Las edades del flamenco
El flamenco tiene varias edades, o capas como la evolución. Gufi explica algunas a la luz de bailaores, pianistas y maestros de la percusión.
Fue una tarde estupenda. Había quedado con nuestro amigo de Los Ángeles, Betto Arcos, que acababa de hacer El Camino de Santiago y de entrevistar a Rosalía. Fue en la presentación del tocaor granaino Álvaro Martinete, que había organizado el fotógrafo Manuel Montaño en la sala García Lorca del Casa Patas.
Charlé un rato con Toni El Pelao, al que le preguntaba por aquellos festivales en los que participó en los años 60 en Alemania junto a La Singla, Marote, Ramón de Algeciras, entre otros, que organizaban los alemanes.
En esas apareció Paco Manzano y le pedí que nos hiciera una foto. En el tiempo en que buscaba el emplazamiento se nos juntaron para el retrato Pedro Ojesto, Balbino Gutiérrez, Bandolero y su hijo Luis. Una foto para la historia por muchas y variadas razones que nos permite explicar las edades del flamenco. Comenzamos con Toni El Pelao recientemente fallecido, un bailaor asombroso al que le debemos un documental.
Toni El Pelao, Antonio Manzano Bermúdez (1929-2021)
Recibe el nombre de su familia apodada “los pelaos” una dinastía de bailaores. Con doce años debutó profesionalmente, en la época dorada del tablao madrileño Zambra. Recorrió Europa con La Chunga y en 1965 con el Festival Flamenco Gitano (Ver video). Intervino en las películas Morena Clara y La Bella de Cádiz, con Lola Flores; y en Violetas Imperiales, Un Caballero Andaluz, Pan, Amor y Andalucía, La Hermana San Sulpicio, Olé Torero y Una Cubana en España.
Maestro en la escuela Amor de Dios junto a su mujer, La Uchi, con la que se presentaba en directo tras ser rescatado, entre otros, por el Festival Flamenco Caja Madrid.
Pedro Ojesto (Madrid, 1953)
Pianista al que siempre he asociado con José Antonio Galicia porque pertenece a esa generación de músicos de jazz criados en la generosidad que se enamoró del flamenco y que fue forjando un estilo nuevo construido en la curiosidad y en la pasión en la que participaron guitarristas como Gerardo Núñez, Juan Manuel Cañizares, Agustín Castellón Bola o Rafael Riqueni, entre otros. En ese contexto Paco de Lucía y su grupo (Pardo, Benavent, Dantas) se vuelve a convertir en la referencia de un estilo, Paco ya lo era con sus grabaciones con Camarón y había abierto el camino para la guitarra de concierto en todo el mundo.
Para los flamencos, los músicos de jazz tenían una ventaja: podían leer y trabajar las partituras, pero a la hora de tocar se dejan llevar por el corazón. Y ese es uno de los secretos de la pujanza del jazz-flamenco que durante 40 años ha permanecido visible y escondido al mismo tiempo, ni payo ni gitano sino todo lo contrario. Con este panorama no es de extrañar que apareciera Enrique Morente.
Pedro Ojesto también se ha dedicado a la enseñanza que los conservatorios oficiales aún se resisten a ofrecer. Imparte clases en el Taller de Músicos y en 1994 funda la Escuela de Nuevas Músicas (nombre que aún le escuece a los “flamencólicos” que consideran que en el flamenco casi nunca hay nada nuevo que merezca la pena). Además, entre sus proyectos destacan su recientes grabaciones: el espléndido Kilómetro 0 y con Sandra Carrasco, además de Flamenco Jazz Company, grupo en el que se ha criado el cantaor Israel Fernández, una de las figuras indiscutibles del cante de hoy.
Balbino Gutiérrez (1944-2019)
Profesor, escritor y biógrafo de Enrique Morente. A Balbino lo conocí por Morente. Supongo que le dije cuando sacó la primera edición de Morente, la Voz Libre (SGAE, 1996): Balbino, te falta el concierto que dio con el grupo de José Antonio Galicia en el Festival de Jazz de Madrid, 1985, en el Teatro Pavón. No era un reproche, Balbino fue un maestro generoso, leal y elegante.
Bandolero e hijo (José Manuel Ruiz Motos & Luis) (Madrid, 1976)
A Bandolero le he visto crecer encima de los escenarios junto a Enrique Morente. Mi primer recuerdo fidedigno es un concierto de Enrique en el Womad de la Casa de Campo, pero seguro que le había escuchado antes. Mientras en el jazz tratas de ser consciente de todos los músicos que participan, en el flamenco simplificas para conservar el escalafón. Bandolero es uno de los grandes percusionistas de los dos estilos (el flamenco y el jazz), refrendado al tomar el testigo (de Diego Guerrero) de la jam flamenca del Café Berlín que organizaba los miércoles y que esperamos que vuelva en breve, si la pandemia lo permite.