Olga Chorens, la diva eterna
Fue una de las artistas más populares de Cuba y junto a Tony, pionera de la televisión. Su vida es una auténtica novela.
Olga Chorens y Tony Álvarez fueron unos de los artistas más conocidos y más queridos por el público de Cuba en los años 50. Con un programa diario de radio, así como un show transmitido por la recién nacida televisión, Olga y Tony, el llamado matrimonio feliz ofreció entretenimiento para todos los públicos, marcando un estilo de show de música con palique, que sigue vivo en los programas nocturnos y los podcasts de hoy. A principios de su carrera, el dúo grabó para la RCA Victor, antes de convertirse en estrellas del sello Panart.
Olguita, como ha sido conocida por los muchos fans que se sentían identificados con ella, transmite una mezcla de glamour y calidez inmediata cuando me recibe en un florido barrio de Miami, en una casa que, como ella, exhibe una elegancia de las de antes. Ella está arreglada impecablemente para una entrevista, durante la cual me ofrece café, preguntando si prefiero mis galletitas dulces o saladas.
A sus 95 años, Olga Chorens sigue en el aire, con un programa de radio dominguero que se llama El Show de Olga y Tony, aunque Tony falleció hace 18 años -un hecho que me cuenta con lágrimas en los ojos-.
Después de su debut radiofónico a los 11 años en la habanera Radio Garcia-Serra, Olga se dio a conocer en el programa La Corte Suprema del Arte. Con Tony, un reconocido locutor y periodista de farándula que se convirtió en cantante, fomaron su duradero dúo en escenario y en vida en 1942. Sus dos niñas, Lissette (cantante también y esposa de Willy Chirino), y Olga, pasaron sus primeros años en el ojo del público cubano
Mi conversación con Olga Chorens abarca 15 años de éxito e incertidumbre para Olga y Tony, desde su época de gloria en Cuba y su confusa salida tras la llegada de la Revolución, hasta la reconstrucción de su carrera en Nueva York y Puerto Rico. Este es su testimonio.
Matrimonio feliz
Nosotros nos casamos en el 45, y salimos de gira por todo Centro y Suramérica. Estuvimos cinco años de gira por toda Ámerica, pero no éramos artistas famosos.
Cuando yo empecé a cantar tenía 11 ó 12 años. Empecé con programas infantiles, y después lo que me gustaba eran los tangos. Era lo único que yo cantaba. Muchos tangos. Y cuando empezábamos la gira, como decían que éramos artistas cubanos, todos esperaban que yo saliera vestida de rumbera o algo así; pero fue otra cosa.
Regresamos a Cuba en el año 50, y nos contrataron en Radio Progreso. Y fue mucho el éxito que tuvimos con el programa… porque nosotros, cuando llegamos a Cuba, teníamos un repertorio que nadie conocía: muchos valses peruanos, tango, muchas canciones de Centro y Suramérica, y mucha música española. De allí, pues, empezó la televisión.
En el año 52 pasamos a hacer televisión. Teníamos en Radio Progreso el programa de Olga y Tony todos los días de 6:30 a 7:00. Después a las 7:00, acabábamos rápido para hacer un programa de televisión. Teníamos un programa diario en Canal 6, El Show de Olga y Tony.
Tony hablaba mucho y no me dejaba hablar. El productor decía: Tony, deja hablar a Olga!. Porque el programa nuestro era informal, allí hablábamos de las cosas del hogar, muchas cosas que hacía que la gente se sentía compenetrada con nosotros. Toda la gente de Cuba conocía a Olga y Tony por donde quiera.
Nació Olguita a petición del público. Cuando nosotros empezamos el programa de radio nos mandaron cartas: que encargáramos un Tonito, y que encargáramos un Tonito. Entonces Tony dijo: Bueno, lo vamos a encargar, cuando tengamos nuestra casita hecha lo vamos a encargar. Y la construimos con el público de Cuba. Un señor mandó una carta al locutor de la radio, diciéndole que si todo el mundo mandaba un peso en cada carta, tendríamos para pagar la casa.
