Así suena Bogotá
¿Una ciudad de sonido cambiante o una metrópoli llena de mezclas y estilos? Así son los sonidos de la Bogotá de hoy.
Si se quiere narrar la actualidad de la música bogotana debemos empezar hablando de lo que sucedió en los años 90 en Bogotá en cuanto a música, ¿por qué? Porque antes de esto no existió una tendencia clara del sonido o los sonidos que iban a ser parte de la ciudad, y porque en los años 90 en Bogotá hubo una enorme explosión y auge de música que nunca se había dado, y para muchos también es una de las épocas más importantes de la música en Bogotá.
Fue un gran momento para el rock. Durante esta época nacieron grandes grupos importantes en la ciudad hasta el día de hoy como Aterciopelados, Estados Alterados, 1280 Almas, La Derecha, Ultrageno, y varios más; todo esto soportado por el entonces recién creado Festival Rock Al Parque principalmente.
A su vez el rap también inició en esta época, pero estando al margen pues este era mal visto. Se puede afirmar que quienes iniciaron el género en la ciudad fue el aclamado grupo La Etnnia y junto a Gotas de Rap fueron pioneros del género, influenciando a muchos otros artistas más adelante.
Aunque el rap haya estado marginado por la sociedad por mucho tiempo desde ese tiempo, junto al rock fueron los géneros pioneros o más importantes en la época en Bogotá por muchos años.
Básicamente entre estos dos géneros se desarrollaron, crecieron y acapararon los pocos escenarios para la música en la ciudad durante los años 90, amen de los nichos creados por la salsa y el jazz. Sin embargo a finales de esta época algunos artistas que incluso venían de conocer y hacer parte de la escena rockera bogotana, quizá por la necesidad, quizá por simple curiosidad, decidieron intentar otros géneros, otros ritmos otra sonoridad.
LA OLA NEO TROPICAL
Algunos mencionan a La Tierra del Olvido de Carlos Vives, otros mencionan al Bloque de Búsqueda como el nacimiento, o la mayor inspiración, de una tendencia de la música bogotana: la nueva música tropical o la nueva música de fusión. Y claro, ambos trabajos musicales son un génesis de la nueva ola tropical bogotana, pues en ellos encontramos artistas que hicieron parte de ambos, como Iván Benavides.
José Arteaga, de Radio Gladys Palmera, por ejemplo, cita a la banda Madremonte de Eduardo de Narváez (el mismo que dio vida a los Clásicos de la Provincia de Vives), como la primera agrupación neo-tropical de Bogotá, pues nació justo antes de Carlos Vives y La Provincia, que tendría un gran impacto mediático.
Sin embargo, esto sólo impulsó a unos cuantos, no tuvo la fuerza para llegar a constituir una nueva escena o tendencia en la ciudad. Paralelo a ello vino la explosión de las orquestas de salsa: La-33, La Conmoción, Calambuco, Jam Block, Sexteto Latino Moderno, Mambo Big Band, Grupo La Llave, Real Charanga o Kimbawe, muchas de ellas formadas en el bar Casa Buenavista. Bogotá siempre ha tenido un pie en la salsa, como lo atestiguan libros como Fuera Zapato Viejo o Salsa en Colombia.
Pero fue con la llegada de la electrónica globalmente, en los inicios del Siglo XXI que empezamos a hablar de un gran momento para la música de fusión en Bogotá.
Sidestepper, un grupo encabezado por Richard Blair, inicialmente de electrónica, activo desde 1997 aproximadamente, estaba experimentando con esta sonoridad tropical y urbana, la fusión entre beats electrónicos, y géneros y ritmos como cumbia, salsa o champeta.
Pero no fue sino hasta 2003 que lanzaron una de sus más reconocidas e importantes canciones, Más Papaya, cuando se dio impulso e inicio al nuevo movimiento tropical en la ciudad.
Su experimento influyó a toda una generación de nuevos artistas de fusión tropical como Pernett, La Mojarra Eléctrica o Curupira, que a su vez contribuyeron al nacimiento de otros grandes, caso de Systema Solar, Bomba Estéreo; y como contraparte a esta ola, Frente Cumbiero y Meridian Brothers.
