Se trataba de la voz, de la voz de nuestro tiempo, como dijo Diane Warren. Y como el título de su canción, su corazón se rompió en el hotel Beverly. Las habitaciones de al lado repletas de asistentes y guardaespaldas no impidieron su muerte en la bañera. Quizás no necesitó guardaespaldas, sino amigos leales y personas que la hubieran querido y alertado que descender a lugares oscuros termina siempre por cerrar tus ojos a negro.

Tuvo una biografía repleta de triunfos, aunque se paseó demasiado por el lado salvaje. Logró ventas de millones de discos: demasiados éxitos, demasiados premios, demasiado talento, demasiado atractiva; quizás demasiada soledad. Todo lo demasiado abruma. Porque en definitiva cuando lo tienes todo, lo único que buscas es amar y ser amado.

Whitney tenía la sangre repleta de música: su madre era cantante de soul y folk-blues (integrante en su día de The Sweet Inspiration, grupo habitual de las actuaciones o grabaciones de Elvis Presley o Aretha Franklin) y su padre dirigía un coro mixto de gospel. Además, su tía era Dionne Warwick, pariente lejana de Aretha Franklin. Su apariencia pública era siempre serena y saludable. Irónicamente, cuando convirtió sus canciones en un sonido más duro y urbano como hizo en el álbum de 1990 I’m You Baby Tonight provocó una reacción escéptica de algunos críticos negros.

En 1992 protagonizó, junto a Kevin Costner, la mítica película El guardaespaldas. La canción original del film, I will always love you vendió millones en todo el mundo. Tuvo varias relaciones sentimentales pero como muchas grandes artistas acabó cayendo en los brazos equivocados. Contrajo matrimonio, se casó con el siniestro Bobby Brown, del que se separó 14 años después. La princesa se casó con el chico malo y Brown le introdujo en el oscuro mundo de las drogas: el inicio de su declive. A partir del año 2000 su adicción se fue acrecentando e inició su declive.

Tras varias rehabilitaciones y la separación de su marido en 2006, Whitney reapareció feliz y radiante en público; parecía plenamente recuperada y pronto emprendió nuevos proyectos. En 2007 lanzó un nuevo recopilatorio titulado Whitney Houston: The Ultimate Collection. Se prodigó en actuaciones en directo y editó el que iba a ser su último álbum, I Look to You (2009), que promocionó con la gira mundial Nothing but love Tour, iniciada ese mismo año en Moscú y concluida en Finlandia en junio de 2010.

En una entrevista de máxima audiencia había declarado: “vamos a dejar una cosa clara, el crack es barato. Gano demasiado dinero para drogarme con eso.” Extrañamente, cuando todo parecía indicar que Whitney Houston había retomado las riendas de su vida y de su carrera, saltó a los teletipos la noticia de su fallecimiento: la cantante fue hallada sin vida en la bañera de su habitación, víctima al parecer de una ingestión de calmantes y otros barbitúricos.

Houston, fue claramente esclava del personaje de heroínas trágicas del pasado: desde Billie Holiday a Ronnie Spector. Houston fue la última de una corriente principal del mundo del espectáculo. En principio parecía tener en común más con una Streisand que con una Aretha. Pero se parecía a Billy, a Nina, a Amy y todas las gloriosas que bajaban del escenario y sufrían los avatares de sus decisiones.

Tenía una canción en su de 1998 llamada Hotel de la Angustia, su último disco, de 2009 I Look to You, era el mejor que nunca hizo. Pocos cantantes pop han tenido una voz tan gloriosa como Whitney Houston, y aún menos han tratado a su talento con la indiferencia frustrante que llevo hacia el final de su vida.

Vendió más discos y recibió más premios que cualquier otra estrella del pop femenina del siglo XX, pero pasó la mayor parte de sus últimos años sumidos en una adicción a las drogas que minó su voluntad de cantar y la dejó en un estado caótico.

Tras 170 millones de copias vendidas, La Voz se apagó y la estrella se fundió a negro.