Mujeres, el nuevo riot argentino
Más claro, agua: son las mujeres las que han conseguido dotar al rock argentino de una nueva identidad y un alcance ilimitado.
No es la primera vez que se da por muerto al rock. Es más: es probable que no sea ni la décima vez que intentan llamar al sepulturero para enterrar a un género que, aunque pasen las décadas, las modas y las tendencias, sigue demostrando una capacidad innata para la resiliencia y la resistencia. Así lo está demostrando en un país con una de las escenas de música urbana más fuertes del continente americano. Y curiosamente son las mujeres las que han salido al rescate del rock en un momento en el que parecía que el género cotizaba a la baja.
Aunque es vergonzoso que en toda la historia de los Premios Gardel apenas dos mujeres hayan sido galardonadas con el Gardel de Oro (hace veinte años lo ganó Mercedes Sosa y el año pasado Marilina Bertoldi), y si bien las artistas femeninas han sido referencia absoluta en géneros como el folclore o la música pop; no se puede decir que Argentina haya sido un gran semillero de “rockeras” a lo largo de su historia.
Apenas nombres como los de Patricia Sosa, Fabiana Cantilo, María Gabriela Epumer, Celeste Carballo, Sandra Mihánovich, Hilda Lizarazu, Andrea Álvarez, María Fernanda Aldana, Gabriela Martínez o Silvina Garré, entre otras, han conseguido cierta trascendencia en la escena rock de su país. Sin embargo, estos últimos años son las mujeres las que han conseguido dotar al rock argentino no sólo de una nueva identidad y de un sonido que abraza otros matices; sino que se han convertido en la punta de lanza de una nueva escena rock con unas amplísimas posibilidades de conseguir proyección internacional y cambiar las tornas en el rock argento.
LÍDERES DE UNA NUEVA GENERACIÓN
Si hay un apellido que está alumbrando a toda una nueva generación de rockeras argentinas, ese es Bertoldi. Las hermanas santafesinas, cada una en su parcela de sonoridad rock particular, lo han cambiado todo.
Por un lado, Marilina Bertoldi, que con apenas un par de álbumes en solitario (tras una breve experiencia con el grupo Connor Questa) no sólo es la que está recibiendo más reconocimientos formales; sino que su propuesta, escorada en un poderoso rock de autor de tintes funk y con un groove espacial, se ha convertido en la punta de lanza de un empoderamiento rock.
Por otro lado, Lula Bertoldi, capitana de Eruca Sativa, un power trío rockero que en su último disco ha comenzado a explorar otras fronteras más orgánicas y folclóricas; pero cuya base sonora es comparable a la de grupos como Divididos, por marcar un radio sonoro. El trío ha conseguido internacionalizar su propuesta, viajando por América Latina e incluso a España, donde tenían previsto un segundo aterrizaje para este mes de mayo, que se ha pospuesto para los próximos meses.
Junto a las Bertoldi, quizá el tercer nombre que se puede sumar es el de Barbie Recanati. Aunque hace apenas unos meses publicó su debut en solitario, el nombre de Recanati lleva circulando en la órbita del nuevo rock argentino desde 2005, cuando arrancó la trayectoria de Utopians, banda que lideró durante más de una década y con la que publicó cinco álbumes.
Pero es que, además, la porteña lleva años vinculada a medios de comunicación como Futurock o Vorterix, altavoces centrales de este nuevo circuito; y hace unos meses puso en marcha GOZA Records (junto a la mencionada plataforma mediática Futurock), un sello discográfico abiertamente feminista y en el que todos los proyectos están liderados por mujeres.
ROCKAUTORAS ALTERNATIVAS
Cuando se hace música con un corte “de autor” es difícil escorar ese registro y definir quién está más cerca del rock, quién del folk o quién de matices más electrónicos-urbanos. Pero hay una serie de cantautoras a las que, con matices, se las podría considerar rockautoras: artistas formadas en un marco y un contexto que conecta más con la cultura rock que con otras tendencias. Hay un buen porrón de ellas, a las que se las puede considerar parte de esta mirada riot 2.0.
