenzamos a celebrar el talento de Rycardo Moreno. Cuando empecé a escuchar ese disco, el CD ya había desaparecido de las tiendas.
LA VANGUARDIA Y TOM WAITS
Un día me contó que le gustaba Tom Waits, o lo leí, o quizá lo soñé. ¿Tom Waits? En el flamenco abundan los roncos y toda clase de voces destrozadas por el alcohol y el humo. Se lo pregunto. Me lo confirma como si ya lo hubiera superado: La lista es larga, me cuenta. Han pasado muchos “rockandroles”.
Perrate ha investigado en las raíces negras de su familia para hacer Tres Golpes. Fue su abuelo Manuel Torre el que dijo aquello de lo que tiene sonios negros tiene duende. Durante años los flamencólogos han pasado de puntillas sobre el asunto y ha sido recientemente cuando se ha comenzado a desenterrar el pasado esclavista en España con trabajos como los de Jesús Cosano.
Las investigaciones de Faustino Núñez sobre el flamenco en América y las músicas reflexivas de Raúl Rodríguez interpretando y viajando con un instrumento híbrido como “el tres flamenco” han dejado caer muchos velos sobre la historia del flamenco. Quedan lejos aquellas comparaciones en las que se buscaba la parentela y las equivalencias entre la soleá y el blues mientras Jorge Pardo nos avisaba de que son los músicos (y no las músicas) los que se fusionan.
Hemos aprendido, día a día, a escuchar dentro del espíritu de las canciones y de los músicos que las interpretan. Hemos aprendido que somos hijos de mil sangres y que si el arte no reconoce el ADN no debería importarnos si es flamenco o jazz, reggaetón o vanguardia. Creo que Perrate está en el camino de la creación cuando investiga en su propia familia y canta esos fonemas (Karawane) que comenzó a entonar en el espectáculo Lo Real de Israel Galván en el que abordaba el holocausto de los gitanos a manos de los nazis. Me lo perdí. Galván reúne a Pedro G. Romero y Txiki Berraondo en la dirección, el baile de Belén Maya e Isabel Bayón. La guitarra de Chicuelo y el cante de Tomás de Perrate y David Lago. Sistema Tango, Proyecto Lorca, la violinista Eloísa Cantón, Emilio Caracafé, El Bobote y La Uchi completaban el elenco.
Israel Galván convirtió FLA.CO.MEN en una obra de repertorio en la que el cante de Perrate flota entre lo contemporáneo de Proyecto Lorca y la sabiduría de Emilio Caracafé.
EN LA PLAYLIST
He tratado de subirme a la máquina del tiempo de Perrate en la playlist adjunta y puede que Tomás haya superado el momento Tom Waits. Yo aún le recuerdo en París contando, en un tugurio de Pigalle, que apenas bebía un jerez por la noche mientras escuchaba a don Agustín Lara. Luego ofreció un concierto en la vieja sala Olympia, ahí estaba Marc Ribot haciendo las rumbas del futuro, por eso las traemos ahora. Por eso recuperamos a Johnny Guitar, que probablemente aprendieron Bernarda y Fernanda en los días en que Nicholas Ray abrió un bar en Madrid que casi nadie recuerda porque todos “se olvidaban de pagar”, en los tiempos en los que Hollywood se exilió en Madrid y Ava Gardner era la reina de la noche.
Dime algo bonito.