Aldemaro Romero: Dinner in Caracas
De como la obra de Aldemaro Romero cambió la historia de la música en Venezuela.
Contantemente sobre Dinner in Caracas se ha repetido hasta el cansancio, que es una grabación para 1952, como punto de partida para la estilización de la música venezolana, también se asegura que fue el pionero en orquestar nuestra música, por último que sirve de partida a una serie de grabaciones con el nombre de “Dinner in”, vamos a revisar cada una de estas afirmaciones, y veremos que no son del todo precisas.
Su creador, es uno de los más completos músicos venezolanos, director de orquesta, destacado pianista, estupenda pluma de compositor y arreglista con fama internacional, perfeccionista y con exquisito gusto, le irritaba cuando algún músico, cantante u orquesta desafinaba, y no dudaba en culparlo de alguna irritación gástrica. Predicando con el ejemplo, Aldemaro Romero se encargó de estilizar la música venezolana desde finales de los años 40, al agregar violines e instrumentos sinfónicos al repertorio de su país, plasmando esa precoz madurez con el álbum Dinner in Caracas. Romero llevó la música de su patria al repertorio de las orquestas de salón, donde demuestra que un disco producido por un venezolano, con repertorio netamente venezolano podría transformarse en un éxito, convirtiéndose en el trabajo discográfico venezolano más vendido de todos los tiempos. Indudablemente, con este trabajo la música en este país cambiaría para siempre.
1952. Aldemaro entre Caracas y Nueva York
Con 24 años de edad, con la precoz experiencia de una increíble formación autodidacta, exitosas composiciones y director musical de grandes figuras nacionales e internacionales, desintegra su orquesta de baile venezolana en agosto ’52 y se muda a la ciudad de Nueva York invitado por la nueva estrella de la RCA Víctor, el tenor venezolano Alfredo Sadel, como su director musical además para presentarse en el Chateau Madrid donde este par de colosos muy jovenes, logran record de presentaciones por 14 semanas.
El punto de partida de la estilización de la Música Venezolana
Luego de una serie de grabaciones en la ciudad de NY, con su orquesta, se presenta por Radio Caracas Televisión y por Radio continente, en los carnavales de 1954 acompañado por su orquesta norteamericana, entre ellos el famoso trompetista Don Ellis, con un gran éxito que se permitían anunciar una nueva visita para el venidero mes de diciembre, hecho que no se cristaliza, por su pronta visita a Cuba con Alfredo Sadel y especialmente por estar inmerso en un nuevo proyecto de RCA Victor, la grabación de un LP.
Cuando me mudo a los Estados Unidos (le contaría Romero a Julio César Camacho), me llevo varios arreglos de Dinner in Caracas que no se habían grabado aquí, aunque se tocaban muchas veces en Radio Continente en el programa de la cigarrera Bigott, Anuncios Lyon. Era la época del mambo, de Pérez Prado, Tito Puente, Rodríguez, Noro Morales; lo se pues yo entré en ese elenco; comento a Hermán Diaz, un productor puertorriqueño que producía a Alfredo Sadel, Pérez Prado: mire yo tengo unos arreglos, una cosa que se llama música venezolana: Dama Antañona, Conticinio… No chico eso no se conoce, eso no lo oye nadie. Pero yo seguía insistiendo. Finalmente me dijo: si tu logras demostrarme que puedes vender ese disco, te lo grabo. Inmediatamente le escribo a mi amigo Ricardo Espina, de Radio Caracas, le pregunto cuántos discos estaría dispuesto a comprar y me dijo 5.000. En Nueva York se echaron a reír, pues esa cifra es ínfima, alcanza apenas para repartir en las diversas emisoras de radio; pero tanto di que lo grabaron. La primera semana se vendieron 30.000. Y existen referencias como el disco más vendido en Venezuela.
La historia de Dinner in Caracas
El sello RCA Victor comienza en septiembre de 1953 una serie de discos llamado “moods in music”, música de estados de ánimo, dirigidos por George Melachrino, discos dedicados a diversos temas: Music for Dining, Music for Relaxation, Music for Reading, Music for Faith and Inner Calm, Music for Courage and Confidence… música para ayudarte a dormir, música de Hollywood y música para luces suaves y dulces.
