Hay dos familias Valdés que son dinásticas e imprescindibles en la música cubana. En una el patriarca es un sonero mayor: Alfredo Valdés Valdés (La Habana, 1908-Nueva York, 1988) conocido como Alfredito Valdés, y en la otra lo es un gran pianista: Dionisio Ramón Emilio Valdés Amaro (Quivicán, 1918 – Estocolmo, 2013), que no es otro que Bebo Valdés. Ambas familias, según han declarado sus descendientes, no están vinculadas por vía genética. Solo les une la música.

Si el apellido Romeu dejó una huella indeleble y primaria en el desarrollo del danzón, no cabe dudas que el son será siempre deudor del apellido Valdés en la historia los cuatro hermanos Alfredo, Marcelino, Oscar y Vicentico, los iniciadores de esta saga, músicos empíricos que comenzaron cantando y tocando sones, entre los cuales el talento nunca faltó. Los barrios habaneros de Cayo Hueso y Pogolotti están marcados a fuego por estos músicos de la primera dinastía Valdés, y eso dura hasta hoy. Alfredito Valdés es el mayor y es, sin dudas, el gran sonero de la familia. Comienza a cantar en los sextetos, llegando a pasar por los más renombrados: con apenas dieciocho años ya canta en el Sexteto Boloña. En 1926, canta con Nené Enrizo y en 1930 entra en el Septeto Agabama que dirigía Abelardo Barroso. Ese mismo año, cuando el Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro regresa de su exitosa presentación en la Exposición Internacional de Sevilla y otras ciudades españolas,  ingresa en esta formación en reemplazo de Cheo Jiménez, fallecido durante el viaje hacia Europa. 

Alfredito Valdés y Rita Montaner
Alfredo Valdés y Rita Montaner con la Orquesta Gilberto Valdés.

Con el Septeto Nacional es Alfredito quien realiza las primeras grabaciones de temas tan trascendentes como El castigador, El guanajo relleno, Lindo yambú y Entre palmeras. Tras varios años con Piñeiro, pasa al Septeto Cauto de Mozo Borgellá.  Otra muerte, esta vez en el ámbito del danzón lo lleva a convertirse en 1936 en el cantante de la orquesta de Cheo Belén Puig: acepta el difícil reto de sustituir al famosísimo e idolatrado Pablo Quevedo. Así la voz de Alfredito es la que quedaría en las primeras grabaciones de la famosa danzonera: Me han dicho que tú me quieres, Dulce serenidad y Ahora que eres mí hasta completar seis danzones cantados. 

Esto sólo fue el inicio de una movida y polifacética carrera: Alfredito fue un trashumante que tan pronto como en 1937 estaría en Nueva York, iniciando así un camino que lo llevaría con intermitencia entre Cuba, Estados Unidos y México.  Xavier Cugat lo contrata y graba varios temas, entre ellos su excelente versión de Bruca manigua. Graba también con la orquesta de Nilo Menéndez y dando muestras de su versatilidad, y hace dúo con Machito en el Cuarteto Caney, todo esto en su primera temporada en Estados Unidos. Regresa a Cuba y entre 1939 y 1940 participa en los filmes Cancionero Cubano y Estampas Habaneras. En 1940 ya está en México donde contribuye a difundir el son y realiza una serie de grabaciones. Alfredito Valdés sigue moviéndose entre Estados Unidos, México y Cuba, canta en orquestas y conjuntos y graba con Antobal, Moncho Usera, Casino de la Playa, Pedro Vía y la orquesta de Tito Puente, con la que graba varios temas en 1948 junto a su hermano Vicentico. 

Fiel a su ductilidad, se inserta también en otros formatos como el Conjunto Casino, el Sexteto Flores o la Sonora Matancera, el Trío Yara o Los Guaracheros de Oriente. Importante su trabajo al frente de su orquesta charanga a fines de los 50, ya radicado en Nueva York, que marcó pauta en el auge de este formato en el ambiente latino en esa ciudad. Su discografía muestra este recorrido que concluye con un importante trabajo Alfredo Valdés interpreta sus éxitos con el Septeto Nacional, donde a sus 72 años, retoma aquellos sones que le hicieron popular, esta vez con arreglos de su hijo Alfredito, a quien se le puede escuchar en el piano, en un disco que devino el último de la carrera del patriarca.

