Un retrato en el que nos reconocemos es aquel que queremos que nos hagan. Si además, aparecemos como la divina Greta, mejor que mejor. Aún cuando no seamos ni morenas ni suecas. Los grandes fotógrafos han retratado hasta la saciedad a Marilyn Monroe a Madonna a Warhol y a todos los grandes de la escena musical.

Willian Coupon se especializó en la escena punk. Pero eso queda muy artístico para publicar libros pero los punks no estaban interesados en gastarse en las caras de alguien a quien conocían bastante bien. Así que sabiendo que su cámara conseguía atraer a los grandes de la música se dedicó a disparar su objetivo por caras que terminaban por formar parte de la habitación de sus fans.

Los retratos de Coupon son tan fantásticos como los personajes retratados, y definen la escena musical y artística del New York. Conoció a David Byrne, Lou Reed, Jean Michel Basquiat, Guillespie, Laurie Anderson, Robert Mapplethorpe, William Burroughs, John Lurie, John Cale y muchos otros más. Todos estaban de moda siendo todavía poco conocidos o desconocidos. Eran inteligentes. Eran divertidos. Eran creativos.

William supo sacar partido a sus estancias continuadas por los clubs neoyorkinos, y además de alcohol y sexo hizo de ello una forma de vida. Era tan moderno que hizo los primeros retratos hablados. Una caja con el retrato y una cinta bucle por detrás. Así que veías a Basquiat y este te hablaba: poco, pero hablaba.

También ha hecho aborígenes, portadas de discos, ha trabajado para los grandes periódicos y revistas y lo comparan con el gran Irving Penn. No es una composición de Photoshop, porque como sabéis, “la verdad es más extraña que la ficción.”

Cuando se ven sus ideas y sus fotografías demuestra ser muy personal, por eso tiene una larga carrera. Según dice, las ideas son tan importantes como las fotografías. Hay que mirar al rostro y hacia el interior. Es peligroso quedarse en el exterior, hace frío.

En William Coupon es la simplicidad del enfoque lo que hace su trabajo tan complejo.

Tengo el placer de presentarles uno de los maestros contemporáneos: William Coupon, con una galería de retratos inolvidables.

No solo nos preocupamos de oído, sino también de la vista. Y nuestra mirada siempre es de altas miras. Para eso vivimos subidos en una Palmera.