Juan Pablo Torres

Juan Pablo Torres es en la música cubana un eslabón de engarce, ruptura y continuidad al mismo tiempo. Su trabajo como instrumentista, productor, arreglista y director fue mucho más allá de lo que se esperaba de cualquiera de estos roles: su creatividad los desbordó siempre. Y aunque a veces pareciera que su obra no ha sido valorada como merece, hay algo que niega esto: la actual vigencia y la riqueza de sus ideas musicales atrae a músicos de generaciones posteriores a la suya quienes reconocen su influencia.

El Juan Pablo Torres de su etapa más funky, como compositor e intérprete, se revaloriza y recontextualiza dentro de la música electrónica y urbana actual. Inspira a bandas como la angelina Jungle Fire y a músicos como el británico Gilles Peterson: ¡Éste es el hombre! Uno de los artistas más consistentes y demoledores de ese período (años 70), ha dicho Peterson. Un trombonista que realmente estaba avanzando sonidos y conceptos. Musicalmente es como si Acid Arab se encontrara con La Habana, con un enfoque cubano al ritmo que subyace debajo de todo lo demás.

En sus mix-tapes ha echado mano de temas de Torres como Y qué bien (del LP Super Son), Rompe cocorioco y Con todos los hierros, del LP del mismo nombre. Y su valoración no debe ser subestimada, sabiendo de antemano que Peterson ha hecho una profunda y productiva inmersión en la música que se hacía en Cuba en los años 70; aunque, sin dudas, conoce a la perfección el trabajo posterior que desplegó Torres ya radicado en Estados Unidos, en las décadas siguientes.

El funky de Torres creó un sonido donde la percusión afrocubana, los metales y los teclados y el sonido electrónico se batían en duelo. Sus primeros discos, en formato LP y grabados en Cuba, muestran claramente lo anticipado que estuvo; pues en los años 70 desarrolló, como compositor, trombonista y productor, un repertorio que puede catalogarse de experimental, de búsqueda y fusión del son con otros ritmos, estilos, sonoridades y géneros considerados de vanguardia en aquel momento. Pero todo esto tuvo sus orígenes.

LA OCMM

Juan Pablo venía de Puerto Padre, en la zona oriental de Cuba, de donde era también otro grande de su generación, el pianista Emiliano Salvador. Cuando llegó a La Habana para estudiar en la Escuela Nacional de Arte, trajo ya la experiencia de su paso por la Banda Municipal de su pueblo y por varios grupos de música tradicional. Ya en 1967, con 21 años hizo parte del núcleo fundador de la Orquesta Cubana de Música Moderna, con trombonistas de la vieja guardia y otros más jóvenes: el propio (Pucho) Escalante, Antonio Linares, Modesto Echarte y Luis El Pibe González. Ahí, el nuevo “meteoro” –como le llamó Leonardo Acosta– comenzó a llamar la atención de sus colegas.

El propio Acosta contó: Tanto el baterista Guillermo Barreto como el crítico Horacio Hernández me dijeron en aquellos días que Juanito es el mejor trombonista que ha dado Cuba en todos los tiempos, lo cual no es poco decir si consideramos la autoridad y nivel de exigencia crítica de ambos. Y también -decimos-, si se toma en cuenta que la vieja guardia del trombón en Cuba tiene nombres como los de Pucho Escalante, Generoso Tojo Jiménez, Antonio Linares -el maestro de Torres-, entre otros. Claro que había que asombrarse ante la excelente ejecución y la facilidad que demostraba en las improvisaciones aquel muchacho, quien, a pesar de que se sabía que no pasaba muchas horas escuchando jazz, sus improvisaciones como trombón solista de la orquesta provocaron inevitables comparaciones con los de J.J. Johnson, Kay Winding o Grachan Moncur III.

ALGO NUEVO

Primero fue el grupo Los Caneyes, dedicado más a la música tradicional y al acompañamiento de sus figuras representativas; después Torres creó el grupo Algo Nuevo, y tanto el nombre como la intención marcaban un cambio hacia lo novedoso. Nacer en lo que aún el cubano llama Oriente, pudo marcar su preferencia por el son, como centro de su experimentación con géneros tradicionales y el empleo de sintetizadores y otros componentes de tecnología. Pero tenía muy cerca y muy visible la influencia de bandas norteamericanas como Earth Wind and Fire y la preeminencia de los metales en aquel sonido y ciertas armonías terminaron cautivándolo.

Al formato evolucionado del septeto sonero -el conjunto, con sus tres trompetas- Torres agregó su propio trombón; el piano tradicional convertido en órgano, sintetizador y piano eléctrico; las pailas, en batería; el contrabajo en bajo eléctrico, mientras que la percusión afrocubana sometida únicamente a los cambios de fuerza e intención de sus ejecutantes. En esto, en el uso de los medios electrónicos, Juan Pablo con Algo Nuevo fue, al parecer, un precursor, seguido después por Irakere y el grupo Proyecto de Gonzalo Rubalcaba.

