Cuco, el adolescente angelino que triunfa con sus tiernas composiciones
Desde Los Ángeles con amor y evocando a la subcultura de los cholos.
En el imaginario popular, los pandilleros latinos de California, esos que fueron popularizados en filmes de finales de los ochenta y principio de los noventa como Stand and Deliver, American Me y Mi Vida Loca, son mayoritariamente de un aspecto rudo, áspero y amenazador: Cabeza rapada, gafas oscuras, camisas a cuadros, tatuajes. Sin embargo, la apariencia de estos “cholos” de origen mexicano del Este de Los Ángeles no era más que para despistar.
Cuando “cruseaban” (conducían) sus “lowriders”, automóviles antiguos que casi siempre eran altamente modificados, amplificaban a todo volumen el hip hop y freestyle que eran tendencia en Estados Unidos a finales de los ochenta. Pero por las noches, cuando recogían a su novia para llevarla a un mirador en Hollywood o algún cine “drive thru”, la banda sonora de sus estéreos cambiaba a “oldies”, canciones románticas de soul, surf y R&B; géneros que no podrían estar más pasados de moda.
Los adultos conservadores les temían a los cholos, así como sucede con cualquier subcultura de adolescentes (mods, greasers, punks, góticos, ravers, etc), pero en el fondo, muchos de estos chicos duros eran realmente cursis, románticos y tiernos. “I’m your puppet”, una de las canciones más emblemáticas de James y Bobby Purify y grabada en 1966, lo dice todo: “Soy tuyo para tener, para sostener. Querida, tienes todo el control. Soy tu títere”.
La cultura y estética de los cholos de hace 30 años vuelve a aparecer en la figura de Omar Banos, un adolescente de 19 años que produce música bajo el pseudónimo de Cuco. En 2017, Omar despertó las pasiones de miles de románticos nostálgicos al publicar en Soundcloud el tema bilingüe “Lo que siento”, un throwback a esos clásicos de soul tan populares entre los latinos de California.
Las canciones de Cuco (quien es totalmente autodidacta y compone y graba todo de forma casera), alternan con destreza entre el inglés y el castellano. Omar no viste las mismas prendas que los cholos que “cruseaban” por las calles antes de que él naciera, ni proviene de East L.A. (es de Hahwthorne, al sur de Santa Mónica). Tampoco no tiene que ocultar su cursilería, al contrario: junto al orgullo por su identidad chicana, es lo que lo define y lo que enloquece a sus fans. No ostenta un “lowrider”, sino un Honda CR-V.
Por supuesto, Cuco inyecta cierta modernidad a sus composiciones “lo-fi”, ya sea sazonando sus versos con rap, sintetizadores, y mucha ternurita que también despliega sin pudor en sus miles de posts en Instagram. Y aunque algunos de sus temas parecen de la autoría de Ariel Pink, el también compositor angelino que Julian Casablancas asegura que es igual o mejor que Ed Sheeran, Omar claramente se crió en otro barrio — uno más romántico y mexicano.
En abril, Cuco se presentó en Coachella, y hace poco abandonó sus estudios en una universidad comunitaria para dedicarse a su carrera. Sigue siendo un artista independiente, pero ahora puede ayudar económicamente a sus padres, inmigrantes mexicanos que trabajan limpiando casas y conduciendo limusinas. A principios de mayo, tras generar millones de reproducciones en redes sociales, así como perfiles en NPR y Vice, Cuco debutó Chiquito, un nuevo EP. Se encuentra haciendo una gira nacional en Estados Unidos con presentaciones en prestigiosos festivales y en el otoño, se presenta en Europa, Argentina y Chile. “Poder tener un techo sobre mi cabeza, y poder proveerle a mi familia, es mi meta en la vida”, le dijo hace poco a The Fader. “Y seguir inspirando y dando una plataforma a esta comunidad….y de ahí hacer música por hacer música. Porque me apasiona”.