Nombres como los de Lucy Patané, Marina Fages y Paula Maffia están muy ligadas entre sí. No sólo porque sus nombres se han fundido en proyectos como La Cosa Mostra, Las Taradas o El Tronador; sino porque hay una genética compartida: las tres hacen un rock alejado del marco estereotipado del rock, pero utilizan matices de ese sonido para mezclarlos tanto con sonidos más contemporáneos como con una mirada absolutamente alejada de géneros. Algo similar a lo que le ocurre a Cam Beszkin o Guadalupe Álvarez Luchía, con un código más abierto y cercano, quizá, al del Flaco Spinetta.
Más escoradas hacia el sonido rock, pero con melodías pop poderosas nos podemos encontrar nombres como los de Lu Martínez, Sol Bassa, Barbarita Palacios, Mariana Michi, Delfina Campos o Sol Marianela, posiblemente los dos nombres que más cerca estén de la órbita de Marilina Bertoldi estilísticamente; mientras que Solentina recuerda a la Recanati de su época en Utopians.
Quizá más cerca de un cancionero al abrigo de la guitarra acústica, el caso de artistas como Karina Vismara, María Pien y Feli Colina parece acercarse cada vez más al registro de una suerte de rock de autor, como quedó demostrado en sus últimos álbumes: Selva, Afuera el Sol Estalla y Feroza, correspondientemente.
EN BANDA PODEROSA
Cada vez son más los proyectos en formato banda que aportan electricidad, energía y nuevas miradas hacia el rock en el circuito argento. Entre ellos, posiblemente en la órbita de las Bertoldi nos encontremos a proyectos como Piba, Más Que Uno u Olympia; mientras que basculando una órbita más grunge aparecen bandas como Brishit Bardo o Los Morgan. En cualquier caso, estamos ante grupos de lo que se puede entroncar como “power rock”, con todas las variables que puedas introducir en esa etiqueta tan ambigua.
Coqueteando con sonidos y texturas electrónicas dentro de lo alternativo podemos encontrarnos a proyectos como Kunyaza, Ruiseñora o Querida Dária, entre otras. Sin embargo, es en el sonido más punkarra, heredero de bandas como She Devils, donde encontramos una suerte de microescena más formada. Proyectos como Los Rusos Hijos de Puta, Las Grasas Trans, Amor en la Isla, Blanco Teta, Hienas o Las Vin Up sacuden un riot de corte punk.
MÁS DEL INDIE QUE DEL POWER ROCK
Pero posiblemente el ecosistema en donde más bandas compuestas o capitaneadas por mujeres sea en el ambiguamente llamado circuito del “indie”: esas bandas que comparten marco de referencias y sonidos a proyectos tan variopintos como pueden ser Él Mató a un Policía Motorizado, Bándalos Chinos, Tobogán Andaluz o Viva Elástico, por mencionar algunos.
En ese marco nos podemos encontrar a algunos de los proyectos musicales argentinos con mayor proyección internacional, como pueden ser Las Kellies o Las Ligas Menores, habituales en escenarios y festivales de todo el mundo. Más difíciles de aparcar en un estilo, pero con ese marco mixto de referencias alternativas anglosajonas aparecen bandas como Isla Mujeres y Las Edades.
En un marco más escorado hacia el garage y el indie noventero podemos encontrarnos a bandas como Playa Nudista, Older Sister o Las Piñas, CAMION (herederas del sonido de Suárez), Las Ex o MUGRE, dos de las mejores bandas argentinas del momento.
Mientras que con texturas algo psicodélicas nos topamos con bandas como RIEL, Tigre Ulli o Fin del Mundo; en tanto que existe una suerte de escena de indie de autor de corte lo-fi, con proyectos como Srta. Trueno Negro, Mora y los Metegoles, Penny Peligro, Hija de Tigre o Melanie Williams & El Cabloide.
De lo que no cabe duda es de que tanto el discurso como el sonido de la música actual de guitarras argentina está liderada y definido por ellas.