Una aproximación a Pellín Rodríguez
Uno de los mejores cantantes de siempre, Pellín Rodríguez. Su alma, su humor, su voz y su vida en la pluma de Lil Rodriguez.
Cada vocalista, cada orquesta, cada arreglista busca el sello único, la vena precisa que lo distinga en ese universo tan complejo de la sonoridad caribeña. Sello y vena nacen con el músico, pero el desarrollo llegará con el esmero. A las aptitudes musicales sumemos la personalidad, el país de origen, los contextos sociales y las empatías de grupo, colectivas, y tendremos como resultado personajes irrepetibles en la sinuosa carretera del ritmo y la melodía, en este caso del Caribe.
Uno de los irrepetibles fue dueño además de un sentido del humor que aplicó en toda su vida y su trayectoria y que se convirtió hasta en una marca de agua para el grupo en el que hizo historia: El Gran Combo.
Lo que significaron Acángana y El caballo pelotero para El Gran Combo, para su intérprete y para los autores, Chiquitín García y Bobby Capó respectivamente, no es poca cosa.
Nacido con Gracia
Pocas personas le llamaban por su nombre; sencillamente le decían Pellín. Pero era Pedro Juan Rodríguez de Gracia, el sexto hijo de los diez habidos en la unión de Tomasa de Gracia y Zenón Rodríguez, nacido y acunado en ese patrimonio musical de Puerto Rico que es Santurce. Lo de Pellín está afiliado a su nombre Pedro. Así pasó también con el cubano Pedro Izquierdo, conocido mundialmente como Pello, El Afrokán, pero al de Santurce lo llamaron Pellín, y nació el 4 de diciembre de 1926, en día de Santa Bárbara…
Pudo terminar estudios de primaria, y en la escuela todos sus compañeros y maestros se dieron cuenta de que el niño cantaba bien, y lo aupaban. Igual lo evidenció cantando en la iglesia de la zona. A los 13 años fue a un programa musical de televisión del que fue descartado porque tenía una voz “chillona”. Volvería al poco tiempo al mismo programa como vocalista de un grupo musical de su barrio: El Conjunto Moderno, con notable éxito.
Entre los 16 y los 18 años Pellín estuvo también en Los Dandies del 42 de Johnny Seguí, la orquesta Euterpe, la Tropicana y también en el cuarteto de Manuel Jiménez. Habrá que tener en cuenta los nombres de Johnny Seguí, Manuel Jiménez y Noro Morales pues serán recurrentes en la vida musical de Pellín.
Sin haber cumplido los 20, Pellín se embarcó para Nueva York, y en realidad no le fue mal en esa incursión. Se integró a la orquesta de Noro Morales como vocalista y maraquero, y por si fuera poco también fue corista en los temas que no cantaba él.
En Nueva York se encontró nuevamente con Los Dandies del 42, es decir, con Johnny Seguí, y con ellos fue a estudios de grabación. Igual siguió con Noro Morales y llegó a grabar El manisero de Moisés Simons.
Pellín tuvo pasantía por la orquesta de Xavier Cugat y cantó en el famoso Palladium al lado de Tito Puente, Ray Barretto, Machito y Kako.
Es aquí donde entra el tema de los créditos. No se puede saber con exactitud en esa etapa cuántos temas fueron grabados participando en ellos Pellín Rodríguez. Las casas grabadoras sólo daba crédito a los “notables” y en ese tiempo Pellín no lo era.
Y mientras seguía abriéndose paso en el Norte conoció a quien sería su esposa, Elba, la madre de sus hijos. En Chicago, ciudad en la que residió durante un tiempo logró compartir con el pianista cubano René Hernández un disco titulado El corazón de Cuba. Era 1959. La gloria de Pellín se acercaba lentamente, y con seguridad.