Sobre estos últimos mencionados debemos hacer hincapié, pues además de ser el lado experimental y alternativo de la ola tropical, a partir de ellos se han creado otros proyectos musicales como Los Pirañas, Romperayo y la gran Ondatropica.
La tendencia neo-tropical no ha sido exclusiva de Bogotá, ni de Colombia. También se dio en México, Argentina, Chile y Perú con la creación de nuevos grupos y artistas, sellos, lugares y festivales. Lógicamente algunos y algunas artistas siguen siendo parte de esto. Actualmente, otros y otras han cambiado de género o incluso algunos y algunas han dejado de estar activos en la música. Pero podemos decir que durante una buena parte de los años 2000 el neo-tropicalismo junto a la electrónica desplazaron, o al menos, llegaron a hacer un poco de contra peso al rock y al rap en la ciudad.
Como es natural en la música y en su desarrollo en cualquier ciudad o espacio social, siempre surgirán nuevos artistas, nuevos espacios, nuevas formas de hacer música, nuevas influencias y nuevas tendencias por la llegada y el cambio cultural que se da globalmente.
EL INDIE BOGOTANO Y EL FESTIVAL ESTÉREO PICNIC
Desde el 2010 el neo-tropicalismo tuvo un impacto increíble en el resto del mundo, pero paradójicamente no fue la tendencia principal en la ciudad. El rock continuaba aunque con menos fuerza y menos público que el que tuvo alguna vez, igualmente el rap, aunque este también estaba en pleno crecimiento y evolución. La llegada del reggaetón al mundo sobre todo a Latinoamérica desplazó los movimientos musicales independientes no sólo en la ciudad sino en toda Colombia. A raíz de esto se percibía el vacío de otros factores que hacían falta para el crecimiento del resto de música no comercial y menos mainstream de Bogotá, como medios especializados, lugares y espacios para la presentación de música en vivo, apoyo gubernamental o distrital, gestores, crítica y demás.
Algunos de estos factores empezaron a surgir aproximadamente en 2012 y 2013, pues con la llegada global de lo que se conoce como indie-rock surgió un gran público ávido de esto. A su vez esta tendencia inspiró no sólo artistas y nuevos grupos en Latinoamérica, sino también la creación de festivales como Festival Estéreo Picnic en Bogotá. Inicialmente el enfoque del festival fue presentar dentro su programación los artistas indie extranjeros del momento. Pero esto, también se puede entender como una motivación para los emergentes artistas locales.
En Bogotá por muchos años hizo falta trabajo de documentación, la mayor parte de la prensa musical (sobre todo en los años 90 y la primera década de los 2000) fue escasa y exclusiva; es decir, enfocada en los hits, en lo más popular y mainstream y no en el auge y en lo emergente. Los medios que surgieron junto a la par del FEP, también se enfocaron en ese momento en lo que sucedió globalmente, precisamente el indie. Pero aún seguía faltando la atención a lo propio y a lo local.
Este boom indie en Bogotá en gran parte impulsado por el FEP, también fue muy impulsado por la emisora Radiónica, creada en 2005. La estación tomó mucha fuerza desde 2012 en adelante junto al boom del indie. Su programación en ese entonces muy enfocada en tal tendencia, sirvió para impulsar o influir a muchos nuevos artistas de la ciudad, con el intento de sonar como sonaba el mundo en este momento. Emisoras extranjeras como Radio Gladys Palmera servían de ejemplo.
Aunque en los inicios del Festival Estéreo Picnic el espacio para los artistas locales era reducido, con el paso del tiempo y frente al gran crecimiento y auge de artistas y grupos en Bogotá, este espacio fue aumentando. Grupos como Monseiur Periné con un estilo único, Diamante Electrico con su cercanía al rock y Esteman quien sobresalió con su pop bastante cautivador, se hicieron notar, abriendo camino y nuevos espacios tanto en las emisoras locales como en el Festival Estereo Picnic y los nacientes eventos y medios musicales.
