Decían de él que era el son en persona, y así lo llamaron quienes lo oyeron cantar en vivo. Dicen que fue la gran voz que le faltó a Buena Vista Social Club, a cuyos integrantes pudo opacar. Tenía afinación, fraseo, ritmo; improvisaba como solista y podía hacer segunda y tercera voces como acompañante. Y dejó grabaciones memorables que cuidamos con esmero en Colección Gladys Palmera. Rosa Marquetti nos sumerge en la vida y obra del gran René Álvarez.

René Alvarez Beseiro nace en San Antonio de los Baños, a escasos 50 kilómetros de La Habana, el 30 de mayo de 1918 y desde niño sabe que quiere cantar, que la música es lo suyo. Lo atraen las voces soneras de los sextetos y septetos más populares y como muchos, se lanza a la conquista de la capital cubana, sin otra cosa que sus propios deseos de salir adelante. Transita por las mismas vicisitudes que cualquier emigrante interior en una capital frenética y con 14 años, en 1932, comienza a cantar en la orquesta del flautista Genaro Godínez, lo que marcaría el inicio de su vida profesional en la música.

 

Con María Teresa Vera y Lorenzo Hierrezuelo
En Panamá con la orquesta de Armando Boza, circa 1947

Verbena en Isora Club, La Habana, circa 1950

Poco después, René Álvarez pasa al conjunto Gloria de Cuba, hasta que llega al Septeto de Alfredo Boloña, de los de mayor notoriedad y auge en el mundo musical habanero de los años 30. Su tránsito por estos septetos de son lo inserta dentro de las voces que formaban las más reputadas agrupaciones de este género, y alcanza su punto culminante al ingresar al famoso Carabina de Ases, dirigido por Jesús “Tata” Gutiérrez, con amplio respaldo de popularidad en la era de los septetos y portador de un sello distintivo ganado a fuerza de calidad musical, excelente imagen y acertado repertorio.

René Álvarez, inquieto y perseverante, empeñado en transitar el camino al éxito que merecía su extraordinaria voz, no teme en lanzarse a nuevos retos y en 1940, junto a su amigo el pianista Regino Frontela Fraga, forman una orquesta charanga a la que dan el nombre de Melodías del 40, formación que luego conquista el favor de los bailadores, que la elevan a la santísima trinidad de las orquestas bailables, junto a Arcaño y sus Maravillas y a Arsenio Rodríguez y su Conjunto. Sin embargo, René aspiraba a destacar con sus excelentes cualidades vocales, pero el formato de la charanga no era precisamente el ideal para esto, pues las tres voces cantaban al unísono, así que tras cinco años decide abandonar la orquesta. A día de hoy no se han encontrado grabaciones de la Melodías del 40 en la etapa de 1940 a 1945.

Decidido ya a manejar su propio grupo, en 1946 forma Los Comandos de René, pero su vida resulta efímera. Es en este momento en que René Alvarez recibe un contrato para viajar a Panamá. Pero antes de marcharse, articula una página de su vida que lo inserta para siempre en la memoria musical cubana: en 1946 se une al Conjunto de Arsenio Rodríguez. En las sesiones de grabación del “Ciego Maravilloso” el 21 de junio de ese año, ya aparece la voz prima de René Alvarez, quien también toca las claves y las maracas en algunos temas, junto a René Scull en idénticos roles; pues como se sabe, Arsenio solía utilizar dos voces primas, junto a una segunda, lo que daba un poderío singular al segmento vocal de su conjunto.

 

La voz de René Álvarez se disfruta en los temas grabados en aquella sesión: Chicharronero, Una experiencia más, Dame un cachito pa’huelé, Cero guapos en Yateras, Cangrejo fue a estudiar, Tengo que olvidarte, Juventud amaliana, Celos de mujer, Semilla de caña brava, Por qué la trajiste y El reloj de Pastora, del que hizo una antológica interpretación. Sin embargo, la incursión de Alvarez en los predios de Arsenio fue breve, pues en la próxima entrada en estudios, -casi siete meses después, el 13 de diciembre- ya no figuraba y había sido reemplazado por Pedro Luis Sarracent, que regresaba al conjunto.

Tras su gira por Panamá, donde coincide con otros músicos cubanos como Peruchín, pianista de La Perfecta de Armando Boza en el cabaret Ciro’s, o el cantante Miguelito Cuní, cuya voz prima había prestigiado por años también el conjunto de Arsenio Rodríguez, regresa a Cuba en 1947. Poco después organiza el conjunto René Álvarez y Los Astros, conocido también como René Álvarez y su Conjunto, de corta vida, aunque la suficiente como para legar más de treinta grabaciones que dan fe de la alta calidad de sus integrantes y del conjunto en sí mismo. Entre estas destacan el son montuno Palo caguairán, el bolero Bibelot de Chocolate, la rumba Yumbalé y los guaguancós Lindo yambú y Guaguancó en el solar, estos tres últimos de la autoría del propio Álvarez.

