Una noche en el Zombie Club con el Casino
Esta noche es la noche, y la calle Zulueta se está vistiendo de gala y de fiesta.
Anoten la fecha, 25 de noviembre de 1942, miércoles, porque esta noche, muy cerca del concurrido Sloppy Joe’s se inaugura el show del Zombie Club con el Conjunto Casino reinando en este lugar de la ciudad.
Aquí estuvo antes el Eden Concert, otro local de buena música que alegraba la zona, y que fuera la atracción de cuanto ser nocturno viviera en La Habana. Pero se lo llevaron para allá lejos, a Marianao, a un sitio llamado Villa Mina y es hoy el cabaret Tropicana, y abrieron este, en el mismo lugar, y este lugar tendrá algunos hitos que nadie podrá olvidar.
En el Zombie Club también trabajó el genial pianista Dámaso Pérez Prado, antes de irse a México a abrirse paso con el nuevo ritmo que en la isla no entendieron muy bien, el mambo. Y aquí se estrenaría como cantante solista, gracias a Facundo Rivero, la futura reina del bolero Olga Guillot.





Están a punto de pasar por esta puerta los muchachos del Conjunto Casino, que una vez, hace años, fuera el Septeto Mikito, convertido después en Sexteto Casino, debutando un 1ro de mayo de 1937, y que muy pronto alguien bautizará como “Los campeones del ritmo”. En el interior del Zombie Club está, desde hace un rato, el director de la orquesta de planta, un gran músico llamado Adolfo Guzmán. Y los integrantes del Casino van a conocer a dos músicos extranjeros: el xilofonista catalán Pedro Calonge y el bandoneonista Cayetano Pizza.
A partir de hoy este sitio estará en todas las bocas. Y por las calles la gente cantará esta canción profunda y dolorosa que dice:
Yo sé que tú comprendes
la pena que hay en mí,
que estando tú a mi lado
se acaba mi sufrir.
Será lo que tú quieras,
la culpa tú tendrás,
pero mi alma te espera,
te espera una vez más.
Es un bolero de Rafael Hernández que cantará Roberto Espí cuando regrese al conjunto, y que formará parte del primer disco que grabó el Casino. Ahora lo interpretan en el escenario y se llama Canción del alma, y el catalán Calonge participa en ella y lo hará luego en la grabación.
Ahí están “los casineros” que esta noche son: el bongosero Guillermo Romero; Enrique Rodríguez “Diablo Rojo” al piano; Manolo Saldarino al contrabajo; los trompetistas Eduardo Periquet y Alberto Armenteros; Esteban Grau como tresero y cantante; y Juan Fuentes “Bolita” y Pepe Saldarino también cantando. Pronto vendrá Roberto Espí sustituyendo a Pepe Saldarino, mientras Nelo Sosa ocupará el puesto de “Bolita”.











Ahora se mueven más rápido los pies. Ha comenzado otro caballo de batalla que dice:
No sé quién fue
el que le dijo a mi negra
que yo, ¡por Dios!
todas las noches corría
con la mulata Sofía…
Las parejas salen al ruedo, las trompetas se ponen intensas, y los cantantes insisten en la historia:
Esta noche la bolita
del ocho voy a jugar,
y a mí no me meten miedo
si se trata de gozar.
A mí me matan, pero yo gozo,
yo no creo en tu amor ni na’ de na’,
yo sigo mi matraca, déjame en paz.
A mí me matan, pero yo gozo.
Esa “filosofía” del conjunto prenderá en los habaneros y más tarde en toda Cuba, y llegará el sello RCA Víctor los va a grabar, y en ese disco saldrán al público inexplicablemente como “Sexteto Casino”, ya sin los hermanos Saldarino, pero con Cristóbal Dobal en el contrabajo y las voces Espí, Juan Fuentes y Esteban Grau, que además de tresero será director.

























Esas noches del Zombie Club quedarán incluso en la literatura. Guillermo Cabrera Infante, que vivía cerca, lo eternizó en su novela “La Habana para un infante difunto”: “No la traje a casa nunca, pero pude llevarla a un sitio que se haría recinto ritual: uno de los night- clubs que habían proliferado en La Habana en la última década y que tenían una función diferente a los cabarets. A estos últimos (sitios como El Zombie Club, el Montmartre), sitios a los que yo no había ido nunca, el Zombie Club estaba muy cerca de Zulueta 408, en la misma calle”.
Lo describe sin mencionar al Conjunto Casino como un lugar donde “se iba a bailar y a comer y eran lugares limpios, bien alumbrados, espaciosos, con una orquesta que era más bien una banda”.
Un año más tarde, el 28 de noviembre de 1943, el Casino saldrá de gira a México y estará por allá casi un año, contratados por la firma Max Factor Hollywood y la gerencia del cabaret “Sans Souci”. Y el Zombie Club desaparecerá en un incendio de esos que acaban con nuestra memoria. Pero hoy, esta noche habanera, en la intranquila calle Zulueta, se le sigue cantando al amor, y hasta el portero del club llora con el alma apretada cuando escucha:
No sé cómo he podido estar
tanto tiempo lejos de ti.
No sé cómo he podido esperar
y saber resistir.
Yo vivo y tú lo sabes
desesperado y triste,
y después que te fuiste
no sé lo que es vivir.






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