Kylie Minogue: Fuerza y talento a escala portátil
"no sé de dónde viene mi fuerza, soy como turbo en un paquete pequeño."
Australiana, con 1,50 de estatura, de talento musical, seduciendo y arrasando a los hombre más guapos del planeta. Así es Kylie Minogue que ha cantado con el meláncolico Nick Cave, con el romántico Robbie Williams y durmió muchos años con Michael Hutchence -del que se considera viuda- y con el modelo Valencoso. Además de Olivier Martinez. ¡La envidia no es sana, chicas!
Se le dan muy bien y aunque de ese tema prefiere no hablar, en cambio ellos desde Bono hasta el autor de Trainspotting, apenas pueden cerrar su boca frente a esta diosa blanca y madura del pop. Como cualquier triunfadora y más siendo de ese remoto país su triunfo no se consideró total hasta que arrasó en los Estados Unidos. Así se las gastan en la patria de los ganadores. Kylie es un mujer pequeña que funciona con queroseno.
Está haciendo canciones pop casi perfectas desde hace quince años y en Europa es una estrella, que hasta tiene su efigie de cera en el museo de Madame Tussaud -antes del Brexit-. La consagración definitiva fue Fever, el disco que lanzó en el 2001, y más tarde rebasó con Can’t get you off my head, canción obsesiva y pegadiza como su título. Acompañaba la canción un video que resulto vírico por infeccioso, gracias a que Minogue tapada con poca tela, dejaba ver su cuerpo escultural y transtornaba, tal como lo había hecho en 1988 con el vídeo de I should be so lucky.
Con 49 años y un cáncer superado, Kylie guarda su intimidad aunque es muy difícil porque los que le acompañañ son carne de focos. Dicen de ella que es lo opuesto a otras estrellas; sabe lo que quiere pero no lo muestra.
“Kylie es un enigma”, dice su amigo Neil Tennant de los Pet Shop Boys. “Creo que eso es parte de su poder.” Las biografías dicen que a mediados de los ochenta era una estrella de la TV australiana en la telenovela Neighbours, que es pequeñita, adorable y astuta. Ocurrían sin embargo, cosas extrañas. Kylie sacaba hits y eran pocos los que se atrevían a decir en público que disfrutaban del euro-pop barato y fácil de la chica. Pese a ello, Kylie se convirtió en la muñeca favorita de todos, y su plataforma de fans cambió. No hay drag queen australiana que no haga su número Kylie, y en la cultura gay europea, es casi tan imitada como Madonna.
La carrera de Minogue es un enigma porque aunque rockers y cantautores prestigiosos se rendían a sus pies no encontraba el éxito esperado: en 1992 apareció en la tapa de la revista Select con Bobby Gillespie de Primal Scream. Teenage Fanclub un grupo punk escribió una canción llamada Kylie está enamorada de nosotros y los Manic Street Preachers querían cantar con ella.
Con todo eso no lograba revitalizar su carrera. Nick Cave –que siempre confesó su amor imposible por Kylie– la llamó para el dúo Where the wild roses grow una bellísima balada de amor macabra. Sin embargo su carrera estaba tan muerta como ella en el final del vídeo. Esa está entre mis canciones favoritas.
Pero por si alguien dudaba de que era una mujer inteligente, se unió a Robbie Williams. Ese hombre que convierte en oro lo que toca. Y funcionó: el dúo Kids es irresistible, unidos encima de las tablas, fueron un escándalo de sensualidad y profesionalismo.
Las chicas de su quinta no tienen su paciencia. Britney busca su identidad, Christina Aguilera lleva años metida en un ascensor, Madonna se esfuerza por conservar su corona, Kylie es el misterio cocinado del pop, ofrece lo que la gente quiere de ella: diversión, músicas bailables y el glamour de una megaestrella a la antigua que trabaja para no destrozar ninguna ilusión. Ella precisa “no sé de dónde viene mi fuerza, soy como turbo en un paquete pequeño.”
Se trata de un paquete muy bien envuelto, vestido por lo mejores modistos, a lo que se añade un envidiable casting a la hora de escoger sus acompañantes. Dicen que los 50 son los 40 de antes, así que está en una madurez plena.