Jorge Santana (foto: David Moreu).

El 14 de mayo de 2020 falleció en San Francisco uno de los reyes del rock chicano, Jorge Santana, hermano de Carlos, líder de la mítica banda Malo, y famoso en el mundo de la salsa por su trabajo con la Fania All Stars. Su solo de guitarra en la canción El Ratón se volvió legendario y marcó un antes y un después en la música latina de costa a costa en Estados Unidos.

Carlos y Jorge Santana eran de Autlán de Navarro, en las afueras de Jalisco; pero criados en Tijuana, a un paso de San Diego y en medio de una de las comunidades chicanas más fuertes. Radicados más tarde en California, cada uno siguió su camino en una música con color mexicano pero que era una especie de fusion rock-jazz. Se le conoció como sonido chicano.

Según el libro Oye Como Va, “Establecido en Mission, el barrio chicano de San Francisco, donde se podía vivir como si se estuviera en México sin salir de Estados Unidos, comenzó un poco más tarde que su hermano, aunque con la misma combinación de guitarra eléctrica y congas. La novedosa agrupación que formó respondía al nombre de Malo, en alusión a la rebeldía callejera por los derechos chicanos. Si había gente muy bad en los ghettos negros, también habían chicos muy malos en el mexican town. Con esa consigna arrancó el grupo, que se fortaleció en 1972 con la llegada del conguero Francisco Aguabella“.

Luego llegaron los triunfos, la fama y los excesos, su paso por Fania y la creación de una banda con su nombre. Una historia riquísima en anécdotas que poca gente ha conocido.

Su última entrevista fue para un libro, Un Aplauso para el Astronauta: conversaciones sobre surf, arte y rock and roll, magnífica y muy completa obra del periodista David Moreu, que acaba de publicar en España Silex Ediciones.

Moreu, periodista barcelonés y autor también del libro From a Whisper to a Sream, cuenta que Santana documentó su carrera con cientos de dibujos hechos en libretas. Y Santana le contó a Moreu cosas muy interesantes.

Gracias a mi edad pude subirme a la última ola musical y social que se vivió en San Francisco. En 1968, un amigo de la escuela supo que yo tocaba la guitarra y me invitó a ensayar con su grupo en el garaje de su casa. Se llamaban The Malibu’s… La banda fue descubierta por la secretaria del productor David Rubinson. Resulta que ella era muy amiga de Chris Wong, nuestro representante. Convencieron a David para que viniera a vernos en directo y acabamos firmando un contrato. Nos llevó al estudio y, antes de que saliera el primer disco, pasamos a llamarnos Malo.

Fíjate que para mí todo lo que hicimos con Malo en el estudio está bien y lo acepto tal como sucedió. Nunca cambiaría nada. Estoy seguro de que el productor, gracias a su visión y experiencia, ya tenía en su mente la dirección del grupo al escuchar nuestras composiciones originales, incluso antes de entrar a grabarlas. David Rubinson fue la razón por la que tocó las congas Víctor Pantoja, que había actuado junto a Willie Bobo. Él era de Los Ángeles, cubano, y tenía el sonido más auténtico con ese instrumento. Y luego, de San Francisco, agarró a Coke Escovedo para tocar los timbales en todo el disco. También llamó al trompetista Luis Gasca y otra persona que aportó mucho al sonido de Malo fue el teclista Richard Kermode. David Rubinson lo agarró de la banda de Janis Joplin.

Muchos de los músicos que tocaron con Malo, aunque fuera durante un período breve, participaron mucho en la composición, especialmente en los arreglos de los vientos, que son muy reconocibles. En Dos ya habíamos cambiado tres veces el sonido original de The Malibu’s. Siempre evolucionábamos gracias a los músicos que agarrábamos, como Francisco Aguabella que era el mejor conguero cubano que tuvimos o los trompetistas que salían de grandes orquestas. Nos rodeamos con instrumentistas excelentes, más avanzados que la propia banda. Supongo que eso hizo que solo pudiéramos grabar cuatro discos.

Todo lo que pasó conmigo y con Malo fue el resultado de la música de Carlos y de su grupo. Cuando salió con su banda Santana, incluso antes de lanzar su primer disco al mercado, fue una explosión. El sonido que introdujo al mundo era tan nuevo y tan tribal que el impacto que tuvo entre el público y en los músicos fue el efecto del cambio de The Malibu’s a Malo. Un cambio hacia una percusión más latina. Nosotros seguimos la fiebre que él empezó y de allí nacieron también El Chicano, Tierra y varios grupos más. Era algo distinto y no ha habido ningún sonido nuevo que haya captado la atención y la emoción de tanta gente en todo el mundo.