Tony y yo no sabíamos nada -y cuando Tony se enteró dijo: ¡No, no, no, nadie manda nada! La casa la vamos a construir con la ayuda de ustedes cuando vamos a los teatros de todos los pueblos de Cuba. Y así fue. Fuimos a los pueblos a cantar.
Construimos la casa en el Reparto Casino Deportivo. Era un casino que había sido de un millonario cubano. Lo compramos, lo parcelamos y empezamos a hacer los terrenos. Cuando veníamos de los pueblos, ya de madrugada, Tony iba allí con el carro y miraba la casa para ver cuantos ladrillos nuevos se habían puesto. Tony le pusó a la sala de la casa, Camagüey; al comedor, Oriente, porque se hizo con el dinero que ganábamos en la gira por todo el país.
Ponle Olga
Por fin quedamos embarazados. Y todo el embarazo fue a través de radio y televisión. Entonces la gente venía a verme para probar si era hembra o varón: te ponían un cuchillo o un tenedor o un reloj; y todo daba que era varón.
Y yo en el programa decía: Yo presiento que va a ser una niña. Y Tony me decía: ¿Por qué tú presientes que va a ser una niña? Yo presiento que va a ser un varón. Así fue durante todo el embarazo. Me empezaron a mandar canastillas, ropita, me mandaron un traje con pajarito, saco, pantalón, como un traje de hombre en miniatura para el bebé. El embarazo emocionó a toda la isla. Hasta que di a luz, y era una niña. Tony había dicho: Si es mujercita, me pongo un cubo en la cabeza. Y así fue, tengo fotos de él con el cubo en la cabeza en la emisora.
Y no sabíamos que nombre ponerle porque era Tonito, Tonito, Tonito. Y entonces Tony dijo: Ponle Olga. Tony le dijo al público: Bueno, vamos a hacer una cosa. Ustedes le van a poner el nombre a la bebita. El nombre con más telegramas será el nombre que se va a poner. Y todos decían: Olguita, Olguita. Unos venían de Santiago de Cuba que decían Saili, pero otros decían Olga más Olga. Había Olga Guillot, había otra cantante que se llamaba Olguita Cruz, y no me gustaba más Olgas. Pero todos querían Olga. La gente le decía Olgecita porque a mí me llamaron Olguita. Nació en 1956.
De la RCA Victor a Panart
Nosotros estábamos grabando con la RCA Victor. Pero en Cuba no había oficina, estaba en Nueva York. Y cuando grabamos un disco, mientras que lo procesaban en Nueva York y llegaba a Cuba, demoraba. Entonces fue cuando de la Panart nos llamaron e hicieron un negocio con nosotros, y el royalty era bastante grande. Empezamos a grabar con Panart en 1953 ó 54. Hicimos muchos discos con ellos.
La Sonora Matancera nos pidió si queríamos grabar discos con ellos. Entonces grabamos muchas canciones con la Sonora. Por ejemplo, una que sonó mucho fue Mis noches sin ti. Nosotros llevábamos nuestra orquesta al estudio, y grabamos -en vivo, no como ahora. Todo lo que tenemos está grabado en vivo con nuestro orquesta-. Estaba en el bajo, Cachao; Laíto Castro, que era pianista, nos hacía los arreglos de las canciones. Estaba el negrito Rolando Laserie. Tocaba los timbales.
El Ratoncito Miguel
Los niños sintieron tanta admiración para nosotros porque lo que cantábamos era tango, vals peruano, pasodoble, todas esas cosas. Cuando estábamos en la emisora de radio, cuando salíamos habían niños, y no les dejaban entrar. Y estaban llorando porque no podían entrar. Entonces queríamos que los viernes fueran para los niños. Recuerdo que era la época de carnaval, y Tony dijo: ¡Bueno, que vengan todos los niños disfrazados! Y vinieron todos disfrazados. Entonces empezamos a hacer canciones infantiles. Mi hija Lissette, cuando tenía 5 añitos, grabó El Ratoncito Miguel.
Félix B. Caignet escribió la canción. Fuimos a visitarlo con Lissette y me acuerdo que dijo: Te voy a llevar a donde está toda mi música y te voy a poner una canción. Y le puso la canción El Ratoncito Miguel, que había grabado en México con un grupo de niños mexicanos.