Alfredo Valdés
Vicentico Valdés

Alfredo Valdés Valdés es el padre de otro gran músico: Alfredo Valdés Permuy, conocido como Alfredo Valdés Jr. o Alfredito Valdés Jr.(La Habana, 1941 – Nueva York, 2016). Alfredito inaugura la generación académica de esta dinastía: son los músicos Valdés “estudiados”, que lograron lo que no pudieron sus antecesores en este sentido. Pianista excelente, creativo y con un swing muy personal, arreglista, compositor, bandleader, se destacó en el ámbito de la música cubana en Nueva York y del latin jazz. Su madre, Ana María Permuy, cantante y guitarrista, hizo parte de la orquesta femenina Anacaona. Su tío Oscar le pauta sus primeras clases de piano al maestro José Ochoa Berrios, el mismo que enseñaba a su primo Lázaro.  En 1956, Alfredito Valdés Jr se traslada a Nueva York con su familia donde realiza estudios superiores de música y literatura. Con su padre, se vincula al movimiento musical que revivió a las orquestas charangas en Nueva York. También ambos tienen que ver con el auge de la pachanga por los años 60.   

En 1959, se une la orquesta de Arsenio Rodríguez, con la que graba en 1960 el álbum Cumbanchando con Arsenio (Fiesta en Harlem). En esos tiempos transcurre una parte importante de su carrera en la Charanga Moderna de Ray Barretto, entre 1961 y 1964, dejando cinco álbumes que incluyen su gran éxito El Watusi y donde asumió el rol de arreglista. Durante la primera mitad de los 60 y gracias a su talento pudo alternar entre ambas orquestas dejando en ellas el sello de su piano. Después se traslada a Los Angeles donde vive hasta 1976 y ahí toca con la orquesta del cubano René Bloch. Regresa a Nueva York en 1977 y graba el álbum La Botánica, con Graciela y Mario Bauzá, y después, ya vinculado al sello SAR, del que llega a ser una pieza clave, realiza decenas de grabaciones en los que comparte con notables músicos como Chocolate Armenteros, Roberto Torres, Henry Fiol, La India de Oriente, Melcochita, y la SAR All Stars entre otros, que mantienen viva la música cubana en Nueva York. De la época en SAR destaca su arreglo del tema Caballo Viejo, en voz del cubano Roberto Torres.

Colaboró después con Juan Pablo Torres, Jimmy Bosch, y otros músicos del espacio latino de Nueva York.  Dejó también cerca de una decena de álbumes como solista, en los que demuestra su talento y valía como pianista en formatos de música popular. En los noventa trabaja durante cerca de quince años como pianista con la formación acompañante del gran Israel López Cachao, lo que le permitió  interactuar con el gran contrabajista en sus discos Master Sessions Vol. I y II, distinguidos con un premio Grammy, entre otros lauros. Alfredito es parte de la banda de Cachao en el documental Cachao. Como su ritmo no hay dos producido y dirigido por Andy García. El talento y las dotes naturales de Alfredito Valdés Jr le permitieron trabajar como músico profesional, lo que le llevó a estudios de grabación durante más de cincuenta años como instrumentista, compositor, arreglista, director musical, participando en más de un centenar de producciones musicales.

A Marcelino Valdés Valdés también le gustó el ambiente sonero y tan joven como su hermano Alfredito, con 18 años cantó con el Septeto Nacional, como recuerda su hijo Marcelino Valdés Stable. Tocaba bajo, también cantaba, pero lo suyo fue siempre la percusión. Tocó con numerosas orquestas en Cuba, y en muchos sitios como el cabaret La Campana, de Infanta y Manglar. Viajó entre Cuba y México en los años 40 y 50, y allí  trabajó, entre otras, con la orquesta de Aldemaro Romero.  Una de sus participaciones más destacadas lo vincula line-up convocado por Julio Gutiérrez a los estudios Panart para grabar los dos volúmenes de las míticas Cuban Jam Sessions que dirigió en 1957, y en las que Marcelino se hizo cargo de las tumbadora. Llevó al estudio a su sobrino Óscar Valdés Campos, quien terminó tocando el bongó en esas sesiones. Marcelino  se radicó en Estados Unidos y allí trabajó como percusionista y cantante en coros con numerosas agrupaciones como las orquestas de José Fajardo y Tito Rodríguez, el percusionista Mongo Santamaría y otros. También fue músico de sesión en varios discos para el sello Alegre, con el cual alineó también en The Alegre All-Stars.Trabajó en el mítico Palladium, y en el nuevo Cotton Club de la calle 125 en Harlem y su paso por prestigiosas agrupaciones cubanas dan fe de su talento musical.

