Aquellos chicos del rock and roll
Cuando el rock and roll llegó a América Latina hubo toda una revolución juvenil. Aquí te contamos algunos detalles de su enorme impacto.
Se dice que el rock en Colombia nació en la sala de la casa de los hermanos Jorge y Fernando Latorre. Lo que sucedió allí fue la génesis de una de las bandas más importantes de los años 60: Los Speakers. Pero para llegar a esta banda insigne en nuestra historia y otras que intentaron construir legado a lo largo de los años 60 hay que remontarse a la llegada del rock and roll norteamericano a nuestro país.
Uno de los elementos claves para ello fue la radio, que desde los años 30 se fue convirtiendo en un elemento esencial dentro de la vida de los colombianos; era la forma de estar informados, pero también un aspecto esencial dentro del entretenimiento.
Ya en los años 50 hubo un programa de radio que se destacó sobre sus competidores y fue fundamental para la llegada del rock and roll a Colombia: Radiolente de La Voz de Antioquia (Caracol Radio). A partir de 1952 y con la figura de Hernán Restrepo Duque, el programa fue pionero en presentar las principales novedades discográficas nacionales e internacionales. Así que Medellín pegó primero en dar a conocer un ritmo que desde 1956 conquistó cada rincón del planeta gracias a artistas como Elvis Presley o Chuck Berry.
La iniciativa que tuvo como lanza discos Hernán Restrepo Duque de programar rock and roll, fue seguida por otros personajes de la radio en otras emisoras como Radio Cristal en Medellín con la fórmula de “dos más un hit”, y en Bogotá, Carlos Pinzón en Emisora 1020 con “los dos pegaditos” y Jaime Martínez, en RCN Radio.
En 1957, gracias a un espacio de radio nocturna (catalogado como música moderna) y conducido por Jimmy Raisbeck, Bogotá entró en la moda del rock and roll, del ritmo sensual y envolvente que conquistaba masas por todo el planeta. El programa se emitía a las 11 pm por la emisora Nuevo Mundo de Caracol Radio a través de los 850 am. Para Raisbeck era todo un reto dirigirse a una nueva audiencia a la que Caracol le estaba apostando: los jóvenes.
Pero en el mismo momento en el que Jimmy Raisbeck programaba rock and roll norteamericano en la radio colombiana, en Medellín se gestó una gran revolución juvenil bailable de la mano de bandas que incursionaron con sonidos de la música tropical, propuesta atractiva y avanzada para su momento pues conjugó diversos ritmos. Los pioneros de esa revolución fueron Los Teen Agers, formados en 1956 por Octavio González, Juan José Vélez, Aníbal Ángel y César Giraldo. Esa formación grabó un primer álbum para Codiscos, con muy poco impacto comercial.
Los Teen Agers sufrieron varios cambios en su formación a lo largo del tiempo. Uno de los más recordados fue el de 1957 con Francisco Zapata, Gustavo El Loco Quintero, Juan José Vélez, Luis Fernando Jaramillo y Hernán Vélez. La llegada de Quintero fortaleció la apuesta musical del grupo con sonidos como mambo, bolero, cumbia, porro, balada y rock and roll. Algunas canciones eran interpretadas en español y otras en italiano, hebreo e inglés. Los twist La gallinita y Bienvenido amor fueron parte de su repertorio.
Incluso en los años 60 lanzaron con Codiscos el álbum Los Teen Agers a Go Go para estar alineados, por lo menos en nombre, con una corriente asociada al rock and roll como fue el go go. Canciones de ese álbum como Chico ja ja tienen elementos del surf rock y el rock and roll. En el compilado 18 éxitos con Los Teen Agers se incluyeron temas asociados al twist, el rock and roll y la balada lenta como La historia de Tommy, original de Paul Anka. A pesar de los constantes coqueteos con el rock and roll y ritmos asociados, para Los Teen Agers, por razones comerciales, fue necesario consolidar su carrera dentro de la corriente de la música tropical.
Otras bandas de la revolución juvenil musical antioqueña fueron Los Falcons, Los Black Stars, Los Golden Boys, Los Claves, Los Éxitos, Los Grecos, Los Rockets, Los Hispanos, Los Graduados. La corriente se extendió por otras ciudades como Cali (Los Bobby Soxers), Bucaramanga (Los Be Bops, donde comenzó Jimmy Salcedo) y Tunja (Los Dangers).
Pero aparte de la radio, otros aspectos ayudaron al auge del rock and roll y del rockabilly, como una de sus formas con más repercusión: la industria discográfica local, por ejemplo, y la extranjera que vio con buenos ojos tener representantes en el país. También el cine con películas como las de Elvis Presley o Semilla de maldad (Blackboard Jungle), donde sonaba Rock Around the Clock de Bill Haley & his Comets. Y claro, la naciente televisión.