De esta serie de discos, la mayor popularidad la adquiere el primero de ellos, Music for Dining. De hecho, en la edición Billboard de julio de 1954, aparece este LP entre los de mayor venta en Estados Unidos. Inmediatamente el sello decide publicar una nueva serie llamada “Dinner in…”, con algunas de las ciudades con mejor mercado discográfico en Latinoamérica.
Los discos publicados son los siguientes: Dinner in Havana, bajo la dirección del pianista y compositor cubano René Touzet; Dinner in Rio, con Fafa Lemos y su orquesta; Dinner in Mexico City, dirigido por Pablo Marín. El último de la serie en esta primera etapa es Dinner in Buenos Aires; todos publicados aproximadamente a mediados de 1954.
Posiblemente en este momento Aldemaro olfatea la oportunidad de grabar un disco instrumental que, con melodías venezolanas, calzaba perfectamente en los planes de RCA Victor con esta serie, que en general no gozó de mucho respaldo en promoción ni en niveles de ventas, debido a lo localizado, lo regional de cada una de estas producciones.
Llama la atención que esta producción no sea parte de un lote, tal como sucedió anteriormente con las dedicadas a La Habana, Rio de Janeiro, México y Buenos Aires. Dinner in Caracas se graba con un grupo de 19 músicos entre el 13 y 14 de diciembre de 1954 y publicado seis meses después en solitario.
En Caracas sale los primeros días de junio de 1955, convirtiéndose en un suceso, una locura. La casa Don Disco publica un anuncio comercial: “Se advierte a quienes corresponde que sólo hasta hoy en la tarde les reservaremos los discos de Dinner in Caracas por ellos encargados. La demanda es tan grande que se han agotado nuevamente. Por lo tanto, pondremos a la venta hoy en la tarde los discos reservados que hayan sido recogidos”. El propio Aldemaro recuerda que en Venezuela en el primer mes se vendieron 150.000 unidades y en Colombia 30.000. Una década después contabilizaba más de un millón de unidades vendidas, convirtiéndose a través del tiempo en el disco venezolano más vendido de todas las épocas.
Aldemaro Romero como compositor era bueno, pero como músico, como arreglista, era impresionante (Aníbal Abreu ).
Como bien lo ejemplifica el destacado músico venezolano Aníbal Abreu en entrevista con Jesús Pérez Larez, antes de Dinner in Caracas, este grupo de músicos había realizado trabajos con cuerdas en Venezuela. En 1957 realiza arreglos con la Orquesta Cuerdas de Plata del director Geber Hernández. Poco tiempo después era el arreglista de la orquesta de cuerdas que dirigía Eduardo Serrano en el programa radial Serenata por Ondas Populares.
Además siguió realizando arreglos para varios tipos de orquestas y con variedad de estilos musicales, labor que se amplifica al tener la libertad de su propia orquesta para crear y experimentar. Ejemplo de ello, en septiembre de 1951, con su Fantasía para Piano y Orquesta, llamada Joropo, transmitida en el programa Venezuela Canta, Aldemaro piensa complementar con una trilogía y los capítulos Merengue y Valse, tres de las formas musicales que, por cierto, fueron las más utilizadas en sus grabaciones posteriores con la RCA Victor.
En ese mismo artículo de la columna La Radio al Día, al autor se refiere al tema que se encuentra en el tapete en los músicos, como lo son sus arreglos para Venezuela Canta. Aunque algunos la elogian, otros consideran que son muy modernistas y que “desfiguran” nuestros ritmos folclóricos; críticas similares a las que recibió algunos años después Dinner in Caracas.
El día 2 de octubre se estrena su segunda fantasía, Merengue, con una orquesta de 24 músicos y las actuaciones especiales de Magdalena Sánchez y Héctor Monteverde, además de Vicente Flores y Julio Alas.
Ya observamos que Aldemaro tenía algún tiempo con la tendencia de estilizar la música venezolana, ¿pero fue el único músico en trabajar en el mismo?
