Más allá de Buenavista
¿Hay algo que aún no se haya contado sobre Buena Vista Social Club? Pues si, algunas que Gufi conoció de primera mano.
La música cubana ha dejado grandes momentos en la historia de la música popular. El fenómeno más reciente, por universal, ha sido el de Buenavista Social Club, cuyo espíritu ha resucitado en un proyecto dirigido por Pancho Amat como Estrellas de Buenavista y Más.
Les contaré algunas cosas sobre ese disco que aún no se han contado y que conozco de primera mano.
En 1994 Ry Cooder publicó el disco Talking Tumbuktú con Ali Farka Toure. Un disco hermoso de un enamorado del blues (Ry) y un antecedente (y más cosas del blues) de Mali, el venerable Ali. El éxito de aquel disco entre los aficionados a la música (también recibió un Grammy) planteó una continuación. Supongo que fue Cooder el que habló de su pasión por la música cubana a la discográfica británica World Circuit y planificaron una grabación entre músicos de Mali y músicos cubanos en el que el nexo sería Ry Cooder.
En mi primer viaje a La Habana, alguien me contó que había un yankee grabando un disco en la ciudad. No le dí ninguna importancia. Había asistido al desembarco de La Vieja Trova Santiaguera en Madrid y poco más tarde a la de Compay Segundo que, de la mano de Santiago Auserón, había logrado firmar un contrato con Dro/Warner para grabar un disco doble titulado Antología y que ahora aparece por primera vez resumido en vinilo con el título de: Yo Vengo Aquí.
El encargado de activar la memoria de Compay fue Luis Lázaro, que se convirtió en su mánager. Siguieron unos conciertos maravillosos en pequeños clubes de Madrid como en “La Habana” de la calle Atocha, en la que Compay hablaba de los secretos de la vida: hay que comer poco, un poco de amor y un poco de ron. Aquella noche cayó una botella. Compay cantó una “asturianá” en el camerino y yo presenté la actuación.
Si descubrir a la Vieja Trova Santiaguera fue un acto de nostalgia entrañable, lo de Compay fue caerse del caballo camino de Damasco. Aquello era tan, tan, tan moderno que parecía ciencia ficción.
¡Chan Chan!
Aquella era la canción perfecta. Santiago Auserón no la incluyó en la primera edición del disco Semilla de Son y, sin embargo, cuando presentó el disco en Madrid nos trajo otro regalo imprescindible: Faustino Oramas “El Guayabero”, su concierto en la sala El Sol fue como descubrir la psicodelia cubana. Años más tarde Faustino hizo otro concierto en Madrid, en el Suristán, y aquello fue el “acabose”, una brutalidad en todos los sentidos.
Cuando se lo cuento a Ry Cooder en La Habana en los días en que se estrenaba el documental dirigido por Wim Wenders, el músico me mira iracundo.
–Me dijeron que “El Guayabero” estaba mal, que le habían cortado una pierna.
–Cojeaba mucho -confirmé- y tenía una afinación compleja de poner de acuerdo con otros músicos, pero en el Suristán ofreció un concierto de más de dos horas que fue psicodélico, magnético, brutal…
Ry Cooder no es de esos tíos a los que haces soñar con las narraciones que has vivido. Da la impresión de que se ofende por no haber estado en tu lugar. En una ocasión le pregunté por los Rolling Stones y me contestó airado: no quiero hablar sobre eso. Parece que fue uno de los candidatos a entrar en la banda en el puesto que ocupa Ron Wood. Le molesta, él sabrá por qué. Vean el episodio sobre Ron Wood en HBO (Mi vida como un Rolling Stone) y comprenderán que Ry Cooder nunca tuvo la menor oportunidad.
Cooder estaba ofendido en La Habana, me temo que su español es peor que mi inglés y sólo parecía relajarse cuando estaba en compañía de Manuel Galbán, el guitarrista eléctrico de Los Zafiros que acompañó a Las D´Aida y que era una de sus referencias estilísticas, y que nosotros habíamos conocido por grabar con La Vieja Trova Santiaguera.
–Cuando los guitarristas norteamericanos conozcan a Manuel Galbán van a alucinar, me dijo Cooder en el Hotel Nacional.
