Alfredo Sadel en la historia de Benny Moré
El 19 de febrero de 1963 partió físicamente “El bárbaro de ritmo” Benny Moré. El 22 de febrero de 1930 nacía en Caracas Alfredo Sadel. Se cruzaron, y cómo.
Los carnavales de Caracas eran aburridos porque allá no había músicos. El representante nuestro convenció a Benny para ir. Entonces, el señor Pérez, quien nos contrató, prometió pagar 44.000 dólares en tres pagos: la mitad la pagaba aquí en Cuba, y los otros dos tercios allá. El hombre acabó siendo un descarado y el compadre se la cobró con unos golpes bien merecidos. Ahí apareció providencialmente Bola de Nieve y lo sacó de la cárcel.
Lo dicho por Enrique Benítez Mora, “El conde negro”, amigo y compañero de Benny Moré, no es tan así, entre otras razones porque: 1. No eran aburridos los carnavales en Caracas; tal vez diferentes a los de otras metrópolis; 2. Porque en Caracas había músicos como arroz a granel; 3. Porque no fue de 44.000 dólares el contrato; y 4. Porque se obvia a Alfredo Sadel en el caso de la salida de prisión de Benny en la capital venezolana, la única de su vida. Y quien podía sacarlo del problema era Sadel, en Caracas, por razones obvias, no Ignacio Villa “Bola de Nieve”.
Ya para el segundo lustro de la década de los 50 la televisión llegaba al interior de Venezuela, las emisoras radiales estaban en apogeo y los centros nocturnos de Caracas estaban a todo dar. Los carnavales eran a todo trapo, pues no se puede olvidar que se estaba bajo la dictadura de Marcos Pérez Jiménez y que el boato, tan propio de él, reinaba. Luis María Frómeta Pereira “Billo” era ya una institución y, dato importante, la Sociedad de Autores y Compositores de Venezuela estaba en funciones. La Casino de la Playa, la Orquesta Aragón, Dámaso Pérez Prado y la Sonora Matancera se dejaban escuchar como se escuchaba también a Aldemaro Romero, a Juan Vicente Torrealba y, por supuesto, a la Billo’s Caracas Boys, la Sonora Caracas, Los Peniques, la orquesta de Chucho Sanoja, la orquesta de Pedro J. Belisario, y la de Luis Alfonzo Larrain, amén de otras orquestas nacionales y regionales que hacían lo suyo. Es decir, músicos había, y baile también.
En cuanto al primordial papel jugado por Alfredo Sadel para liberar a Moré en Caracas, no puede ser obviado. Benny y Sadel ya se conocían.
Alma Libre
En estos tiempos, en los que se escribe tanto acerca de los vivos de todas las especies y estirpes, muchos no se dan cuenta de que algunos muertos están más vivos que nunca. Como estos dos, unidos gracias a la inmensa popularidad que tenían en sus países: Cuba para Benny Moré y Venezuela para Alfredo Sadel.
Se llevaban once años de diferencia a favor de Benny. Bartolomé Maximiliano Moré nació el 24 de agosto de 1919 en Lajas (Santa Isabel de las Lajas, Cuba). Alfredo Sánchez Luna, Alfredo Sadel, nació el 22 de febrero de 1930 en Caracas, Venezuela. Benny fallecería el 19 de febrero de 1963 en La Habana y Alfredo Sadel fallecería en Caracas el 28 de junio de 1989.
Tendría Sadel dos años de edad cuando Benny, escondido en un camión de verduras llegó a La Habana a probar fortuna y a tratar de comerse el mundo con su voz.
En 1950, cuando un amigo le pidió a Sadel grabar el tema Diamante negro, Benny ya estaba retornando a Cuba luego de su estancia mexicana.
Cuando Benny regresa a Cuba es cuando comienzan las salidas de Sadel hacia Estados Unidos. Pero qué cosa, ambos colosos tuvieron que estar en sus naciones para alcanzar la consagración, derribando aquello que nadie es profeta en su tierra.
Cuando Sadel regresó a Venezuela y grabó la joya de LP que es Mi canción (de otra manera no se puede calificar a ese disco), Benny también estaba conquistando a Cuba.
