Entre el drama y la sabrosura
"El guapachoso de la canción" fue también el rey de las canciones trágicas. Perfil de una extraordinaria voz cubana.
Orestes Macías se hizo conocer del público cubano a principios de los años 60 por enfatizar, o llevar a la guaracha, números clásicos de corte dramático del repertorio hispanoamericano, ya fuesen boleros, canciones, tangos o rancheras. Por su estilo innovador y alegre, Walterio Núñez, animador del Cabaret Sierra, le bautizó “El guapachoso de la canción”.
Nació Orestes Macías Colina el 9 de noviembre de 1934 en Bejucal, la “ciudad de las charangas”, en la provincia de La Habana. De niño, estudió música; su instrumento principal, el requinto. Dos de sus seis hermanos se convertirían en músicos: Héctor tocaba el saxofón en la Banda Municipal de Bejucal, dirigida por Pablo Contreras, y Raúl llegó a ser flautista en la charanga bejucaleña Ilusión del 60. Su padre, Raúl, era tabaquero y falleció cuando Orestes apenas tenía cuatro años. Seis años más tarde, las penurías económicas obligaron su madre, Fidela, a trasladar su familia a La Habana. Se instalaron en la calle Maloja en el humilde barrio de La Victoria, famoso no sólo por vivir allí Abelardo Barroso, sino por ser uno de los principales ejes de prostitución en la capital. Contaba Orestes: Desde chico tuve que trabajar duro para comer. Fui ayudante de carpintero, trabajé en una fábrica de ajustadores, en almacenes de ropa de un polaco, pintor de muebles, vendedor de bisuterías en tranvías a los que tenía que colgarme para no pagar. Hasta que en 1956 estudié enfermería.
El virus de la música le entró a comienzos de los años 50, con el auge de los conjuntos de sones y boleros como la Sonora Matancera o el Conjunto Casino. Soñaba con cantar algún día en una de estas formaciones y, para emular a sus ídolos Daniel Santos y Roberto Faz, decidió dejarse el bigote a lo Errol Flynn y empezó a cantar formando un dúo callejero con un tal “Pucho”, amigo del barrio. En 1953 los dos compañeros montaron un número mexicano, El jinete (de José Alfredo Jiménez) -popularizado por Jorge Negrete en la película El rapto (1953)-, con el cual se presentaron en el concurso radial animado por Gaspar Pumajero, Buscando Estrellas. Se llevaron el primer premio.
Gracias a este éxito integraron el Conjunto VazCané, conocido también como “Los Hijos de la Sonora Matancera” por ser formado por familiares de la Sonora. Los directores eran el pianista Javier Vázquez (hijo de Pablo Bubú Vázquez) y el bajista Silvino Cané (hijo de Valentín Cané), y entre los nueve miembros figuraban Adolfo Martínez (hermano de Rogelio Martínez), Rosendo Granda (hijo mayor de Bienvenido Granda) y José Berroíta Berroa Rivera (autor del éxito En la orilla del mar). Los Jóvenes del Ritmo fue otro conjunto juvenil en el que pasó Orestes antes de grabar su primer disco con la orquesta de Che Quintero, un tanguista que ponía mucha enfasis en todo lo que tocaba.
Con la efervescencia del cha cha chá, Antonio Arcaño, quién había quitado a los cantantes de su orquesta por crear inestabilidad, decidió contratar a nuevas voces para poder competir con la Orquesta América. Una de ellas fue la de Orestes, quien permaneció en Arcaño y sus Maravillas de 1953 a 1955. En 1956 sustituyó al cantante Chamaco García en la orquesta de los Hermanos Castro, jazz-band en la que se quedó hasta 1960. Durante este periodo cantó en actuaciones matinales con el Conjunto Casino y en 1959 participó en un “ven tú” formado por algunos músicos de los Hermanos Castro bajo el nombre de Rolando Aguiló y su Orquesta para grabar el LP Se pone sabroso (Puchito). Los músicos que intervinieron en este disco fueron Rolando Aguiló (trompeta), Benitico (trompeta), Juanito Castro (piano), Angelito Castro (guitarra y arreglos), Luis Toledo (contrabajo) El Niño (bongó) y Pancho (tumbadora).