Cooder publicó el disco Mambo Sinuendo (2003) junto a Galbán con Nonesuch. Un día me llaman de Nuevos Medios porque Ibrahim Ferrer estaba de promoción en Madrid con Buenos Hermanos (2003); viajaba con solo un músico: Manuel Galbán. Mario Pacheco había llamado a los responsables de Nonesuch en España (distribuida por Warner-DRO, retengan esta información) por si querían aprovechar y hacer promoción con Galbán. La condición era compartir gastos de hotel y dietas). La respuesta fue un NO rotundo, así que Mario Pacheco escondió a Galbán de los periodistas y yo me jorobé sin hacerle una entrevista. Me limité a saludarle con admiración.
Ibrahim Ferrer viajaba con una empleada de World Circuit que me impidió grabar en video mi entrevista con el cantante. Parece que todos los miembros de Buenavista (excepto Compay Segundo) habían firmado un riguroso contrato de exclusividad con el sello británico en materia de imagen. Desde Nuevos Medios me preguntan si quiero presentar a Ibrahim Ferrer en la FNAC y moderar la rueda de prensa. Ibrahím cantó un par de canciones acompañado por Galbán, luego Ibrahim contestó a los periodistas. La empleada de World Circuit parecía molesta porque, esta vez sí, el acto fue grabado en video.
OMARA PORTUONDO LLORA EN LA HABANA
Paco Manzano me cuenta que vio llorar a Omara Portuondo porque su contrato de imagen le impedía cantar en un concierto que era retransmitido por la tele cubana. Finalmente Omara cantó junto a sus amigas, pero el disgusto no se lo quita nadie.
MARZO 1996, BUENAVISTA TENEMOS UN PROBLEMA
Recuerden, todo empezó con Ry Cooder en Mali y la idea de grabar en La Habana un encuentro entre músicos cubanos y de Mali. Aquí aparece uno de los grandes músicos de África: Bassekou Kouyate, al que conocimos muy joven en España porque participó en el disco de Ketama Shongay 2. Basekou era el encargado de gestionar los visados para viajar a Cuba. Un error en la entrega de un mensajero hizo que los músicos de Mali se quedaran en tierra.
Los gritos e insultos pronunciados por Nick Gold en World Circuit sonaron en medio mundo especialmente en los oídos del joven Bassekou Kouyaté. “Me has jodido, estás acabado, etc, etc, etc”.
Lo más asombroso del asunto es que los músicos de Mali no necesitan un visado especial para entrar a Cuba porque desde los años 60 está vigente un acuerdo diplomático entre los dos países que facilitó que un grupo de estudiantes malienses en Cuba formaran en esos años la charanga cubana más asombrosa de la historia: Las Maravillas de Mali. Por otro lado, World Circuit logró grabar tres discos fundamentales en la recuperación de las raíces de la música cubana. Se habían planificado dos discos A Toda Cuba le Gusta, firmado por Afro-Cuban All Stars y Buenavista Social Club, producido por Ry Cooder, que inicialmente era el disco en el que colaboraban los artistas procedentes de Mali con músicos guajiros entre los que estaba Eliades Ochoa, que aportaba dos canciones: El Cuarto de Tula y El Carretero, el clásico de Guillermo Portabales.
IBRAHIM FERRER ESTABA LIMPIANDO ZAPATOS
El encargado de coordinar las grabaciones en La Habana era Juan de Marcos González (del grupo Sierra Maestra), productor de A Toda Cuba le Gusta y que según Nigel Williamson fue grabado en seis días, y que según mi criterio es uno de los mejores discos cubanos en 40 años.
El caso es que estaban alquilados los estudios grandes de Egrem para grabar a los africanos, pero ante la ausencia de los músicos de Mali. World Circuit y Ry Cooder acuerdan grabar el disco de Rubén Gonzalez mientras que Buenavista se convertirá en un disco de música cubana. Juan de Marcos manda llamar al equipo titular de los afrocubans para que vuelvan al estudio de grabación. Especialmente a Ibrahim Ferrer, Cachaito, Rubén González, y se suman Eliades y Omara Portuondo.
Ibrahim se convierte en la imagen del disco, había sido abandonado por los que dirigen el cotarro musical: me dijeron que no servía, así que vivía humildemente en la casa que aparece en el documental de Wim Wenders y cuando recibió el recado de volver a los estudios Egrem estaba lustrando zapatos. Para Rubén González la llamada era una ocasión para volver a tocar un piano, el suyo había sido devorado por las termitas.
