Andrés Vargas (foto: Raúl García).

Decía el poeta peruano César Calvo que la selva es sabiduría que habita en el aire. Aunque también en la tierra. Debajo de ella. Encima también. ¿Dónde es arriba y dónde es abajo?, ¿de dónde viene ese rumor sinfónico que nos envuelve y nos acompaña?, ¿de dónde este calor sofocante, húmedo y viscoso? Caminar en la selva es deslizarse por un universo natural, voluptuoso y mágico al mismo tiempo; vida que se expande desde la raíz hasta las estrellas. Un universo también invisible y sonoro, cuyos magníficos intérpretes pertenecen a diversas especies de flora y fauna amazónica. A lluvias a veces tormentosas. A insectos y coleópteros en estado natural. Al galope acuoso de los ríos, cuyo interior es habitado por un espíritu guerrero y femenino: la Yacumama, madre de las aguas.

La selva peruana puede ser un jaguar que te observa en silencio. Una serpiente que se desliza sobre un árbol. Una tribu de pájaros que dialogan con el viento. Ceremonias ancestrales como el ayahuasca son la constatación fidedigna de la profunda conexión que ha existido, desde tiempos inmemoriales, entre el sonido, la espiritualidad y la naturaleza. Pero más allá de cualquier vana mitificación, la selva peruana es, ante todo, ritmo y alegría. De lo primero sabía muy bien Raúl Jardín, joven artista sonoro, natural de la amazónica ciudad de Pucallpa, quien a partir de los años 90 se convirtió en una de las figuras más importantes de la escena de música experimental peruana. Fue él quien le hizo notar a Luis Alvarado la importancia de la percusión en la música amazónica.

Los músicos de la calle

Para el investigador musical y director de Buh Records, Luis Alvarado, los músicos callejeros siempre fueron personajes atrayentes. Tal vez por su heróica y precaria condición de nómadas, tal vez por ser guardianes de tradiciones en peligro de extinción o modestos portadores de historias orales, lo cierto es que esa visión le permitió acercarse a estos juglares urbanos que deambulan por las calles de Lima. Uno de ellos respondía al nombre de Andrés Vargas Pinedo, aunque Luis no lo sabía.

Algunos años después, la inagotable inquietud de Alvarado lo llevó a reencontrarse con la selva: Esta música no existía en Youtube hasta que un señor llamado Mario Cerrón comenzó a subir a su canal, discos completos de músicos tradicionales amazónicos; entonces una noche me puse a escuchar todo eso y allí descubrí a Andrés Vargas. A la mañana siguiente Luis se despertó con la idea de editar un compilado sobre Vargas Pinedo. Se vistió rápidamente y salió a buscarlo a la calle donde lo había visto más de una vez. Se paró a varios metros de él, para escucharlo una vez más. Sin embargo, unos instantes después el maestro dejó de tocar. Había sentido la presencia de Alvarado quien, luego de comprender que dicho silencio era una invitación para conversar, se presentó ante él.

La muralla verde

Andrés Vargas Pinedo nació en 1943, en la ciudad de Yurimaguas, ubicada en el nor-oriente peruano. Allí donde terminan los Andes y comienza la Amazonía. Entre aquellas murallas, tapizadas de vegetación, creció el niño que perdió la vista a los pocos días de nacido pero que, sin embargo, desarrolló una visión particular, mágica y misteriosa, como todo acto de justicia poética.

El primer instrumento que aprendí a tocar fue la quena. Tenía nueve años cuando mi hermano mayor recogió una caña hueca, le hizo cuatro huecos y me la regaló para que yo jugara y no me aburriera. Dos semanas después, llegó a la casa un compadre de mi mamá y me escuchó tocando todo desafinado, entonces le dijo a mi mamá que me traería una quena y efectivamente lo hizo, me fabricó una quena pequeña con todos los huecos necesarios y cuando comencé a tocarla ¡Me salía melodía!, era una cosa divina, porque cuando escuché que podía tocar de esa manera comprendí que ya no era solo un juego sino algo que tenía que hacer. Ensayé durante un año, sin ayuda de ningún profesor, y me comenzaron a llamar para tocar en las fiestas patronales del pueblo, dice el maestro Andrés, poseedor, además, de una memoria prodigiosa.   