Aproximadamente hasta el año 2015 y un poco más, podemos hablar del gran auge de nuevos grupos dentro del indie-rock e indie-pop, pues durante estos años se dieron a conocer grupos y artistas como Juan Pablo Vega, quien debutó en 2013 con su gran disco Nada Personal y quien continua en la escena; Elsa y Elmar, que debutaron con su reconocido disco Rey en 2015, y desde entonces han tenido un gran espacio y público; Pedrina y Rio con su gran éxito Enamorada, parte de su disco debut del 2015 Canciones sin Ropa; Los Petit Fellas quienes combinaron rap, jazz y rock con su gran debut lleno de hits, Historias Mínimas de 2015.
ACTUALIDAD BOGOTANA
Con una creciente escena, los medios musicales empezaron a fijarse y enfocarse en lo local. Era inevitable no ver lo que estaba pasando; además surgía una creciente disposición de lugares para la música en vivo dentro de la ciudad, aunque de nicho, pero aún así bastante importante. Eso más dos festivales masivos activos, FEP y Rock Al Parque, junto a otros que fueron quizá pasajeros, pero contribuyeron al circuito de la música y de la escena musical bogotana. Únicamente faltaba darle continuidad a todo el trabajo que se venía construyendo, por parte de todos los sujetos implicados.
Es aquí cuando empezamos a presenciar a diferentes artistas, músicos y grupos de música que con sus notables diferencias conceptuales y sonoras, deciden trabajar en conjunto para seguir forjando la escena bogotana de manera auto-gestionada y en gran parte haciendo frente al poco apoyo y contribución del Gobierno en lo cultural, dándole seguimiento a lo ya construido.
Conocemos entonces el surgimiento de grupos como Electric Mistakes con su rock sin pretensiones. Ellos hicieron su debut en 2016 con Chavela y en 2019 lanzaron Vicente. También Ela Minus, quien ya venía trabajando en la escena con el grupo Balancer, debutó como solista aproximadamente en 2017 con algunos sencillos dentro de los cuales destacó Jamaica. En 2020 lanzó su sobresaliente primer LP Acts of Rebellion. Nanook el Ultimo Esquimal, quienes captaron el ambiente citadino y caótico de Bogotá en su primer álbum El Pánico no se Azara de 2015, de donde se extraen canciones que ya son clásicos del rock bogotano como Lou, Candy y Lisa. También conocemos a N. Hardem, quien se estrenó en la escena con su gran álbum Cine Negro junto a Soul Am Beats; y se ha mantenido en la escena desde entonces con reconocidas canciones y producciones como LQME y su mas reciente álbum Verdor.
De este modo, además de ver el trabajo en conjunto de diversos artistas, también vemos la diversidad de géneros que empiezan a sonar en Bogotá. Ya la ciudad no es únicamente rock, ni rap, ni neo-tropicalismo, ni salsa o fusión, tampoco electrónica, tampoco el indie. Ya se puede hablar de un sonido híbrido que le da identidad a la ciudad.
El rock que tuvo fuerza en los años 90, de alguna forma “revivió” con la tendencia del indie-rock desde 2012 en adelante. El rap que estuvo marginado en los años 90 y parte de los 2000, evolucionó, creció y se adaptó a la ciudad en los últimos diez años. El neo-tropicalismo, la salsa y la fusión, aunque con altibajos, subsisten gracias a espacios y eventos dedicados a estas tendencias en Bogotá, y de manera particular todos estos géneros y estilos vienen desde entonces sonando a niveles equiparados con lo más popular, comercial y mainstream, como el reggaetón, el vallenato o la música popular.
2020 Y UNA PANDEMIA
Por supuesto que en la escena musical de Bogotá existen problemas y dificultades, el auge y el crecimiento de música, de grupos y de artistas no es proporcional a la calidad de las condiciones para la música en la ciudad, y muchas de estas problemáticas persisten desde hace muchos años, como la falta de visión, soporte o la intención de trabajo en conjunto por parte del Gobierno en el tema cultural. Los pocos medios de comunicación enfocados en lo local, el difícil mantenimiento de los espacios y lugares para la música en vivo, la falta de derechos económicos y laborales para los artistas y músicos, la construcción de público fiel, son algunos de sus problemas.