Su hijo, sin embargo, no siguió el camino de la percusión: Marcelino Valdés Stable despuntó enseguida por sus dotes vocales, que le han hecho ser lo que es hoy: un excelente cantante. Periodista de formación, Marcelino es un crooner, un chansonier que domina lo mismo el american song book, el R&B, que la chanson, pasando por los grandes clásicos del bolero cubano y mexicano. Desde 1994 reside en Miami, donde pudo grabar su primer disco para el sello RMM de Ralph Mercado, una selección de boleros que han sido éxitos en la voz inconfundible de su tío Vicentico Valdés. El disco nunca salió al mercado, hasta fechas recientes en que se puede escuchar en formato digital. Marcelino cumplió no hace mucho un sueño que veía lejano cuando llega a cantar en Apollo Theater, el escenario de sus grandes referentes, acompañado por una orquesta dirigida por Richard Minor, el director musical de Whitney Houston!  Lo hizo con el tema I Believe I Can Fly.

Oscar Valdés Valdés (La Habana, 1912 – 2003) también fue percusionista, pero sus inicios fueron en el son, al igual que sus hermanos. Comenzó en el septeto Segundo Nacional, que era el que reemplazaba al original de Ignacio Piñeiro (cuando éste tenía otro contrato), y que por entonces se presentaba en la radioemisora CMCJ. Como también cantaba, pues lo hizo en las orquestas de Orestes Macho López y Cheo Belén Puig, haciendo suplencias en esta última a su hermano Alfredito. Como él, también pasó por el Sexteto Cauto de Mozo Borgellá, cuando esta agrupación se presentaba en el cabaret Sans Soucí. Al parecer, con el Cauto es su voz la que graba Cadencias tropicales y Congo se divierte. Como sus hermanos Alfredito y Vicentico, vivió en México a finales de los años 40. 

En los años 50 de regreso en La Habana fue músico de las orquestas de los canales televisivos 4, dirigida por Julio Gutiérrez; Telemundo, por Mario Romeu y CMQ, en la que trabajó bajo la batuta de directores tan prominentes como Roberto Valdés Arnau, Enrique González Mantici, Adolfo Guzmán y Rafael Somavilla. Pasó por las orquestas Sabor de Cuba, de Bebo Valdés con la que acompañó a Rolando Laserie. Con Bebo y su orquesta se presenta en el afamado cabaret habanero Montmartre, y trabaja con Pedro Jústiz Peruchín y en grabaciones con Pacho Alonso y el cuarteto Los Zafiros, íconos musicales de los años 60 en Cuba. Óscar Valdés Valdés fue uno de los músicos fundadores de la Orquesta Cubana de Música Moderna bajo la dirección de Armando Romeu. Como sus hermanos viajó mucho, pero no siguió el camino de ellos: de los cuatro, fue Óscar el único que permaneció y murió en Cuba. Sus hijos Oscar Valdés y Lázaro Valdés también son músicos:

Óscar Valdés Campos (La Habana, 1937) es la voz líder y la percusión afrocubana del mítico grupo Irakere y es hoy, como reza uno de sus discos, una leyenda viva,  uno de los percusionistas más reputados de Cuba en los tambores abakuá y batá. Aún vive en el barrio de Pogolotti, al que nunca ha querido dejar. Si no bastara la huella imprescindible que dejó como cantante y batalero en Irakere, su labor pedagógica en la extensión del conocimiento de estos instrumentos rituales afrocubanos le han llevado también a los más diversos confines del planeta. Óscar ubica sus inicios en el habanero cabaret La Campana, cuando hacía suplencias en la orquesta de planta del nightclubde la habanera calle Manglar, y donde acompañó a quienes eran famosísimos entre los bailarines de rumba: el trío integrado por la gran Estela, Mario y Litico Rodríguez. En ese tiempo la influencia de su tío Marcelino fue decisiva, pues incluso logró aprender a tocar con una combinación  que él había ideado, colocando el bongó delante y la paila a la derecha, para poder ejecutar ambos instrumentos al mismo tiempo. Oscarito tuvo un largo e intenso recorrido antes de llegar, junto a su padre, a la Orquesta Cubana de Música Moderna en 1967: como bongosero y timbalero pasa por la orquesta de CMQ, las de los cabarets del hotel Habana Hilton, Casino de Capri, Tropicana, trabajando con afamados directores. Fue baterista en la Banda Gigante de Benny Moré; graba bandas sonoras para filmes cubanos; junto a Chucho Valdés y Carlos del Puerto graba el  vinilo Jazz Batá, ya un clásico de la discografía del latin jazz, donde la percusión de la ritualidad afrocubana que ejecuta, tienen un rol primordial. Su papel en Irakere, al decir de Chucho Valdés, fue decisivo. Óscar Valdés no solo fue cantante y percusionista, sino que ideó las letras de muchos temas de fuerte impacto popular, trabajó en los conceptos ritmáticos del grupo, el uso de los tambores batá y los elementos de la liturgia yoruba y afrocubana en general.