Sin duda fue un fenómeno que vivieron todos los países de América Latina, aunque con diferencias. El proceso que vivieron México y Argentina en cuanto a la apropiación del rock a través de imitadores, en Colombia su impacto fue más lento, aunque la imitación tuvo una versión petit a la colombiana gracias a músicos de la corriente tropical como Carlos Román y Noel Petro. Humberto Moreno, veterano productor discográfico, no duda en afirmar que el primer rock and roll que se grabó en nuestro país fue Very Very Well en 1958 (Discos Fuentes), gracias a Carlos Román y su Conjunto Vallenato.
LOS OTROS PAÍSES
Félix Allueva, autor del libro Crónicas del rock fabricado acá, afirma sobre el rock venezolano que la epidemia comienza con la sala de juegos de Estados Unidos: Cuba. Sigue con México, Argentina, Uruguay, Perú, y esa ola expansiva logra colarse en Venezuela. Y que al llegar allí hubo al menos tres categorías de grupos juveniles: los universitarios (Conjunto Ingeniería, Residencias Nº 1 o Los Modernos), las agrupaciones consagradas con acceso a los medios (Los Zeppy, Los Zafiros o Los Singers), y los que centraron su estilo en el rock and roll (Los Impala, Los Flippers y Los Blonders).
Tere Estrada, en su libro Sirenas al ataque: historia de las mujeres rockeras mexicanas, dice que fue la chicana Gloria Ríos la pionera del rock and roll en México. Cuando grabó El relojito, adaptación de Rock Around the Clock, desató una tendencia que fue llevada al cine, pues el país azteca tenía por entonces la industria cinematográfica más desarrollada del continente. Un ejemplo fue La locura del rock ‘n roll, película de Fernando Méndez de 1957.
Federico Arana, en su obra Guaraches de Ante Azul: historias del rock mexicano, refrenda lo dicho por Tere Estrada y hace hincapié en la televisión, que dio sus primeros pasos en América Latina en aquellos años. Los Espontáneos tocaron rock and roll en una de las primeras emisiones de Teleclub deportivo en 1956 y Pepe y sus Locos del Ritmo hicieron historia con su presentación en 1958 en el programa La hora internacional del aficionado en el Canal 2.
El semillero mexicano de este tipo de bandas fue enorme: Los Apson, Los Blue Jeans, Los Gibson Boys, Las Mary Jets, Los Rebeldes del Rock, Los Rockin Devils, Los TJ’s y Los Yaki, por ejemplo. Pero fueron Los Teen Tops, cuando grabaron La plaga, quienes marcaron un antes y un después. Ese fue, quizás, el grupo latino más conocido en el continente.
En cuanto a Argentina, Miguel Grinberg, en su libro Cómo vino la mano: orígenes del rock argentino, dice que el rock and roll norteamericano dio pie a experimentos híbridos cuyo objetivo era imitar o parecerse al creado en Estados Unidos. Se considera que la primera banda argentina fue Mr. Roll y sus Rocks, y la primera película data de 1957, Venga a bailar el rock, de Carlos Marcos Stevani.
Argentina también fue semillero de bandas: Los Modern Rockers (donde estaba Luis Aguilé), Los Pick-Ups. The Big Rockers y en especial Los Cinco Latinos, con mucha inclinación hacia el doo wop, un estilo vocal que hacía furor en Estados Unidos.
Respecto a Perú, en el libro Días Felices: rock and roll, twist, surf, a-gogó, enfermedad, cumbia-beat, psicodelia y otros sonidos juveniles entre 1957 y 1983, los redactores del fanzine La Columna Beat dicen que el pionero del rock and roll fue Eulogio Molina y sus Rock and Rollers, aunque existían otras bandas de repertorio libre como Los Millonarios del Jazz y unas cuantas ya totalmente enfocadas en la expresión como Los Alfiles, Los Incas Modernos, Los Kreps, Los Sunset o Los Zodiac.
Ya en los años 60 aparecerían nuevos grupos, aunque más inclinados hacia el surf, como Los Saicos, Los Shain’s y especialmente Los York’s. Pero esto ya responde a otra época, con un rock and roll mucho más consolidado y donde Perú fue uno de los países donde más se desarrolló a la par de la música tropical y afrocubana.
Todo este fenómeno, en el que por cuestiones de imitación surgieron bandas con el mismo nombre en varios países (caso Teen Agers, Flippers o Dangers), se ha conocido históricamente como “la nueva ola”. Sin embargo, los nombres en su momento dependieron de los hechos de moda en su momento (“música yeyé”) o de patrocinadores (“música de cocacolos”). La palabra rockabilly, en alusión al estilo del rock and roll extendido al baile acrobático, es hoy una de las muchas formas con que se lo recuerda. Pero hubo un hito que lo marcó: El Club del Clan.
Todo comenzó en Buenos Aires en 1959, cuando Ricardo Mejía, representante de la RCA, montó un espacio televisivo en el que un grupo de músicos parodiaban a chicos obsesionados con un ritmo en particular o con una forma de expresarlo como el baile. Muy pronto se convirtió en un semillero de artistas como Palito Ortega y en un fenómeno que fue adaptado en Colombia por Guillermo Hinestroza Icaza y de donde saldrían artistas legendarios como Billy Pontoni, Óscar Golden, Harold o Vicky. Pero esa es otra historia.