Cuenta Tite Curet Alonso en una vieja entrevista, que Sylvia Rexach, siendo niña, se escapaba de su casa para ir a ver a los pleneros de la Parada 21, en su natal Santurce. Allí vivía ella, allí tenía su padre la Farmacia Rexach, allí aprendió a tocar el piano y la guitarra, y allí conoció a Rafael Cortijo. La Parada 21 no era un barrio, apenas un lugar entre los sectores de Cubuy y Bayola, donde los jóvenes tocaban bomba para distraerse y los niños tocaban plena para pedir monedas en navidad.

Cuenta su biógrafa, Virinai Rodríguez Santaliz, que fue por aquel tiempo que Sylvia se hizo compositora, mientras iba de la Parada 21 a la Central High School, en Pozo del Hato, que era ahí al lado. Esa primera canción suya se tituló Di Corazón y decía entre otras frases: “Di si en las sombras de la noche, su recuerdo vive en mi alma enamorada, que no cesa de sufrir”.

Y es que Sylvia sufría por dentro; tenía tanta pasión encerrada en su mente y su corazón, que la sacaba a relucir en esas poesías cargadas de musicalidad, sin importarle si eran cuartetas o no, rimas o no, y las ponía allí, sobre un papel como desahogo. Y para quitarse la espina de tanta pena, se iba a bailar plena a la Parada 21 con aquel bongosero de sonrisa amplia y sus amigos.

Luego se dejaron de ver y la vida de Sylvia siguió por otros derroteros más y menos artísticos, más intensos, más poéticos. Su obra se perfeccionó y de esa perfección armónica surgió En Mis Sueños, que decía: “Surgirás entre nubes y estrellas, brillando en las sombras, y a mi descenderás cuando escuches mi voz que te nombra”.

Armó un trío que se convirtió en combo. Lo llamó Las Damiselas y cuando llegó la televisión a Puerto Rico, ella primero acudió como libretista y luego con un show al frente de Las Damiselas. Para ponerle ritmo a ese espacio que patrocinaba Café Sobrino, le pidió a Cortijo que tocará los bongoes.

Pues bien. Ese debate suyo entre las tristezas infinitas de su canción y el frenetismo del ritmo de la calle boricua, han sido la fuente de la que han bebido tres personas que, pasados 55 años de su muerte, le dedican una obra discográfica particular: Dedication to Sylvia Rexach, editada por Barbès Records.

Esas tres personas, que se han puesto como nombre grupal Miramar, son: la cantante de bossa nova Laura Ann Singh, el sonero de salsa Rei Álvarez y la pianista de latin jazz Marlysse Simmons. A ellos se suman el guitarrista Bryan Vargas, el percusionista Héctor Barez y el bajista Cameron Ralston. Hay muchos invitados ilustres, pero Miramar son ellos.

No es sencillo el proyecto, porque la idea es reconstruir paso a paso la sonoridad y el espíritu de la época de Rexach. Simmons usa para ello un órgano y un wurlitzer, teclados que le dan ese aire de canción romántica, diferente al bolero de trío o de gran orquesta. No suena a algo común en esta época. Suena enclavado en el tiempo y sólo le falta el scratch del vinilo.

El álbum, que recoge diez canciones (siete de Rexach y tres de Álvarez y Simmons), es una producción de Simmons quien, y esto lo hace más interesante si cabe, es alma, vida y nervio junto a Álvarez de la poderosa orquesta de salsa Bio Ritmo. Ambos han sabido mantener el pie el eco del Spanish Harlem de los años 70 con su banda, y en esta producción el feeling del bolero puertorriqueño. Pero un feeling, insisto, marcado por ese estilo de cantar bolero y también por una melodía que lo hace cercano, tanto como si estuviese en la intimidad de un hogar.

Por eso quizás, Dedication to Sylvia Rexach nos recuerde las producciones del sello Flamboyán; sobre todo una de ellas: La Música de Sylvia Rexach: Di Corazón…, que grabaran en 1966 Carmen Delia Dipini y Tato Díaz con la orquesta de Rhadames Reyes Alfau y la producción de Harry Rexach. Con Flamboyán grababan los músicos menos salseros del Puerto Rico de los 60 y 70, como el acordeonista Larry Godoy y el cantautor Alberto Carrión.

Dice Yannis Ruel en el librito que acompaña al disco, que es justamente a lo largo de esas décadas cuando las composiciones de Sylvia Rexach “adquieren proporciones inesperadas”. Y dice Alex García, jefe de programas de Radio Gladys Palmera que es la fijación por lo vintage y el revisionismo en la producción musical contemporánea, lo que ha llevado a este trío a “rescatar la era dorada del bolero… de Sylvia Rexach”.

Sylvia ha sido y seguirá siendo una leyenda, por supuesto, y las letras y las voces no acabaran nunca de alabar su talento. Y es un mito, claro está, por la tragedia que fue su vida y con una muerte tan prematura (a los 39 años). Miramar no podía entrar con mejor pie en el mundo de la música, que rescatando su legado y siguiendo su ejemplo de vivir y cantar intensamente.

José Arteaga

Dedication to Sylvia está incluido entre los Future Beats 20 de Radio Gladys Palmera.

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