Estábamos en el estudio grabando la pista instrumental de la última canción del álbum Ascensión, que se titula No Matter. Únicamente el batería, el bajista, el organista y yo. Después de la primera toma, el ingeniero de sonido nos dijo que entrásemos a la cabina de control para escucharla. Dejamos los instrumentos, fuimos a dentro y, cuando escuché la guitarra, su sonido me confundió y me trastornó tanto que ahí, sin ninguna reserva, les dije que dejaba la música. Agarré mis cosas y me fui a mi auto porque estaba muy desilusionado. Me senté listo para irme y entonces vinieron Pablo Téllez y Ron DeMasi. Creo que me dieron tiempo para pensar. Me dijeron que, antes de marchar, entrara otra vez para escuchar lo que habíamos grabado. Acepté y, en ese momento preciso, descubrí lo que un guitarrista siente al oír su expresión musical inconsciente. La primera vez no entendí la canción. Fue lo más raro para mi corazón y para mi gusto. Pero la segunda vez vi la posibilidad de expresarse que tiene una persona sin darse cuenta y sin ser un músico demasiado técnico. A partir de entonces decidí continuar con mi carrera y prepararme más con la guitarra. El objetivo era encontrar ese breve instante que todos buscamos en el escenario para expresarnos sin ser conscientes de lo que hacemos.

Cuando Malo se separó, pasé una temporada en la casa que Carlos tiene en la montaña, a 20 minutos al norte de San Francisco. Él siempre estaba de gira y fue una época muy profunda de mi vida. Pasé un año allí y tuve la oportunidad de hacer tres cosas: dormir, comer y tocar la guitarra. La razón fue la experiencia que había vivido con Malo y los grupos que estaba escuchando, sobre todo de música brasileña. Me encantaba ese estilo de tocar.

Fania se puso en contacto con la oficina de Carlos… Nunca olvidaré cuando nos conocimos. Llegué a las 6:30 de la mañana a Nueva York y esa tarde, a las 16:00, hicieron el primer ensayo. Realmente no imaginaba la magnitud de Fania, de sus artistas y que cada uno era jefe de un grupo. Había mucho talento ahí. Al entrar, todos me saludaron y me atendieron muy bien. Pero, sobre todo, fue Larry Harlow quien se acercó, me agarró y me dijo: “Siéntate aquí”. Creo que me vio un poco cohibido porque estaba fuera de mi corral. Me dijo: “No te apures por nada, yo te aviso cuando debes tocar”.

Lo más grande fue cuando televisaron el concierto del Yankee Stadium. Esa noche el público subió al escenario y se lo llevó todo, hasta mi amplificador. Se lo llevaron todo, menos el piano. Desde ese momento seguí colaborando con Fania y la otra gran experiencia que viví con ellos fue actuar en Zaire, coincidiendo con el combate de boxeo entre George Foreman y Cassius Clay. Resultó fantástico porque siempre me había gustado el sonido rítmico de África, que es muy agresivo. Eso ya me llamaba la atención incluso antes de ir a tocar allí con Fania.

Los dos discos anteriores que había grabado Fania fueron con Stevie Wonder y con Steve Winwood. Después de ese concierto en el Yankee Stadium nos encerramos en el estudio y fue la primera vez que me encontré en el mismo cuarto con músicos de ese talento. Ese álbum (Latin Soul Rock) también contó con el saxofonista Manu Dibango y el baterista Billy Cobham. Fue una maravilla escuchar la percusión y su modo de tocar salsa porque era tan limpio, con la clave y la emoción… era fantástico.

Malo representaba el sonido de San Francisco, mucho más callejero y con músicos que solo querían expresarse. Estábamos amontonados unos encima de los otros para crear esa emoción. De ese modo aprendí a tocar en la costa oeste. Pero con los músicos de Fania en Nueva York pude escuchar por primera vez el ritmo bien cuadrado, el arreglo y la armonía, donde cualquiera puede ver si la nota que metes está dentro o está fuera. Supuso una lección muy profunda porque aprecié la diferencia no solo con Fania, sino con el sonido tropical, la salsa, el latin jazz y todo eso. El estilo de San Francisco era más atrevido, los músicos no estaban tocando realmente en clave, aunque estaban en tiempo, pero eso encerraba otro esfuerzo, otra razón para tocar.

Tres momentos en la vida de Jorge Santana: con el grupo Malo que lo llevó a la fama, con la Fania All Stars, que lo ubicó en el mundo de la música latina universal, y en solitario siendo ya una estrella. Una playlist plagada de guitarra con swing.

Playlist

1. Malo - A la Escuela
00:00:12
2. Malo - All For You
00:03:20
3. Malo – Café
00:07:19
4. Malo - I'm For Real
00:14:30
5. Malo – Nena
00:20:49
6. Malo - Street Man
00:27:13
7. Malo – Suavecito
00:32:09
8. Fania All Stars - El Ratón live
00:38:35
9. Jorge Santana - Love You, Love You
00:46:27
10. Jorge Santana - New York, New York
00:50:40
11. Jorge Santana - My Inspiration
00:54:48
12. Jorge Santana - We Were There
00:59:34

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