El Latin Percussion Jazz Ensemble
Duró poco, pero fue fundamental para el conocimiento global de la música latina. Así fue el apogeo del Latin Percussion Jazz Ensemble.
Cuenta Martin Cohen que en 1979 el negocio de los instrumentos de percusión latina en Europa era poco productivo. El y su representante en Holanda, Alberto DeHond, vieron la posibilidad de hacer una labor de promoción más fuerte apoyados en los propios músicos, quienes tocarían los instrumentos en vivo. No había nada mejor que los maestros enseñaran directamente a los alumnos. El secreto estaba en juntar aquellos talentos.
Latin Percussion era una fábrica de instrumentos de percusión que Cohen, ingeniero mecánico y aficionado a la fotografía, había fundado en 1964. Latin Percussion llenó un vacío en la industria afrocaribeña, pues las firmas fabricantes existentes hasta entonces eran o muy artesanales o no tenían suficiente stock para tanta demanda y tanto músico. Además, con sus diferentes líneas de instrumentos étnicos y sus series dedicadas, le había dado a la música latina un estatus de primer nivel. Sin embargo, le faltaba salir de su nicho y posicionarse en otros lugares.
La firma tenía en el mercado una serie llamada Understanding Latin Rhythms, donde se daban lecciones de ritmos estándar en formato long play. Y también había creado la serie Drum Solos, donde una serie de especialistas mostraban sus virtudes en toques también estándar. De todos los músicos que colaboraban en el proyecto surgieron los que serían los integrantes del titulado Latin Percussion Jazz Ensemble, que saldría de gira más algunos invitados.
Antes de la gira, los muchachos de la banda estaban estancados, trabajando por una porquería de paga alrededor de la ciudad de Nueva York. Estaban en clubes como el Pan Am en Queens y El Club Caborrojeño en West Harlem. Les prometí pagarles bien si hacían una clínica por la tarde y una presentación en la noche. Programamos clínicas y presentaciones alrededor de toda Europa.
Los músicos a los que se refiere Cohen eran: Edy Martínez, piano; Salvador Cuevas, bajo; Carlos Patato Valdés, congas; Johnny Dandy Rodríguez, bongoes; y una estrella que bien podría haber dicho que no a la idea, Tito Puente en los timbales.
La relación de LP con Tito Puente había comenzado en 1970 con la fabricación de unos timbales a su estilo, basados en los viejos instrumentos cubanos que él tenía en su casa. Un diseño hecho a la medida que lo convertiría en el símbolo de la compañía.
Una noche regresando al hotel, Tito se me acerca y me dice: This is the route we have to take (esta es la ruta que tenemos que coger), recuerda Johnny Rodríguez refiriéndose a Puente en la primera de aquellas giras. El no sabía la fuerza de su nombre, el no sabía el poder que tenía… Entonces se dio cuenta que había otro futuro para él y no tenía que bregar con 15 músicos. Eran apenas cinco músicos, un show, una cosa sabrosa, Beautiful.
El descubrimiento para Puente de un público fanático en Europa tuvo dos efectos inmediatos. Por un lado, el dinero. Donde él cobraba 2.000, ahora eran 4.000, 5.000, dice Rodríguez. El caché subió a la par de la fama y con menos músicos se podía pedir más. Y por otro lado, estaba la actuación musical. La verdad es que cinco músicos pueden expresarse en conjunto y de forma individual, y había dos que podían hacer magia y encandilar al auditorio: Tito Puente y Patato Valdés.
Patato era incandescente, divertido y loco, aunque también era capaz de sacar de quicio a la organización de cualquier evento con incumplimientos y salidas de tono. En el caso de Martin Cohen, fue más allá y llegó a convertirse en un problema permanente, al que sólo lo salvaban su buen corazón y su inmenso talento. Deja a este HP aquí, decía Dizzy Gillespie durante una gira por Francia. Gillespie quería que lo castigaran por su comportamiento, abandonándolo a su suerte en un país extraño para él. Pero Patato en el escenario era otra historia. La gente acababa fascinada con sus actuaciones, toques, gestos y bailes.
Y él fue la otra estrella de LP con su línea de congas Patato Signature Series, A diferencia de Puente, Patato grabaría tres álbumes en solitario para el sello Latin Percussion Ventures Record: Authority, Ready for Freddy y Batá. Los tres son joyas absolutas y la canción La Ambulancia es un clásico imperecedero de la música afrocubana.