Con sus hijos Diego (bajista) y Oscar (baterista) Valdés Moreno funda en el año 2000 el grupo Diákara, de incuestionable significado en la escena jazzística cubana desde entonces. Dieguito Valdés se radicó en Cali, Colombia, y allí continúa su carrera como jazzista. Alumno de Carlos del Puerto, en Cuba trabajó con las cantantes Beatriz Márquez y Mayra Caridad Valdés, el trombonista Juan Pablo Torres y el Grupo Galaxia. Ya en Colombia ha sido solicitado por músicos como Moisés Angulo, Andrés Cepeda, Margarita Rosa De Francisco y César Mora, entre otros,y cuenta con 2 discos propios: Pon atención y Latimbass, en los que retoma la tradición de su dinastía, asumida desde su autoría de los temas con influencias del songo, timba, hip hop y jazz, más una mirada crítica a través de las letras.

Oscarito Valdés Moreno (La Habana, 1965 – 2013) fue uno de los grandes drummers de su generación, ¡y con esto estamos diciendo que fue contemporáneo de Horacio El Negro Hernández, Ruy López-Nussa y Giraldo Piloto! Oscarito fue el baterista en dos de los grupos más innovadores y creativos en la escena jazzística cubana de los ochenta: Afrocuba, de Oriente López y Diákara creado por él mismo; nadie duda de que su desempeño en ambos fue crucial en el sello experimental de alto vuelo que marcó a estos grupos. Su legado está signado también por los aportes que hizo en la evolución del instrumento en Cuba en su afán de unir la herencia dinástica con la técnica más depurada y contemporánea. Todavía se recuerdan su genial performance en aquella jam de baterías en el Festival Jazz Plaza de 1988 con el gran Max Roach; los tiempos en que Diákara acompañó a Silvio Rodríguez, sobre todo en la memorable gira por Chile y Argentina, llevando a sonoridades jazzísticas el repertorio del trovador cubano. Todo esto, antes de Diákara, y de que se radicara en Ecuador, donde lideraba una clínica de percusión bajo el patrocinio de renombradas marcas de instrumentos. Su muerte, a los 48 años, truncó la carrera de un talento verdadero, pero penosamente infravalorado en la industria comercial de la música.

A su padre, Oscar Valdés, ya con 81 años, aún puede vérsele en el club habanero de jazz La Zorra y El Cuervo con su grupo Diákara, sin sus hijos varones, pero con su hija Laiza, joven saxofonista.

El otro hijo de Oscar Valdés Valdés es Lázaro Valdés Espinosa (La Habana 1940) Pianista y compositor, fue el último pianista que tocó en la Banda Gigante de Benny Moré, formación que llegó a dirigir, intentando mantenerle en activo cuando “El Bárbaro del Ritmo” ya no estaba entre nosotros. Ha sido pianista en los desaparecidos Teatro Musical de La Habana y en el Teatro Martítambién de la orquesta de la Radio y la Televisión en Cuba, y pasó por las orquestas de varios cabarets habaneros después de 1959. Dirigió sus propios grupos (Keleyá y T con E) y hoy con 78 años, sigue en activo, lleno de proyectos con su grupo de jazz con el que se presenta, al igual que su hermano Oscar, en La Zorra y El Cuervo, en La Habana.

Un hijo suyo, Lazarito Valdés Rodríguez, es el director de Bamboleo, una popular  orquesta de música bailable en Cuba, con un estilo cercano a la timba. Lazarito es además compositor, arreglista y pianista también con formación académica.

Sin dudas, el más famoso y versátil de esta dinastía es Vicente Valdés Valdés, ni más ni menos que el gran Vicentico Valdés (La Habana, 1918 – Nueva York, 1995) Casi un niño empieza en sextetos y septetos, como el Orbe, el sexteto Jabón Candado, la orquesta de Cheo Belén Puig y septeto Los Leones, donde canta junto a Marcelino Guerra Rapindey, con quien como Trío Criollo hace sus primeras grabaciones. Hace parte de la orquesta Cosmopolita, de Vicente Viana y vendrá una etapa en que Vicentico sigue a su hermano mayor Alfredito en viaje a México, en la década del 40, donde canta y graba antológicas guarachas, sones y afros. De ese tiempo son sus grabaciones de Un meneíto na’má Negro bonito. Lejos estaba aún Vicentico de deslumbrar con su voz melosa y romántica en esos boleros que hizo icónicos.