La base de Los Astros es entonces: René Álvarez, cantante y director; Juanito Roger, Carlos Roger, Armando “Gorila” Albertini y Cecilio “El Yuco” Servía, trompetas; Chicho Fresneda, cantante y guitarra; Juan Antonio “Pao” Dorvigny, cantante y tres; José Herrera, piano y cantante; Bienvenido Cárdenas, contrabajo; Humberto “Campeón” Fuentes, tumbadora; y Florencio Morejón, bongós. También pasan por el conjunto los trompetistas Pepín Vaillant, Ernesto “Tito” Puentes y Armando “Chocolate” Armenteros, los pianistas Silvio Contreras, David Palomares, Rubén González y Carlos Moré, el tresero Arturo “Alambre Dulce” Harvey, los percusionistas Félix “Chocolate” Alfonso y Florencio Cedeño, así como los cantantes invitados Miguelito Cuní y Cheo Marquetti.

René Alvarez y su Charanga, 1957

 

Estos registros se producen en las sesiones realizadas por los sellos RCA Victor, Stinson, Puchito y Sonora en La Habana entre 1948 y 1950. Los Astros de René Alvarez se inscriben en la nómina de los mejores y más recordados conjuntos cubanos, que siguieron la tradición de Arsenio Rodríguez. De hecho, Arsenio recluta a algunos de sus músicos, y cuando Los Astros se desintegra, varios de sus integrantes se unen al ex-conjunto de Arsenio para formar luego el conjunto de Félix Chappottín.

Tras la fructífera, pero breve aventura de Los Astros, René Alvarez se incorpora en 1950 a la Gloria Matancera, pero, al parecer, no deja registros sonoros con ese conjunto. Pasa también por varias agrupaciones, y llega a ser artista exclusivo de la radioemisora Mil Diez. A mitad de los 50, emprende otra etapa charanguera volviendo a formar parte de la Melodías del 40, por la que graba como solista Seis lindas cubanas y Se va conmigo para el sello Puchito.

En 1957 crea su propia charanga, integrada en sus debuts por: Evelio Landa, cantante; Ramón “Mongo” Peñalver, flauta; Roberto de Pogolotti y Diosdado Madrigal, violines; David Palomares, piano; Mario Beulé, contrabajo; Augusto Barcía, timbales; Félix “Chocolate” Alfonso, tumbadora; y Gustavo Tamayo, güiro. René Álvarez deja como testimonio musical de esta etapa con su Nueva Orquesta (así la denomina), varios discos sencillos de marca Corona reunidos en el LP Soñando en la playa (reeditado por Kubaney). La revolución castrista es pretexto de otras grabaciones charangueras para el sello FMR, entre las cuales están Lucha cubano y Sigue adelante, Fidel.

A finales de los 50 vuelve a formar otra agrupación sonera, René Alvarez y su Conjunto, con el que realiza grabaciones para el sello Rosy: Mi amanecer campesino de Pedro Aranzola, y No abandones a tu hijo, de Francisco Escorcia; y se presenta durante siete años alternando con la orquesta de planta del Cabaret Nacional, en Prado y San Rafael. También estuvo dos años cantando en el cabaret Sierra, de Concha y Cristina, hasta la década de los 60.

Pero entonces, René desaparece de los espectáculos. Los que le conocen y saben de su notoriedad, lo señalan cuando ven a aquel hombre negro y de baja estatura enfundado en el uniforme de los trabajadores del transporte urbano en La Habana. Hasta los años 80 podía vérsele ejerciendo de inspector en diversas paradas de la capital, sobre todo en la famosa intersección de las calles 23 y 12 en El Vedado.

Pero René no había colgado sus guantes musicales: se vincula a algunas formaciones ocasionales y centra una peña o encuentro musical en el reparto Bahía, en las afueras de la capital habanera. Anima el programa Nuestro Son en la emisora Radio Progreso, con una frecuencia dominical en el horario de cinco a seis de la tarde.

En 1987 con nuevos bríos sale de su retiro y organiza otro conjunto también con su nombre, e integrado por: Mario García y José Interián, trompetas; Aníbal Expósito, guitarra; Gerardo Llorente, tres; Ángel Vilches, contrabajo; Rolando Maceo, tumbadora; Guillermo Romero (el famoso Guille del Conjunto Casino), bongós; y Bartolo, maracas y coros.

Hasta donde se sabe, fueron sus últimas grabaciones discográficas. Estos temas aparecerían en el CD Guaguancó en el solar del sello Tumbao Cuban Classics. De este disco escribiría Cristóbal Díaz Ayala: “Tumbao lanzó este compacto en 1999 posiblemente tras la estela del éxito del Buena Vista Social Club. Hay más sabor al verdadero son en estos números. No hay la sofisticación del Buena Vista, ni la guitarra hawaiana de Cooder, ni el mezclado super estilizado; pero sabe al son habanero de los 40, de los 50. Me pregunto qué hubiera pasado si sale primero…”.

René Álvarez falleció en La Habana el 23 de julio de 1997. Contaba al morir 79 años. Esta es una de sus grabaciones más buscadas, donde se puede apreciar la magia de su voz.

 

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