Famosos ambos, Sadel viajó a La Habana, donde ya era un ídolo. Era febrero de 1955, y fue entonces cuando surgió la idea que ambos ídolos grabaran juntos. No se conocían y eran antípodas por la manera de vivir: Benny en la bohemia, Sadel en la disciplina. El ingeniero cubano Medardo Montero fue el responsable de aquella grabación de Alma libre, de Juan Bruno Tarraza, pianista y compositor cubano asentado en México. La versión contó con el magistral arreglo del venezolano Aldemaro Romero.
El mismo Medardo Montero contó en Caracas a esta periodista que Sadel esperaba impaciente. Había obtenido un arrollador éxito en los estudios de Radio Progreso y la grabación conjunta sería en los estudios de la CMQ. Sadel ensayando y el Benny no aparecía, claro, hasta que llegó “medio prendido” (tomado, por decirlo de alguna manera) y sin ensayo alguno entró a grabar. Medardo contaba que Sadel se mostraba molesto… hasta que Benny comenzó a cantar. La maravilla. La pieza salió de arriba abajo y aunque tuvo en una de sus estrofas una pequeñísima diferencia de entrada en las voces el feeling fue tan grande que Medardo Montero decidió dejarla así. Sabía que si volvía a grabar jamás tendría la intensidad de esa primera vez. Allí, con la admiración mutua por delante, se puso sello a la amistad de los dos músicos, de los dos vocalistas.
Es importante tener este detalle en cuenta. No es un detalle menor, porque si bien Ignacio Villa Fernández, Bola de Nieve, jugó un papel importante con su prestigio y el hecho de encontrarse actuando en Venezuela para ese momento, poco podría haber gestionado para sacar a Benny de la jefatura de Catedral. El poder que tenía Sadel en ese momento en que la represiva Seguridad Nacional tenía preso a Moré era mayor. Es que Sadel no sólo era “El tenor favorito de Venezuela”, sino que era el más relevante gremialista de los músicos venezolanos; era el Secretario General del Sindicato de Músicos de Venezuela, y además era amigo de Benny.
Benny en San Agustín
Al parecer las giras de Moré a Venezuela estuvieron vinculadas a las Fiestas del Rey Momo. En la primera visita, que hizo entre marzo y abril de 1953 (no había formado todavía la Banda Gigante), estableció lazos de mucha hermandad con músicos nacionales como Juan Johnny Pérez y Carlos Emilio Landaeta, “Pan con queso“. La Sonora Caracas, de la que formaban parte ambos, era la agrupación sonera por excelencia en la capital venezolana y fue la que acompañó a Benny Moré. Surgida bajo el hechizo que ejerció el Trío Matamoros a su paso por la capital venezolana, ella fue durante un buen lapso el sostén acompañante de muchas luminarias. De hecho de ahí surge el compadrazgo entre Benny y Johnny Pérez, (también de Pérez con Miguelito Cuní) y unas cuantas anécdotas vinculadas al paso de El bárbaro del ritmo por Caracas, sobre todo por la musical zona de San Agustín.
Con la Sonora Caracas, Benny debutó el 22 de marzo de 1953 en un evento benéfico para la Cruz Roja Venezolana en el club Coney Island Park. El “Inimitable guarachero”, como fue presentado en los medios escritos, repitió sus presentaciones al siguiente fin de semana en el mismo parque.
Benny Moré se presentó varias veces en el teatro Alameda de San Agustín, a casa llena. Ese recinto recibió también entre otros a Pedro Infante, La Tongolele, a Los Guaracheros de Oriente e incluso a Libertad Lamarque.
Detrás del teatro estaba La Atarraya, el bar de moda de la zona y al cual acudían algunos artistas luego de sus presentaciones. Pedro Infante y Benny Moré fueron clientes muy distinguidos.
Si para comienzos de 1953 Benny vino sin orquesta, sus otras visitas a Venezuela fueron con su Banda Gigante con la cual participó no sólo en eventos bailables sino en programas de radio, televisión, y viajes fuera de Caracas, pues estuvo en Maracaibo y en Valencia.
En enero de 1956 tenemos de nuevo a Moré con su orquesta en Caracas. Se presentaron en El Gran Show de las Doce, que se emitía al mediodía por Radio Caracas Televisión, junto al cantante Enrique Quijano, el humorista Hebert Castro, el profesor Dilmer y sus Muñecos, la orquesta Los Peniques y la animación de Víctor Saume.
