Dime que me quieres
Esta es una selección de canciones que conocemos todos, pero en versiones impensable o, por lo menos, muy curiosas.
A las ocho salimos a la ventana para aplaudir a los sanitarios y a la gente que nos cuida. Luego suenan todo tipo de canciones a través de ventanas y balcones ¿por qué siempre eligen esas? Reiterativas, archiconocidas y previsibles. Viene el sociólogo de guardia y me dice:
-La gente se quiere identificar con los demás, así que eligen las canciones más populares.
-Vale
EL POP ES REPETICIÓN
La música sirve para distinguirnos, pero también para reconocernos en los otros aunque para cada uno signifique una cosa distinta. A ratos bailamos juntos con la misma melodía. Eso debería de valer. Hemos seleccionado una colección de canciones de esas que se sabe “casi-todo-el-mundo”, pero que son improbables en la voz que se escucha.
Por otro lado el pop es… algo que se repite, aunque no tenga estribillos.
Fraskito hizo un disco de versiones ochenteras con canciones de esas “que se sabe toda la gente”. A mí eso me recuerda a los flamencos, a los que sólo les gusta si ya se lo saben. Lo bueno de Fraskito es que es un artista único y que lo que podría parecer una claudicación (en Twitter no se gasta sentido del humor) resulta ser una oportunidad para renovar la memoria del pop.
El Coro Gospel de Soweto (Johannesburg, Sudáfrica) es el más flamenco del mundo después de los carnavales de 2010, en los que compartieron escenario (y bailes) con Tomasito, Ranki, Raimundo Amador, Juan Diego Mateos, Jorge Pardo, Carles Benavent y Tino DiGeraldo. Ese recuerdo me hace olvidar a U2.
Las canciones de Ñico Saquito son como los ejes de la carreta, suenan al compás que más calienta, en este caso de Macaco. Silvio forjó en Sevilla una alianza eterna entre el rock, el soul, la semana santa y todo sin salir de una taberna de barrio.
Alba Molina formó parte de Las Niñas, un grupo que pretendió pasar las fronteras del pop. José Mercé ha cantado de todo sin dejar de ser flamenco. No lo intenten en casa. Raimundo Amador sigue los versos de Santiago Auserón para hacer una obra maestra con matices infinitos. Puro rock and roll.
Cuando se escucha copla en guaguancó se entiende cómo se produjo el invento entre el verso y el ritmo. Sangre blanca y negra, coplas y tambores bailando juntas. Mestizaje. Dice un amigo de Zaragoza que la orquesta de su tierra que echa de menos es la Orquesta Aragón (es un chiste). Aquí va otro: Black is Black, osea.
Nunca hubiéramos apostado por Celia Cruz cantando ska, lo consiguieron Los Fabulosos Cadillacs, aún resuena la voz de la guarachera como un trueno: “Yo me adapto”. Y es que estamos con los vasos vacíos y con los bares cerrados.
Dame veneno que quiero morir cantaban Los Chunguitos, aquí con El Bicho y Buika (no están hablando de garrafa).
Entre Dos Aguas fue la canción que le reventó la cabeza (y los dedos) a millones de guitarristas y se convirtió en el tema recurrente en las giras alrededor de todo el mundo. Paco la tocó de todas las maneras posibles, lo que nunca consiguió es hacer una versión sin guitarra flamenca, tranquilos aquí llega Jorge Pardo.
Michael Jackson ha recibido infinidad de versiones rumberas y flamencas ninguna tan brillante como la de Rum Beat con el bajo de Carles Benavent.
Roberto Carlos era el brasileño que gustaba a todo el mundo antes de que conociéramos a Caetano Veloso. Naike Ponce y Pakete hicieron un disco histórico que nunca nos cansaremos de escuchar.
Luis Eduardo Aute hablaba de los últimos fusilamientos de Franco; mientras, nos despertábamos Al Alba soñando con una canción de amor. Ya saben, lo cantan Fernanda y Bernarda: Se Nos Rompió el Amor. Te quiero.