Entonces, Lissette se quedo allí oyendo el disco, y al rato viene y dice: Señor, ¿usted me puede poner otra vez la canción? Sí mi vida, le dice. Bueno, estuvimos conversando con él, nos fuimos, y de allí fuimos a visitar a la clínica una amiga mía que había tenido un bebé. Y Lissette fue con nosotros. Cuando estamos en la habitación, Lissette dice: ¿Usted me deja que le cante una canción al bebé? Y ella le cantó El Ratoncito Miguel completo. Cuando nos fuimos de allí le dije a Tony: Oye, si Lissette ha aprendido esa canción, yo creo que la deberíamos grabar. Y entonces esa canción caminó tanto, que todo el mundo la cantaba.
Mi esposo murió en el mes de marzo de 2001. El alcalde de Nueva York le hizo un homenaje allá en un teatro grande. El teatro estaba repleto. La gente de pie, estaba lleno todo, todo, todo. Cuando yo estaba en el escenario, estaban diciendo: Olguita, El Ratoncito Miguel. Y yo dije: Bueno la canto si ustedes me acompañan. ¿Y puedes creer que todo aquel teatro cantó El Ratoncito Miguel? ¡Cómo se oía!
Teníamos una tiendecita de ropa de niños, en los bajos del Hotel Nacional, La Tiendecita de Olga y Tony. Yo inventé una sayuela para llevar abajo de la falda, y la gente empezó a decir sayuela clavel, porque cuando tú te sentabas, era como un clavel muy bonito. Y allí se vendía todo eso. Y venía mucha gente turista al Hotel Nacional. Después intervinieron a mi tienda.
Cuando Fidel Llegó
Cuando Fidel llegó, nosotros tuvimos nuestro programa de televisión diario. Yo enseguida, yo sabía… Fidel no me entraba. Mi marido sí; creía que él iba a arreglar muchas cosas. Me decía: Tú verás que ahora los guajiros van a poder venir a La Habana de vacaciones, y todo eso. Hasta que se convenció que no era lo que él creía. Yo se lo decía, pero él no me hacía caso.
Empezaron a pedir y todo lo que tenía lo llevaron al Banco Nacional. Mucha gente iba a depositar sus dólares, y entre ellos fue mi marido. Cuando ya Tony se dio cuenta, decidimos dejar el programa. Nos llamaron después para que fuéramos a (la emisora) CMQ. Entonces lo que hizo Tony fue, como no queríamos trabajar para Fidel, planear una gira por todo Santa Clara. A todos los pueblecitos. Entonces dijimos a los empleados: Cuando llamen por teléfono, cuando pregunten por nosotros, digan que ellos no se encuentran.
Llamaron a decir: Es para que estén aquí a las 3 de la tarde para hacer el programa tal. Pero nunca fuimos. Estuvimos un mes por Santa Clara y después se hizo otra gira por Oriente, y otro mes por allá. Para no estar en la Habana. Entonces eso fue la retirada de nosotros de la televisión. Nos despedimos en el programa diciendo que estábamos cansados y queríamos descansar. Y no hicimos más television en Cuba.
Peter Pan
Se decía que todos los niños iban a ir para Rusia. Y todo el mundo se aterrorizó. Por eso siguió el problema de sacar los niños de Cuba. Salieron cientos de niños. Nosotros nos hicimos muy amigos con Polita Grau, sobrina del expresidente Ramón Grau San Martín. Ellos tenían un grupo de contra-revolución y nosotros nos unimos. Íbamos todos los sábados y domingos a casa de ellos, que está frente al G2 -la inteligencia de Fidel- en El Vedado. Y me acuerdo que el presidente Grau tenía un piano de cola, y decía: Tony, toca El Ratoncito Miguel. Y lo cantábamos. Y decíamos: A ver si nos escucha Fidel y nos llevan presos por cantar El Ratoncito Miguel. Y nos reíamos.
Polita Grau empezó a sacar a los niños por el Peter Pan, a través de un cura que había aquí (el padre Bryan O. Walsh en Miami). Empezaron a intervenir las escuelas. Entonces yo pasaba a Lissette para otra escuela. Hasta la última que quedaba, y allí intervenieron también. Entonces, Tony y yo decidimos llevar a las niñas para un apartamento que teníamos en Varadero. Lisette tenía ya cuando eso como 10 u 11 años.