Se sabe que con su orquesta Benny Moré se alojó en el Hotel El Comercio. El dato no es despreciable. Inaugurado en 1951, ese hotel estaba cerca del gran emporio radial de entonces: Radio Caracas Radio, Ondas Populares, Radio Difusora Venezuela, Radio Libertador, Radio Continente y Radio Rumbos. Corría el rumor que en los altos de una de esas emisoras se instalaría una planta de televisión que estaría allí, casi al lado del hotel que se estaba inaugurando entre las esquinas caraqueñas de Dolores y Puente Soublette. Además era importante porque ya había posibilidad de hacer grabaciones en las emisoras. Por esta razón ahora los artistas podían llegar, grabar y marcharse. Era un hotel caro para la época y entre otros artistas, allí se alojaron Agustín Irusta, Toña La Negra, Pedro Vargas, Celia Cruz, Juan Legido, Xavier Cugat, Bienvenido Granda, Carlos ArgentinoTorres, René Cabel, Bola de Nieve, Julio Jaramillo, Juan Arvizu,y hasta El Indio Araucano. Mención aparte mereció en el recuerdo de Rafael Moreno, consultado cuando todavía era gerente de Relaciones Públicas de ese hotel, la figura de El bárbaro del ritmo, Benny Moré.
La histórica cabilla
Las investigaciones realizadas por el comunicador Pedro José Revette Rodríguez, a partir de sucesos policiales, lo llevaron a hurgar en torno al famoso “cabillazo” de Benny Moré al empresario Max Pérez, así como en sus causas y consecuencias.
En febrero de 1957 Bennyrecibe la llamada de Max Pérez, ex boxeador puertorriqueño que residía en Venezuela dedicado al oficio de promotor artístico quien quería firmarlo para los Carnavales de Caracas. Cumpliendo con estipulaciones sindicales Bennyremite la solicitud a la Unión Sindical de Músicos de Cuba (USMC) que autoriza la salida hacia Venezuela de la Banda Gigante de BennyMoré. (Revette, s.f.)
La actuación de Benny estaba pautada, según el contrato, a 16 días. La suma total convenida por todo el trabajo era de 16.000 dólares, que al cambio de la época ascendía a 53.600 bolívares. Estando Benny aún en Cuba, el empresario Max Pérez le canceló 3.000 dólares (10.050 bolívares.) que constituían garantía de la partida global del contrato, entendiéndose que se le quedaba debiendo la cantidad de 43.550 bolívares. (Revette, op. cit).
Durante los 16 días siguientes, la Banda Gigante de Benny Moré hizo las delicias del público en el Club Al Claro de Luna y luego en Maracaibo, tal como estaba acordado en el contrato e incluso, tras el final de las carnestolendas, Benny participó en la “octavita”, especie de alargue de las fiestas que acostumbran los caraqueños y para lo cual El bárbaro del ritmo se hospedó en el número 14 entre las esquinas de Garita a Pepe Alemán, populoso sector del centro de Caracas.
El problema se presentó cuando Benny intentó cobrar sus honorarios, al apersonarse en las oficinas de Espectáculos América, empresa del ex boxeador Max Pérez, y este comenzó a darle largas. El músico cubano decidió concederle un plazo para que realizara el pago, pero al regresar en los días subsiguientes no obtenía por parte del boricua ninguna respuesta; al emplazarlo Benny agriamente, Max Pérez le comunicó que iba a rebajarle 10.050 bolívares de la partida global del contrato debido a que no había podido conseguir patrocinantes para las presentaciones en radio y televisión […] Benny preguntó que de dónde sacaba eso y el taimado empresario le mostró una cláusula del contrato en la que se establecía que se descontaría del salario de la orquesta la cantidad de $3.000 si no lograban venderse las presentaciones en radio y televisión. Benny Moré, que de tonto no tenía un pelo, le quitó el contrato de la mano para revisarlo y pudo darse cuenta de que el mismo había sido burdamente adulterado. (Ibídem, s.f.)
Pasaron diez días desde el final del carnaval de aquel año, y el sábado 16 de marzo de 1957 y con la paciencia agotada, Bartolomé Maximiliano acudió a la oficina de Pérez quien no solo no le pagó sino que afirmó que su deuda no era de 16.000 dólares sino 16.000 bolívares y por lo tanto ya toda la deuda con él había sido saldada. Revette afirma que el reclamo se convirtió en discusión hasta que el empresario, recordando sus viejos años de gloria en el boxeo le propinó al cubano un derechazo en el rostro sin contar con que Benny, a sabiendas de que habría bronca, se había preparado una buena cabilla a la que envolvió con las páginas de un ejemplar del periódico Últimas Noticias. (Ib., s.f.)
