La onda va bien
Así fue como el sello discográfico californiano Concord Picante cambió para siempre la historia del jazz latino.
Cuenta la leyenda que en agosto de 1969, un hombre de 50 años llamado Carl Edson Jefferson Jr., quien había amasado una bonita fortuna vendiendo Lincoln Continental y otros autos de lujo en un concesionario de la Willow Pass Road, en Concord, California, no pudo resistir más la enorme pasión que sentía por el jazz y organizó un festival en aquella ciudad ubicada a 33 kilómetros de Oakland.
El evento fue llamado Jazz in the Park Festival, y, transmitido por la televisión pública, tuvo un éxito inusitado con miles de entusiastas que acudieron a un escampado cercano a ver la música de Erroll Garner & Laurindo Almeida, quienes abrieron el festival, y del quinteto de Cal Tjader, quien lo cerró en una jornada junto a Bola Sete, Willie Bobo y Stan Kenton.
Cuando el evento pasó a llamarse Concord Jazz Festival, los guitarristas Herb Ellis y Joe Pass, programados para la edición de 1973, acudieron a Jefferson. Querían grabar un disco y no tenían presupuesto. Jefferson, un entusiasta del jazz con guitarra, accedió a financiarlos, y de esa forma tan sencilla y con la grabación de aquel concierto titulado Seven, Come Eleven, nació Concord Records.
Las primeras oficinas funcionaron en un restaurante aledaño al concesionario y según le contó Glen Barros, CEO de Concord, a Bill Milkowski en JazzTimes, “la mayoría del personal era gente que trabajaba en el concesionario”.
Eso en cuanto a funcionamiento. En cuanto a concepto, la idea de Jefferson de dar cabida a guitarristas de jazz, mucho menos conocidos que otros intérpretes del género y de alguna manera considerados “light” por los más puristas, le dio a Concord un estilo en sus primeros años. Eso determinó que la política de grabaciones fuera un poco diferente a la habitual.
Al estar muchos de estos músicos en la costa este, Mahoma fue a la montaña y grabó varios de sus álbumes en estudios de Nueva York como A&R con Richard Blakin como ingeniero. Eso y unas cuantas grabaciones de conciertos en el Concord Boulevard Park, donde se celebraba el festival. En el caso de California solía usar los A&M Studios de Hollywood, con Phil Edwards como ingeniero.
Pero entusiasta del jazz a más no poder, Jefferson fue creando un círculo de amigos que lo aconsejaban sobre las líneas de acción. Uno de ellos era el guitarrista tejano de swing & bop Herb Ellis, otro era el también guitarrista Charlie Byrd, amante incondicional de la bossa nova, y otro más era el vibrafonista Cal Tjader, toda una leyenda del jazz latino en la costa oeste americana.
LOS CONSEJOS DE TJADER
A finales de los años 70 el jazz comenzaba a mostrar dos caras. Por un lado estaba la escuela negra de Miles Davis, quien había influenciado de manera decisiva todo el jazz funk y el free jazz de la costa este. Por otro estaba el sonido cool que marcaba fusiones y aperturas hacia otros géneros en la costa oeste. Dave Brubeck y Stan Getz eran representantes de ello. De alguna manera esas escuelas derivaron en un neo-tradicionalismo que afectó a la música latina.
Mientras en Nueva York todo giraba en torno al lenguaje callejero del Spanish Harlem con sus reivindicaciones sociales y su sonido agresivo, en San Francisco Tjader mantenía el sentido de la percusión afrocubana como base de multitud de fusiones, llegando de una manera más fácil al público anglosajón. Su sonido era post-bop y su eco era instrumental… Exactamente lo que Carl Jefferson buscaba.
De modo que Jefferson y Tjader acordaron dar inicio a una división de Concord dedicada al jazz latino. El buque insignia sería el propio Tjader, quien además era el consejero del sello. En julio de 1979 Bill Edwards coordinó la grabación del álbum La Onda Va Bien en los Coast Recorders de San Francisco, con los músicos: Cal Tjader, vibráfono y dirección; Mark Levine, teclados; Ron Fisher, bajo; Vince Laetano, batería; Poncho Sánchez, congas; y Roger Glenn, flauta. Un sexteto.
El álbum se publicó en 1980 y al año siguiente ganó el Premio Grammy a la mejor Grabación de Música Latina, imponiéndose a Irakere, embajador del funk afrocubano; Julio Iglesias, estandarte de la música romántica hispana; Ray Barretto, santo y seña de la salsa; y Tito Puente, representante de la vieja escuela de orquestas latinas. El sonido cool marcaba la nueva pauta.
Los Grammy Awards, que eran el termómetro de las tendencias de la industria, también simbolizaron las inclinaciones del público. Concord Picante estaba imparable y en 1982 obtuvo dos nominaciones con Cal Tjader y con Laurindo Almeida & Charlie Byrd. Pero el 5 de mayo de ese mismo año, durante una presentación en Manila, Filipinas, Callen Radcliffe Tjader Jr., falleció de un ataque al corazón.
Tjader tenía 56 años y fue una pérdida para todos. Pero Jefferson no se vino abajo. Por el contrario, quiso poner en práctica los consejos de su amigo y el último de ellos era que contratase a Tito Puente.
