Más allá de Mas Que Nada
Entrevistamos a Sergio Mendes y nos habló de jazz, Jobim y de una carrera dedicada a sembrar alegría.
Sergio Mendes es uno de los músicos brasileños más conocidos de todos los tiempos. La fama de Mendes trasciende países y generaciones, aunque muchos le conocen por solo una canción.
A pesar de que la gente ni sabe lo que dicen las letras es como un himno contagioso, cuenta Mendes, reflexionando sobre el éxito de Mas Que Nada, la canción compuesta por Jorge Ben Jor que llevó por el mundo. En principio yo la tocaba cuando estaba trabajando en clubs en Brasil. Tenía un sexteto, un quinteto, grupos instrumentales, y entonces fue una parte más de mi repertorio. Cuando vine a Los Ángeles grabé la canción con Brasil ’66. Nunca pensaba que iba a ser una canción tan grande. La cosa curiosa, la gran cosa, es que fue la única vez que una canción en portugués fue un hit por todo el mundo. Y después de 40 años volvió a viajar el mundo otra vez con la versión que hice con The Black Eyed Peas. Es una gran canción. Me encanta.
Mendes conversa con un tono amistoso y entusiasta que transmite la misma efervescencia que sus canciones. Acaba de cumplir 79 años, y lleva más de 50 viviendo en Los Ángeles, donde su estilo de samba-yeyé impactó en los años 60.
Nacido en Niteroi, conocida como “la ciudad de la sonrisa”, desde donde se cruza la bahía en ferry para llegar a Rio o en auto por el larguísimo puente Presidente Costa e Silva, Mendes empezó a tocar el piano de niño durante la convalecencia solidaria de una grave enfermedad. Describe los muchos momentos extraordinarios de su vida como una serie de casualidades afortunadas, “chiripas” que fortalecieron sus duraderas amistades con Antonio Carlos Jobim, Herb Alpert y Nesui Ertegun, de Atlantic Records, entre otros.
Ahora Mendes, ya conocido por una nueva generación como el intérprete de la banda sonora de la película animada Rio, está a punto de lanzar un nuevo disco. Una grabación que se enfoca en composiciones originales suyas que incluye colaboraciones con los raperos estadounidenses Common y Buddy, y también con los artistas brasileños Hermeto Pascoal y Carlinhos Brown, entre otros. El álbum, grabado entre Los Angeles y Rio se titula In the Key of Joy.
Creo que la música tiene esa función, traer alegría a la gente, y la música de Brasil tiene mucho de eso. Cuando pienso en la música brasileña, las primeras palabras que vienen a mi mente son alegría, celebración, fiesta.
In the Key of Joy sale conjuntamente con un documental sobre Mendes del mismo nombre, y otro disco retrospectivo.
En una conversación telefónica desde Los Ángeles, Mendes nos recordó algunas de las músicas que marcaron su vida, más allá de Más Que Nada.
Yo tenía como 12 ó 13 años cuando escuché un disco de Dave Brubeck, Take Five, y me encantó como tocaba el piano, y me enamoré del idioma del jazz y de la improvisación. Empecé a escuchar otros discos de los grandes pianistas como Art Tatum y Horace Silver, y la música be bop; Dizzy Gillespie, Charlie Parker y (John) Coltrane. Eso fue en el mismo momento que la bossa nova estaba floreciendo en Brasil. Yo estaba viviendo esas dos realidades. Y entonces músicos americanos empezaron a meterse en la melodía de la bossa nova, Stan Getz y Cannonball Adderley. Mis mayores influencias eran las canciones de Jobim y el jazz, y además las de compositores americanos como Cole Porter, (George) Gershwin y Burt Bacharach.
Cuando me mudé de Niteroi a Rio (con 19 años) viví en el barrio de Portofago. Después viví en Copacabana, donde estaba la mayoría de la acción en los 50 y 60. Desde el 58 a los primeros años de los 60 fueron los años del auge de la bossa nova; ¡eso pasó porque las canciones eran tan poderosas! Estaba en el Bottles Bar (que aún existe). Allí conocí a Jobim.