El investigador describe al empresario como “maula” para decir que tras el derechazo a Benny, el cubano contraatacó con un golpe de varilla en la cabeza y otros dos en el brazo derecho del expúgil. Los empleados de Pérez llamaron a la temida Seguridad Nacional, órgano represor de la dictadura. Los llevaron al puesto de socorro de la esquina de Salas y luego quedaron detenidos.
La trifulca se trasladó a los diarios y las emisoras. Max Pérez quedó libre bajo presentación y Benny quedó detenido a la espera de que se aclara el entuerto, dice Revette, en tanto que los miembros de la orquesta de Moré, se movieron para obtener su libertad.
Sadel y Bola de Nieve
Por los días en que el cantante lajero quedó en prisión, su compatriota Bola de Nieve se estaba presentando en escenarios venezolanos. Enterado de la suerte de Benny, junto a Alfredo Sadel, a la sazón Secretario General del Sindicato de Músicos de Venezuela, y quien ya estaba enterado de los hechos, realizaron gestiones para lograr de las autoridades su libertad. El investigador Revette acota que se insistió en el pago de la deuda por parte de Max Pérez.
Benny fue liberado, le fue cancelado el dinero adeudado y marchó para La Habana. Antes de partir de Caracas dijo que nunca más volvería a Venezuela.
Siempre estará
Benny no volvió a Venezuela, pero eso no significó que terminara su relación de afecto con los venezolanos, porque sin lugar a dudas era una referencia de alto valor. No se trata solamente de Óscar D’ León, aunque fuera el de Antímano el que más visible hiciera su devoción por El bárbaro del ritmo. En Venezuela casi todas las orquestas de baile tienen en su repertorio algún tema de los que fueran interpretados por el de Santa Isabel de las Lajas. Ello no sólo significa que los músicos le rindan tributo, significa también que hay una permanente demanda de sus temas por parte del público melómano y bailador.
Benny Moré sigue radiante y musical en el corazón de los latinoamericanos y caribeños y, claro, sigue en Venezuela porque nunca ha salido de la gratitud de los venezolanos.
Y en cuanto a Sadel
El periodista venezolano Aquilino José Mata en torno a la juventud de Sadel, relata: Desde su primera presentación en público en el Nuevo Circo de Caracas en 1947, cuando todavía no había cumplido los 18 años de edad, Alfredo Sadel impresionó por su portentosa voz de tenor y su estampa de galán cinematográfico. Lo tenía todo para triunfar y él estaba consciente de ello, de allí que aprovechó las oportunidades que se le presentaron para saltar del estrellato en Venezuela al éxito internacional, un camino que comenzó a recorrer en 1951, cuando es contratado por la RCA Victor para grabar en Nueva York.
Antes de aquella actuación en el Nuevo Circo, ya había ganado no poca popularidad a través de programas radiales tan sintonizados como La Caravana Camel y Fiesta Fabulosa. También grabó el primer disco fabricado en Venezuela, con la canción Diamante negro, compuesta por él y uno de los hitos de su repertorio, así como el bolero Desesperanza, que le escribió María Luisa Escobar. Además, había participado en las películas Misión atómica -junto a Amador Bendayán– y Flor del campo.
A su estancia en Estados Unidos, en México, sus históricas visitas a Cuba, sus joyas discográficas, los retos que se impuso en lo musical y personal y su amistad y solidaridad con Benny Moré, debemos agregar su calidad humana.
Sadel fue el primer venezolano en llegar a Hollywood y también el primero en cantar en la extinta Unión Soviética. Llegó también a La Scala, de Milán, Italia, y en Venezuela fue el primer músico en solicitar un recurso de amparo para participar en un evento al que tenía derecho pero no había sido llamado. Fue el primer ídolo de masas de Venezuela y el primer gran ídolo venezolano de exportación. Siempre tuvo con qué.
Sadel es otro valor que no desaparece de la escena musical venezolana, ni latinoamericana.
Nota: Para la elaboración de este texto contamos con la colaboración de Pedro Revette, de Gherson Maldonado y José Antonio Cedeño, del Archivo Musical de Venezuela.