Luis Enrique y C4 Trío en un laboratorio
Tiempo al tiempo es el resultado del experimento que juntó al salsero nicaragüense con el ensamble venezolano de cuatristas.
Luis Enrique necesitaba salir de su propio guión. Quería virar el timón hacia otras aguas, guardarse en un bolsillo la etiqueta de salsero y hacer un álbum distinto, que lo presentara tocando su guitarra, abordando géneros diferentes y cantando música muy orgánica. En el camino, se encontró con el ensamble venezolano C4 Trío, que lo cautivó al punto de asociarse con él en una nueva aventura que terminó llamándose Tiempo al Tiempo.
Hubiese sido más sencillo, y quizá menos arriesgado, trabajar sobre una lista de canciones populares venezolanas y/o nicaragüenses arregladas a la medida del cantante. O hubiese resultado menos trabajoso, y probablemente más sexy desde una perspectiva comercial, construir un top 10 de sus hits para grabarlos en otros ritmos y formatos con ese despliegue de virtuosismo por el que C4 Trío es célebre. Pero no. Ninguno quiso conformarse. Casi en su totalidad, alma, corazón y esqueleto, Tiempo al Tiempo es un álbum compuesto de material inédito.
Creo que excedimos nuestras propias expectativas, comenta Luis Enrique. Los cuatro miembros de C4, por separado, dicen más o menos lo mismo. Cuentan que a cada paso que daban, la incertidumbre se iba disipando. La prueba piloto fue una canción llamada Suéltame, que el nicaragüense escribió con Fernando Osorio, un fabricante de hits como La Negra tiene Tumbao de Celia Cruz. A partir de ese joropo vestido de pop, todo fluyó.
La gran preocupación de Rodner Padilla, bajista de C4 y productor del álbum, era desencajar a una audiencia acostumbrada a escuchar esa voz envuelta en salsa: La de Luis Enrique es una voz que la mayoría de los latinoamericanos tenemos en el ADN. La gente está acostumbrada a escucharlo acompañado por cierta sonoridad. Todo eso va junto. Entonces, el reto era hacer un disco con este grupo de tres cuatros y un bajo, que respetara su esencia y al mismo tiempo nos permitiera proponer musicalmente algo distinto.
Al igual que Suéltame, Ay de Mí, la primera pista del álbum, camina sobre un joropo. Comienza con una base de chacarera argentina antes de revelar sus verdaderos colores en pinceladas del C4 Trío. La agrupación integrada por Padilla y el tridente que conforman Edward Ramírez, Héctor Molina y Jorge Glem despliegan su arsenal, valiéndose de trucos y artificios que hacen del cuatro un instrumento melódico y rítmico, que acompaña, canta y adorna.
A la alineación, para acentuar los golpes de joropo, sumaron al maraquero Juan Ernesto Laya, pieza del Ensamble Gurrufío, un ensamble de música folclórica venezolana que por estos días celebra 35 años de existencia. También llamaron al versátil Diego El Negro Álvarez, un estudioso de la percusión afrovenezolana que además ha sido cajonero de grandes figuras del flamenco, entre ellos el bailaor Joaquín Cortés. Su presencia sirvió para aderezar canciones como Sirena, una salsa con aroma de flamenco en la que sale de relieve un solo mágico de la armónica del brasileño Gabriel Grossi, conocido por su trabajo con el mandolinista carioca Hamilton de Holanda.
Luis Enrique salió de su hábitat para adentrarse en ritmos venezolanos, entre ellos la tonada. Pero la que cantó no fue una tonada de Simón Díaz, autor referencial de ese género llanero, sino de César Gómez, otro apasionado de la tradición venezolana. La Tonada de la Melancolía refleja la sensibilidad del cantante, que logró sumergirse en ese universo de nostalgia bucólica como si le fuera propio.
Sentir estos ritmos es fundamental para poder entrar en ellos sin dejar de ser uno. No soy ni pretendo ser cantante de joropo autóctono. Más bien quiero ser yo y quizás, dentro de mis posibilidades, tener un acercamiento diferente, dice el músico, que además asumió el rol de productor, percusionista y guitarrista durante las sesiones.
Canciones como Tiempo al Tiempo, la que le dio título al álbum, fueron compuestas durante el proceso. Aunque tanto esa como Suéltame, Sirena y Ay de Mí parecieran tener más cualidades de hit radial, el tema promocional que escogieron es otra llamada Añoranza, una contradanza zuliana que se convierte en gaita de tambora, una plegaria bailable generada en una suerte de taller entre Luis Enrique, Padilla, Molina y un invitado conocedor del género: el cantautor Jorge Luis Chacín, conocido por su vínculo con Guaco. La razón por la cual se decantaron por esa canción es su trasfondo social. Luis Enrique y sus colegas venezolanos de C4 reclaman tiempos mejores para sus respectivos países de origen: Sé que pronto llegará ese día/ oye, tierra mía, que cambies de color.
C4 Trío preservó una tradición. Cada vez que el ensamble ha grabado un álbum de colaboración, como los que hicieron con Rafael Pollo Brito o Gualberto Ibarreto, héroe del folclor venezolano, o con Desorden Público, referencia del ska latinoamericano, han dejado al menos una pieza instrumental. Esta vez agregaron Vértigo, una canción que tiene una energía particular, quizá porque la heredaron de su amigo Gustavo Márquez, ex bajista del grupo que falleció prematuramente en 2018. La otra es Merengue Today, una osadía típica de Jorge Glem, que buscó un cruce entre el merengue caraqueño y el son cubano.
Parecía que el disco quedaría así: un recorrido de ocho canciones que comenzaba con un joropo animado pero no frenético, que atravesada tempestades y melancolías, y que culminaba en una salsa con mensaje positivo y la invitación a bailar. Pero Rodner Padilla, quien asumió el liderazgo en la producción musical, insistió en agregar una versión joropeada de “Date un chance”, hit salsero de Luis Enrique escrito por el panameño Omar Alfano, que se sumó como un bonus track de un álbum experimental que tradujo musicalmente la camaradería de un artista y un ensamble.