El bolero censurado de Blanca
Hambre de sentir el fuego ardiente de un amor que sea inclemente, cantaba Blanca Rosa Gil... y la censuraron.
No sé porque cuando se habla de los años 60 casi siempre se hace referencia al rock y las baladas de San Remo o Benidorm como la banda sonora de los grandes acontecimientos socioculturales de ese tiempo. Pareciera que los pantalones campana, las minifaldas, el LSD, la guerrilla y las luchas por los derechos de las minorías no son compatibles con los ritmos latinos y los cientos de boleros surgidos al calor de la década.
Al hablar de los éxitos de la radio en cualquier país de América en 1966, es obligado mencionar a Blanca Rosa Gil, quién sacudió el negocio del espectáculo con su audaz estilo interpretativo, y también se convirtió en la voz de muchas mujeres maltratadas que se vieron reflejadas en temas como Bagazo, Cobarde mil veces y Hambre, una melodía que fue el grito silencioso de las damas insatisfechas en una sociedad puritana.
Blanca Rosa es de origen cubano y nació en Matanzas el 26 de agosto de 1937. De niña comparrtió su afición por el canto con sus hermanas Rita y Mercedes, con quienes participó en concursos de aficionados. Pero no sería en Cuba, sino en Venezuela, donde disfrutó sus primeros aplausos como profesional a la edad de 15 años.
Recientemente en una entrevista para un canal de televisión en Miami, donde reapareció luego de 18 años alejada de los escenarios, recordó su viaje a Caracas, donde fue descubierta por el profesor Arístides Borrego en la fiesta de cumpleaños de una prima que trabajaba en el ballet de la televisión.
Borrego la presentó como profesional en el espacio infantil de Televisa Humo y Fantasía y luego el productor Gaspar Pumarejo, uno de los fundadores de la televisión en Cuba, la contrató para llevarla a La Habana, donde triunfó en la radio, la TV y en la sala del legendario Alí Bar.
En 1959 Nilo Gómez, gerente del sello Modiner, la compañía que llegó a concentrar las voces jóvenes más sobresalientes de la farandula, en los estertores de la era dorada del negocio del espectáculo cubano, le grabó sus primeros sencillos: Estoy decepcionada de Jesús Díaz y Sombras, letra de la poetisa mexicana Rosario Sansores y música Carlos Brito de Ecuador.
Al escucharla es innegable la influencia de Libertad Lamarque y fundamentalmente de Olga Guillot, una figura presente en varias generaciones de cantantes desde La Lupe hasta Estelita del Llano. De hecho, fue una apuesta para el sello Modiner invertir en una voz tan joven, que apenas se estaba abriendo paso en un medio donde la reina era La Guillot. No obstante, Blanca Rosa, con su juventud, voz, sensualidad y marca personal creó una leyenda propia.
Para 1966 ya era una figura consagrada en toda América. Estaba radicada en México, tenía una hija y ganaba muy buen dinero por sus actuaciones. Sin embargo, después de Hambre su carrera daría un giro.
El tema le pertenece al mexicano Rosendo Montiel; lo había creado a principios de 1965 para ser interpretado por Magda Franco. Pero el disco pasó sin pena ni gloria. Meses después fue grabado por Fernando Albuerne y tampoco ocurrió nada. Hasta que llegó a las manos de Blanca Rosa, levantando tal polémica, que las autoridades de comunicación venezolana prohibieron su difusión a las 48 horas de ser difundido por primera vez en las estaciones radio.
La curiosidad del público estimuló las ventas del LP y la compañía Velvet despachó más de 55.000 copias en menos de dos meses, generando regalías de 10.000 dólares, una cifra altísima que introdujo a la cantante en el selecto grupo de las más vendedoras de discos del continente.
Yo he grabado 13 long plays y en cada uno de ellos he tenido la suerte de pegar uno o dos tubazos, pero con Hambre, me la comí, esa es la verdad, afirmó “La Muñequita que canta” en una entrevista para la revista Venezuela Gráfica en junio de 1966.
El éxito de Blanca Rosa, apoyó el surgimiento de nuevas voces femeninas que inspiradas en su triunfo, se abrieron paso en un negocio dominado por hombres.
Los años por venir serían de muchos cambios. Se mudaría de Mexico a Miami y luego a Puerto Rico. Se separaría de su primer esposo y volvería a contraer matrimonio. Finalmente, en el mejor momento de su carrera, decidió retirarse para abrazar la fe cristiana, pero esa es otra historia que algún día tendremos que contar.