Marta y Alexander en el espectáculo Ice Revue.

Hoy habrá quien, incrédulo, lo dude, pero La Habana tuvo una pista de patinaje sobre hielo dentro de un teatro. Con todo el lujo y la publicidad posible, su dueño, el magnate Alfredo Hornedo, inauguró el teatro Blanquita el 30 de diciembre de 1949 y lo presentó en su estrategia de promoción como el mayor del mundo. Con 6.600 butacas, un amplísimo escenario dotado de una sofisticada tecnología, y cafetería para 200 comensales, superaba en 500 los asientos del afamado Radio City Hall de Nueva York. Y para rematar, para estar al nivel de sus iguales en Estados Unidos, el nuevo coliseo tenía una pista de patinaje sobre hielo.

El teatro Blanquita domina –todavía existe bajo el nombre de Karl Marx- toda la franja de la calle Primera, colindante con la costa, entre las calles 10 y 12, en Miramar. Hornedo lo bautizó así en memoria de su esposa Blanca Maruri, fallecida poco antes, en 1948. Desde que abrió sus puertas, con el espectáculo De París a New York, por la compañía de revistas de Lou Walter, el teatro Blanquita en su programación se propuso emular en estilo, temáticas y profuso elenco, a los mejores de los Estados Unidos. Sus manejadores presumían de esa influencia, mirando siempre a los grandes musicales de Broadway.

Y aunque enseguida empezaron a desfilar por el escenario del Blanquita algunas divas y divos, como la argentina Libertad Lamarque, la cubana triunfante en México Ninón Sevilla o el italiano Ernesto Bonino, y algunas compañías estadounidenses de patinaje de discreta trascendencia, el verdadero notición llegó cuando el sábado 12 de abril de 1952 debutó en su pista de hielo la mundialmente famosa patinadora noruega Sonja Henie y su extraordinaria compañía, presentando el espectáculo Ice Revue.

La Henie era ya triple campeona olímpica de patinaje sobre hielo, títulos logrados en 1928, 1932 y 1936; diez veces campeona del mundo, la primera vez en 1927 con solo catorce años, y seis veces campeona de Europa, entre 1931 y 1936. Con tal aval deportivo, hacía algunos años se había convertido en actriz y primera figura de su propia compañía, validando en los escenarios sus habilidades y la fama alcanzada. Ella y su compañía llegó a La Habana precedida de una amplísima publicidad y una mayor expectativa, duplicada por la novedad del teatro Blanquita y su pista de hielo. Apareció y se mostró como una diva en el Coney Island, el recién inaugurado parque de diversiones. Pero el gran debut sería en el teatro.

Ciento cincuenta “estrellas de la pista helada” bailarán acompañadas por una orquesta de veinticinco profesores, dirigida por el maestro Jack Pfiffer y que incluye a músicos cubanos como Generoso Jiménez, Roberto Robby Barreto, Rafael Somavilla, Luis Suárez Llanes y otros. La prensa y los anuncios aseguraban que los cubanos verían el mismo e idéntico espectáculo que se había presentado en Estados Unidos, con todo el lujo y la fastuosidad previsible, garantizado por un vestuario avaluado en 700.000 dólares de la época.

Sonja Henie bailó todo el tiempo en el espectáculo, acompañada por Charles Hain. En las dos semanas que duraría su contrato en el Blanquita, tuvo tiempo para conocer La Habana y su cada vez más movida y espectacular vida nocturna. Lo más comentado por esos días, el espectáculo más sensacional, lo tenía el cabaret Sans Soucí en su cartelera: el show Sun Sun Babaé, el primero creado por el coreógrafo Roderico Neyra, Rodney, recién contratado para dar nuevos aires al centro nocturno, uno de los tres grandes cabarets cubanos, junto a Tropicana y Montmartre. El espectáculo Sun Sun Babaé se basaba en el afro homónimo, compuesto por Rogelio Martínez, el director de La Sonora Matancera, y su argumento demandaba la utilización de cantos, toques y bailes de origen yoruba.

Elenco de baile del Sans Souci.
Orquesta acompañante de Sonja Henie.

Las primeras figuras del show, en versión originaria e inicial, eran Celia Cruz y la bailarina norteamericana Skippy, seguidos de la pareja de baile que integraban Marta Castillo y Alexander CuttingMarta y Alexander–, y otros, acompañados por la orquesta de planta de Sans Soucí, dirigida por Rafael Ortega y un grupo de percusión afrocubana y tambores batá con los más importantes tamboreros iniciados en la liturgia yoruba, como Trinidad Torregrosa, y otros.