Torres pudo trabajar con libertad creativa en los estudios EGREM (antiguos Panart) donde grabó al menos, ocho LPs con Algo Nuevo y con orquestas dirigidas por el propio Juan Pablo y en su mayoría, producidos por él, validando, por un lado, su early cuban funky con pretensiones jazzísticas -que a veces denominó super son- y por otro, un estilo de instrumentales más tradicional: (¡Y viva la felicidad! en 1975; Mangle instrumental, 1976; Con todos los hierros y Super-son (1977) Algo nuevo, 1978; Grupo Algo nuevo: Cuba romántica, 1983; y Yamina, y Aerobics!, 1990).

Es esta etapa en la que se observa un alto grado de búsqueda e innovación en Torres, enfrascado en introducir medios electrónicos, jugar con el son tradicional y sus derivaciones, -algo que se observa hasta en los títulos de sus obras- y experimentar sin la presión del mercado -inexistente entonces en Cuba- y sin férreas imposiciones por parte del sello disquero, mientras que, desde el Nueva York latino, le llegaban los ecos de un suceso: la salsa construía su conquista internacional. En un momento en que Irakere, de Chucho Valdés, irrumpía pujante e indetenible, Algo Nuevo surgía con una increíble capacidad competitiva: nadie discutía lo acertado del nombre, pues todos reconocían que en la música cubana Torres estaba haciendo algo nuevo.

No se sabe si fue la intención de Torres, pero el modo en que desarrolló este grupo apuntó más a un formato instrumental y sonoro para grabaciones de estudio, que para la confrontación en directo con los bailadores, a pesar de su sabrosura rítmica, de sus tumbaos y guías en las escasas partes cantadas de algunos de sus temas, habrían sido -o fueron- muy atractivas al bailador. Torres y Algo nuevo contaron con los mejores músicos: Hilario Durán, Jorge Aragón Sr. y Jesús González Rubalcaba, piano; Fabián García Caturla, bajo; Amadito Valdés Jr., pailas; Guillermo Agapito García y Rolando Valdés, tumbadoras; Ricardo El Niño León en el bongó; Óscar Valdés y Roberto García, percusión afrocubana; Jorge Varona, trompeta. En los LPs de Algo Nuevo una buena parte de los temas son de la autoría de Torres, quien también asumió las orquestaciones de todo lo que grababan.

Como un momento diferente en estos años 70, Torres fue de los músicos cubanos invitados por la Típica 73 para grabar en Cuba en el LP Intercambio Cultural. Como productor y director musical en los años 70, estando aún en Cuba, registró bajo el sello Areíto (EGREM) numerosos discos de Juan Formell y Los Van Van, Orquesta Riverside, Noel Nicola, Aldo del Río, Miriam Ramos, la cantante haitiana Martha Jean-Claude, Omara Portuondo, o el venezolano Alfredo Sadel, entre otros.

Pero sin dudas su momento más alto como productor y arreglista fue el proyecto la Las Estrellas de Areíto, una serie de LPs grabados en 1979 en plan descarga, en los que reunió a los músicos y cantantes más representativos y virtuosos de la música tradicional cubana, que vivían en ese momento en la isla. Juan Pablo supo nuclear en este proyecto a músicos de varias generaciones y consiguió complementarlos y extraer lo mejor de cada uno. Fue osado al renunciar a temas clásicos del repertorio tradicional sonero y apostó por nuevos compositores y nuevos temas. Los discos de Las Estrellas de Areíto son considerados joyas irrepetibles en la discografía de la música latina.

EUROPA

En 1984 viajó a Italia para participar en la banda sonora del filme de Marco Bellocchio Enrico IV, compuesta por Astor Piazzolla. De este trabajo, saldría además el LP Oblivion, del afamado compositor y bandoneonista argentino, en el que Torres asumió el solo de trombón en uno de los cortes con igual nombre. Participó también en los discos Sciò y Ferry Boat de Pino Danieli. En torno a esas fechas, grabó su LP Cuba disco, con su grupo Algo Nuevo, integrado esta vez por Jesús González Rubalcaba en el piano y teclados; Antonio Pérez, bajo; Rolando Valdés, tumbadora; Filiberto Sánchez, batería; Adalberto Lara Trompetica, trompeta; Ángelo Arienti, sintetizador, guitarras eléctrica y acústica; y Juan Pablo Torres, trombón y arreglos. Todos los temas son de Torres, excepto Oblivion.

En 1992 llegó a España. La escena del jazz ibérico tuvo la suerte de contar con su trombón virtuoso en conciertos muy recordados en el club Calle 54, con el grupo de Joshua Edelman, o en giras con Bebo Valdés. Trabajó en el Conservatorio Superior de Música de Zaragoza, y en proyectos que evidenciaban su inagotable talento renovador. En 1993 se afincó en Miami, donde se destacaría igual como trombonista y productor.