COMPAY SEGUNDO: YO NO TOCO UNA NOTA
Luis Lázaro (el mánager español de Compay) descolgó el teléfono a las 3 de la madrugada en su casa de Madrid y escuchó la cavernosa voz de Compay Segundo.
–Luis, escucha, aquí hay un americano que quiere grabar conmigo. Se llama Ry Cooder.
–Compay, aquí son las 3 de la mañana, llama dentro de seis horas a Dro-Warner,
Nadie ha confirmado las horas y las negociaciones. Se cuenta que Compay dijo en las instalaciones de Egrem: Yo no toco una nota sin la autorización de Dro-Warner que es una compañía seria.
Alfonso Pérez era el máximo responsable de Dro-Warner y sabía de sobra quien era ese americano que quería grabar con Compay. Ry Cooder es uno de los músicos mejor valorados en España por esa minoría de aficionados acostumbrados a leer la letra pequeña de los discos. Los de World Circuit nos ofrecieron la distribución de su catálogo, pero nosotros ya habíamos grabado a Compay Segundo. Los discos de World Circuit aparecerán en España distribuidos por una pequeña compañía Arpafolk/Resistencia. En los años siguientes Dro-Warner distribuye Nonesuch, la compañía norteamericana que edita a Ry Cooder.
Lo primero que hizo Ry Cooder al aterrizar en La Habana fue preguntar por Rubén González y por Compay Segundo. Las primeras crónicas de la grabación recuerdan que Compay tenía contrato con Dro/Warner, que la mayoría de los músicos se conocieron en el estudio (la mayoría nunca habían tocado juntos antes) y que cuando se rompió un pieza del magnetofón (y tardó un día en llegar desde México), eso vino bien para que los músicos comenzaran a improvisar sin presión. Cuando al fin pudieron grabar Cooder sugirió que esa era la atmósfera que había que mantener.
RESUMEN CON WIN WENDERS
Así que todo fue el producto de un error, una casualidad. La leyenda de Buenavista Social Club crece con el documental dirigido por Win Wenders con imágenes de la grabación de 1996 y de los conciertos del grupo en Nueva York y Amsterdam. Hubo varias giras posteriores pero no contaron con la participación de Ry Cooder ni de Compay Segundo.
World Circuit movilizó a una docena de periodistas al estreno en la Habana de Buenavista Social Club (1999). Desde España viajamos Carlos Galilea (El País) y este que suscribe por El Mundo. Win Wenders no pudo viajar pero sí que lo hizo Ry Cooder. En la rueda de prensa alcé la mano para preguntar:
–Una de las mayores dificultades del proyecto fue asegurar la participación de Compay Segundo, ya que en esos momentos tenía contrato en España ¿No se siente afortunado por que desde Dro-Warner facilitaran la colaboración?
–Si, es verdad. Soy muy afortunado, confirmó Ry Cooder.
Es difícil pensar en Buenavista sin el repertorio de Compay Segundo: Chan Chan, Orgullecida y Amor de Loca Juventud. Ya hemos dicho que Chan Chan es una de las maravillas del siglo; las otras dos canciones contienen lo que los cubanos llaman “Influencia” que procede del blues norteamericano, el territorio en el que Ry Cooder se muestra más cómodo.
LA REUNIÓN DE CANTE JONDO DE LA PUEBLA DE CAZALLA
Comienza el 30 de junio y hasta el 8 de julio en la Puebla de Cazalla (Sevilla) la edición número 54 de la Reunión de cante jondo que comenzó a celebrarse en 1967 con la dirección de pintor y poeta Francisco Moreno Galván. Desde entonces se ha convertido en un punto de referencia del flamenco clásico.
Si se repasa la extraordinaria colección de carteles se comprobará la ausencia de Diego del Gastor. El excepcional guitarrista vivía en Morón a unos pocos kilómetros de la Puebla pero no quería figurar en el cartel con el argumento: Y si me pones en el cartel y no voy ¿qué pasa?. Diego del Gastor estuvo sobre el escenario en catorce ediciones.
La noche del sábado 8 de julio se celebra la gran gala en la que participan:
Cante: José de la Tomasa, Elu de Jerez, Jesús Méndez, La Yiya.
Toque: El Perla, Antonio Higuero y Antonio Carrión.
Toque solista: Antonia Jiménez.
Baile: Eduardo Guerrero.
Presenta: Fermín Lobatón.
4:00 – 6:00 h. Flamenco Set con DJ Gufi.