Saqué a mis hijas de Cuba. Fueron los últimos que saqué, porque saqué a un montón de niños de Cuba. Primero saqué a mi sobrino. Y después mucha gente venía, que tenía confianza conmigo. Hasta que ya decidí sacar mis dos niñas, porque vi que la cosa se estaba poniendo muy fea con Lissette. Cuando la llevé al apartamento de Varadero, me decía el portero: Tenga mucho cuidado con su hija porque ha escrito en el ascensor “Fidel asesino” y cosas así.
Fue en contra de su voluntad que la saqué de Cuba. Polita consiguió una visa que se llamaba visa waiver. Y entonces le dimos el pasaje. Olguita tenía 5 añitos. Me dijo: Mami, ¿por qué tengo que ir? Yo no fui al aeropuerto, las llevaron un matrimonio amigos. ¡Ay, Dios mío!, aquello fue….
Entonces cuando llegaron aquí a Miami las llevaron para la iglesia, y mientras estaban allí, les estaban buscando una ubicación. Yo saqué a la hermana de una amiga mía, y le tocó Nueva York; muy bien. Pero a mis hijas les tocó ir a Iowa, a un reformatorio de niños -los niños que no se podían quedar, los metían allí-. La gente no sabía diferenciar ni por qué estaban allí. Las separaron. Entonces, después nosotros hablábamos con ellas por teléfono dos o tres veces por semana. Lissette siempre protestaba. Me mandaba cartas, pintaba en un papel unas rejas y dibujitos de ella y su hermana y decía: Sácanos de aquí. Eso fue un sufrimiento muy grande. Y allí empecé a luchar para sacarlas de allá y traerlas a Miami con una familia amiga nuestra. Y eso costó tiempo y costó trabajo.
La Salida de Cuba
Ellas se fueron en septiembre del 61. Y nosotros pensábamos a los tres meses salir. ¿Y que pasó? Que nos decían: A todos los que quieran ir, tienen que ir a la estación de policía y declarar todas sus pertenencias. La cola en la estación de policía era tan larga que había que dormir allí para no perder el turno. Después tenías que esperar que ellos vinieran a tu casa a hacer un inventario de todo lo que tú tenías. Y allí teníamos que esperar a que vinieran. Y pasaba el tiempo y a todo el mundo decía: oye, ya tengo dos meses, tengo tres meses, tengo cuatro meses. Hasta que un día vinieron.
Estuvieron el día entero en mi casa. Y dijeron: Espera a que te llamen para irte. Por fin, un día nos dan una cita para ir a un departamento de La Cabaña, que era donde estaba todo lo de Fidel. Y vino un señor delgadito, alto, mulato, y se sentó en el escritorio con un libro del inventario que habían hecho en mi casa. Porque si algo faltaba no nos podíamos ir. Entonces empezó a hacer las preguntas, dijo: Yo era muy admirador de ustedes, pero ya no lo soy, porque mientras yo estaba durmiendo en el piso, mientras esperábamos este triunfo, ustedes estaban cantándole a la gente de Miramar.
Claro, nos contrataban para cantar en fiestas privadas también. Entonces Tony le dijo: Bueno, eso es un contrato que nos hacían y teníamos que ir a cantar. Al fin dice: Bueno, ¿que día se quieren ir? Y Tony dijo: El que usted diga. Estábamos saliendo con un contrato falso de tres meses que nos consiguió un nicaragüense para Honduras… para salir vía México. Entonces tuvimos que dar prueba de todo.
Y así fue que pasaron los meses, y cuando por fin cuando nos dieron la salida y llegamos al aeropuerto, nos sentamos en unas sillitas allí donde habían las colas de gente para entrar. A nosotros no nos habíamos llamado, y entonces viene un señor y dice: Acompáñenme. Tuvimos que pasar por todo el aeropuerto, y al rato viene el que nos entrevistó y dice: Bueno, ustedes no van a poder ir ahora porqué -y traía un libro así de grande- hay una acusación que les están haciendo, que ustedes tenían en su casa una planta de radio aficionado y se comunicaban con la contra-revolución. Se inventaban esas cosas. Y Tony dijo: Mira, en mi casa no hubo jamás una planta de radio aficionado y ustedes lo tienen que saber, porque para uno tener una planta de radio aficionado tiene que tener un permiso de telecomunicaciones, ¿y allí aparece si tenemos un permiso de telecomunicaciones o no?
