Ava Gardner y Lola Flores

Hay tíos famosos que pasan por inteligentes (y graciosos) como David Broncano que se ha jactado públicamente de que es incapaz de recordar  diez libros que ha leído en su vida. No sé si eso es verdad y no sé cuanto tardará en firmar un libro. Así que te voy a recomendar algo David; la próxima vez que te pregunten: 

¡Miente! 

Es por una buena causa. Y puedes incluir en tu lista estos libros que seguro que alguno te puede interesar.

Siempre cuento que mi primera aproximación al flamenco fue a través del libro de José Luis Ortiz Nuevo, Las Mil y una Historias de Pericón de Cádiz (Demófilo, 1975). Ortiz Nuevo es un maestro a la hora de trasladar el pensamiento ,y la gracia, de nuestros héroes de la cultura oral, esos que como Pepe el de la Matrona aprendieron a leer enfrente de un colegio de pago. Así que Broncano tiene una excusa, él es de la cultura de la imagen, de esa que no necesita bibliotecas. Un puñetero héroe de nuestro tiempo. Este tiempo en el que se oye con claridad a unos tipos que nos recuerdan a esos que se jactaban de mandar los libros a la hoguera y a los poetas al exilio o a las cunetas. Cuando Federico García Lorca se fue de pueblo en pueblo con La Barraca, se fue entonando los clásicos; dicen que aquellos versos los entendían bien en esos pueblos con un altísimo porcentaje de analfabetismo.

Lorca vive hoy en el cante de Camarón, el de Morente y el de un montón de flamencos que aprendieron a leer frente a un colegio de pago. También está en la sección de poesía de las librerías, los lugares más acogedores que conozco; entras en una librería y ves el pensamiento ordenado en estantes que despiden aromas a reflexión y tinta.

Abrir un libro es una aventura que corre peligro. Yo también estoy más tiempo delante de una pantalla que frente a un libro de papel. Voy en metro y veo en mi vagón un libro de papel y nueve electrónicos. Las encuestas sobre consumo cultural no lo reflejan. Debe ser que todos mentimos en eso, pero debe ser porque no nos podemos permitir que cierre ni una librería más. Detrás de cada estantería se esconde, probablemente, la historia que uno anda buscando y sería muy triste quedarse sin ese relato.

No sé quién dijo que sólo había una cosa mejor que la música y es… hablar sobre la música que amamos. Hacemos extensión al placer de leer sobre música. Estos son algunos de los libros -recientemente publicados- que nos alimentan. La mayoría son flamencos porque ese es el eco que mejor nos suena, pero tampoco importa si no van de flamenco. Un día vimos cómo Mayte Martín y Belén Maya hicieron un concierto en Pamplona sin un compás flamenco y concluimos que: “no hay nada más flamenco que no tocar flamenco”. 

Uno aparece en un cuaderno de Pedro y tiene la sensación de entrar en las cuevas de Altamira y verse retratado en la pared. Lo cuenta un amigo inolvidable, Enrique Romero: Dibujar la música en vivo, en su hábitat por excelencia, con sus respectivas condiciones y limitaciones es el entorno en el que trabaja Pedro Strukelj sus ilustraciones. Así es como surgen estas crónicas visuales que quieren sonar y suenan con desparpajo en todos los ritmos que aborda… dibujadas sin levantar la mano, como si se tratara de una sola línea que da forma al músico, al instrumento, al ambiente, al escenario, fundiéndolo todo en un mismo plano, pero con cierto juego que respeta y, al mismo tiempo, desafía la perspectiva y las tres dimensiones

Milner nos lleva al comienzo de las grabaciones cuando Edison hacía “pruebas de tono” en los teatros con una cantante de ópera que el público presente era incapaz de distinguir de una grabación en gramófono. (Recuerden, Edison realizó estos espectáculos entre 1915 y 1925). Eso permite hacernos infinidad de preguntas acerca de los formatos que consumimos actualmente. Lo que hemos ganado y lo que hemos perdido en un proceso que ha durado un siglo: de los cilindros de cera pasamos a los discos de pizarra, de ahí al vinilo, luego llegó el CD y el MP3.