El Combo de Ithier
Pellín decidió retornar a Puerto Rico. En Estados Unidos no estaba lo que él quería y la nostalgia le picó duro y hondo. Así que con su esposa y sus muchachos retornó a San Juan. Comenzaba 1960. No le faltó trabajo porque Noro Morales también estaba en en la capital boricua y lo llamó a laborar. Y así estuvo un año hasta que se supo que el Combo de Rafael Cortijo se desintegraba. La prisión de Ismael Rivera aparentemente causó la disolución de uno de los grupos más extraordinarios de la música de Puerto Rico en toda su historia.
Rafael Ithier, el pianista de Cortijo, necesitaba salir a flote. Y si podía echarle mano a otros “Cortijeros” pues bien. Y le vino de perlas que el cubano Rafael Álvarez Guédes con su sello Gema le pidiera armar un grupo para acompañar en grabación a Joseíto Mateo, legendario merenguero. Se acoplaron para ese disco, Menéame los mangos, el primero en la historia de El Gran Combo, con nombre puesto por el dueño del sello.
La circunstancia de esa primera grabación dio paso a la idea firme de darle estructura a la banda y buscar otras voces. Joseíto Mateo grabó ese disco y voló a su país para aclarar su situación, porque lo vinculaban con el dictador Trujillo.
Pellín Rodríguez sustituyó a Joseíto Mateo. Los otros vocalistas fueron Daniel Vásquez y José Juan Chiquitín García. Hay un detalle con Chiquitín, pues si bien abandonó casi enseguida al Combo permaneció en él muchos años al aportar al grupo temas memorables, entre los cuales estánprecisamente Acángana, y El swing. Chiquitín sería sustituido por Andy Montañéz. Fueron Andy y Pellín una dupla fantástica y en ella Pellín, un músico intuitivo, siguió desarrollando sus capacidades y ese humor que llegó hasta las portadas discográficas del conjunto boricua.
El acople
Así las cosas apareció en el mercado el segundo disco. El Gran Combo… de siempre, igualmente con el sello Gema, con Roberto Roena en los bongós, Martín Quiñones en las congas, Rafael Ithier en el piano y en la dirección, Héctor Santos en el saxofón junto a Eddie Pérez, quien era corista, Milton Correa en los timbales, y en las trompetas Víctor Pérez y Rogelio Kito Vélez, a cargo también de los arreglos, y Miguel Cruz en el bajo. ¿Los vocalistas? Pellín Rodríguez y Andy Montañéz.
Entonces reventó, en 1963 Acángana, el disco y Acángana el tema, uno de los sucesos discográficos más importantes del Caribe, no sólo por lo musical, también por lo conceptual, contando con la gracia y el humor natural de Pellín, quien, amigo de Chiquitín García le copió al pelo la intención del tema.
En verdad Acángana fue una parodia de Chiquitín García a la Crisis de los Misiles Cubanos, ocurrida el año anterior (1962). La palabra pretendió ser la onomatopeya de una explosión ante la llegada de un supuesto demonio atómico.
Acángana también supuso un dilema religioso y hasta metafísico con el tema de la reencarnación. “Después de muerto no se puede gozar” significó una herejía feliz en la música del Caribe.
El caballo era pelotero
Para 1964 el compositor y vocalista boricua Bobby Capó entregó su tema El caballo pelotero para que se convirtiera en un éxito de tan grandes proporciones en la voz de Pellín Rodríguez, que no ha podido ser superado.
El béisbol es una pasión en el Caribe y en Estados Unidos (también en Japón), de tal manera que la aparición de un tema de este calibre supuso una explosión tan o más grande que la de Acángana. Bobby Capó acá se explayó en su propio gusto, y Pellín se acomodó como aficionado a la pelota para dar a este tema los ribetes de la inmortalidad.
Todo se fue convirtiendo en resonantes éxitos para el Combo de Ithier, incluso temas que fueron aportes a películas como ésta, también de 1964 donde destacan Pellín, Andy, Roberto Roena y al final el inolvidable Martín Quiñones.