Bueno, pero entonces ustedes van a tener que ir allí a la estación de policía. Antes, cuando nos dieron el permiso de salida, tuvimos que ir a entregar al carro. Lo entregamos. Cuando Tony volvió de entregar al carro me dijo: Mami, no me dieron ni las gracias. Entonces cuando tuvimos que ir del aeropuerto a una estación de policía, hubo que buscar un taxi. Fuimos a la estación de policía y Tony dijo: Quiero saber quién me acusó. Y había uno atrás que parecía un admirador nuestro, y dijo: Bueno compañero, el acusador es un tal Ramoncito Veloz. Veloz fue un cantante que había sido nuestro vecino y cuyo hijito jugaba con Lisette. Y volvimos a la casa y allí esperamos de nuevo. Pasaron dos años y pudimos salir en el 63.
La gente ya no sabia de nosotros. Decían que habíamos ido en un yacht para celebrar el cumpleaños de Lissette. Todas las cosas que inventó la gente. Que habíamos ido en un yacht y habíamos invitado a todos los niños de quienes sus padres querían sacarles de Cuba, y que Tony había encadenado all del barco y le había dicho: ¡Para Miami!
De México a Nueva York
Cuando estuvimos en el avión, iba casi vacío. Había un señor venezolano con dos muchachitos. Nos dijo: Yo se que todos los que salen de Cuba salen sin dinero. Yo quería ofrecer esto a ustedes. Y nos dio 50 dólares. Vamos a la casita de un periodista cubano que nos iba a hospedar en México. Cuando bajamos del taxi, el conductor pidió más dinero que lo que el venezolano nos había dado. Pero salió una señora por la parte atrás de la casa y dijo: No se preocupe Olguita, les voy a dar el resto.
Los discos nuestros de Panart les mandaron a una compañía mexicana para el mercado mexicano, Orfeón. Allí reproducían nuestros discos. (Estando en México) nos llamaron de Orfeón para grabar un LP. Nos iban a dar un royalty del 5%. Cuando vienes en situaciones dificiles aprovechan. Dijo Tony: Vamos a hacer un pacto, no me den el royalty. Yo les grabo el disco si ustedes me arreglan mi estatus migratorio aquí en México.
Ya habíamos grabado el LP. Sólo faltaba la foto para la carátula. Entonces los de Orfeón dijeron que no, que no podían arreglar el estatus migratorio. La cosa fue que se pusieron un poquito groseros, y entonces Tony empezó a reclamar. Y le dijeron: Mira, ustedes nunca van a entrar en México. Y Tony dijo: Mire, señor, nosotros somos Tony Álvarez y Olga Chorens, de Olga y Tony con o sin México. Lo fuimos, lo somos y lo vamos a seguir siendo. Y no nos arreglaron nada.
Entonces allí lo que hicimos fue ir a la embajada americana a pedir visa. A mí me llegó a los 44 días. Me llegó primero. Pero la embajada americana te daba un papeleo, y te preguntaba qué países has visitado. Pues puse que había visitado todo América. Y me exigieron que tenía que buscar en cada país el certificado de buena conducta. Imagínate, escribir a todos esos países. El único que lo mandó fue Perú.
Al final, me permitieron salir con la visa que tenía, mientras que Tony se quedaba de rehén. Me monto en el avión y veo a Tony abajo en la pista llorando. Y yo me levanto para bajarme del avión, pero me dicen: No, Olga, eso le pasará. Yo me fui en septiembre, y Tony llegó en diciembre. Fue en 1963.