En el tiempo del gramófono el cante se labraba entre surcos. Carlos Martín Ballester tiene alma de pizarra. Algunos cantaores en su afán por copiarlo todo se han construido una voz que cruje como los antiguos, o como Gardel. Lo cual no le resta belleza al asunto. Carlos Martin Ballester es un coleccionista y un gran aficionado al flamenco, ha publicado tres volúmenes de la serie (Don Antonio Chacón, Manuel Torres y Tomás Pavón) que revisa a los gigantes del flamenco, aquellos que forjaron una tradición que podemos escuchar hoy en mejores condiciones que nunca. El volumen que nos ocupa (pesa kilo y medio) y va sobre Manuel Torres, ha añadido una “ese” al nombre habitual lo cual ha provocado alguna protesta airada. Lo que se cuenta es que Manuel Torres fue un innovador y un inventor. Así que, si se estaban preguntando ¿de dónde viene esos cantes? Una de las respuestas es de Manuel Torres (aunque él también se inspiraba en otros) fue el único profesional invitado a cantar en el Concurso de cante jondo de Granada en 1922 que impulsaron Falla y Lorca. La edición del libro es primorosa y clarividente, con 2 CDs que contienen 49 cantes, que son descritos y analizados en profundidad en un libro que te traslada literalmente a la época con abundantes citas y fotografías que ayudan a sumergirse en esos años de pizarra. Con textos de J.M. Gamboa, Ramón Soler y Norberto Torres.

Organizado como un diccionario. Esta obra es interesante, práctica y necesaria. Ahora que abundan las re-emisiones televisivas de muchas películas de nuestro pasado más o menos remoto. En la portada una estrella de Hollywood (Ava Gardner) que se quedó a vivir Madrid y la estrella de aquí (Lola Flores) que se fue para hacer las Américas y allá acababa “jarta” de estar todo el día con el traje de lunares y la bata de cola. Si Lola ha contado lo que vivió en varios formatos; con Ava nos perdimos a la que hubiera podido ser la mejor cronista de la rumba y el flamenco en Madrid en los años 50 y 60. Los que han contado algo estaban más interesados en Ava que en el flamenco y eso es algo que no les podemos reprochar. Además de la información, Carlos y Anita nos regalan una lectura crítica de artistas y películas. Ya saben, hubo mucho bodrio fílmico que sólo se justifica por la aparición de un artista de interés, también cabe discutir con los autores sobre el juicio sobre tal o cual artista que hace que el libro cobre vida propia en las manos de cualquier aficionado al cine y/o al flamenco.

El flamenco siempre se ha entendido mejor desde fuera, pero hacer una historia del flamenco desde la perspectiva neoyorquina parece una exageración. Nueva York es una ciudad tan amistosa para un flamenco como para el aficionado al cine que es capaz de reconocer el Empire State, donde trepa King Kong, y los 1001 rincones de una ciudad que albergó los mayores triunfos de Carmen Amaya, Carlos Montoya o Sabicas. De ahí a dedicarle ¡4 tomos! al asunto. ¿Temeridad? Para nada, Gamboa recupera con mucho sentido del humor el paisaje que se encontraron los flamencos en Manhattan desde finales del siglo XIX con Carmencita, que fue la primera persona en ser retratada por el invento de Edison y llega hasta tiempos recientes. 

Faustino cuenta las cosas con precisión y gracia (no se pierdan ni sus conferencias ni sus clases magistrales, mismamente para Gamboa). Entra en las bibliotecas para rastrear noticias flamencas y encuentra petróleo, lo cual significa que el periodismo de tiempos remotos cultivaba el afán por la noticia cultural, la reseña de costumbres y la crónica de su tiempo. Ahora, con suerte puedes encontrar una entrevista, pero apenas existen ni crónicas, ni reportajes. El rastreo parte de 1610 y llega hasta 1975. Se acompaña CD ilustrativo.

Cristina es una de las escasas autoras flamencas que está inmersa en nuestro sistema educativo. El libro aborda a través de doce estudios publicados por la autora entre 1997 y 2015 los cambios en el flamenco de los últimos años. Eso es motivo de discusión y controversia, pues las verdades de ese flamenco están sujetas a gustos y perspectivas diversas y cuanto más se acerca a la actualidad pues… más debate. Por ejemplo la visión que tiene sobre “el nuevo flamenco” es distinta a la que algunos tenemos desde Madrid.  