LOS LATIN ENSEMBLES
A comienzos de los años 80 Tito Puente acababa su contrato con Tico Records, que ya estaba controlado por Fania, y Martín Cohen, lo había fichado para la firma Latin Percussion para hacer promoción de sus instrumentos de percusión. Así nació el Latin Percussion Jazz Ensemble, que hizo una exitosa gira por Europa. Johnny Rodríguez Junior Dandy recuerda que gracias al impacto de esa gira, Puente se dio cuenta que manejar un pequeño grupo de jazz latino podía tener más éxito que liderar una gran orquesta de salsa.
El álbum On Broadway del Tito Puente and his Latin Ensemble se grabó en julio de 1982 en los Soundmixters Studios de Nueva York con Ed Trabanco como ingeniero. La canción que le daba título había sido una sugerencia del pianista Jorge Dalto, quien había tocado la famosa melodía con George Benson en 1978.Y como no podía ser de otra manera, obtuvo el Premio Grammy de 1984 al Best Tropical Latin Performance.
Steven Loza, biógrafo de Puente, cree que su contrato con Concord salvó la carrera de Tito Puente, quien de otra manera se habría quedado como una referencia del pasado en medio del apabullante pop latino de los años 80 y 90. El trombonista de Puente, Chico Sesma, dice por su parte, que el éxito mayor de El Rey estuvo en el cambio del jazz latino, y que los Premios Grammy lo demuestran.
Así las cosas, los ojos de todos los músicos que sentían incómodos con la salsa romántica que comenzaba a ser la moda imperante en la música latina, se posaron en Concord Picante. Y Jefferson, claro, los empezó a fichar: primero, el alumno de Tjader, Poncho Sánchez; luego la cantante y pianista de bossa-jazz Tania María; en seguida el maestro del latin soul Mongo Santamaría; también el chicano Pete Escovedo, líder de una dinastía de músicos; y el ensemble Caribbean Jazz Project, liderado por el vibrafonista Dave Samuels y el intérprete de steel-drums Andy Narrell. Los Grammys siguieron llegando.
Por supuesto, en la medida en que los éxitos se sucedían, Concord Records crecía sin parar con otro consejero musical de Jefferson, Marian McPartland, sugiriendo nuevas ramificaciones. Sin embargo, Concord sufriría entonces uno de sus mayores golpes: el fallecimiento de su fundador Carl Jefferson el 19 de marzo de 1995. Así, de la mano de John Burke y Nick Phillips en la división de Artist & Recordings, Concord entraba en nuevas dinámicas.
Y una de ellas, cuando ya se acercaba el fin de siglo, fue fichar al gran revolucionario de la salsa, un genio inconforme, Eddie Palmieri.
LA RUTA DEL SIGLO XXI
Palmieri estaba con RMM de Ralph Mercado y acababa de reformar su banda para grabar El Rumbero del Piano, que sirvió de puente a Masterpiece/Obra Maestra, con el sello Universal y en compañía de Tito Puente. Pero la gran orquesta creada para la ocasión hizo que cambiara su forma de pensar. Se sentía agotado del formato y necesitaba cambiar. Y le sucedió lo mismo que a Puente: creó un ensemble, pero no para hacer nuevas obras, sino para reconstruir sus comienzos.
Así nació La Perfecta II, bajo la producción de Glen Barros y John Burke. Concord Picante hizo en total tres discos con Eddie Palmieri: La Perfecta II, Ritmo Caliente y Listen Here! En los dos primeros utilizó saxo, flauta, trompeta y trombón; y en el tercero, saxo, trompeta, trombón y violín. Y una nueva generación de latinos que no habían podido ver en acción a La Perfecta original de comienzos de los años 60 en Nueva York, vieron esa magia con el sello del Siglo XXI. Fue el cenit del sello californiano.
Pero para entonces todo había cambiado. La música latina entraba en la onda global y habían nacido los Latin Grammy como organización aparte. La industria se preparaba para nuevos cambios. El vinilo quedaba en standby y los CDs iban a sentir el impacto mortal del mp3. Concord Picante le daba una vuelta de tuerca a su producción fichando a las bandas de latin funk Ozomatli y B-Side Players.
En 1999 Concord Records fue adquirido por la compañía de entretenimiento Act III Communications, firma de Norman Lear y en sociedad con Hal Gaba. Tres años después Concord dejó Concord y trasladó su sede corporativa a Beverly Hills. En diciembre de 2004 adquirió uno de los sellos que habían marcado la historia del jazz latino de la costa oeste en los años 50 y 60: Fantasy, donde se hicieron famosos Cal Tjader y Mongo Santamaría. Y con Fantasy adquirió Stax, uno de los grandes sellos del soul, el gran rival de Motown.
Así se formó Concord Music Group Inc., que con el paso de los años y tras casi un millar de álbumes y más de una docena de Premios Grammy, ha puesto su mano en las producciones de jazz latino de los sellos Prestige, Milestone y Telarc.
Y vueltas que da la vida, aquello que dejaran atrás Puente, Barretto, Palmieri, Mongo y compañía cuando firmaron con Concord Picante, han llegado al redil de Concord Music Group bajo su división Craft Recordings: el sello que marcó un antes y un después en la salsa, Fania Records, los sonidos exclusivamente latinos de la casa mexicana Musart, y el sello que fue pionero de la música cubana grabada, Panart.
Pero esa es otra historia.