Estos se vienen identificando junto con el auge y el gran crecimiento de producciones musicales, también junto al trabajo independiente de los gestores y productores de eventos y, en definitiva, junto a la autogestión para el desarrollo de la escena.
Con esa disposición de trabajar en conjunto, identificando las principales problemáticas de la escena y el gran crecimiento de producciones musicales en la ciudad, se cerró un gran año 2019. Y por todo eso 2020 prometía mucho más.
Sin embargo, nadie estaba preparado para la presente emergencia sanitaria global y todo, absolutamente todo, cambió. Y como bien lo vivimos al principio de esta contingencia, teníamos pánico o al menos estuvimos muy abrumados. Claro es una situación completamente nueva y distinta para el mundo; al principio solo queríamos o podíamos estar al tanto del virus, intentar cuidar a los nuestros, saber cómo funcionaba la cuarentena e intentar acomodarnos a la “nueva normalidad”.
MÚSICA EN LA NUEVA NORMALIDAD
Progresivamente algunas personas empezaron a acomodarse a esa “nueva normalidad”, es decir a pasar encerrados en nuestros hogares y espacios propios. Esto generó en muchos una explosión de creatividad y muchos y muchas creadores de contenido, artistas, músicos, incluso deportistas, empezaron a crear mucho más contenido en redes sociales desde sus “encierros”. Empezamos a ver las virales canciones en “versión cuarentena”; es decir, músicos reunidos vía internet interpretando hits mundiales o sus propias canciones, y así el crecimiento de contenido aumentó exponencialmente.
En Bogotá, uno de los primeros registros musicales producidos y creados en cuarentena que se dieron a conocer fue el material de la banda de thrash metal, Ayahuasca. Pero no fue la única. El grupo Rolling Ruanas también decidió hacer “versión cuarentena” de algunas de sus canciones y de covers como La Gallina Mellicera de Jorge Velosa.
Elsa Y Elmar también lanzaron material creado en su encierro, su EP Cuatro Veces 10, un trabajo muy íntimo e introspectivo producido desde la privacidad de su hogar. De aquí salieron dos canciones reconocidas como Qué Tal Que y Desamarte.
La cuarentena también fue una gran excusa para salir de las zonas de confort y de alguna forma experimentar y presentar formatos diferentes a los que acostumbraban los artistas, grupos y músicos. Fue el caso de Telebit y Pedrina. Los primeros interpretaron “juntos” virtualmente distintos covers fuera de su género musical, como Cariñito, otrora éxito en versión de Rodolfo Aicardi; o Un Peso, de J. Balvin y Bad Bunny. Por otro lado, Pedrina presentó en formatos a capella desde su hogar, varias versiones de reconocidas canciones como Sin Poderte Hablar, de Willie Colón.
Hasta el día de hoy una de las mayores recomendaciones para evitar el contagio del Covid-19, es estar a distancia de otras persona y evitar encuentros en lugares encerrados. Sin embargo muchos de los mensajes alentadores y motivacionales iban con la intención de estar juntos a pesar de la distancia; es decir, toda la ocasión de la pandemia también se podía aprovechar para acercarnos así fuera de manera virtual. Así lo demostró el sello In-Correcto con su compilado Cuarentemas: 31 Cañonazos Virales, para el cual se “reunieron” 34 artistas de la ciudad y nos presentaron sus creaciones musicales caseras alrededor del encierro y la pandemia sin mucha sofisticación.
El balance general de la música colombiana en 2020 a pesar de la pandemia y la preocupación por el contagio, fue bastante positivo. Quizás tuvo que ver que ha sido uno de los años con mayor consumo de contenido virtual, y con la creatividad que sacaron a flote muchos artistas durante el encierro.