Como su hermano, su vida será un constante ir y venir entre México, La Habana y Estados Unidos, pero es aquí donde transcurrirá la mayor parte de su carrera musical. En 1948 llega a Los Ángeles y después a Nueva York. La impresionante discografía de Vicentico Valdés incluye también temas registrados con la orquesta de Noro Morales y con la de Tito Puente, que lo contrata conociendo que la sabiduría de sonero inspirador de Vicente dotaría a la banda del auténtico sabor cubano que buscaba el boricua. Es también época de mambos, chachachás y empieza a cantar sus primeros boleros y canciones con respaldo orquestal. Pero serían las grabaciones que realiza en La Habana con la Sonora Matancera, por encargo del sello Seeco entre 1953 y 1958, las que arrasarían en popularidad y lo harían un nombre reclamado y aplaudido a partir de entonces. Entre ellas Una aventura, Solo por rencor, Decídete, Yo no soy guapo, pero quizás la que más cala en el gusto popular será Los aretes de la luna, de José Dolores Quiñones.

Vicentico se consolida para lanzarse a mayores empeños: crea su orquesta  e inicia ya un camino propio e irreversible donde se convierte en el gran bolerista, querido y respetado en toda Latinoamérica. Es notable su fino gusto e intuición al conformar su repertorio, que desata su asombrosa versatilidad para asumir géneros y estilos diversos, hasta llegar a la muy difícil interpretación de las canciones del feeling (Contigo en la distancia, Tú mi adoración, En la imaginación, Y con tus palabras, y otras), como uno de los primeros y más importantes intérpretes de las obras de ese movimiento musical. Como pocos cantantes, Vicentico se identifica con un sello y estilo propios dentro del amplio universo del bolero, la canción y la balada, y   traspasa la barrera geográfica para adentrarse en el cancionero internacional con aplaudidas versiones en su voz. Vicentico Valdés es y sigue siendo un clásico del bolero y un referente insustituible.

Durante poco más de un siglo estos músicos Valdés, desde los habaneros barrios de Cayo Hueso y Pogolotti, y también desde Nueva York, Los Ángeles, Quito o Cali han llevado la música cubana a través de un siglo desde el son, pasando por el danzón, el mambo, el bolero, el latin jazz y el jazz experimental con apego a las raíces. Por más que me empeño no encuentro otra familia de afrocubanos con tales orígenes, diversidad y tan larga permanencia haciendo música cubana.

Padres del son, padres del bolero, padres del latin jazz, los Valdés han dejado una estela de creaciones sonoras, marcadas por la variedad de ritmos que han interpretado. Esta es una pequeña muestra de un talento sin fin, que arranca en la primera mitad del Siglo XX y sigue hasta llegar a la segunda década del Siglo XXI. Auténtica genética musical.

Playlist

1. Alfredo y Alfredito Valdés - El tamalero (son)
00:00:30
2. Vicentico Valdés y la Orquesta de Rafael De Paz - Champú de cariño (son montuno)
00:04:45
3. Marcelino Valdés Sr. - Theme For Conga (conga)
00:07:22
4. Vicentico Valdés con la Sonora Matancera - Lindo Omelenkó (guaracha)
00:10:55
5. Irakere con Óscar Valdés - Rucu Rucu a Santa Clara (rucu rucu)
00:13:44
6. Conjunto Arsenio Rodríguez con Alfredito Valdés - Luis Cora (montuno)
00:18:46
7. Alfredito Valdés - Almendra (danzón)
00:23:47
8. Vicentico Valdés - Todo aquel ayer (bolero)
00:28:49
9. Oscarito Valdés Jr. con Afrocuba de Oriente López - Carnaval humanoide (instrumental)
00:31:49
10. Mongo Santamaría con Marcelino Valdés Sr. - Sofrito (cha cha chá)
00:38:50
11. Dieguito Valdés - Tumba por ahí (latin jazz)
00:44:50
12. Óscar Valdés - Argayú Soroso (afro latin)
00:49:14
13. Marcelino Valdés Stable - Añorado encuentro (bolero)
00:52:04

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