El cambio generacional ofrece un cambio de perspectiva. Frente a las verdades inmutables de otros tiempos, Silvia ofrece subjetividad y relato personal. Por ejemplo hace un retrato literario de Cristina Cruces que, a primera vista, parece realizado desde la perspectiva de género. Es decir desde el punto de vista de una mujer. Durante años a nadie le ha preocupado que el punto de vista fuera masculino (y/o “masculinizante”).

En una entrevista realizada por Benito Carracedo en Último Cero, el autor, maestro, músico clásico y popular resume: Son varios géneros dentro del mismo libro. Didáctico: explico de una manera sentimental, no técnica, no para músicos, los palos flamencos, unos 50, de forma que cualquier persona lo pueda entender, apelo a los sentimientos que de cada cante emanan. Poético… he escrito una letra para cada palo, que cumplen unas normas. Y por último, un viaje personal: yo escucho flamenco, mucho, pero hasta que no me pasó una desgracia… el flamenco me ayudó mucho a salir de una depresión impresionante.

Novela flamenca protagonizada por dos guitarristas. Y dice Rocío Márquez: Contemplar el flamenco desde la diversidad es la manera de hacerlo crecer fuerte, seguro y libre. El autor es guitarrista.

La primera novela de Luis es una ficción flamenca que aborda el arte de sobrevivir a tus propios sueños y a los de los demás. El autor es bailaor y aunque ni va de figura, ni está basado en hechos reales, a cualquier flamenco le puede parecer que tiene un rincón en la trama.

Un libro sobre la muerte del músico de jazz encabezado por una cita de un flamenco, Manolito de María: Canto por que me acuerdo de lo que he vivido.

Modesto documento de uno de los maestros madrileños del cajón flamenco. No es un tratado, ni un método. Es probablemente algo más valioso e intimo. Es una guía de experiencias como intérprete y profesor de un instrumento que sabemos que nació para el flamenco con Paco de Lucía y el percusionista Rubem Dantas

El primer volumen es una guía de los negros en Sevilla, que delata la simbología y los rastros que dejaron los negros en una ciudad que ha intentado borrar la parte ominosa de la esclavitud. El volumen 2 está dedicado a las mujeres.

Coincidí muchos años con Alfredo Grimaldos en el diario El Mundo. Fue la primera persona que traté que se reconocía seguidor de Antonio Mairena. Algo no muy valorado por mi generación. A través de Grimaldos uno se reconcilia con esa manera de ver el flamenco, la militancia política contra el franquismo y el cante como trinchera y compromiso que tuvo sus porqués en los años 60 y 70. Grimaldos era sobrio en sus juicios en la crítica de discos y nunca regalaba una estrella ¿Cómo se podía pensar que un disco de Camarón o de Morente merecían cuatro de cinco estrellas si eso no lo hacía con sus gigantes? Grimaldos considera que todos vivimos en un mundo de exaltación sin medida de la era del pop. En eso tiene razón pero falla la estrategia. Por mi parte, uno no medía el Omega de Morente con Juan Talega. Mi vara de medir es con la música popular contemporánea. Ese es el truco, que mides a Morente con Lou Reed y con Miles Davis y siempre sale ganando.

Fernando es bailaor, coreógrafo y filósofo. Aborda la homosexualidad en el escenario flamenco donde bailar “macho” ha sido una constante excluyente. Saca del armario a don Antonio Mairena sin que protagonice ningún titular escandalizante. 

Si hay un libro que nos ha podido cambiar la manera de ver el flamenco es este, que juzga los discos por las portadas. Luis Clemente multiplica sus aproximaciones al kitsch una década antes de la aparición de Rosalía. Desafortunadamente la generación del trap no cree en las portadas de discos, así que si quiere poner al día el diseño tendrá que poner una colección de uñas. ¡Grrrr! 

Tercera edición de un libro vital a pesar de la muerte de Morente en el 2010 y la de Balbino en 2019. Da la sensación que la obra sigue creciendo con cada escucha. Aún quedan cantes y grabaciones por oír, digestiones por hacer. Sonrisas para recordar.