Con los Hermanos Castro, grabó pocos temas como cantante principal. -Destacó por El amor de mi bohío y La consecuencia (LP Vacaciones en La Habana, Kubaney), así como Por tu vanidad y El sabor de tus besos (45 rpm, Discos Castro)-, pero participó en infinidad de bailes: Trabajámos en clubes aristocráticos, en fiestas de quince años, de jovencitas, bodas, de gente ricachona. Nos presentamos con esta banda en los programas de televisión Fiesta en el Aire y De Fiesta con los Galanes, entre los más reclamados por los jóvenes, especialmente femenino.
Durante uno de estos programas, en los que la orquesta solía acompañar cantantes de diversas latitudes, Orestes escuchó por primera vez el tema que determinaría el resto de su trayectoria, Vanidad, compuesto por Armando González Malbrán. Esa canción se la escuché a la cantante mexicana Carmela Rey. La obra me encantó, le pedí la parte de piano, ella gentilmente me la cedió. Se la propuse al director de los Hermanos Castro, Manolo Castro. Él me echó agua en el dominó, me dijo que ya se había cantado por otros y estaba gastado. Por culpa de esta canción me marché de la orquesta.
Con un arreglo del pianista Joseíto González accedió a grabar Vanidad en mayo de 1960 para el sello Duarte acompañado por el Conjunto Rumbavana. Se vendió como pan caliente, fue un escándalo. Yo le puse toda la guapería callejera que pude. Duarte, todo lo que tocaba lo convertía en oro, tenía tremenda mano. Manolo Castro se cagó con este éxito mío. Los directores de orquesta son muy prepotentes en su gran mayoría. La música tiene muchos misterios y nadie sabe nada. Ahí está el error de los sabios de la música.
Orestes grabó más piezas -algunas marcadas por el mismo fatalismo que El jinete o Vanidad– con Rumbavana y sus cantantes Guido Soto y Juanito Bermúdez, reunidas en el LP A bailar con el Rumbavana (Duarte). A partir de entonces hizo del guapachá -un estilo más que un ritmo- su sello personal que difundió a ritmo de boleros o rancheras fatalistas –La hija del penal, El enterrador de la comarca– en el escenario del Cabaret Sierra, en programas de radio y bailes con Rumbavana o en discos de 45 rpm de marca Corona. Lo acompañó el mismo “ven tú” del LP Se pone sabroso, pero esta vez reunido bajo el nombre del productor Raúl Aguilar y su orquesta. De estas grabaciones (reunidas en el LP Anillo de compromiso, sellos Maype y Bonita), algunas con los coros de Orlando Contreras e Iluminada Zequeira como integrantes del trío de Arty Valdés, salieron los grandes hitos de su carrera: Boda negra (Alberto Villalón), Anillo de compromiso (Cuco Sánchez), San Juan de Ulúa (D.P.) y Lola (Rafael Hernández). El album Vanidad (Maype), con Rumbavana, es otro testimonio de su época dorada a principios de los años 60 y de su reconocimiento en la comunidad latina de Estados Unidos.
Después de la creación de la Egrem en 1964, Orestes Macías siguió grabando, pero por falta de distribución en el extranjero sus discos no encontraron el mismo eco fuera de Cuba. No obstante, su presencia fue constante en la televisión nacional y en los cabarets de La Habana. Quedan de esta época un LP sin título con la Orquesta Egrem dirigida por Rafael Somavilla y Joaquín Mendivel, desgranado en varios discos de 45 rpm, como el Egrem 45-2408 (con el bolero extra Por mi cegüedad, de José Antonio Méndez), o los Areíto EPA-1608 y Egrem 45-2515 (ambos con el bolero-guapachá inédito Y no me lo niegues, de Frank García).
En 1970, siguiendo la ley que impedía a los cantantes ejercer como solistas, integró lógicamente el Conjunto Rumbavana -junto a Fernando González, Guido Soto y Raúl Planas-, con el cual se quedó hasta 1988, viajando por toda Latinoamérica, actuando en radio y televisión y grabando varios LPs. Desde entonces creó una peña en el Club Atelier, en El Vedado, y durante años siguió deleitando a su público de turistas y habaneros en el Cabaret Copa Room, presentándose como “El elegante de la pista”. Orestes Macías falleció en La Habana el 24 de febrero de 2020.
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