En Miami, encontré un departamento, un efficiency de una habitación, en el número 7 del Northwest 43 Avenue. El alquiler era $75. Yo no tenía más que $75. Expliqué mi problema y el dueño aceptó alquilarme sin el mes de fianza. Entonces Tony llegó y empezamos a trabajar. Fuimos a Nueva York. Actuamos en una boite que estaba en un hotel (The Great Northern Hotel), y allí estuvimos como dos meses trabajando. Con mucho éxito, porque pusieron muchos anuncios en los periódicos y había mucha gente de Centro y Suramérica, y de Cuba. Aquello se llenó. Estando allí nos llamaron para contratarnos en el Liborio.
Regresamos a Miami, y compramos una van, una guaguita por $65, y nos fuimos a Nueva York con todo atado arriba del techo. Conseguimos un apartamento en la calle 46 entre Broadway y Columbus. Volvimos a grabar en Nueva York con un argentino que tenía una compañía de discos (Parnaso Records). Lo grabó Julio Gutierrez. Él vivía en el edificio donde nosotros nos mudamos. Julio vivía en el primer piso y nosotros en el piso 10. En el disco original, la foto de carátula fue tomada en un edificio con una vista que se veía a toda la ciudad. Pero después cuando fuimos a Puerto Rico, lo reproducimos con una foto de la isla.
Llegamos dos meses antes del debut, y allí en septiembre fui preparando ropa para trabajar en el night club, el Liborio. Lissette ya tenía 13 ó 14, y la otra chiquita ya tenia 7 años. Yo tenía que trabajar de noche. No podíamos dejarlas solas. Un americano que nos iba a ver al teatro se hizo muy amigo, y nos consiguió un colegio privado en Canadá. Llevamos a Lissette interna a ese colegio.
Estando en Nueva York, me llama mi cuñado y dice: Aquí hay un telegrama, que vayan a tal restaurante, está en Broadway en tal dirección, que quieren hablar con ustedes. Era una carta del señor Paquito Cordero, puertorriqueño, quien nos contó que iban a comenzar en el canal Telemundo de Puerto Rico un show de mediodía y quería contratarnos.
Allí empezó el carteo. Entonces Tony le contestaba, y él le contestaba a Tony. Y le dijo: ¿Qué tiempo me van a dar en televisión? 15 minutos. Tony dijo que no. Yo con 15 minutos no hago nada. ¿Y cuánto tiempo necesitarías? Por lo menos media hora. ¿Y qué se puede hacer en media hora? Mira, la primera semana va a pasar esto y esto y esto. Y la segunda semana esto y esto y esto. Y así debutamos en Puerto Rico. En el año 65, en el mes de enero, enero 12.
El Show de Olga y Tony fue como una replica de lo de Cuba. Porque el canal de Puerto Rico, el canal 4 lo hizo el dueño del canal de Cuba, el señor Goar Mestre. Y cuando inaugura el canal de Puerto Rico, lo inauguran con los programas de Cuba, El Show de Olga y Tony y otros programas fueron los que proyectaron en la televisión en Puerto Rico Nosotros no lo sabíamos, pero ya éramos famosos allí. Debutamos y aquello fue increíble. Yo me sentía como si estuviera en Cuba. Y estuvimos en Puerto Rico con un rating enorme. Puerto Rico es como mi segunda patria, porque la mía la perdí. Nosotros tuvimos suerte porque seguíamos siendo los mismos fuera de Cuba.
En la década de los 80, Olga y Tony se mudaron permanentemente a Miami, donde siguieron haciendo television y radio.
Gente de otras décadas no nos conoce, comenta Olga. Pero todos los discos que nosotros grabamos, caminaron por toda América. En Colombia somos famosos por los discos, claro con la gente de la época nuestra. En Perú era increíble el amor que tenían por Olga Chorens. Olga ya no canta, resultado de unos nódulos cancerosos en sus cuerdas vocales, que se trataron con radiación. Pero tengo repertorio muy extenso grabado que se puede escuchar en mi programa.
Todavía voy hablando con los que quedan que han venido de Cuba; me acompañan allí. Y me llaman mucho por teléfono, me cuentan historias de cuando fuimos por sus pueblos, me dicen: Yo me acuerdo cuando usted y Tony vinieron a mi pueblo y usted llevaba un vestido y al otro día todas las muchachas iban vestidas igual… La vida entera tuvimos el programa de Olga y Tony, recuerda Olga. Fue mucho el éxito que tuvimos, mucho, mucho.