Por esos años, en Yurimaguas no existía ninguna estación radial, lo cual fomentó la presencia de músicos en vivo, quienes performaban su rítmica nativa sobre una base de bombo, quena (o pífano) y redoblante, similar a lo que sucedía en Colombia con la tambora, la gaita y las maracas. Dice don Andrés: En Yurimaguas yo escuchaba a músicos como Ángel Carbajal, Roldán Pinedo o Juan Eleazer El Yacuruna, que significa “hombre de agua” en lengua nativa. Yo era menor de edad pero aprendí mucho de ellos, en esa época no había una estación radial en el pueblo entonces la música que escuchábamos era la que tocaban en vivo estos músicos, pura música amazónica: pandillas, changanacuy o ‘baile del pierneo’, sitaracuy, danzas de adoración, entre otras músicas bailables.  

Pocos lugares en la tierra deben poseer un paisaje sonoro como el de la selva peruana, una inmensa sonoteca viva, abarrotada de inagotables concertistas cuyos mensajes cifrados constituyen un invaluable legado para la humanidad. Testimonio sonoro de cuando la música es intrínsecamente experiencial y experimental. Es éste el lugar de donde emerge la figura del maestro Vargas Pinedo, quien con tan sólo 20 años decide viajar a Iquitos, la capital de la Amazonía peruana, para continuar con su vibrante pasión.    

Alegría en la selva

Es 1963. Una vaporosa humedad caliente se desliza sobre la piel. Iquitos. Autos. Motos. Voces. Trinos… y música tropical: En los años 60, en Iquitos aún sonaban las orquestas tropicales, estaban la Sonora América, Sonora Maracaibo y la Sonora Babaloo. Con el ingreso de las guitarras eléctricas es que se va perdiendo su presencia, recuerda don Andrés y agrega: En Iquitos realmente sentí que estaba en el paraíso, pero en un paraíso artístico, sentía que allí podía surgir como músico y efectivamente así fue, puedo decir que fui el pionero en grabar música típica amazónica en un disco (…), también era invitado a tocar en programas radiales como ‘Cantares Amazónicos’, que se transmitía muy temprano en la mañana por Radio Amazonas.  

Esta exposición radial ayudó a que el maestro Vargas Pinedo decidiera armar un grupo y realizar presentaciones en vivo. Aquella agrupación se bautizó como Corazón de la Selva y sus integrantes ejecutaban guitarra, charango, maracas, bombo, dos baterías, dos voces femeninas y la quena y violín de este visionario músico. Gracias al súbito éxito del proyecto, la banda decidió viajar a Lima para probar suerte: Cuando llegamos a la capital teníamos un representante que nos llevó a tocar a un programa llamado ‘El Show de Los Pacharacos’ en Radio Agricultura. Ese programa lo conducía el señor Freddy Centti, que era director de Los Pacharacos (y jefe del departamento de folclore de la casa discográfica El Virrey), luego de escucharnos nos pidió que fuéramos al día siguiente a los estudios de El Virrey porque nos iba a presentar con don Polidoro García, un general militar propietario de la disquera. Eso hicimos y el general solo con escuchar dos temas le pidió inmediatamente al señor Centti que grabaramos un long-play pero que lo hiciéramos en solo tres días. Entonces fuimos al auditorio del Cine Coloso y grabamos nuestro primer disco.

En abril de 1966, El Virrey lanza al mercado el disco Corazón de la Selva, constituyendo el primer registro de una agrupación musical de folclore amazónico en Perú. Pero no sólo aquí reside su trascendencia; este disco es una síntesis extraordinaria de las diversas influencias del maestro Vargas Pinedo: desde canciones indígenas tradicionales hasta marineras de la costa, desde yaravíes andinos hasta escenas real-maravillosas: Recuerdo una vez que nos contrataron para tocar en un pueblito, a dos horas de Iquitos, cuando llegamos me fui al río a bañarme y mientras lo hacía escuché el canto un pajarito que le dicen ‘El flautero’ y me gustó tanto que cuando volví al pueblo, reuní a mis músicos y compusimos un tema en ritmo de ‘movido’. Esa noche había fiesta de carnavales, todos estaban felices bailando y tomando masato (bebida fermentada típica de la Amazonía), al final tocamos como 20 veces ese tema, al público le encantó y por la euforia que provocó decidimos bautizar el tema como ‘Alegría en la selva’.