Obra eminentemente gráfica en la que destacan las fotos de Paco Manzano y Manuel Montaño con textos de Balbino, Gamboa, Pedro G. Romero, Miguel Mora, Amaranta Ariño y Aurora Carbonell.

Poeta, periodista y escritor Paco Vargas habla del Morente que conoció: en sus páginas hay una historia que siempre estará inacabada, porque, aunque es de noche, la luz de Morente sigue viva en la memoria y en el corazón…

Bruno Galindo se acerca a Morente y su círculo para desentrañar un disco imposible de imaginar con otro artista.  

Cante a cante, verso a verso. Vida y obra de Camarón.  

La revista flamenca va por el número 5 de sus monografías en el que hay diversos perfiles de la cantaora y artista. Se incluye un extracto de sus tesis doctoral.

Con su permiso, voy a hablar de lo mío. Editado en digital, tengo ganas de hacer una edición exprimida en papel. Si bien comenzó como un “currículo-demasiado-largo” enseguida se convirtió en “estas-son-las-cosas-que-he-vivido-y-así-se-las-cuento”, que viene a sumarse a una vieja tradición del periodismo (o de la vida).

Mi padre, Melchor Gómez, distribuía en Burgos la editorial Zyx. No creo que ganara ni un duro, era un oficio de militante comprometido con la cultura. Un día de 1975 me pidió que le ayudara a hacer unos albaranes de una editorial llamada Demófilo. Esa noche durmió en casa un libro de pastas azules que se titulaba Las 1001 Historias de Pericón de Cádiz. Por la tarde lo leímos en voz alta y aún recuerdo las lágrimas de felicidad. En 1978/79 volví a escuchar esas historias narradas por Juan José González en el Johnny. Un día Alberto Martínez me enseñó en la tienda Flamenco Vive un ejemplar de segunda mano. Olía como huelen los libros viejos que han pasado de mano en mano por varios continentes. No quise comprarlo; para mí ese libro sigue vivo en mi imaginación. Seguro que está en buenas manos. Se lo dije a Ortiz Nuevo:

Ese libro tuyo me cambió la vida.

Un día le pregunté a mi padre cuantos de aquellos libros de la primera remesa de ediciones Demófilo se habían vendido en las librerías de Burgos y si se había quedado algún ejemplar.

Los devolví todos, me dijo.

Chema García Martínez comienza el libro Tocar la Vida con una cita de Manolito de María: “Canto porque me acuerdo de lo que he vivido”. Es curioso que se cite a un flamenco cuando el libro trata sobre los músicos de jazz, una especie en peligro de extinción. No se equivoquen, ahora hay más músicos de jazz que antes y saben mucho más. Tocar la Vida es la crónica de un tiempo que no volverá. Quizá por eso el autor vive ahora en Brasil y tras la presentación del libro en Madrid, su nieta aprovechó la presencia de varios personalidades de la música para hacer la pregunta del año: ¿Te gusta Rosalía?

Playlist

1. Rosalía - A Palé
00:00:16
2. Benavent, Di Geraldo, Pardo - El Desacuerdo
00:02:36
3. Paco Soto & Juan A. Salazar - Candela
00:04:38
4. El Sebas de la Calle - Camino, Camino
00:08:56
5. El Torta - La Calle y la Vida (ráfaga)
00:12:16
6. Rosalía - De Aquí no Sales (fragmento)
00:12:36
7. Martirio & Chano Domínguez - Ya no me Quieres
00:13:43
8. Miguel Hiroshi - Magic Carpet
00:18:22
9. Kati Golenko - Somewhere Over The Rainbow
00:22:25
10. Martirio y Chano Domínguez - Bito Manué
00:26:30
11. Pedro Ojesto FJC con Ingueta Rubio - Los Cielos de Madrid
00:28:19
12. Henry Cole & Tego Calderón - Caminando (edit Gufi)
00:36:19
13. Tío Borrico - Callarse por Seguiriya
00:43:21
14. Benavent, Di Geraldo, Pardo - La Leyenda
00:44:09
15. Tego Calderón - Mil Cosas
00:54:07
16. Sandra Carrasco con Pedro Ojesto - Vendedora de Canastas
00:57:21

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