Por tanto no sólo escuchamos los trabajos musicales inspirados y creados exclusivamente por la pandemia y cuarentena. También escuchamos discos y música que venía produciéndose años atrás, pero lanzados durante 2020, como los trabajos del Frente Cumbiero: en primer lugar Minyo Cumbiero, un EP producido desde 2019 junto a Minyo Crusaders de Japón. Para Frente Cumbiero el 2020 fue un muy buen año, pues también lanzaron Cera Perdida, su segundo LP, un disco con versiones oficiales de canciones que ya existían y algunos habían escuchado.
Otro artista que lanzó música y también aprovechó el 2020, fue el rapero El Kalvo, un MC en ascensión desde 2017 cuando lanzó su disco debut Mr. Chabakan y Cero Estres en formato dúo llamado 1703.
En 2020, lanzó Galguerias & Bitute, dos EP conceptuales, que incluso van más allá de lo musical. Cada canción está acompañada de una ilustración única, de aquí se extraen canciones como Trueno, Balaca y Polombia, canciones que además de narrar situaciones comunes y locales, también narran la situación de todo el país.
A su vez hizo parte del disco La Nómina, del productor y beatmaker Hi-Kymon, otro artista bogotano emergente y recientemente reconocido en la escena. Su segundo disco del 2020 es una muestra de la actualidad de la escena rapera en Bogotá, porque presenta MC’s y raperos emergentes de Bogotá como Error 999, Nira C, Ha$loPablito, entre otros, y también presenta nuevos ritmos y el nuevo sonido del hip-hop actual.
Otro disco bogotano importante en 2020 fue PONG, del grupo Piel Camaleón. Su sonido hace parte del indie-rock e iIndie-pop, y es una gran demostración de cómo sonar muy bien dentro de tal tendencia, dejando canciones memorables y siendo uno de los más destacados del año a nivel nacional.
Este disco y los demás recién mencionados son una buena muestra del sonido híbrido que compone a la escena bogotana, un ejemplo de cómo en la capital convergen distintos géneros y tendencias musicales.
PRIMERA PARTE DEL 2021
Aunque el plan de vacunación ha avanzado, el virus persiste. En Colombia hasta el día de hoy estamos pasando por el tercer pico de mayor contagio en el país. A finales del 2020 y al inicio de 2021 la ciudad estuvo “activa” en su sector comercial y cultural con sus respectivas medidas y restricciones de bioseguridad Sin embargo todo este tiempo ha sido de intermitencia en todos los sectores; los espacios musicales que lograron subsistir a pesar de la pandemia han abierto sus puertas de nuevo sólo en algunas ocasiones. Aún no se habla de una apertura total en el sector musical y cultural en la ciudad.
A pesar de esto la música no se ha detenido. En el presente año ya contamos con grandes producciones musicales lanzadas en el primer trimestre. Estamos hablando de Templo Komodo, el debut de la cantautora pastusa Briela Ojeda, un disco espiritual, auténtico, cautivador y bello. Dentro los primeros lanzamientos de la escena bogotana en 2021 también encontramos Verdor de N. Hardem, que en poco tiempo se convirtió en un aclamado disco y con toda razón, pues es un trabajo profundo, introspectivo, complejo, personal, impecable y poderoso. Otro destacado es Mira lo que me Hiciste Hacer, de Diamante Eléctrico, dándole a la ciudad un homenaje y una nueva canción memorable con Suéltame, Bogotá; junto a otros trabajos destacables como Onix, de Aerophon; Antílope I, de Antílope I; Pueblos Futuros, de Animal Blanco, entre otros. Buenos trabajos que de alguna forma anticiparon lo que venía para Bogotá y Colombia.
PARO NACIONAL 2021
El 28 de abril se inició el Paro Nacional, lleno de manifestaciones, protestas y marchas masivas en todo el país, históricamente uno de los paros nacionales más grandes y extensos; y por esto, desde luego, la música debía hacer parte.
En Bogotá, como en la mayoría de ciudades, las marchas no sólo se componen de personas y manifestantes con carteles, también se colma de presentaciones culturales y artísticas dentro de la misma, como la presentación de una de las batucadas más reconocidas en la ciudad, Ainjaa. Esta desde hace varios años se han destacado por participar con sus tambores y bailes en las movilizaciones sociales de la ciudad. También, y como novedad desde el 2019, se organizó el colectivo Musicxs Segunda Línea, como un respaldo artístico de la “primera línea”. Su consigna es “Enciendan la música, apaguen la guerra”; y para esta ocasión los encontramos de nuevo en las principales marchas de la ciudad.