Nacionalismos revolucionarios

Un golpe militar derroca al entonces presidente Fernando Belaunde Terry y coloca en su lugar al jefe supremo de las Fuerzas Armadas, el general Juan Velasco Alvarado. Aquel 3 de octubre de 1968, el Conjunto Típico Corazón de la Selva cargó sus instrumentos hasta el auditorio de Radio Atlántida en Iquitos y comenzó a grabar, en vivo, su segundo disco, Picaflor Loretano. Sin duda, el perfil nacionalista del nuevo régimen militar contribuyó en gran medida a la difusión de la música popular indígena, en un contexto social de masivas migraciones del campo a la ciudad. Esta creciente demanda de música regional generó que las discográficas locales dejaran de editar a las bandas de rock and roll y se enfocaran en editar música tradicional.

Un aspecto muy particular de la música compuesta por Andrés Vargas es la presencia del mundo andino, que se escucha y se siente en varias de sus canciones. Él lo atribuye a la historia: En la época de los Incas habían dos tribus: los Chancas de Apurimac y los Pocras de Ayacucho, pueblos rebeldes que no se sometieron al imperio Inca y por eso se escaparon hacia lugares más lejanos, llegando a la comunidad de Lamas, ubicada arriba en la selva, donde hace frío, allí se asentaron y poco a poco fueron poblando otros lugares cercanos. Allí nace la vinculación del mundo andino con el selvático, de allí viene la influencia en nuestra música, por eso el Changanacuy es como un homenaje a los Chankas, aunque debo decir que la música selvática es más alegre, la música andina tiene mucho sentimiento, es una música que llora bastante porque ellos expresan el luto vivido desde la época de la Conquista (Española).   

Picaflor Loretano es también un documento histórico de las diversas musicalidades extranjeras que se escuchaban en el corazón de la selva peruana, tal como ocurrió en Brasil con la guitarrada. Yo descubrí la cumbia en Iquitos, afirma el maestro Vargas: escuchaba radios colombianas que se captaban en la ciudad, aunque no lo incluí en mis composiciones porque lo mío era más autóctono. A través de la radio también descubrí la samba de Brasil y el pasillo de Ecuador.

El boom de la cumbia amazónica

Un elemento distinto de la cumbia peruana es el uso de bajo y guitarras eléctricas. El sonido característico de la cumbia amazónica se dio a través de un sincretismo cultural en el que confluyeron la cumbia colombiana, el rock anglosajón, los ritmos caribeños y el folclore amazónico. Es precisamente aquí donde radica la invaluable importancia del aporte de Vargas Pinedo al desarrollo y preservación de la música regional amazónica, la cual ha vuelto a renacer, en edición de vinilo, a través del compilado El Fabuloso Sonido de Andrés Vargas Pinedo (1966-1974), editado por la casa Buh Records, gracias al esfuerzo de Luis Alvarado y el Ministerio de Cultura de Perú.

Sin los primeros discos de Corazón de la Selva, y los que luego grabaría con sus nuevas agrupaciones Los Pihuichos de la Selva, Los Guacamayos o Los Mensajeros de la Selva, no se entendería la influencia del maestro Andrés en el surgimiento de artistas amazónicos como Los Wrembler’s, Juaneco y su Combo o Ranil y su Conjunto, con quien mantuvo estrecha amistad. Yo me siento feliz de haber aportado para que otras bandas amazónicas pudieran grabar después. Yo fui amigo de la mayoría, de Los Mirlos, de Juaneco, etc. En esa época no había peleas, todos nos llevábamos bien, aunque yo era hincha de Los Pakines porque me gustaba la melodía, pronuncia “el flautero de la selva”, quien además fue muy amigo de otro visionario: Enrique Delgado, líder de Los Destellos y factotum de la cumbia peruana.