Los otros integrantes eran: Edy Martínez, pianista que había crecido musicalmente junto a Ray Barretto, Gato Barbieri y Mongo Santamaría, y tenía una enorme facilidad para hacer arreglos. Salvador Cuevas, bajista que a diferencia de la mayoría de latinos, tenía los conceptos del jazz funk de Jaco Pastorius muy metidos en su estilo. Y Johnny Rodríguez, piedra angular de Latin Percussion.
Cohen y Rodríguez eran amigos desde los tiempos el Palladium, y el músico sería el “probador” oficial de los instrumentos de percusión de la compañía. Si los tambores salían a la calle era porque Dandy los había “bendecido”.
La primera gira del Latin Percussion Jazz Ensemble en la primavera de 1979 incluyó sitios emblemáticos como el Jazzhus Montmartre de Copenhague, eventos como el Avro Gooiland JazzFestival en Hilversum, o invitados especiales como el gran Toots Thielemans en Bruselas. Me dijeron que la primera gira a Amsterdam cambió el sistema de educación musical del país, haciendo la enseñanza de música latina mucho más popular, dice Cohen con orgullo.
Aquella gira tuvo una segunda parte con la visita del Ensemble a Japón ese mismo año. La idea era que fuesen los mismos músicos, pero un desencuentro entre Cohen y Sal Cuevas por el adelanto de su contrato acabó con la deserción del músico y la llamada a Andy González. Y justo antes del primer concierto, Edy Martínez se indispuso y el piano lo tuvo que tocar en Tokio el genial artista de Yokohama, Naoya Matsuoka.
Por supuesto, las giras tenían una categoría promocional, pero también didáctica. De allí las master class y talleres que sus músicos ofrecían en cada ciudad. Esta idea, que ya había tenido mucho éxito en festivales de jazz en Estados Unidos, se aplicó en los festivales en Latinoamérica, siendo hoy parte vital de los mismos.
Al año siguiente las invitaciones le llovieron a Latin Percussion, pero esta vez el formato varió. Como Johnny Rodríguez tenía compromisos con su banda, la Típica 73, se decidió cambiar los bongoes por un violín. Se llamó entonces a Alfredo De la Fe, quien acababa de lanzar su fenomenal disco Alfredo con el sello Criollo, filial de Latin Percussion Ventures.
En cuanto a los demás integrantes, Puente y Patato siguieron, por supuesto, pero el bajista sería el joven Mike Viñas, quien estaba vinculado al sello GRP de Dave Grusin y Larry Rosen. Y el pianista sería el sensacional Jorge Dalto, quien venía de obtener dos Discos de Platino y ganar cuatro Grammy Awards con George Benson. Era un músico de otro nivel.
Así recorrieron Francia y dieron un concierto inolvidable en el Festival de Jazz de Montreux en Suiza el 18 de julio de 1980.
Pero a partir de entonces Martin Cohen dejaría la promoción y producción del grupo para concentrarse en la realización discográfica y en la fabricación instrumentos, origen de todo aquello. El modelo establecido por el Latin Percussion Jazz Ensemble sirvió para que el empresario Ralph Mercado empezara a trabajar en una línea de Latin Jazz paralela a la salsa. Fue un punto de inflexión. Aparecieron sellos nuevos experimentales como American Clave de Kip Hanrahan, y bandas alternativas como Fort Apache Band de Jerry González.
Tito Puente comenzaría a alternar gran orquesta y pequeño formato, permitiendo que Cal Tjader lo recomendara ante el sello Concord con el que firmó un contrato que le permitió revitalizar su carrera, grabar una docena de discos excepcionales y ganar cuatro Grammy Awards.
Patato Valdés también reafirmaría su carrera con grabaciones junto a artistas africanos y firmando con el sello alemán Messidor, otra de las casas discográficas que surgieron a partir de este fenómeno.
Johnny Dandy Rodríguez se mantuvo al frente de la Típica 73, pero siguió trabajando con Tito Puente. Edy Martínez seguiría como free-lance para diferentes sellos y artistas, al igual que Salvador Cuevas. Alfredo De la Fe pasaría un tiempo en el ostracismo antes de revivir su carrera en Colombia.
Andy González se mantendría al frente de su banda, el Conjunto Libre, al mismo tiempo que hacía otros trabajos. La carrera de Naoya Matsuoka siguió imparable en Japón grabando para la Warner Bros. Records. Mike Viñas pasó más tarde a hacer parte de la excepcional banda Seis del Solar junto a Rubén Blades. Y Jorge Dalto, tras algunas grabaciones en solitario, moriría en 1987.
El tiempo fue perfecto para llevar el jazz latino en vivo a Europa, recuerda Martin Cohen. Pero no sólo a Europa le sirvió ese impulso. En todo el mundo algo cambió.