Pioneros de la estilización musical en Venezuela
A finales de los años 40, existen tres vertientes musicales en Venezuela, cada una con su importancia respectiva en el estudio e interpretación de la enorme diversidad de formas musicales. Los tres ejes son: La académica o escuela nacionalista, los tradicionalistas rurales y la popular urbana.
Bajo el liderazgo del maestro Vicente Emilio Sojo, y varios de sus pupilos, Evencio Castellanos, Antonio Lauro, Inocente Carreño, José Clemente Laya, la académica estaba localizada en la Escuela Nacional de Música, famosa por su régimen disciplinario e ingreso severo, obcecada en interpretar la música venezolana con buen gusto y calidad, haciendo énfasis en la técnica. “Queremos alejarnos de las tendencias de nuestras radiodifusoras con chabacanería importada de los cabarets cubanos o de las milonga argentinas… melodías sin violines que chillen, cornetines que aúllan, un piano que hipea, o el tambor que nos retrotrae a la selva, gracias al swing aburguesado y epiléptico”. Crearon una gran cantidad de obras, interpretadas y grabadas por la Orquesta Sinfónica Venezuela, Orfeón Lamas, Antonio Lauro, Los Cantores del Trópico y la Orquesta Típica Nacional, dirigida por Luis Felipe Ramón y Rivera. El primer sencillo de esta, con el sello Turpial, sale apenas un mes después que Dinner in Caracas. Aldemaro refiriéndose a este grupo comentaba como reaccionaron a Dinner: “lo tomaron con una gran arrechera, el éxito no te lo perdonan”.
Los tradicionalistas rurales lo conformaban músicos de los diferentes caseríos, pueblos de la geografía venezolana, agricultores, lavanderas, peones, ordeñadores, pescadores, humildes personajes del pueblo. No pocos se conocieron en el famoso Festival de la Tradición, en el Nuevo Circo de Caracas, en febrero de 1948, bajo la convocatoria de Juan Liscano. Este, con un grabador en la mano había recorrido toda la patria recogiendo esos cantos rústicos, desafinados en ocasiones, puros, genuinos con el sabor a pueblo que no conoce de técnicas y de estilizaciones perfumadas, posteriormente guardados y publicados por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. Son representantes de este estilo, el Indio Figueredo, Retablo de Maravillas, Luis Mariano Rivera, Ángel Custodio Loyola, Juan Vicente Torrealba, Rafael Montaño, y Don Pío Alvarado, entre otros.
Pero hubo un personaje de gran importancia, uno de los amos de hacienda, quien percibió que el público sentía predilección por las tonadas, los pasajes románticos, por encima del sonido recio del golpe llanero, y se inclinó a presentar esta propuesta estilizada. Al principio probó con Marisela, Magdalena Sánchez, hasta que al fin consiguió la llave perfecta con Mario Suárez, revolucionando la música venezolana desde 1954, con un estilo lento para el gusto del público de salón.
La popular urbana comprende, por su parte, desde lo más sencillos grupos en las barriadas hasta las majestuosas orquestas de baile en las distintas emisoras de radio caraqueñas. Estas últimas se daban el lujo de acompañar a grandes figuras nacionales e internacionales de la canción, así que un día respaldaban a Pedro Vargas, al otro la música folclórica de Magdalena Sánchez, otra jornada tocaban música ranchera. Esta característica requería de una gran preparación de los directores musicales, surgieron nombres como Luis Alfonzo Larrain, Eduardo Serrano, Ulises Acosta, Carlos Bonett, Ángel Sauce, además de una serie de impetuosos jóvenes que obtenían un rico bagaje de experimentación de ideas. Jóvenes veinteañeros dirigían orquestas de veinte o más músicos, con metales, violines, entre otros. Así es como vemos la presencia de Jesús Sanoja, Aníbal Abreu y Aldemaro Romero, fanático de las orquestaciones de André Kostelanetz y Morton Gould, con una mentalidad más universal, y quien había comenzado sus experimentaciones con la música venezolana en la radio local. Luego al mudarse a Nueva York se lleva sus partituras y graba Dinners in Caracas dos años después, dando un carácter más universal a la música venezolana y a uno de los más importantes compositores del continente.