Jobim era maravilloso. Fue un mentor, un maestro y nos hicimos muy, muy buenos amigos. Fue un genio. ¡Tuvo que haber escrito más que 800 canciones! Yo tenía mucha suerte porque él hizo los arreglos para mi primer disco que grabe en Brasil.
Más adelante, Jobim pasó bastante tiempo en Los Ángeles cuando se estaban traduciendo las letras de sus canciones al inglés, y pasamos mucho tiempo juntos.
Aprendí tanto de él –la manera que escribía una canción, sus armonías–. Era un músico increíble, no solamente tocando la guitarra, sino también el piano. Como orquestador tenía un sentido excepcional para la armonía, la melodía y la construcción, toda la arquitectura de componer. Siempre fue una gran inspiración.
La primera vez que vine a los Estados Unidos fue para el concierto de bossa nova en el Carnegie Hall en junio 1962, cuando la bossa nova estaba explotando por todo el mundo. Vine con Jobim, y entonces conocí a Stan Getz y los otros músicos aquí. Esa fue mi primera experiencia en Nueva York.
Bossa Nova con Cannonball Adderley
En Nueva York, fui a ver el show de Cannonball Adderley en Birdland, y me dijo: ¿hacemos un disco juntos? ¡Yo no podía creer lo que estaba pasando! Cannonball fue un músico y un ser humano increíble.
Entonces volví a Brasil, y en 1964 hubo un golpe de estado. Eran tiempos oscuros en Brasil. Y me dije: creo que quiero irme a los Estados Unidos. Decidí venir aquí a Los Ángeles y construí mi carrera aquí, trabajando y viajando y grabando con distintas personas que entraron en mi vida, como Frank Sinatra. Y me quede aquí, me gusta vivir aquí, aunque casi cada año viajo a Brasil para visitar a la familia.
El swinger de Río en L.A.
Nesuhi Ertegun, de Atlantic Records, había venido a Brasil para hacer un disco con el flautista de jazz Herbie Mann.
Yo tenía un trío en ese momento, y me escuchó tocando en el Bottles Bar, y me dijo: ven al estudio mañana, vamos a hacer un disco. Entonces tocaba el piano en el disco de Herbie Mann. Y me dijo: si alguna vez vienes a los Estados Unidos llámame. Entonces una vez allí le llamé y dije: ¡ya estoy aquí! Y me firmó para Atlantic Records. Y nos hicimos muy buenos amigos hasta el día de su muerte. Fue una gran influencia en mi vida. Le encantaba el fútbol, como a mí. Amábamos al bebop y al fútbol.
Brasil '66 A&M
Mi atracción por la melodía vino de la bossa nova y las melodías de Jobim. Cuando escuché Fool on a Hill de los Beatles, dije, ¡wow, que melodía interesante!, a ver si puedo hacer que esa canción suene brasileña y hacer un arreglo totalmente interesante. Y así lo hice. Me encantó y decidí grabarla. Pienso que Paul McCartney es uno de los grandes compositores del mundo. Después recibí una carta de él agradeciéndome. Me dijo que la mía era su versión favorita de la canción.
Después pensaba que hay muchas grandes melodías, y si puedo hacer un nuevo arreglo que es diferente que el original, ¿porqué no? Y decidí grabar música de Henry Mancini, de Burt Bacharach (The Look of Love) y de otros de los grandes compositores americanos.
Primal Roots
En 1970 construí un estudio en el jardín detrás de mi casa. Mi carpintero fue Harrison Ford, el actor (después saltó a la fama con Star Wars, se convirtió en una estrella y pudo dejar su trabajo de “manitas”). Yo tenía ese estudio nuevo, fue el sueño de mi vida. Empecé a grabar cosas, e hice este álbum –mayormente cantos y canciones brasileñas–. El título es muy adecuado, Primal Roots (Raíces Primarias). Canciones folclóricas brasileñas, cantos tradicionales de Bahía, ese tipo de cosas. No fue un éxito comercial, pero a todos los músicos y a todos los críticos les encanta ese álbum. Y yo lo amo. Fue el primer disco que grabé aquí en mi estudio en L.A.
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