Todas las marchas se acompañan también de las arengas o coros que terminan siendo un recurso musical también. Su creación espontánea y colectiva permite que en varias ocasiones estas arengas sean reinterpretadas o transformadas en canciones oficiales, como es el caso de Duque Chao, una reversión de Bella Ciao, popularizada por la serie televisiva La Casa de Papel. La versión tuvo un gran lugar en estas recientes marchas junto a otras como 1, 2, 3, Stop.
Afuera de las marchas o desde otros espacios, también hubo creación musical inspirada y proyectada para el Paro Nacional, por parte de La Muchacha, que en muchas de sus canciones nos narra situaciones sociales del país. Para este Paro 2021 también compuso y lanzó No Azara, una canción en apoyo a la llamada minga indigena y en contra de la violencia y los casos de abuso policial. Cercano a La Muchacha, Gato ‘e Monte un artista bogotano, también se manifestó con su particular estilo, su voz y su “chiflamero”, con la canción en apoyo a las manifestaciones Soy la Turba, una cruda y visceral canción que expresa el sentir del manifestante, de aquella persona que ve desde su bando lo que sucede en las marchas, que encuentra todas las razones para salir a las calles a hacer parte de las protestas. El pastuso Lucio Feuillet interpretó Sed en 2020 en el evento #cantoxcolombia, manifestación nacional del 29 de Noviembre. Sin embargo para esta nueva movilización social, lanzó la canción oficialmente. Las marchas anuncian que el pueblo está herido, los medios repiten lo que su patrón ha dicho.¿Y aquí todo va bien?, expresa en su letra.
La variedad de sonidos que existen en la ciudad, también se hicieron sentir en las presentes manifestaciones, como el rap con El Kalvo, quién lanzó Toca Bregar, una canción “primitiva” en la cual retumban las rimas del autor, que busca expresar el sentir de este gran sector de la sociedad.
Sin embargo la escena musical bogotana no sólo con arengas, lanzamientos o canciones nuevas hizo parte del Paro Nacional. Desde los primeros días, en varios escenarios improvisados por la ciudadanía y los manifestantes en distintas concentraciones en toda la ciudad, como en el Portal Americas del barrio Kennedy, renombrado Portal De La Resistencia, se han reunido manifestaciones artísticas y musicales, convirtiendo este espacio en un lugar de protesta humanitaria y cultural. Así, uno de los eventos más importantes dentro del Paro Nacional que perdurarán para la memoria, “El rap se manifiesta, se realizó el 28 de Mayo, con un line-up de lujo con varios de los MC’s y raperos más apreciados en la ciudad. Esto mismo sucedió en el Monumento a los Héroes, uno de los primeros lugares en Bogotá en ser “tomados” como punto de concentración del Paro. Allí también se han presenciado entonces encuentros musicales de rap, electrónica y punk.
Como en cualquier gran ciudad, la música en Bogotá ha cambiado, se ha transformado, ha evolucionado y se ha adaptado al desarrollo y al cambio urbanístico y social. Todo influye: la llegada de las grandes industrias y grandes construcciones, la gran migración de población de otras regiones, la creación de eventos públicos para la música, el surgimiento de espacios medianos y pequeños para la música en vivo, el uso de las nuevas tecnologías, la llegada de nuevos medios de comunicación, los distintos movimientos sociales y políticos, los cambios de Gobierno y de administración local, el poco apoyo en lo cultural y el desconocimiento de la gestión cultural de esa escena musical por parte de las administraciones públicas. Todo esto genera un híbrido único musicalmente hablando, diferentes expresiones marginales como el rap y el punk en un principio, la fusión y las músicas tropicales por la inspiración e influencia de los ritmos de toda Colombia, los intentos de emular indirectamente los sonidos globales como el indie y más, convergen a la par de lo mainstream y de la música más comercial. Así suena Bogotá.