Yo fui muy amigo del maestro Enrique Delgado, nos conocimos tocando juntos porque los empresarios los contrataban a ellos y a nosotros, siempre abríamos los shows porque éramos el conjunto típico. Enrique era un músico magnífico, era un concertista, tocaba de todo, un rato estaba con el piano, otro rato con la guitarra, de hecho tenía una guitarra inalámbrica para poder moverse. Siempre fue un maestro y una bella persona, rememora don Andrés, desde esa profundidad insondable que produce la ceguera.

¿De qué color serán los sueños de los que nunca vieron? Este músico excepcional, encontró la respuesta en un ritual amazónico milenario: Cuando tomas ayahuasca y el chamán te dice que viene la ‘mareación’ sientes como si llegara un viento poderoso, sientes que estás en otro mundo, en otra galaxia. Yo aún siendo invidente pude ver imágenes, podía visualizar lo que pensaba, tuve la suerte de tener un buen maestro, es importante siempre hacerlo con un buen chamán.

El mejor escenario

A partir de 1991, luego de varios años de exitosas giras y presentaciones por todo Perú, la presencia de Vargas Pinedo fue apagándose mientras el país se hundía en una de las peores crisis económicas y sociales de su historia, con una sangrienta guerra interna entre grupos terroristas y fuerzas del Estado.

Desde entonces, el maestro Andrés Vargas Pinedo se estaciona cada mañana en los exteriores de un supermercado, ubicado en una zona empresarial de Lima, y con su quena de toda la vida, toca sus canciones con la humildad de los sabios, viviendo al margen de todo reconocimiento oficial que merecería tener en vida, expuesto a un contagio mortal de coronavirus, y sin embargo: Mi trabajo en la calle es por subsistencia económica, aunque es el mejor escenario, ¿cuántos músicos no quisieran tocar todos los días como yo?. El disco ya está a la venta.

La música de Andrés Vargas Pinedo ha estado presente en casi todas las agrupaciones de Yurimaguas, su tierra natal, y de Lima, pues a lo largo de su carrera, ha formado y se ha unido a diversos grupos de música popular. Esta playlist es una muestra de esa influencia, de su participación como intérprete y compositor, y del sonido de la música popular amazónica.

Playlist

1. Conjunto Típico Corazón de la Selva - Alegría en la Selva
00:00:09
2. Los Pihuichos de la Selva - La Carachama Coqueta
00:02:53
3. Los Folcloristas - Chupizanatay Yukuy (Sitaracuy)
00:05:37
4. Alturas - El Pifanito / Chimayche Lamento
00:09:04
5. Lucy Romero - Desprecio / Satuquito
00:13:21
6. Los Pihuichos de la Selva - El Huancahui
00:18:10
7. Los Pihuichos de la Selva - Flautero de la Montaña
00:20:45
8. Conjunto Típico Corazón de la Selva - Picaflor Loretano
00:23:15
9. Conjunto Típico Corazón de la Selva - Bailando en la Selva
00:25:46
10. Los Wembler's de Iquitos - Lamento de Yacuruna
00:28:32
11. Los Wembler's de Iquitos - Un Silbido Amoroso
00:31:17
12. Ranil - Mi Querido Ucayali
00:33:47
13. Juaneco y su Combo - Me Robaron Mi Runamula
00:36:24
14. Los Mirlos - Chinito en Onda
00:39:32
15. Los Mirlos - El Sonido de Los Mirlos
00:42:54
16. Sonido 2000 - Chocita de Palma
00:45:28
17. Sonido 2000 - Fiesta en la Selva
00:48:21
18. Sonido 2000 - Carnaval de Brasil
00:51:23
19. Los Tigres de Tarapoto - El Tunchi Loco
00:54:37
20. Los Ekos de Yarimaguas - Monito Papayero
00:57:15

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