Los abakuá y la música
Develamos los orígenes de la sociedad secreta abakuá, fuente de mito y misterio en la música afrocubana.
En los primeros años del siglo XIX se formó la nacionalidad cubana. Todo empezó con la corriente independentista de España, a la que el negro, mano de obra esclava en ese entonces, se integró. Ese fue uno de los factores del nacimiento de “lo cubano”. De ese modo, la presencia del negro africano sonando en los barracones y cabildos de nación, pasaría a integrar lo musical propiamente cubano.
Cuba, en el entorno caribeño, devino uno de los lugares más singulares. Su acceso al mar hizo que la trata esclavista recibiera enormes contingentes de negros comprendidos en amplias gamas tribales. Así se fraguó un mestizaje capaz de adoptar a la iglesia y al castellano como forma de conciencia unitaria. Sin embargo, surgieron procesos deculturizadores y el negro africano trató de eliminar la idiosincrasia cultural del ámbito religioso que había dejado atrás. Fue algo inevitable y que afectó de manera positiva a diversos cultos, como la cultura carabalí, antecedente del abakuá.
Lo abakuá se ha mantenido vivo en Cuba gracias a hombres de diversas clases sociales, que alimentaron a sus afiliados o juramentados por tradición oral. Pero también se ha visto envuelto en el misterio y ha sido perseguido por las autoridades. Cuando los esclavos fueron liberados, buscaron espacios en ciudades y poblados para reconstruir sus viejos cabildos.
El cabildo carabalí Appá Efik fue localizado en la Habana Vieja en 1776, hasta que en 1833 pasaron al ultramarino poblado de Regla. En 1836 estos cabilderos fundaron la Sociedad Ecoria Eyene Abakuá, siendo la primera potencia Efike Butón.
Paralelo a esto, el negro tambien se entregó a la recreación de viejos cantos y bailes, y surgieron, a semejanza de los orfeones españoles, los coros de clave, que cultivaban cantos, relatos y aconteceres en formas musicales conocidas como claves. Su compás era de 6/8 alternado con 2/4, y con cantares abakuá. Algunos coros fueron El Piano, Dulzura de Euterpe, El Clavel, La Moralidad y muchos otros, que iban cantando por los barrios. Pero entonces llegó de Matanzas a La Habana el ritmo guaguancó y los coros de clave pasaron a llamarse coros de clave y guaguancó.
La clave folclórica iba del compás de 6/8 al de 3/4. Para sus cantares se necesitaban negros con conocimiento de gramática y dotes musicales. Esa función la ejercía el llamado tonista o censor. Generalmente estos músicos estaban iniciados en abakuá y eran conocedores del llamado fambá nitanga (el gran secreto abakuá). De esta manera, la música abakuá fue asomándose al panorama musical cubano, primero como expresión coral y luego incorporado a la trova.
El conjunto instrumental (biankomé o biancomeco) para tocar música abakuá, estaba concebido por tambores como el erikundi y el ekón, de ascendencia carabalí y que fueron incorporados luego a la música popular. También estaba el bongó, instrumento cubano por excelencia; la marímbula, herencia del llamado embute o pianito africano, muy utilizado en la provincia de Sancti Spíritus; el ekón abakuá, una campana o cencerro de uso común en el son y la salsa; y las claves ñáñigas, que influyeron en el teatro vernáculo.
Por otra parte, en los pasos de baile del hombre en el guaguancó se nota que vienen del ireme abakuá (especie de espíritus). Y en cuanto a los músicos, en muchos se notan gestualidades abakuá. Por ejemplo: Patato Valdés, Chano Pozo, Cheo Marquetti, Félix Chappotín, Ignacio Piñeiro, Juan de la Cruz Hermida, Mongo Santamaría, Pello El Afrokán, Silvestre Méndez… y hasta el poeta Jesús Orta Ruiz.
MONGO Y ABACUÁ ECU SAGARE
Mongo Santamaría grabó cuatro canciones sobre el tema, pero una de ellas tuvo una larga historia discográfica: Abacuá Ecu Sagare. Mongo la hizo con el grupo Afro-Cuban Drums donde tocaba la flauta Gilberto Valdés y cantaba Silvestre Méndez, y que creó durante su etapa en el sello SMC. Abacuá Ecu Sagare se grabó en 1953 para Tico Records, que los recogió en dos 45 rpm y en un 10 pulgadas muy colorido que se tituló Changó. Luego pasó a LP: en 1957 con el mismo título de álbum, en 1967 como Drums and Chants, y en 1978 también con este último título. Después tendría varias ediciones en CD.