La autenticidad y energía de Marta y Alexander impactaron a Sonja Henie la noche en que fue a Sans Soucí a ver el espectáculo del que todos hablaban. En la danza y en la recreación visual lo que ofrecía Sun Sun Babaé era un ámbito temático desconocido para ella, y por exótico y bien facturado llamó poderosamente su atención. Se dice que la Henie era creativa, rupturista y con vocación para lo experimental: fue la primera en llevar la falda al atuendo de las patinadoras deportivas y en dotar de una imagen artística y de glamour al patinaje sobre hielo, llevándolo al terreno del arte más allá de la proeza deportiva.

Alexander Cutting, Sonja Henie y Marta Castillo.
Celia Cruz y Marta Castillo con Sonja Henie y otras bailarinas en Sans Soucí.

A decir verdad, al ballet sobre hielo no le había sido ajeno lo afrocubano: siete años antes, en 1945, el director Frank Tuttle y los productores Frank y Maurice King llevaron a Miguelito Valdés al filme estadounidense Suspense, donde el cubano aparecía con su llamativa tumbadora –que debió ser multicolor, el filme es en blanco y negro–, cantando y tocando sobre un pequeño escenario circular ubicado en el centro de una pista de hielo. La conocida patinadora británica Belita (Maria Belita Jepson-Turner) –una de las émulas de la Henie y protagonista del filme–, encabezaba un espectacular ballet de temática afro. Miguelito, sin bajarse del escenario, cantaba e interactuaba con Belita y sus piruetas de patinaje al frenético compás de la orquesta y del tambor de “Mr. Babalú”.

La Henie, probablemente, conocía este filme, y lo que vio en Sans Soucí desató su productiva imaginación.

En Sans Soucí, la Henie nos vio bailar, se enamoró del espectáculo –cuenta Marta Castillo–, y quiso montarlo en su show sobre hielo que llevaba a varios países en una larga gira. Quería que Rodney fuera para hacerlo, pero como él no podía viajar delegó todo en Alexander, dándole todas las anotaciones e indicaciones de la coreografía. Y finalmente como Marta y Alexander fuimos contratados para sumarnos a la gira de Sonja Henie. Se montó el número del Sun Sun Babaé, sobre el hielo; se llevó todo el control para el pago de los honorarios que correspondían a Rodney y los derechos de autor a Rogelio Martínez, el director y dueño de la Sonora Matancera, que era el autor del tema musical. Al final del espectáculo, con el último número de Sonja salíamos nosotros haciendo el Sun Sun Babaé, sobre una plataforma que se construyó especialmente para eso, colocada sobre el hielo, y salían también el resto del elenco ya sobre la pista helada, y en primer lugar la Henie patinando alrededor de nosotros. La plataforma subía y se lograba la idea que se quería dar, la del vuelo del “pájaro lindo de la madrugá”: la noche ya había pasado.

En julio de 1952, Marta y Alexander, con 21 y 26 años de edad, dejaron Sans Soucí y se incorporaron al ballet de Sonja Henie que continuó su gira internacional. Se presentaron con éxito total en Estados Unidos, Francia, Alemania, Noruega y otros países en un periplo que duraría hasta finales del siguiente año. A su paso por estos países, Marta continuó su inveterada costumbre de fotografiarse, sobre todo en los estudios de los mejores fotógrafos. De ahí las espectaculares fotos de la pareja, como las realizadas por el afamado fotógrafo Maurice Seymour, en Chicago.

Marta y Alexander en Berlin.
Danza ritual afrocubana.
Marta, Sonja y Alexander.

La revista norteamericana Jet, en octubre de 1952, insertó una foto de los bailarines cubanos con una breve nota, donde afirmaba que eran los primeros negros en actuar en un show sobre hielo de primer nivel. Con su brillante Cuban Fantasy dentro del Ice Revue 1953’ de Sonja Henie, los talentosos y jóvenes bailarines han sido importados desde La Habana por Miss Henie para que aporten con su número latino-americano, un aire de autenticidad a su más reciente creación. Y mencionaba la popularidad alcanzada por Marta y Alexander al ser premiados en una reciente selección en La Habana como el dueto más original en su arte danzario.

Al regresar a Cuba, con mucho aprendido y visto por el mundo, con nuevas experiencias que enriquecieron su arte empírico, Marta Castillo y Alexander Cutting fueron rescatados por Rodney para Mayombe, su nuevo show en Tropicana, que debutó el 6 de diciembre de 1953. Pero ya eso es otra historia.

La canción afro Sun Sun Babaé (Rogelio Martínez) fue el origen y el pretexto de esta fiesta afrocubana sobre el hielo.  Escuchen aquí la grabación original, que tuvo inicialmente el nombre de Ba Babé, por Bienvenido Granda y La Sonora Matancera para el sello Seeco.

Playlist

1. Sonora Matancera - Sun Sun Babae
00:00:59

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