ESTADOS UNIDOS, LA CONSAGRACIÓN INTERNACIONAL

Así comenzó para Torres una etapa donde su condición de virtuoso le llevaría a trabajar con grandes músicos como Dizzy Gillespie, Eddie Palmieri, Gato Barbieri, Slide Hampton, Steve Gadd, Don Cherry, Charles Aznavour, Hilton Ruiz, Néstor Torres, Mongo Santamaría, Giovanni HidalgoDave Valentin. Le convocaron a grabar en importantes discos de algunos iconos de la música latina como Bebo Valdés (Bebo Rides Again, Bebo de Cuba y Suite cubana), Tito Puente (Live at Birland: Dancemania 99 y Mambo Birland), Chico O’Farrill (Heart Of A Legends) y Paquito D’Rivera (Paquito D’Rivera Presents 40 Years of Cuban Jam Sessions).

Los conceptos que en esos tiempos alentaban a Torres en su carrera, su espíritu de búsqueda incesante, quedaron plasmados en los cerca de diez CDs que, como artista principal, grabó desde 1995 hasta su muerte, en los que se observa una mayor preferencia por la experimentación dentro del latin jazz, donde sigue teniendo como referente la tradición sonera. En lo que parece ser el disco personal que abre esta etapa, en 1993 grabó Dave Valentin & Juan Pablo Torres. Jazz Latino 3, con el afamado flautista norteamericano, donde destacan el protagonismo del trombón y sus improvisaciones, como en el corte Fiesta. Le seguirían los CDs Trombón Man (1995), Peper Trombón (1997), Descarga Afrocubana (1998), Son qué chévere (A Cool Son) (2000), Together Again (Juntos otra vez) y Cómo pica! (2002), e Identidad y Afrocuban Trombone (2003).

Un rasgo acusado de la discografía de Torres es su participación en una serie de discos en los que, en un ambiente de descarga, promovía su instrumento -el trombón- como protagonista e improvisador; entre ellos los CDs RMM descarga, Descarga Boricua: Abrázate, Descarga Boricua: Somos uno, Cuban Dreams Band-A Reunion: The New York Sessions y otros. Con capacidad de liderazgo, se implicó y promovió homenajes a grandes músicos cubanos, aglutinando en esos proyectos a los mejores instrumentistas. Como tributo a Generoso Tojo Jiménez, en el 2000 Torres produjo el álbum Generoso ¡qué bueno toca usted!, donde reunió a prominentes músicos como Pío Leyva, Paquito D’Rivera, Arturo Sandoval, Raúl Planas, Rudy Calzado y otros.

Un año después compartió ilusión y escenario con Israel Cachao López, Alfredo Chocolate Armenteros, Carlos Patato Valdés, José Fajardo y otras grandes figuras, en uno de sus proyectos más queridos: Cuban Masters, del que fue principal impulsor y que culminó con un gran concierto y la producción del álbum Cuban Masters. Los Originales, con varias nominaciones a los premios Grammy y Latin Grammy. Imparable, en 2002 Torres dirigió el proyecto Buena Vista, The Next Generation, al hilo de la estela que dejó el original Buena Vista Social Club.

El arreglo y la dirección musical en la grabación del tema Clara, de su amigo Juan Pablo Silvestre, fue su último trabajo. Lo realizó en 2005 cuando el propio Silvestre producía la música para la banda sonora original del filme español Para que no me olvides, de Patricia Ferreira y protagonizada por Fernando Fernán Gómez.

Cuando Juan Pablo Torres murió en Miami, el 17 de abril de 2005 a los 58 años, no había ya duda que su nombre era referencia absoluta del trombón latino en su concepción más moderna y universal, conectando la gran tradición de improvisación del instrumento en las orquestas y conjuntos cubanos, con el jazz, el funk y otros géneros y expresiones en la música latina.

El Juan Pablo Torres de su etapa más funky, como compositor e intérprete, se revaloriza y recontextualiza dentro de la música electrónica y urbana actual.

Playlist

1. Juan Pablo Torres y Algo Nuevo - Con ají guaguao
00:00:41
2. Juan Pablo Torres y Algo Nuevo - Que melcocha
00:04:08
3. Juan Pablo Torres y Algo Nuevo - Son naciente
00:07:30
4. Juan Pablo Torres y Algo Nuevo - Rompe cocoroco
00:10:04
5. Juan Pablo Torres - Trommontuno
00:14:18
6. Juan Pablo Torres y Algo Nuevo - Tatagua
00:18:37
7. Juan Pablo Torres y Algo Nuevo - Pan caliente
00:22:40
8. Juan Pablo Torres y Algo Nuevo - Son a propulsión
00:26:39
9. Juan Pablo Torres y Algo Nuevo - Baila con el trombón
00:29:35
10. Juan Pablo Torres - Oblivion
00:33:19
11. Juan Pablo Torres y Algo Nuevo - Mayajigua
00:36:15
12. Juan Pablo Torres - Rumba pa' los trombones
00:40:45
13. Dave Valentin y Juan Pablo Torres - Fiesta por Juan Pablo
00:46:44
14. Cuban Masters. Los Originales - Se calientan los cueros
00:52:37

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