Pellín y Andy, en combinación feliz seguirían aportando éxitos a El Gran Combo. Vendrían sucesivas grabaciones, giras y presentaciones “normalitas” hasta que en 1968 se publica el álbum Tangos en el que encuentran los temas ¿De qué presumes?, En un beso la vida, Milonga sentimental, Milonga del 900, así como Volvió una noche y Por una cabeza que permitieron admirar la comunión de tango y salsa, además de las excelentes interpretaciones de Pellín y Andy. En realidad ya Pellín se había revelado como un buen bolerista.
Al año siguiente fue Falsaria, tema cuyo título es realmente Doble Inconsciencia y que en realidad pertenece a Manuel Corona, el cubano autor favorito de la extraordinaria María Teresa Vera. Falsaria se convirtió en otra joya discográfica del Combo de Ithier.
En 1972 Pellín graba por última vez con El Gran Combo. Se trata del álbum donde aparece Julia en la voz de Andy Montañéz.
A partir de ese año y hasta 1976 Pellín se mantuvo grabando con otros sellos, y cumpliendo con presentaciones diversas. Contó con arreglistas de la talla de Bobby Valentín hasta que en 1978 fue convocado por la orquesta La Salsa Mayor, de Venezuela, territorio donde era muy querido y recordado.
Participa entonces en el álbum De frente y luchando. Compay, póngase duro, Bajo el palmar, y No llores marcaron una nueva territorialidad caribeña para Pellín. El proyecto de Alfredo Padilla, inolvidable percusionista y director venezolano se hizo con elegancia: Carlos El Grande de Panamá, Leo Pacheco de Venezuela y Pellín Rodríguez, de Puerto Rico. Esa fue la onda. Al año siguiente, 1979, volvería a participar en la producción Nuestra Orquesta La Salsa Mayor en un tema, Usted no me conoce, con arreglos de Ray Santos.
Todo tiene su final
Para 1981 graba Pellín lo que será su último disco solitario en estudio. Le acompañaron grandes como Martín Quiñones en las congas, Milton Correa en los timbales, Sammy Ayala en la percusión y Yayo El Indio en los coros.
Al tiempo surgió El Combo del Ayer en 1983. Pellín pudo reunirse con grandes amigos y compañeros de ruta musical y lograron hacer tres álbumes para deleite de un gran público que añoraba ese sonido de Puerto Rico perdido en las faldas de la salsa. Este Combo tiene una historia que merece otro capítulo, comenzando por el de Tite Curet Alonso, quien jamás dio un tema suyo a Rafael Ithier, pero entregó tres, y muy vengadores a Pellín y Andy para El Combo del Ayer. Tite era compadre de Cortijo…
El 30 de agosto de 1984 estando en Nueva York, Pellín sintió, y se lo dijo a su hermana Alicia, que la vista se le había nublado mucho. Alicia, se alarmó porque tenía conciencia de los derrames cerebrales en su familia, incluyendo el que mató a su padre, Zenón, padre de ella y de Pellín.
En octubre de ese año de 1984, concretamente el sábado 20 de octubre se presentó Pellín Rodríguez en el Poliedro de Caracas con El Gran Combo del Ayer, en lo que fue todo un éxito musical y de taquilla.
Retornó a Puerto Rico y tres días después sufrió un derrame cerebral, el que temía su familia.
Fue llevado al Hospital Universitario de Río Piedras, y allí rindió tributo a la vida el 31 de octubre de 1984. El pueblo puertorriqueño le rindió honores en nombre de los melómanos caribeños que tanto le aplaudieron.
Era un apasionado de la pesca pero no comía pescados. Fue padre de tres hijos de los cuales uno le salió ingeniero mecánico, otro arquitecto y otro astronauta. Su sentido del humor quedó como herencia musical. Era muy nervioso, muy inquieto y muy amante de los niños. Tenía 57 años cuando falleció en 1984. Había nacido el 4 de diciembre de 1926.
El día que se despidió de Venezuela le entrevistamos, una vez más. Estaba muy feliz por el éxito de lo que llamó “Combo de ayer”, y no era un tema de dinero. Era un tema de reivindicación.