El baile de los que sobran
Como en mayo del 68, 2019 marcó un hito en la manifestación ciudadana por sus derechos. Pero, ¿qué papel jugó la música? Te lo contamos.
A mediados de noviembre, a punto de terminarse la década, la protesta de la música latinoamericana la encabezaban algunos reguetoneros que al ser omitidos de las nominaciones en las principales categorías de los Grammy Latinos se indignaron y manifestaron su inconformidad en redes sociales. A favor, o en contra, muchos en el sector se manifestaron. Al fin y al cabo era otra de los tantos debates que tenía al reggaetón como centro de la conversación por su indiscutible relevancia y omnipresencia durante estos años. El caso es que llegó el día de la ceremonia y la única protesta que se hizo presente esa noche fue la de la artista chilena Mon Laferte, quien en la alfombra roja descubrió sus senos en los que tenía escrita la frase contundente: en Chile torturan, violan y matan.
Al día siguiente la foto del destape de Mon dio la vuelta al mundo, teniendo más visibilidad esta denuncia escrita en su cuerpo que los ganadores de la noche anterior. La artista dejó en claro que una situación menos glamurosa estaba ocurriendo en su país de origen: Me siento algo ridícula por estar aquí así vestida, cuando en mi país todo arde, aseguró. Y la verdad, es que a miles de kilómetros, y desde hace varias semanas, las manifestaciones, el caos, la desesperación, y las represiones violentas, estaban siendo el pan de todos los días en Chile.
Un escenario similar se había desatado hace meses en Puerto Rico, semanas atrás en Ecuador y Bolivia, y estaba aún por desencadenarse el de Colombia. Esto sin olvidar que hace más de 15 años las protestas en las calles hacen parte del paisaje en Venezuela. La región arde en llamas por cuenta de crisis sociales complejas y propias de cada país que no son nuevas, y que no pueden esperar más postergaciones.
A punto de empezar la década del 2020 la conversación en Latinoamérica cambió. Los problemas de siempre se convirtieron en inconformidades y frustraciones, que hicieron que la gente saliera a las calles con cacerolas en mano a exigir transformaciones de fondo. La música salió a marcar el paso de estas manifestaciones, con lo cual el debate musical pasó a convertirse en relato vivo del presente.
Fue así que empezaron a verse escenas memorables.
Más de 300 músicos reunidos en el Parque de los Hippies de Bogotá en el marco del Paro Nacional colombiano ofrecieron un concierto al que pusieron por nombre el Cacerolazo Sinfónico. Durante una tarde entre semana interpretaron piezas como el cuarto movimiento de la Novena Sinfonía de Beethoven, o uno de los himnos populares colombianos, Colombia Tierra Querida, del maestro Lucho Bermúdez.
El grito “El pueblo no se rinde, carajo; el pueblo no se rinde, carajo” marcando el ritmo de una batucada que se ha vuelto un canto nacional en Colombia. La versión más conocida estos días es la de los músicos Edson Velandia y Marcela Lizcano, pero nació a partir del coro que entonaron unos manifestantes de Buenaventura en 2017.
Marchas multitudinarias coreando “Únanse al baile de los que sobran, nadie nos va a echar jamás, nadie nos quiso ayudar de verdad”, perteneciente a El Baile de los que Sobran, un clásico con más de treinta años del grupo de rock chileno Los Prisioneros, con una letra que relata las desigualdades y pocas oportunidades de los jóvenes, y que hoy sigue calzando a los que protestan en estos días, a punto de convertirse en himno latinoamericano.
“Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía”, dice parte de la impactante letra de Un Violador en tu Camino, la canción del colectivo feminista chileno Las Tesis, que se ha convertido en el performance global de la temporada con cualquier cantidad de versiones en diferentes idiomas y plazas. Lo cual lleva una tragedia consigo y es la inmediata identificación que produce su letra en mujeres de todas partes del mundo.
¿Cómo la música ha ocupado un lugar protagónico en este momento? Juancho Valencia, líder de la agrupación colombiana Puerto Candelaria, sostiene una teoría: En Latinoamérica cuando nacemos nuestras madres nos cantan, cuando morimos nuestras gentes nos cantan, cuando nos enamoramos, cantamos. Para cualquier momento de la vida en la región la música es trascendental, así que cuando una sociedad se pronuncia frente a un pensamiento o una cuestión, la música acompaña, y ese es el poder de la música latinoamericana. La capacidad de acompañar nuestras tristezas y nuestras frustraciones por medio de una música que siempre genera alegría. La música latinoamericana siempre te invita al baile, a la sonrisa, no importa la tragedia que esté narrando.
Por su parte Edson Velandia, quien ha sido creador de canciones alusivas a la más reciente coyuntura política colombiana, sostiene que incluso la música hace parte de la reconstrucción del país: A pesar de las dificultades siempre hemos logrado mantener los rituales festivos. Eso lo que indica es que estamos dados para la música, lo tenemos vivo en nuestros genes y en nuestra cultura, así que aquí más que en muchos otros lados, la música es un lenguaje unificador. Colombia ha vivido una realidad muy particular, que se diferencia de otros países de la región. Tememos unos balances macabros del conflicto (armado interno) que sobrepasan por mucho los índices de violencia de otros países. Estamos hartos de tener que seguir poniendo muertos, seguir viviendo bajo el terror de las armas. Aquí estamos obligados a replantear otra posibilidad porque ya está claro que no podemos seguir repitiendo el mismo esquema, y ahí la música juega un papel muy importante. Cantar y bailar es el canal más directo con el que podemos reconstruir, Usando la poética y la lírica es que este país tiene una puerta abierta. El paro nacional ya demostró que podemos a través de la música construir otra manera de convivir, no a futuro sino que lo podemos hacer ya.
Cantar y bailar es el canal más directo con el que podemos reconstruir.
Muchos artistas han decidido sumarse a las manifestaciones y participar activamente en ellas. Tal vez uno de los casos más emotivos este año haya sido el de Puerto Rico. Las imágenes de Ricky Martin, Residente y Bad Bunny liderando las manifestaciones dejaron la sensación de estar profundamente vinculados con la situación de su país. Por los días de ese levantamiento la estrella de pop mundial puertorriqueña Ricky Martin pronunció en sus redes sociales a través de un video: Me estoy montando en un avión, me voy a Puerto Rico, llego a las 7 de la mañana, y allá estaré en la marcha. Quiero sentir el poder del pueblo. Por favor, de todos los rincones de la isla, vengan y manifiéstense con nosotros, tienen que estar ahí, y tienen que decir presente, es parte del futuro de tus hijos, de los hijos de tus hitos, es lo que tenemos que hacer.
La artista de trap chilena Princesa Alba contó lo que significó para ella participar en la coreografía feminista del colectivo feminista Las Tesis, Un Violador en tu Camino: Apenas hubo una convocatoria en Santiago fuimos con mis amigas y nos aprendimos la canción. Fue hermoso. Nunca había sentido una experiencia así. También hay que entender que este estallido social tiene muchas aristas. Hay descontento que viene de todas partes, y una de las aristas que más me toca a mí es el machismo y el patriarcado, entonces fue increíble ver como todas las mujeres nos juntamos y logramos canalizar esta canción, y cada vez me impresiona más lo que hicieron Las Tesis. El otro día vi el video que hicieron en Mozambique, y también supe que en Turquía hubo mujeres que se fueron presas por hacer esta performance.
El músico ecuatoriano Mateo Kingman, por su parte, publicó en su cuenta de Instagram un texto en el que explicaba su posición respecto a las marchas que se levantaron en su país: No creo que como músico tenga la obligación de opinar sobre toda la situación compleja que se va presentando en el país. Ahora escribo como Mateo, ecuatoriano de clase media que estuvo algunos días tratando de entender las contradicciones y confusiones que existen en este momento de paquetazo/ levantamiento hasta que mis viejos me dijeron: no importan las contradicciones. Hace tiempo que la gente no se levantaba y hacía escuchar esa voz poderosa y esencial del pueblo, que sigue y seguirá luchando por la igualdad en este país.
Formamos un grupo y dijimos ¿qué hacemos?
Uno de los actos musicales más impactantes durante estas manifestaciones latinoamericanas conocidas como el Paro Nacional, tuvo lugar el pasado 8 de diciembre en Bogotá. Mas de 40 artistas salieron a recorrer la ciudad en tarimas móviles con el fin de apoyar la protesta ciudadana interpretando sus canciones. En la iniciativa participaron Monsieur Periné, Adriana Lucía, Santiago Cruz, Telebit, Rocca, María del Sol Peralta, Doctor Krápula, Diamante Eléctrico, La Derecha, Systema Solar, Edson Velandia, Marta Gómez, María Mulata, Bomba Estéreo, Esteman, Totó La Momposina, entre muchos otros artistas. El evento que contó con la asistencia de miles de bogotanos que se volcaron a las calles.
Algunos artistas ni nos conocíamos de antes, éramos de muchos géneros distintos, desde el rock el vallenato, las baladas, el cancionismo, hasta el nuevo folclor. Lo que hicimos fue unirnos a las peticiones de la gente en las calles. Nosotros no queríamos ser ajenos a lo que está sucediendo, y por esa razón formamos un grupo y dijimos: ¿qué hacemos? Primero pensamos en hacer un concierto, fue la idea inicial, después dijimos no podemos hacer un concierto, tenemos que ir a las calles, recorrer gran parte de la ciudad para poder llevar nuestra música y nuestro pensamiento, y más allá de eso que pudiéramos cantar. Lo que queríamos era estar allí con la gente, y demostrar ante el mundo que lo podemos hacer de manera pacífica, alegre y con música, que es como se ha venido haciendo desde que empezó este Paro Nacional, relató la artista Marta Gómez, autora de la canción Para la Guerra Nada, una de las canciones más emblemáticas del proceso de paz colombiano.
Por su parte María Mulata, una de las autoras mas destacadas del nuevo folclor colombiano contó sobre sus motivaciones para sumarse al evento y a la marcha: Me manifiesto porque yo si conozco la otra Colombia a la cual la mayoría de colombianos le da la espalda, y hablo en mi música de las regiones, de los rincones olvidados, donde no se respeta la vida. Marcho porque no puede ser posible que los niños estén en medio del conflicto y que no tengan garantías de salud y educación. Marcho porque el presupuesto para la guerra es ridículamente superior al de la cultura, que es una herramienta primordial en la reconstrucción del tejido social. Marcho porque fui testigo de cómo los maestros, indígenas, y sabedores, mueren en extrema pobreza y no son valorados. Marcho para que se respeten los acuerdos del proceso de paz.